17. Enemigos silenciosos

Entré en mi oficina unos diez minutos más tarde, después de haber ido a dejar a Jimin a su habitación.

Salimos por la parte posterior de mi oficina por un pasadizo que nos dejaba directamente cerca de las escaleras.

Antes de cerrar una vez más la puerta de la habitación de cristal y asegurarme que no volvería a salirse mi mirada se centró en él, sentado a la orilla de la cama con su mirada clavada en el piso.

Inmediatamente el recuerdo de lo que había pasado abajo volvió a invadirme.

Aquella sensación molesta en mi ser quería resurgir, pero evocaba a la perfección ese pequeño, diminuto y debo decir casi inexistente  instante en que los cálidos brazos de mi dulce muñeco se habían aferrado a mí con suficiente fuerza.

No entendí el por qué de tal acción pero de todos modos me había quedado sorprendido que no tuve tiempo a reaccionar y cuando mi cuerpo logró destensarse y mis brazos se movieron para apretarlo contra mí, él ya se había alejado, avergonzado y asustado casi podría decir que conmocionado.

Debía descubrir que había pasado y me temía que debía volver abajo para averiguarlo.

Cuando entré una vez más a mi despacho,  el desastre que habíamos armado Jimin y yo ya estaba limpio, por la mirada inquisidora que me dedico Jang supe que él se había encargado de todo.

El detective Jung estaba sentado frente a mi escritorio ya recogido y limpio apuntando cosas  en su libreta.

El reflejo de su pluma destellaba a lo lejos por el movimiento rápido de él al escribir.

Me aclaré la garganta parado detrás de él para llamar su atención carraspeando un poco y eso lo hizo detenerse y volverse hacia mí.

Se puso de inmediato de pie y se acerco  con su mano extendida hacia mí, yo la tome como acto de cortesía.

Su tacto era frío como la última vez que estuvo aquí.

Como siempre, iba con aquella pulcra vestimenta, su traje en negro de tela fina y sus zapatos relucientemente limpios, su chaqueta larga que le llegaba hasta los tobillos era infaltable, ahora el detalle era que llevaba un prendedor en su camisa al parecer  de oro brillante, era como una insignia, muy parecía a la que tenia la punta de su pluma, una flor de lis.

El emblema de los Jung.

Ya la había visto otras veces en los demás integrantes de la Familia.

      —Señor Min, que bueno verlo pero parece que usted no está en buenas condiciones. ¿Qué le pasó en su mejilla? Se ve un feo corte.

Llevé mis dedos al corte, no era profundo pero si abarcaba casi toda la mejilla en un corte trasversal desde mi oreja hasta la base de mi labio inferior. Mi lindo Jimin no se andaba con bromas.

Me había curado rápido después de dejar a Jiminnie, en el baño de mi habitación, unos pasos sencillos como colocar antiséptico y después algo de alcohol con cicatrizante lo había resuelto todo, lo malo era que no lo podía cubrir por el tamaño del corte.

      —Simples inconvenientes —respondí rápidamente soltando su mano y caminando hasta mi silla para tomar asiento frente a él.

     —Si, ya lo creo, una discusión  o una pelea lo más seguro. Vi el desorden al entrar aquí, estuvo muy reñido ¿no?

Sonreí, el no era estúpido para nada.

     —Así fue detective, Yoon y yo solemos tener nuestras diferencias  y peleamos a veces, cosas de parejas no debe de preocuparse. Cuando usted vino estábamos aquí discutiendo.

Evité mirar hacia Jang, no quería después tener que agradecerle para entrar en detalle de lo que había pasado con Jimin aquí, y me dediqué mejor a apagar mi laptop la cual había estado encendida porque había estado trabajando en ella. No tenía nada más importante en ella que códigos y formulas para crear juguetes así que no me importaba que estuviera encendida en lo que el detective estaba ahí.

      —Pero el señor Min es demasiado suave con usted ¿no es cierto? No le veo marcas de golpes en su bonito rostro.

Ese hijo de puta, siempre un paso adelante,  pero yo iba dos más.

      —Por supuesto que no, soy modelo, mi rostro debe estar siempre impecable. No diría lo mismo del resto de mi cuerpo, Yoon suele ser muy... intenso.

Jung se quedó en silencio mirando intercaladamente a ambos, cerré con brusquedad mi laptop y enderece mi postura en mi silla, ambos me miraron, Jang tenía aquella estúpida sonrisa en sus labios.

      —Creo detective que no vino a escuchar sobre mi intimidad con él ¿es así? Vayamos al grano de una vez por todas.

La dinámica entre Jung y yo seguía siendo tan filosa como una navaja, cualquiera de los dos podría cortarse.

Él no me tenía confianza a mi y yo no le tenía fé a él, ninguno de los dos bajábamos la guardia. Yo lo consideraba mi enemigo principal y él seguramente un sospechoso del crimen Kim.

Eramos enemigos declarados silenciosamente.

      —Bien ya que lo prefiere así Min. ¿Qué relación hay entre usted y el joven Jang? ¿Qué tiene que decir él sobre la noche en que el joven Jimin desapareció?

Jang se levantó de su lugar en aquel sofá y se acerco a mí para ponerse frente al detective.

      —No mantenemos una relación si quiere saberlo, compartimos cama de vez en cuando, cuando la mía está muy fría pero... somos algo como más amigable ¿entiende? Y no tenemos nada que ver con la desaparición de ese chico.

      —Una relación sin compromiso, comprendo ¿Y usted estaba con él el sábado pasado?

      —Así es, estuvimos aquí después de pasar una agradable noche en un hotel —Jang sacó su teléfono celular y sin perder el tiempo le mostró esas fotografías en aquel hotel caro donde estuve con él, le hice tomar aquellas fotografías después de haber tenido sexo, las necesitaba. Tenía que tener una coartada muy creíble por si a caso la policía decidía interrogarme también a mí, como lo hace justo ahora.

      —¿Y desde que hora estuvieron ahí? —Cuestionó Jung tomando el celular para verlas mejor.

     —Usted puede ver la hora ahí mismo —señalé.

Él se concentró en ver las fotografías, eran como seis, nada comprometedor por supuesto, yo salía en la mayoría desnudo de arriba del torso nada más acostado en la cama al igual que Jang.

Esas habían sido tomadas a partir de las diez de la noche, la última había sido tomada a las 11 y 30 minutos cuando salimos de ahí y fui directo a casa, a dejar mi teléfono celular en ella por supuesto porque de ahí me había dirigido hacia el club.

      —¿Y después de eso que pasó? ¿A dónde fueron? —Cuestionó nuevamente entregando el celular a Jang.

     —Aquí un rato y después  a casa por supuesto, estábamos agotados como para seguirla después de lo del  hotel —Jang sonrió.

El detective me observó a mí, yo me limite  a observarlo, su pluma se movía rápido sobre la hoja.

      —Estuvimos aquí en  la casa, puede verificar por  el GPS de los teléfonos celulares. Verá que estuvimos cada uno en donde dijimos. —respondí con suficiencia.

      —Lo haré por supuesto, verificaré sus coartadas. Si eso es todo lo que tienen por decirme,  paso a retirarme.

      —¿Lo va a encontrar detective Jung? —solté haciendo que se quedara a medio levantar de su asiento.

Volvió a sentarse de manera lenta mirándome fijamente y asintió.

      —Por supuesto, lo voy a encontrar aunque sea lo último que haga en la vida —respondió seguro de si mismo.

Asentí, mordí mi labio inferior pensando en mi muñeco. Hice la pregunta que tenía en la punta de la lengua.

      —¿Su familia y los Kim... se conocen bastante bien ¿verdad? Me refiero a que conoce usted a Jimin desde pequeño al igual que yo.

      —Así es, sin embargo, siempre fue muy reservado con todos nosotros. Era un niño muy bonito pero muy callado, siempre huyendo por los rincones. Quizá por ello alguien con muy malas intenciones lo ha confrontado, Jimin solía ser muy ingenuo sabe. Muy indefenso.

Quise reír, Jimin de indefenso no tenía nada, mis bolas podían afirmarlo, incluso el corte de mi mejilla hablaba por si solo.

Pero otra cosa me detuvo de reír descaradamente, y era el hecho de que al parecer Jimin no me huía solo a mí, desde niño, no se escondía solo de mí.

Quise apretar mis puños, mi mente comenzaba a divagar como loca estrepitosamente, no quería causar estragos. No podía limitarme a simples conclusiones.

      —Bien, sinceramente espero lo encuentre con bien  —señalé.

El asintió y finalmente se levantó de la silla y echó una última mirada alrededor.

      —Por cierto bonito espejo, no me explicaría que hace un espejo tan grande como ese en su oficina.

      —Simples fetiches detective, a Yoon le gusta ver mientras tiene sexo en su oficina, cosas sin importancia —Intervino Jang rápidamente.

Él, siempre tenía algo que decir, siempre salvando mi pellejo.

Pero pareció que aquello dejó satisfecho a Jung así que se retiró sin más, dejando la oficina.

Jang fue detrás de él para despedirlo en la puerta.

Mientras tanto yo estaba aún sentado, tratando de aclarar mi mente.

Necesitaba que Jang se fuera pronto para así poder subir con Jimin,  necesitaba de él, era mi fuente de energía. Él me daba el poder que yo necesitaba.

Mi monstruo y el demonio buscaban cada uno consumar sus actos atroces y así poder estar en calma.

      —Yoon estás demasiado estresado

Miré hacia Jang quien había vuelto y ahora me veía desde la puerta de la oficina. No respondí.

     —Parece que hubo diversión aquí antes de que llegara el detective. Tienes una fea cortada mi amor.

     —No me digas amor, sabes lo que odio que me llamen así.

Mi voz como siempre que hablaba con él salió tan fría y dura.

Cruzó el umbral hasta llegar cerca de mi y se sentó donde minutos antes estaba el detective Hoseok sentado. Colocó sus codos sobre el escritorio y acunó su rostro en sus manos.

     —Lo sé, ese detective parece un grano en el culo. Pero Descuida, no sospecha que Jimin está aquí.

     —Pero sospecha que yo sé donde está, ese es el problema.

     —No importa,  si te descubre lo matamos  así de simple.

Golpeé mis dedos sobre la superficie de mi escritorio de manera rítmica un par de veces.

Sonreí.

Esa era una muy buena opción, si Hoseok no desaparecía de mi camino,  abriría un camino con su cuerpo hasta el cementerio. 

     —Vete, tengo cosas que hacer.

     —¿Vas a follar al niño?

No respondí  solamente salí de mi oficina y subí rápidamente los escalones hasta mi habitación.

     —Jimin, date una ducha y luego ve a mi habitación, abrire la puerta para ti —Hablé por medio de aquel control remoto.  Ese que controlaba toda la casa.

Mi voz se escucharía con claridad en su habitación.

Lo esperaría, quería a Jimin. 

Necesitaba de él ahora.

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