42. Media vida, media libertad.
Me detuve ahí en medio del sótano por una fracción de tiempo en que mi turbulenta mente quedó en calma, miré todo a mi alrededor analizando lo que quizá antes no. El viejo Jung estaba sollozando lastimeramente después de que se le fueron mutilados todos los dedos de sus manos.
Yoongi permanecía inmóvil a su lado observando también su trabajo.
Los ojos negros de Jung inyectados en sangre me enfocaron con muy poca profundidad ya que parecía que estaba por desmayarse, aun así intentaba retarme con la mirada, como si quisiera convencerse de que aun tenía poder sobre mí.
—K-kim... Kim, estás haciendo lo incorrecto mí cielo, yo te adoro eres mi ni-niño —Sollozó el maldito—. Tu obedeces a papá J-jung
Algo parecido al vomito se instaló en mi garganta, pero no lo era. Era esa amarga sazón de escuchar cómo me llamaba. Miré hacia otro lado, desvíe la vista de él. Prefería mil veces ser llamado zorra por Min que “mi cielo“ por ese hijo de puta. Era como beber acido.
En el piso habían quedado los pedazos de dedos esparcidos y charcos de sangre.
—¿Qué no es correcto? ¿No es correcto que busque vengarme de ti? —repliqué casi con mis ojos inyectados en llamas vivas.
Me acerqué hasta él y toqué su rostro, sus mejillas, hundí mis dedos en ellas enterrando mis uñas lo mas que podía en su vieja y aguada piel provocando surcos en ese lugar con las uñas. Cuando sentí mis dedos sobre él, supe entonces lo que verdaderamente tenía en mis manos: La venganza.
Aquello que por mucho tiempo desee tener, por lo que por muchos años luché, ahora lo obtenía como un trofeo galardonado que me había ganado.
"La venganza es un plato que se sirve frío”
Si… lo había comprobado cuando pase años planeando de ella pero, al final resultaba solo ser una frase tan insulsa, porque nadie sabe lo que realmente se siente estar de éste lado. Cuando finalmente la consigues te das cuenta que, a pesar de haber esperado por mucho a que tu plato se enfríe y te lo puedas comer con calma aún después quedan aquellos desperdicios que te estorban en el camino. Mientras más logras tener el poder, más venganza deseas. No se queda solo ahí como un cuento con final feliz, no.
Diría que la venganza era mí forma de gestionar todos aquellos sentimientos negativos que habían nacido en mí desde niño hacia Jung y todos los demás viejos miserables que abusaron de mí y de otros niños, estuve intentando pedir ayuda y jamás llegó, entonces pensé que a través de otra persona podría reparar el daño que me habían generado.
Quería a alguien que pasara desapercibido para lograr compensar todos mis daños. Sencillamente no me importaba entender lo que estaba haciendo, si estaba ejerciendo justicia cuando nada estaba más lejos de la realidad. Me valía una mierda si estaba haciendo bien o mal, yo solo quería ser libre.
Solo deseaba sentir aquella creciente necesidad de devolverle mi agresor aquello que me había dolido, hacerlo sentir como me hizo sentir a mí.
Sin embargo, pensándolo racionalmente, perjudicar a Jung padre jamás iba a reparar el daño que había causado, jamás iba a sanar ni volvería al pasado a vivir una infancia feliz y bonita. ¿Y saben qué? A mí me valía una mierda.
No me importaba ya nada, si hacía bien o hacía mal, ya dirán que mí venganza solo logrará que luego de efectuarla me sienta vacío, pues qué más da ¿No? Lo sucedido ya no cambiará, lo que él hizo no cambiará y no tiene arreglo así que ¿Por qué iba a sentir que la venganza era peor que ser la víctima?
Ahora entendía que prefería estar en el papel del victimario y no de la víctima, era mucho mejor.
Al carajo Jung y sus incongruentes metáforas de lo bueno y lo malo cuando está a punto de dejar de existir. ¿No?
Pasé la punta de la lengua en mis labios saboreando un poco la victoria, tenía a Jung padre, estaba aquí frente a mí atado y mutilado, podía hacerle lo que me viniera en gana. En pocas palabras, yo tenía ahora el poder. No me iba a detener.
—Por favor Min cállalo, no lo soporto —sentencie mirando a Yoongi un momento.
Un sollozo se escucho detrás de nosotros lo que me hizo recordar que Jungkook seguía ahí con nosotros así que me di media vuelta para dejar a Yoongi hacer su trabajo.
Me acerqué a Jungkook y volví a ponerme de rodillas cerca de él, puse una de mis manos sobre las suyas y él las movió un poco.
—Mierda Jungkook, es tan complicado… te dije que no te metieras pero ahora estas aquí presenciando cosas que no debes. No te diré que lo siento, pero si quiero que me prestes atención.
Le miré directamente a los ojos, sus dos ojos brillantes ahora estaban tan oscuros como dos pequeños carbones apagados no querían verme pero finalmente desistió de ignorarme y dio un leve asentimiento.
—Era algo que debía hacer Kookie, era mi batalla, cada quien libra sus propias batallas, cada quien sobrevive como puede. Viví perseguido por Jung y su maldito círculo social desde que tengo memoria, no lo sé…unos seis o siete años. Les pedía a mis padres que me llevase su mansión para que jugara con sus nietos, los del hijo más grande, jamás era verdad, solo usaba esa excusa para abusar de mí y luego me ofrecía a sus amigos. Cuándo los Kim estaban de viaje y me dejaban al cuidado de “nana” ella me llevaba a la mansión donde el viejo celebrara orgias con niños, habían más niños incluso más pequeños que yo. Nana sabía, ella recibía un buen dinero por participar. Los kim jamás se enteraron o eso era lo que yo creía, él me amenazaba con hacerles daño si hablaba, a estas alturas no sé si realmente ellos jamás lo supieron y si no son parte de esto… si lo son, ya no hay marcha atrás la caza empezó. No espero que comprendas todo esto ni te obligare a hacerlo tienes libre albedrio ¿No?
Le solté y me aleje un poco de él, sus ojos se habían empañado de lagrimas y me miraba con algo indescifrable en ellos. No tenía mucho más que decirle así que me incorporé una vez más para ver qué pasaba a mis espaldas pero no tuve que ir a averiguarlo porque claramente podía escuchar que Jung trataba de forcejear con Min mientras balbuceaba cosas.
—Jimin…Ji-jimin recuerda que mi hijo es policía, los atrapará, los refundirá en la cárcel —Gritó Jung desesperado por liberarse.
—Lastima que no podemos decir lo mimo de ti maldito viejo, no podría meter tus restos en una celda —se mofó Yoongi metiendo sus dedos a la boca de Jung.
Este trato de pelear pero en su posición no había mucho que pudiera hacer, Yoongi metió casi toda su mano en su boca y tomo su lengua casi desde la base, cuando vi el cuchillo viejo y oxidado en su mano supe cual era su intención. Sonreí colocándome a su lado para poder ver en primera fila como le cortaba la lengua. El viejo gritaba y lloraba sin parar mientras Yoongi rebanaba la carne, le costo por el poco filo del cuchillo.
Cuando acabó levantó el trozo de musculo en lo alto como un trofeo en exhibición y después lo arrojo al suelo.
—Comida fresca para las ratas —dijo.
Yo me regocijaba de placer al ver al hombre gritar y balbucear cosas que ya no se entendían con enormes cantidades de sangre saliendo de su boca.
—Considera esto solo un adelanto, cuando volvamos acabaré con tu sufrimiento, claro si Jimin me lo permite —soltó Yoongi con una gran sonrisa psicópata.
—¿Nos iremos? —me acerqué a preguntarle.
Asintió mientras tomaba un trapo sucio y con el limpiaba los restos de sangre y piel en el cuchillo como una especie de carnicero del infierno.
—Iremos a terminar unos asuntos a la cuidad Jimin, volveremos no comas ansias —una de sus manos sucias acaricio mi rostro.
"Jimin" sentía tan extraña la manera tan fría en que sus labios pronunciaban mi nombre. No me estaba llamando "muñeco" como siempre... eso sólo significaba que estaba molesto conmigo.
Obligué a mi mente ignorar un sentimiento intruso que no me pertenecía.
—¿Por qué Jungkook está aquí? —pregunté.
—Te lo dije, es un chico bastante entrometido y molesto, pero no sobrevivirá para contar todo esto.
En ese momento sentí que el color se había ido de mi rostro, negué repetidamente mientras él solo reía sin parar.
—Es broma, ese niño estaba en el auto de Jung cuando fue interceptado por los hermanos Yang, iba en el maletero atado de manos y pies, ellos solo lo bajaron y no hubo más remedio que traerlo aquí, fue un idiota si, pero eso nos ayuda en el siguiente paso a dar.
Asentí, luego le preguntaría que era ese siguiente paso, ya dije, el plan es mío pero algunas ideas son de él.
Me tomó por las mejillas y apretó un poco, su mirada era tan oscura y fría demasiado para mí.
—Sube a descansar que al amanecer partimos, deja al niño en mis manos.
—Esta bien.
Miré una última vez a Jungkook antes de comenzar a subir las escaleras para salir de ese lugar.
Al poner un pie fuera fue como si la magia existiera. Había dejado un gran peso que cargaba encima allá abajo.
Libertad, ¿Así era sentirse en libertad?
Me refiero… Yoongi aún me tiene cautivo pero me sentía tan libre.
Esta era la verdadera libertad dentro de mi propia jaula de oro. Era libertad a medias.
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