43. La silla vacía
Estaba una vez más en la habitación fría en la que había despertado, más oscura aún así que busqué a tientas la luz, cuando logré encontrarla ésta parpadeó por una fracción de segundos hasta por fin encender bien aunque por lo viejo ya no alumbraba igual, se veía todo opaco aunque eso era suficiente, de todos modos volveríamos a la cuidad había dicho Yoongi.
Recorrí un poco la vieja habitación, había un armario viejo al fondo junto a una mesa de madera, sobre ella había una lámpara de noche y un par de cuadernos viejos, abrí uno y encontré escritos de la escuela, la habitación entonces era la de Min.
Había una silla junto a la mesa de madera casi arruinada se veía que las patas estaban casi por caer.
La tomé y arrastre hasta colocarla frente al pequeño sofá que estaba pegado a la pared de la ventana frente a la cama, me asegure de colocarla justo al frente. Cuando acabé con ello, me senté en el sofá y me quedé mirando la silla.
Cerré mis ojos y solté aire. De verdad mi cuerpo se sentía liviano, era como si fuera de suave seda delicada que flotaba con la brisa invernal que se colaba por las rendijas de la ventana.
Traté de enfocar mi mente hacia mis recuerdos del pasado, ocupé todos mis sentidos en ello hasta que me encontré a mí mismo.
Era un niño de unos 12 años sentado en la vieja silla mirándome fijamente moviendo sus piecitos inquietos.
Sonreí al verme, tenía muchos años que no lograba conectarme con mi niño interior aquel que había sido abusado y corrompido al que me obligué esconder muy en el fondo de mi mente y mi ser.
—Hola Jimin ¿Cómo estás? —Pregunté al pequeño.
—Asustado, en cualquier momento vendrá otra vez.
Mi corazón se estrujó al escucharme con la voz temblorosa y casi llorosa.
—No tengas miedo pequeño Jimin, ya los monstruos se irán te lo prometo, dejarán de molestarnos.
Los ojitos castaños del pequeño rubio se alzaron con esperanza para verme.
—¿Lo dices de verdad? ¿Dejarán de hacernos daño? ¿Cuándo? ¿Ahora?
Era imposible no sentir que mi garganta podía desgarrarse en cualquier momento por las ganas tan grandes que tenía de llorar.
—No, faltará tiempo pero te prometo que haré lo que sea para que dejen de molestar, haré hasta lo imposible por que salgamos de ese infierno, haré hasta lo impensable. Solo aguanta un poco más.
El pequeño Jimin se limpio sus lágrimas.
—Está bien Jimin, confiaré en ti, haznos justicia —Pidió el Jimin de doce a modo de súplica.
Yo asinti limpiando también mis lágrimas. Lo haría, mataría a todos aquellos que me habían lastimado a mí y a los otros niños.
—Lo haré, descuida. Solo quiero que sepas que... nada de lo que nos pasó es culpa nuestra, los enfermos no somos nosotros, los monstruos son ellos, nosotros somos víctimas, así que sigue luchando pequeño haz tu parte y yo haré la mía.
—¿Y cual es mi parte?
—No dejes de ser mi niño interior, un niño feliz y sonriente, un niño que es fuerte y valiente, el que ama los arcoiris y los días de lluvia por igual. No te apagues pequeño Jimin, si lo haces no tendré valor. Sonrie siempre ante todo.
El pequeño yo asintió sonriendo tal y como se lo había pedido.
—Siempre seré un buen niño interior. Adiós Jimin, cuidanos mucho.
—Lo haré, te cuidaré. Te amo Jimin.
—Te amo Jimin.
Mis lágrimas no paraban de salir, ahí me encontraba yo tratando de salvar lo poco que había quedado de aquel niño. Tratando de conectar mi lado exigente con mí lado condescendiente que hacia tiempo estaba dañado.
Al abrir mis ojos, la silla estaba vacía una vez más.
Sonreí un poco más tranquilo, sabía que mientras mi puer aeternus estuviera a salvo, yo estaría bien ya que había aun esa esencia que me hacía humano, porque lo que hiba a hacer después, desprenderia partes de mí humanidad y pedazos de mi alma.
Me dejé caer sobre aquella cama y cerré los ojos y dormí.
Había dormido bien, más que bien, había dormido como jamás en la vida, como un bebé. Caí rendido al colocar la cabeza sobre la mullida almohada y desde ahí no supe más, no supe cuanto dormí, ni que hora era cuando abrí una vez más mis ojos.
Parecía que lo que había hecho antes de dormir hubiese ayudado a calmar mi hirviente inquietud interna.
Supe que había amanecido porque algo de luz se filtraba por las sucias ventanas en la habitación. Parpadee un poco para poder espabilar bien y de a poco me fui sentando en la cama. Me sorprendí al darme cuenta que no había estado solo en la habitación porque Min Yoongi estaba ahí.
¿Desde que hora estaba ahí? Permanecía sentado en la silla donde horas atrás había estado yo, solo observándome dormir.
Era espeluznante, pero yo no tenía ni pizca de miedo. Aunque realmente me preguntaba que iba a pasar conmigo ahora que él sabía todo.
Me estiré un poco e hice crujir mi cuello al moverlo de lado a lado y me preparé para salir de aquella cama, me saqué de encima una sabana que estaba seguro yo no había colocado y toqué el frío piso con mis pies, un escalofrío me recorrió completamente.
Finalmente me puse de pie y caminé como si nada hacia la ventana, estaba tan sucia que casi no se podía ver nada a través de ella, pero afuera igual estaba tan nublado por la nieve que había caído durante la noche y madrugada.
—Buenos días —Dije al hombre en la silla.
Él solo me observaba fijamente como si fuera la primera vez que me veía, como buscando encontrar algunas respuestas mudas en mi rostro. Yo sabía por qué. Debía estar molesto, no, molesto era poco, debía estar furioso conmigo después de enterarse que todo el tiempo la marioneta había sido él.
—Finalmente despiertas —Dijo con aquella voz gélida más que la nieve acumulada afuera.
Sonreí una vez más, caminando hasta ponerme frente a él.
—Estás enojado —repuse colocando mis manos detrás de mí espalda.
Min Yoongi se puso de pie para cerrar más el espacio entre ambos, sus ojos eran tan oscuros como inexpresivos por ello me era muy difícil a veces leerlo bien.
—¿Por haberme engañado o por haberme utilizado para llevar a cabo tus planes macabros? —apreté mis labios en una línea recta—. ¿O por no sentir ni gota de remordimiento después de todo? —culminó
—Eras mi única salida, ¡pensé que lo sabías! —Gruñí ahora sacando mis manos y apretando los puños frente a él.
Él se alejó un poco y comenzó a caminar a mi alrededor sin dejar de mirarme.
—Sabía solo cierta parte, habían cosas que eran tan patéticamente obvias. Sabía que te gustaba que fuera malo contigo, sabía que te gustaba el trato rudo, lograba ver el deseo en tus ojos. Te encantaba que te jodiera duro mientras te asfixiaba. Pero nunca me imaginé que todo era planeado y que yo era parte de ello. Solo pensé que estabas enfermo. Eres astuto Jimin. No estoy enojado, estoy... sorprendido de que alguien me haya engañado tan bien, a mí, al señor del engaño. Y a pesar de sospechar de tí me seguías atrayendo como polilla que va hacia la luz, seguía sediento de tí, seguías pareciendome fascinante. En fin... tú lo dijiste abajo, cada uno convive con sus traumas como quiere así como cada quien lucha con sus problemas como puede. Tú lo has hecho, yo te ayudé ¿Qué hay de extraño es eso?
Sentí sus dedos acercarse lentamente a mi rostro, pude sentir el tacto frío en mis mejillas, cerré mis ojos ante ello. Pude sentir su aliento golpear contra mi cuello. Pasé saliva.
—Tú y yo... no somos iguales —Respondí.
—No somos diferentes, Jimin. Yo juego a manipular personas, tú atrapas presas en redes confeccionadas por tí. Yo no veo diferencias.
¿Qué quería decir con ello?
—¿No estás molesto entonces? ¿No vas a matarme? ¿Me iré a casa con los Kim?
—No dije que no recibirás un castigo por ello, tampoco dije que podías irte, pero no voy a matarte muñeco, sigues siendo mío ¿recuerdas? Sigues estando secuestrado, en mi poder.
Abrí mis ojos y nuestras miradas se cruzaron, sus ojos oscuros solo reflejaban ese deseo inmensurable en un interminable mar emociones y yo deseaba navegar en ese mar profundo.
Me sujetó por la cintura y yo eleve mis piernas para rodearlo mientras nuestros labios se buscaban con hambre y deseo.
Yo seguía estando en su poder y él seguía estando en mis manos.
...
Dato: Puer Aeternus significa "Niño eterno"
La silla vacía es una técnica utilizada comúnmente en psicología como terapia.
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