25. Libertad
Maldición.
Todo se había salido de control y fue culpa de Jimin, él estaba fuera de control.
Le había exigido entrar a mi habitación después que me retó allá afuera frente a Yang.
Me gritó que me odiaba, puedo entenderlo perfectamente. Sé que me odia.
Pero eso es para mí lo de menos, quiero que sepa que a pesar de todo soy yo quien tiene el control de su vida, yo soy el dueño de su libertad, que se grabe que su voluntad es toda mía.
Parecía que lo estaba logrando, yo pensé que finalmente estaba bajando la guardia y lo tenía en mis manos.
Las últimas noches habían sido agradables, cuando yo regresaba del trabajo lo encontraba leyendo en la biblioteca, supe que tiene TOC cuando vi todos los libros ordenados de manera alfabética, cuando vi que lavaba los utensilios de la cocina de una manera muy ordenada... los tenedores juntos (ninguna cuchara) los palillos juntos (ningún tenedor) los platos igual y los vasos también. Todo ordenado metódicamente. Después cenábamos juntos, teníamos breves conversaciones de "como estuvo tu día" "¿Leíste algo interesante?" “Como te fue en la fabrica”
Creí que al final de todo me había ganado su confianza y quizá muy remotamente más que eso.
Pero acababa de darme cuenta que solo era yo quien se sentía cómodo viviendo una visceral vida hogareña con él. El monstruo ya se estaba poniendo cómodo.
Había comenzado la pelea después que le había obligado a arrodillarse frente a mí para que me hiciera un buen sexo oral, le ordené hacerme caso y el muy ladino me golpeó, justo donde tengo la herida recién curada.
La sangre había vuelto a brotar de ahí y había comenzado a doler una vez más.
Ahora estaba sentado en el piso con un pómulo rojo debido al golpe que le propiné.
—¿Qué mierda te sucede? —Lo miré con llamas en los ojos.
Su mirada de ojos marrones me caló hasta los huesos. Me veía con un odio irremediable y profundo. Un odio diferente al anterior, con sus ojos llorosos pero odiándome a más no poder.
Me agaché para ponerlo de pie bruscamente y lo pegue a mí una vez más.
—Vas a obedecer, porque yo te lo ordeno —sisee bajo, contra su rostro.
Negó fulminándome con la mirada, sentí como sus dedos se apretaban en mis muñecas, y después sentí sus uñas perforar mi piel. Podía sentir el dolor invadirme.
—¿Entonces quieres jugar al sádico, Jimin? —Solté apretando también su muñeca.
—Su-suéltame, eres solo un monstruo Min Yoongi, un asqueroso y horrible ser, te odio, te odio tanto. Te odio por tenerme aquí.
Sonreí con altanería, parecía que algo había encendido la enardeciente crueldad en mi lindo muñequito.
Le solté bruscamente y sus pies se enredaron haciéndolo caer al piso de nuevo. Por mi parte, saqué un pañuelo limpio para envolver mi herida en la muñeca.
Apreté el pañuelo en mi mano, en la muñeca específicamente, la sangre se había calmado un poco.
Observe a Jimin fijamente, enfadado. El chico me había enterrado las uñas en la muñeca dejando una herida bastante profunda. Casi pude sentir el odio fluir de sus uñas hacia mi piel.
—¿Por qué estas tan enojado conmigo Muñequito? No te he tratado mal, te dejo deambular por toda la casa. ¿Qué pasa ahora? —pregunté caminando lentamente a su alrededor.
El también me veía fijamente llorando en silencio.
Había querido besarlo cuando entramos a la habitación pero en cuanto mis labios habían hecho contacto con los suyos se resistió golpeando repetidamente mi pecho alejándose de mí.
—P-porque yo... ¡porque te odio Min Yoongi!
—Entiendo —Susurré.
Lo que hice a continuación fue que lo tomé del brazo y abrí la puerta de mi habitación, casi arrastrado lo llevé hasta las escaleras y así mismo bajamos, casi a tropezones hasta la puerta.
Tanteando en el bolsillo de mis pantalones encontré mi llave electrónica que desactivaba todos los candados de seguridad en la casa y abrí la puerta.
Empujé a Jimin hacia afuera.
—Lárgate
Se quedó plantado ahí mirando hacia afuera, el patio delantero adornado con una fuente y jardineras llenas de flores coloridas, los árboles más allá que se movían inquietos con el viento.
Su rubia cabellera se desordenó cuando una refrescante ráfaga de viento azotó justo entre nosotros.
—¿D-dijo que...
—Que te largues de una buena vez Jimin. Me cansé de ti, de tus berrinches, de tu terquedad. Vete.
Se quedó ahí parado, al parecer no estaba captando bien.
—¿Vamos, que esperas? ¡Largo Jimin! Tengo cosas mejores que hacer allá adentro. ¿No es lo que querías? Pues vete, Lárgate de mi casa.
Volví a darle un empujón y me di vuelta para volver a entrar a mi casa, solo di un paso y luego sentí sus brazos rodearme por la cintura atrapando mis brazos a su vez.
—No...
Su voz sonó como un susurro perdido en entre el viento y las hojas secas.
—¿No qué? —Pregunté fríamente.
—N-no quiero irme Señor Min, no quiero —Dijo, pude escuchar su voz quebrada mientras apretaba más el agarre en mí.
—¿Por qué no? ¿Por qué ahora que eres libre ya no quieres irte? —Cuestioné aun molesto con él.
Finalmente me soltó y me di la vuelta, pude ver que estaba llorando. Sus mejillas estaban rojas y las lágrimas resbalaban humedeciendo su hermosa piel.
—Bien, vete antes de que me arrepienta. Querías libertad, ahí la tienes.
Avance hacia adentro y antes de cerrar la puerta escuché un sollozo fuerte, volví a detenerme con una molesta sensación en mi interior.
¿Otra vez estaba jugando conmigo?
—Tienes solo 3 segundos para decidirte.
No esperó, pasó corriendo a mi lado en dirección hacia la sala de estar y cuando entré detrás de él lo vi hecho una bolita ahí, sosteniendo sus piernas flexionadas con sus brazos y su cabeza metida entre sus rodillas, en el sillón.
—Cuando estés mejor sube una vez más a mi habitación y comenzamos de nuevo, vas a hacerme esa puta mamada que te pido y después me dirás que mierda pasa por tu cabeza, me dirás todo, me dirás que pasó con esa maldita marca en tu piel. La puerta está sin candado electrónico, si quieres irte vete de una vez.
Dejé al niño ahí donde estaba, efectivamente había dejado la puerta sin protección a propósito, solo lo estaba probando, confirmando mis teorías.
Me metí a la ducha, me tomé mi tiempo en ello así que no se cuanto me tardé, al salir no revisé ninguna cámara de seguridad, no quería ver si se había ido o no, ya no quería alimentar más mi enferma esperanza.
Tomé mis analgésicos, tuve que curarme la herida una vez más y ahora la de la muñeca.
Jale las sábanas de mi cama dispuesto a meterme y dormir, me detuve cuando la madera crujió bajo unos suaves pasos que se detuvieron justo afuera de la habitación.
Sonreí, sabía que vendría una vez más.
Al pequeño pajarillo le gustaba su jaula.
La puerta fue abierta lentamente y finalmente vi su menuda figura aparecer en el umbral.
—Cierra —ordene sentándome a la orilla de mi cama.
Obedeció de inmediato cerrando la puerta y se acercó a mí, se arrodilló rápidamente frente a mis ojos, mi mano se estiro para acariciar su cabello rubio y sedoso, me incline para olfatearlo.
Olía a Jimin, a refrescante y dulce.
Ahh Dios como amaba ese aroma.
Lentamente bajé mi pantalón de dormir dejando al descubierto la creciente erección que se comenzaba a formar. Estaba deseando esto todo el día, sentir sus suaves y mojados labios rodearme y tragarme por completo.
Con una de mis manos masajee mi polla frente a sus ojos sin apartar la vista de él. Sus ojos miraban fijamente mi duro miembro ponerse más firme y sus mejillas estaban rojas ahora.
—Abre la maldita boca, Jimin —demande fríamente.
No necesitaba ésta noche palabas dulces que sabía caían en un abismo sin final. Jimin no deseaba palabras dulces de mi parte, así que no se las daría.
Su boca se abrió de una manera tan lenta y casi tortuosa, trague pesado cuando finalmente mi pene estaba adentro, sentí su lengua rodear todo el falo y succionar, lo hacía muy bien, bastante bien. Pero insuficiente, muy poco.
Necesitaba más, necesitaba saber que no había perdido el control.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top