35. Donde nacen las pesadillas

Omnisciente

El hombre estacionó su auto frente a aquella enigmática construcción que solía provocarle mucha intriga.

Parecía una enorme casa muy elegante y bastante normal pero daba una sensación de irrealidad. No sabía el por qué, pero eso le causaba tan solo con verla. Como si sus paredes guardaran míticos secretos.

Quizá solo era por el tipo de arquitectura con la que estaba construida, no era una normal. Era extravagante.

Aún así, bajó  de su auto y a su lado su acompañante el oficial Chan.

     —¿Cree que esté aquí señor Jung? Digo... si todo es una mentira ¿No esperará que el joven Yang salga a abrir el mismo  la puerta? Sería demasiado... extraño y hasta convergente.

     —Lo sé, si no resulta sería satisfactorio también encontrar que nos han estado mintiendo.

El oficial asintió al detective y juntos caminaron hacia la entrada de la casa Min, imponente como su dueño.

Traspasaron el porche y entonces el detective Jung tocó el timbre un par de veces. No fueron si no unos 10 segundos los que habían pasado cuando la puerta fue abierta dejando a ambos hombres impávidos en su lugar. Un chico rubio y bastante sonriente les había abierto la puerta observando de arriba hacia abajo a los dos hombres.

Sus ojos azules de mirada intensa era lo que más llamaba la atención del joven de unos 20 años.

     —¿Les puedo ayudar? —Preguntó amablemente.

El detective Jung miró al oficial Chan con una mirada un tanto reprensiva y éste le devolvió una mirada de diversión disfrazada de seriedad total.

     —Busco al señor Min, soy el detective Jung Hoseok... ¿Tú quien eres?

     —Yang Minho mucho gusto señor Jung, pase adelante.

El joven les dejó pasar hasta el recibidor y les señaló la sala después para que tomaran asiento. Ambos hombres entraron en completo silencio.

     —Ya lo llamo, con su permiso.

El joven Yang Minho les hizo una pequeña reverencia y salió del campo de visión de los dos hombres, pudieron escuchar sus pasos alejándose al interior de la casa.

     —Creo que yo...

     —Cállate Chan, no digas nada. Aunque esté aquí no me asegura que era él quien estuvo allá. Hablé con Jeon Jungkook y eso me dejó muchas dudas. Si Kim estuvo en esa fiesta estoy seguro que iba con Min.

Así había sido, en cuanto Jungkook le había dicho que había visto a Jimin, rápidamente fue en busca de Min y sus dos acompañantes. No los encontró por ningún lado. No era posible que Min siempre estuviera un paso adelante de él.

Se negaba a creer que era tan listo, algo debía encontrar,  una sola falta, un pequeño descuido.

Mientras tanto se dedicó a echar una ojeada al resto del lugar.

Sobre uno de los sofás había una máscara como las que habían usado la noche  anterior en la fiesta.

Yang volvió rápidamente y se sentó frente a ellos en la sala.

     —Ya viene —informó.

     —¿Tú estuviste en esa fiesta de mascaras con Min anoche?

El joven volteó a ver a donde señalaba el detective y asintió formando una sonrisa y tomando la máscara.

     —Si, con mi hermano y el señor Min. Estuvo divertido, ayer en la mañana vine de China y en la noche  salimos —sentenció.

     —¿Viajaste desde China sólo para asistir a esa fiesta?

El joven le miro con el ceño fruncido y negó.

     —¿Me está interrogando por algo? ¿No se supone que para eso debo ir a la comisaria y firmar un documento?

Entre el oficial y Chan y el detective hubo un intercambio de miradas y después Jung negó, formulando una pequeña sonrisa.

     —No por supuesto, solo es curiosidad, simplemente era una pregunta para entrar en confianza mientras viene el señor Min.

     —Oh, está bien.  No, vine porque me dieron descanso de navidad  en la universidad donde estudio, tengo una beca en China por eso casi nunca viajo, pero ya que se dio la oportunidad vine de visita con mi hermano.

     —¿Y vino directamente a la casa del Señor Min y no a la de su hermano?

     —Oh si vine a la de mi hermano,  pero por motivo de mis vacaciones de navidad iremos de viaje así que por eso estoy aquí, partiremos hoy a las 2. ¿Se les ofrece algo de beber?

     —¿Hoy? ¿No es un viaje demasiado apresurado? —Preguntó el detective Jung. 

A su lado el oficial Chan permanecía en completo silencio.

     —Por supuesto que es apresurado detective, no tengo mucho tiempo me iré antes de navidad así que aprovecharé al máximo estas semanas para pasarlo bien con los únicos que tengo como familia. Ser hijos de padres muertos no es fácil para dos hermanos que crecieron completamente solos desde los 6 años  señor, solo tengo a mi hermano y al señor Min que es como un hermano mayor para mi.

Las demás preguntas que el detective tenía para el joven se volvieron vacilantes, lo miró con duda en los ojos esperando no haber hecho sentir mal al muchacho con tantas preguntas no quería ponerlo incómodo.

     —Entiendo... —Jung miró su reloj y  tamborileo sus dedos sobre una de sus rodillas.

     —El señor Min estaba en una videollamada importante de su trabajo —Habló el muchacho—. Dijo que en cuanto acabe venía a atenderlo.

Jung asintió sin más remedio que esperar.

Era importante saber a dónde viajarían estas personas y por cuantos días.

     —Buenas tardes caballeros.

La voz que les hizo levantar la vista era la de Yang Yi Jeong, quien iba entrando en la sala de estar.

     —Ah veo que ya conoce a mi hermano menor, anoche usted salió corriendo y ya no nos dio tiempo a  presentárselo.

Los ojos del detective se fijaron en Minho quien le sonrió de manera muy amable, sus ojos se achicaban cuando hacía eso.

     —Acabo de tener el honor —Respondió aclarando su garganta un poco.

     —¿Les Ofreciste algo de beber Minho? —Preguntó Yang a su hermano.

El jovencito asintió volviendo a mirar al detective y se puso de pie para ir por algo de beber, aunque el repentino movimiento de la mano del detective le hizo detener sus pasos.

     —No es necesario, nosotros nos retiramos en este momento.

     —¿No iba a hablar con Yoongi? —cuestionó Yang arrugando el ceño mirando como los dos hombres se ponían de pie para salir de la casa.

     —Tenemos el tiempo ajustado así que podemos concretar una cita otro día. Con su permiso jóvenes Yang, pasen un buen día —El detective tendió una mano a Yang Yi Jeong  y después a Minho, pero con éste último sus manos se demoraron en soltarse.

Rápidamente las mejillas del más joven se tornaron un poco rojas, el carraspeo de Yang les hizo soltarse mientras que el oficial Chan no sabía qué hacer o que decir mientras le daba vueltas a su gorro de policía entre sus manos, jugándola nerviosamente.

En cambio para Minho, aquella mirada oscura y penetrante le había dejado cautivado.

     —Ten cuidado con ese hombre —advirtió Yang a Minho cuando minutos más tarde se encontraban sentados en la sala uno leyendo un libro y el otro en su celular.

Minho levanto la vista de su celular para observar fijamente a su hermano con una pequeña sonrisa en sus labios, dejó el aparato a un lado y se acomodó, apoyando su rostro entre sus manos y apoyando sus codos en la mesita.

     —¿Cuidado de qué? Ni si quiera lo conozco, ni hablamos de nada, no sé qué ideas te has hecho en la cabeza. —respondió inocentemente, guiñándole un ojo a su hermano quien resopló.

     —No te involucres de más con ese tipo Minho a Yoon puede no gustarle.

El menor no dijo absolutamente nada mientras volvía a ver su teléfono y se encogía de hombros.

A las 2 de esa misma tarde iban en carretera, Minho y su hermano Yi Jeong en un auto,  se dirigían hacia Woanderi  Birch Forest, para pasar unos días antes que Minho se fuera de regreso a China.

A 6.4-km de ahí,  cerca de Inje, Gangwon se encontraba una extensa área boscosa que era poco visitada, era el lugar perfecto para Min Yoongi.

Ahí tenia aquella propiedad que hacía tiempo no solía visitar, porque tristemente le recordaba su infancia.

Efectivamente era la casa de sus padres.

Mientras estacionaba su auto en el garaje sucio y desordenado miraba alrededor. Una buena limpiada no le haría nada mal al lugar, pensó.

Bajó de su auto,  se aseguró de cerrar bien  la puerta del garaje  y después abrió la parte de atrás, donde había un bulto envuelto en sabanas. Lo tomó cuidadosamente para poder cargarlo. El bulto soltó un quejido pero no hizo que Min Yoongi se detuviera a verificar.

Aún con ese bulto en sus hombros, abrió una puerta para acceder al interior de la vivienda, a pasos lentos caminó hasta dar con una habitación.

Era un poco sombría y tenebrosa por falta de alguna entrada de luz, pero había una cama. Depositó el cuerpo ahí, sobre ella y se alejó para ver a la persona que estaba ahí envuelta en las sabanas.

No se movía, la dosis que le había administrado Yang casi había sido mortal por ello habían tenido una discusión también.

Se alejó hacia una de las ventanas y corrió la cortina, rápidamente la luz comenzó a entrar en el lugar. Ahora se podía distinguir bien una amplia habitación con las paredes blancas algo viejas, arriba un candelabro colgante algo sucio lleno de telas de araña y partes desvencijadas. El piso de madera con una gran espesa y gruesa capa de polvo. En las paredes aún colgaban un par de fotos y cuadros con viejas fotografías, y uno que otro poster.

Era su antigua habitación, la que solía usar antes de irse al extranjero a los 17 y estudiar en la universidad lejos de su madre.

Los recuerdos que ahí había dejado se arremolinaban en su cabeza, como avisándole que estaban ahí, que seguían siendo parte de su vida aunque hiciera todo lo posible para olvidarlo.

Negó, el dolor de cabeza se avecinaba, podía sentir el aura a su alrededor. Decidió salir de la habitación y en su lugar ir hasta la sala de estar, recogió un par de objetos que habían quedado tirados desde la última vez que estuvo ahí.

Desde la ventana podía ver el extenso jardín que colindaba con el bosque, la nieve cubría lo que un día eran verdes arbustos, los cuales a su vez fueron el jardín bien cuidado de su madre. También los viejos árboles de abedul que ahora no tenían una sola hoja, coloreados de blanco, dando un aspecto lobrego al bosque.

Sonrió con amargura fijando la vista en el viejo rosal,  el favorito de ella, ahora sin ninguna rosa y con las ramas bastante secas cubiertas de nieve.

Se pasó el tiempo ordenando un poco y sacudiendo partes de la sala, cuando hubo acabado se dejó caer en el sillón, soltando un quejido por el dolor de cabeza que se agudizaba a cada minuto que pasaba.

No podía recordar lo enfermo que esa casa solía ponerlo.

Había hecho la conexión de la luz, y encendido la vieja chimenea y encendido también el viejo televisor, justo en el canal de las noticias.

“Esta tarde se encontró un auto abandonado a orillas de la  autopista de Gyeongbu. No hay registros de quién lo conducía ni  qué fue lo que pudo haber pasado, algunos testigos informan que  vieron bajar a alguien apresuradamente de su auto y salir corriendo. El detective Jung Hoseok acaba de llegar al lugar de los hechos declarando que  ha tomado el caso como suyo para encontrar a la persona desaparecida”

Min Yoongi sonrió satisfecho, Yang y Minho habían hecho un excelente trabajo.

Los pasos dudosos y lentos de alguien lo hicieron voltearse, solo para repasar de arriba hacia abajo al joven rubio que finalmente había despertado, con sus risos desarreglados, y una camisa manga larga blanca perteneciente a Yoongi, desnudo de la cintura para abajo.

Sus ojos repasando el lugar y su gesto obviamente desorientado.

Lo último que recordaba Jimin, fue que después de volver de aquella fiesta tuvo una discusión con Min y Yang le había inyectado algo en el cuello, creyó que moriría, que lo estaban asesinando pero al parecer los planes eran otros.

     —¿En dónde estamos? —Preguntó a Yoongi.

     —Hola, dulce muñeco de porcelana, bienvenido a la casa de las pesadillas.

Su sonrisa era tan macabra y sus ojos tan oscuros  que Jimin por instinto se echó hacia atrás.

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