32. Copos vacios

Parecía un niño, un gran niño feliz y sonriente observando a los peces nadar en el estanque.

Eran exactamente las 12 y 35 de la noche y Jimin y yo estábamos afuera, en las inmediaciones del parque.

No había nadie, éramos solo nosotros dos escabulléndonos entre las sombras como dos gatos.

Había cumplido lo que había prometido a Jimin,  aunque no de la manera tradicional claro está, no podía llevarlo por ahí a plena luz del día o podían reconocerlo. Así que había planificado una salida nocturna. Aunque sería difícil aún así que alguien pudiera reconocerlo ya que ambos íbamos bien cubiertos con abrigos gruesos, bufandas y gorros por el helado clima.

Le advertí que no quisiera pasarse de listo y escapar, que si lo hacía no iba a dudar en atravesarle una bala en la frente, a lo que él asintió sin dudar. “No voy a escapar, lo prometo” había respondido.

Primero habíamos caminado por el parque a la orilla del río Han. Las calles totalmente vacías y no había nada para hacer o comer pero a Jimin no le importó. Corría como un niño feliz por todos lados, dejando que el viento frío entumiera sus gorditas mejillas y coloreara su nariz de color escarlata. Poco después nos fuimos a otro parque más pequeño, él se  lanzó al pasto y se quedó observando por largo rato la estrellas, esa noche por fortuna habían muchas estrellas el cielo estaba despejado,  algo raro para la época del año en la que estábamos.

El viento frío de invierno hacia crujir los árboles a nuestro alrededor y nos helaba la sangre. Los cerezos en esta época estaban desprovistos de sus llamativas flores, solo pequeños brotes cubrían los arboles.

Yo permanecía a su lado siempre,  observando aquel lado infantil de Kim Jimin. Nada que ver con el rubio niño de 14 que yo había conocido antes. Éste parecía haber salido de un cuento infantil, no había miradas hostiles, no había semblantes serios como cuando me miraba en su mansión.

Todo era como vivir una vida extraña e irreal. Este tipo de cosas no eran las que solía hacer, no estaba acostumbrado a ellas.

    —Nieve —Susurró sacándome de mi ensimismamiento.

    —¿Qué dijiste? —pregunté acercándome un poco más a él.

Señaló hacia arriba y mis ojos siguieron en dirección a donde él señalaba.

     —Cae Nieve —repitió.

Era verdad, en efecto había comenzado a nevar, era fina y casi imperceptible por ello no se veía a simple vista. Era la primer nevada del año y a penas estábamos a comienzos de diciembre, parecía que éste invierno seria más largo y  frío de lo habitual.

Lo volví a ver y se había sentado ahí mismo sobre el césped y extendía sus manos hacia arriba y finos copos caían sobre sus palmas. Se quitó el gorro y entonces pude notar que en sus hebras finas de cabello rubio se quedaban atrapados los copos de nieve.

Copos vacíos pero preciosos, como Jimin, como mi lindo Jimin.

Sonreí.

¿Hacia cuanto una sonrisa genuina no salía de mis labios? A ciencia cierta no podía recordarlo, no solía sonreír mucho de niño. No solía jugar ni divertirme mucho. Así que no podía recordar.

Sin darme cuenta me encontré sentado a su lado, en silencio, sin palabras. Solo observando como  la pequeña  capa de nieve comenzaba a cubrir partes del césped.

     —¿Cree que me extrañen? —dejó caer aquella pregunta que me tomó por sorpresa.

Jamás solíamos hablar de su familia, a excepciones. Cuando se negaba a cooperar y tenía que amenazarlo con ellos.

     —¿Tus padres?

Asintió casi sin ánimos.

     —No deberías preguntarme eso a mí, Jimin. Podría decirte  mentiras.

Volvimos a quedarnos en silencio por otros  interminables minutos, el frío poco a poco se hacía más intenso. Lo vi levantarse finalmente  y después comenzó a girar sobre sus talones, con sus brazos extendidos hacia los lados, dejando que la nieve lo empapara bien.

Sonreía como un niño.

Aún después de lo que le había dicho parecía sentirse feliz, no sabía por qué parecía estar de buen humor, pero de alguna manera el verlo así me hacía sentir diferente.

Extraño y diferente.

Cuando volvimos a casa él se veía muy tranquilo y bastante relajado por no decir satisfecho.

    —Mañana saldremos una vez más, Jimin —dije después de cerrar la puerta de acceso que daba del garaje al interior de la casa.

     —¿De verdad? —Preguntó curioso.

Asentí. Había una salida más, una muy importante.

Él iba a acercarse a mí pero la aparición repentina de Yang le hizo detenerse.

Sus miradas se cruzaron, ambas eran  como dos lanzas atravesadas justo en el pecho. Jimin detestaba a Yang, me parecía algo tan gracioso.

     —Sube a descansar —ordené.

Su rostro crispado en molestia no pasa desapercibido para mí. Me habría encantado quedarme con él el resto de la velada pero es que tenía cosas importantes que hacer con Yang.

Al día siguiente volví a mi rutina, estaba bebiendo mi café cuando el timbre de la puerta sonó. Yo ya iba de salida así que tomé de una vez mi abrigo y mis llaves para irme a la fabrica.

Al abrir la puerta me encontré con quien menos deseaba en la puta vida.

     —¿Al trabajo ya Min?

     —Yo si ocupo mí tiempo en cosas importantes Jung —replique, abriendo mas la puerta para dejarlo pasar.

Afortunadamente esta mañana había dejado muy agotado a mi precioso muñeco y  se encontraba en su habitación, no bajaría en lo absoluto.

No me preocupa por ello.

Lo primero que Jung hizo fue echar un vistazo en toda la sala de estar. El piso de madera lo había limpiado la otra vez después de la travesura de mi muñequito. La alfombra también había sido cambiada por otra igual.

     —¿A qué debo tan…agradable visita? Nótese el sarcasmo —dije dejándome caer a mi sillón.

Él  no lo hizo, solamente miró para todos lados sacando su típica libreta y su asquerosa pluma.

     —Tengo un par de preguntas para usted, Min. Se sabe que estuvo en la última fiesta hace un par de semanas en la mansión Kim y que usted fue la última persona que estuvo con la señorita Chaeyoung.

Asentí con desgana.

     —Ya había dado mi declaración en la estación de policía, mostré las grabaciones de esa noche, efectivamente estuvo conmigo aquí en mi casa pero unas horas más tarde esa madrugada se fue de aquí. Se ve en las grabaciones, no sé que más necesitan de mí.

Como todo un manipulador y un tramposo que sabia jugar con la mente de las demás personas, había logrado manipular las grabaciones de esa noche y con algo de ayuda extra había hecho parecer que Chaeyoung se había ido de aquí en un taxi.

Por supuesto la policía me había dejado ir, porque no encontraron ninguna prueba en mi contra para retenerme e investigarme.

     —Sabemos eso Min, iré al grano. ¿No le parece tanta casualidad que dos personas de su mismo círculo social y cercanos a la familia Kim  desaparezcan y que usted figure como mi principal sospechoso?

     —Lo que me parece sospechoso Jung es que en la primera persona y en la única que se enfoca su mediocre investigación de pacotilla sea yo. ¿No tiene  más personas que estén dispuestas a jugar su estúpido juego del pulcro  detective? Tengo trabajo ¿Sabe? Esta noche es el lanzamiento de un nuevo producto de Toys Core Companny y usted esta quitándome mi valioso tiempo.

     —¿Cree que estoy jugando Min Yoongi? Se perfectamente que usted sabe dónde está el joven Kim, voy a atraparlo ya se lo dije.

     —Pareciera esto algo más personal que profesional Jung ¿Por qué no se quita la maldita máscara de una buena vez y me dice que es realmente lo que quiere? Así nos dejamos de juegos de una vez por todas.

     —Quiero saber donde esta Jimin.

Bingo…

Te atrape estúpido detective.

Sonreí con cinismo, había logrado entender el trasfondo de su ridícula insistencia contra, mí.

     —No lo sé —fue por milésima vez mi respuesta tomando mis cosas, dejándole saber mi deliberada intención de que ya no lo quería en mi casa.

No le quedó más remedio que ponerse de pie también y seguirme hacia la salida.

—No crea que se libró de mi tan fácil, Min —me fulminó con su mirada.

     —Es una pena —respondí cerrando la puerta y dirigiéndome hacia mi automóvil.

Maldito hijo de puta, me ponía de mal humor cada vez que me encontraba con él. Pero de verdad hoy tenía demasiado trabajo por hacer, y el aparecía como si nada para joder mi existencia.

Al llegar a la fábrica, mi asistente corrió rápido hacia mí con mil pendientes que debía atender. La reunión con los directivos antes del lanzamiento oficial de Mask Singer sería en unos minutos, era un nuevo  juego que involucraba algo de la tecnología neuro-virtual que yo había logrado desarrollar.

Sería un éxito. 

Después tenía las firmas con las compañías asociadas que venderían el  nuevo juego de los Kim.

Un almuerzo con los nuevos asesores y una pequeña reunión con inversionistas que deseaban participar en el lanzamiento como invitados de patrocinio.

Mientras la primera reunión que se llevaba a cabo termino,  vi a los Kim hablando con sus abogados, la mirada de Namjoon se detuvo en mí por un par de segundos y después le dijo a su abogado que se fueran a su oficina.

Durante el almuerzo tuve poco contacto con ellos, era preferible, después de  lo que había pasado la noche de su cena benéfica.

El resto del día me divertí pensando en mi dulce muñeco. En la mañana había estado divertido. Le había obligado a bailar para mí en su cajita de cristal, vistiendo un precioso vestido de muñeca mucama, sin ropa interior por supuesto, después lo había atado de manos y pies lo había follado hasta el cansancio. Hasta que rogó que me detuviera.

Pero es que yo jamás iba a cansarme, ni a detenerme. Jamás podría tener freno cuando se trataba de Jimin, no podía eso sería tonto para mí.

Y esta noche tenía más sorpresas para él. Espero que mi precioso esté preparado para todo lo que se viene.

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