30. ¿Locura o cordura?
Había algo extraño en el aire, el sonido de una trompeta como el augurio de una guerra adyacente, que asomaba la cara por algún rincón del sombrío recinto lista para dar inicio.
Crepitaba como las llamas de la hoguera donde ardían las páginas de un libro olvidado.
Se podía sentir aquella criatura desgarrando las entrañas con sus garras filosas para poder salir. El demonio escondido que vigilaba en las penumbras, aguardando el momento perfecto. Podía sentirlo a plenitud.
Mis bellos se erizaban al sentirlo tan cerca.
Mis ojos se habían oscurecido completamente, veía como el pequeño rubio tenía las manos manchadas, la sangre se convertía en un gran charco y Jimin permanecía impávido mirando a su víctima, observando cómo dejaba de respirar.
—¿Jimin, que mierda acabas de hacer?
El rubio levantó la mirada de su reciente víctima y me miró, sus iris marrones estaban oscurecidos ahora.
—Solo…lo tenía que hacer —respondió sin inmutarse.
Una sonora carcajada invadió la estancia, me tomó tiempo darme cuenta que ésta salía de mis labios, y pareció que eso le hizo molestar.
—¡Es todo culpa tuya! —Gritó finalmente perdiendo la cordura—. ¡ES TU CULPA, TU CULPA!
El filo cortante del cuchillo venia directamente hacia mí, logré hacerme para atrás a tiempo y le sostuve de la muñeca, el cuchillo al aire resplandecía como un rayo casi a punto de tocar mi pecho. La sonrisa no podía borrarse de mis labios.
—No te rías de mi, estúpido, ¡Min Yoongi estúpido!
—Acabas de matar a alguien Jimin.
Era como ponerle gasolina a una llama encendida.
Volvió a abalanzarse sobre mí y como no podía alcanzarme con el cuchillo me escupió en la cara. Golpeaba con insistencia mi pecho con su puño libre, la rabia lo había invadido. Pude arrancarle el cuchillo de la mano y ahora era yo quien lo amenazaba con él.
Se quedó quieto mirando la punta del arma pegarse directamente en su cuello.
—Vuelve a llamarme estúpido y a escupirme en la cara y sabrás cuánto daño puedo hacerte, muñeco.
—Estúpido —dijo y volvió a escupirme el rostro.
Se estaba volviendo costumbre que me desafiara de esa manera.
Le tomé por el cabello y con ello logré controlarlo de una mejor manera.
—Eres un tonto Jimin, solo un niño tonto.
El filo del cuchillo se enterró sobre una de sus mejillas de manera rápida, su sangre comenzó a salir y resbalar pos su rostro. Bajé mi mano y ahora coloque el cuchillo a un costado de su ombligo, justo sobre aquella quemadura en forma de flor de lis.
Esa que tanto odiaba con mi ser.
Hizo un sonido hermoso cuando la piel fue traspasada por el arma blanca, mientras él soltaba un quejido doloroso y sus lagrimas comenzaban a salir.
—Eso muñeco, eres solo un bebé estúpido, ¿quieres hacerle compañía a ese niño de ahí? —Señalé el cuerpo del otro en el suelo—. Haz manchado tus perfectas manos con alguien que no lo valía —concluí.
Me miró con sus ojos aguados, la sangre de su estomago resbalaba de a poco logrando teñir de escarlata su bella camisa blanca, le di vuelta al cuchillo en su interior. Él se quejo una vez más del dolor.
—Ahhh… l-lo… lo hice por p-por ti, imbécil —echó su cuerpo hacia atrás dando dos pasos para alejarse de mí con una mano sobre su herida.
Sus ojos se habían cerrado cuando sacó el cuchillo de su interior, gritando alto, mientras yo me había quedado petrificado.
Mi corazón se había acelerado a un punto que yo no había experimentado nunca.
—Por mi… —susurré mirando al vacio —Un silencio inaudito y pasmoso se apoderó de la estancia.
Él había hecho algo por mi ¿Eso que demonios significaba?
El sonido metálico del cuchillo al caer al piso me hizo reaccionar, una sonrisa asomaba por la comisura de mis labios.
Caminé lentamente hasta estar cerca de Jimin, mi rostro tuvo el atrevimiento de acercarse hasta el suyo, invadiendo su espacio personal, respirando su mismo aire. Intoxicandone con su respirar acelerado.
Mi sonrisa se ensancho cuando su mano aun mojada en la sangre toco mi mejilla, cerré mis ojos ante aquella bizarra muestra de afecto.
—Te has convertido en un asesino, Jimin, por mí —hablé con mi voz baja, susurrante como misteriosa, sacando luego mi lengua y lamiendo las salpicaduras de sangre de su mejilla, yendo directamente hacia su oreja y mordiéndola suavemente.
El gimió.
Mis labios rápidamente buscaron los suyos, no me importaba nada que sus pequeñas y bellas manos me llenasen de sangre, era como beber un energizarte extravagante que alimentaba a mi monstruo que no hacia más que querer salir de su cueva y hacerse presente.
Lo sostuve de las caderas para levantarlo y sus piernas de inmediato me rodearon por la cintura.
El sillón de la sala fue poco para la manera brutal en la que lo comencé a follar, sus gemidos habían alcanzado un nivel agonizante, mi polla gruesa no tenía reparo en hundirse tan profundo y fuerte en su interior, aquella manera visceral en que estaba poseyéndole sin importar que aun sangraba y que estaba herido, era una locura.
Podía partirlo en dos, quería partirlo a la mitad. Mis caderas se movían de una manera bestial haciendo rebotar su cuerpo.
—¡Yo-yoongi!
Estaba delirando, estaba alcanzando un estado inasequible para alguien como yo.
Había un cuerpo sin vida ahí justo frente a nuestros ojos, y nada de eso importabao nos detenía, él y yo estábamos en una burbuja irrompible que flotaba a metros de altura en ese momento.
Mis dientes no sabían donde y cuando parar cuando mordían su fina piel, deseaba arrancarla con ellos pedazo a pedazo, sería un gusto exquisito poder saborearlo. Su piel pintada como una obra de arte por el artista más perturbado y desequilibrado del mundo.
No era el único artista que plasmaba su obra de arte, sus uñas se enterraban en mi piel con profundidad dejando grandes marcas, podía sentir mi piel arder con cada corte y lo amaba. Lo estaba amando demasiado.
—Ahh Yoongi —gimió con fuerza cuando mis dedos atravesaron su herida reciente, salpicando más sangre.
Mis ojos estaban negros totalmente, la bestia finalmente quería salir y devorar a su presa, sin embargo el demonio lo impedía.
—Joder Ji-jimin
Era un hombre tristemente dominado por un mostro y un demonio. Y amaba ese juego retorcido y loco.
Por un lado estaba el monstruo, aquel que deseaba dañar y destruir todo a su paso, ese que deseaba arrancar sus ojos y guardarlos como trofeos. Ese monstruo que se moría por las ganas de rodear su cuello y asfixiarlo hasta robarle el último aliento, así como ahora.
Por otro lado existía un demonio que quería poseer a su víctima, un demonio mezquino que manipulaba a su antojo todo y a todos, un demonio nacido en el infierno que estuvo atrapado pero que finalmente había encontrado la manera de salir.
Era como un incubo perturbador y aberrante que amaba poseerlo todo para engendrar la calamidad.
El demonio y el monstro enfrentados finalmente. Tratando de dominarme.
Ambos habíamos llegado al clímax, nos habíamos corrido con fuerza.
Quedamos por unos momentos así idos de este mundo hasta que el teléfono sonó.
Sus ojos aun con lágrimas me miraron distantes. Era como si acabara de despertar de una horrible pesadilla.
Dejé un último beso sobre sus labios y aparté un mechón de cabello rubio mojado de sangre de su mejilla y después dejé que se levantara del sofá.
Alguien debía limpiar el desastre.
...
Mis pies descalzos seguían empapados en la sangre del chico y mis manos estaban rojas, tan rojas como mi mente en ese momento.
Yoongi seguía impasible frente a mí sin pronunciar una sola palabra, mirando todo a nuestro alrededor.
Habíamos terminado enredados en el sofá, nuestros cuerpos se habían mezclado al igual que la sangre mía y la del niño muerto. Me sentía en una extraña sinfonía de voces y sombras en ese momento, después de que tuve el primer orgasmo, mientras él me producía tanto dolor como le fuera posible.
Me levanté y acomodé mi ropa, pasé a su lado como si nada, caminando en modo automático y subí las escaleras para ir a la que era mi habitación. Una vez ahí, me metí al cuarto de baño y abrí el agua para llenar la tina.
Necesitaba un baño.
De a poco fui desprendiendo la ropa ensangrentada que llevaba puesta, aparté el short que tenia y lo arroje a un lado con la punta de mi pie. Una vez desnudo completamente metí primero un pie en el agua fría y después el otro, metí el resto de mi cuerpo lentamente hasta quedar completamente sentado en la tina. El agua me cubría un poco más arriba del estomago.
Jadee al sentir el dolor en la herida que Min había hecho en mí.
El agua se tiño de rojo de inmediato y las huellas de mis manos quedaron marcadas en varias partes de la losa blanca del lugar.
Había asesinado a un chico que ni si quiera conocía, lo asesiné por una sola estúpida razón.
Se parecía a mí. Era verme a mí mismo.
¿A que estaba jugando Min?
¿Por qué traía a casa a un chico que se veía exactamente igual a mi?
Además, salió corriendo para contarles a mis padres donde estaba yo.
No podía, no quería que supieran donde estaba yo.
Me sumergí completamente hasta el fondo, con mis ojos cerrados, el aire me estaba faltando pero no quería salir.
Mi mente estaba totalmente descompuesta, había matado a alguien, por culpa de él, por Min Yoongi.
No sabía si había llegado a mi punto de quiebre.
Cuando no lo soporté más me levanté de golpe y cuando el agua rompió se derramó por todo el piso, el agua era muy roja, roja y brillante, tan roja y hermosa.
Una sonrisa se había dibujado en mi rostro, llena de euforia, tan satisfactoria.
No podía salir de mi jaula porque era ahí donde me sentía bien, ahí era donde yo me sentía seguro. Nadie iba alejarme de ahí.
No…
Ni pensarlo.
Jamás iba a estar lejos del monstruo porque él era parte de mí, Min Yoongi era parte fundamental en mi loca historia.
¿Había perdido la cordura? ¿Había caído en la locura?
Y no, no estaba pasando por el estúpido síndrome de Estocolmo.
Estaba cuerdo, estaba totalmente en mis cabales. Nunca en mi vida me había sentido más cuerdo como ahora.
Pase agua ensangrentada por mi rostro, me bañe con ella como si fuese el agua más sagrada del mundo.
No estaba loco, no para nada.
Kim Jimin no estaba loco.
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