14. Verdugo
Había comido con mucha hambre lo cual para mi era como humillarme un poco más.
Cuando Min Yoongi dejó la bandeja con comida sobre la mesa de noche en "mi habitación" y se fue, casi me caigo por las prisas de tomar algo de la bandeja. Quizá pensaba que se arrepentiría de alimentarme y volvería para llevarse la comida.
Lo había visto ponerse furioso conmigo cuando hice aquello en la bañera y él me sacó, vi en sus ojos algo que no había visto antes y no supe hasta ahora interpretar que era.
Yo solo podía ver el enojo.
Era como una nube tan negra que emanaba ferocidad por todas partes envolviendo mis huesos hasta casi aplastarlos y volverlos polvo.
No sabía a ciencia cierta el motivo por el cual se había puesto así, quizá pensó que si me moría no tendría más diversión conmigo y arruinaría sus planes.
Pero algo si sabía, se había puesto furioso conmigo.
Pero no fue culpa mía, todo fue como una avalancha desencadenada de emociones difusas en mi cabeza.
Y es que mi mente se había fragmentado cuando él había terminado de hacer lo que quiso conmigo.
Había sentido que, aquella parte de mí que aún guardaba recelosamente muy en el fondo de mi corazón había resurgido después de años, cuando él terminó de poseerme.
Mis olvidados recuerdos habían salido a danzar como locos por todas partes causándome estragos y lo único que yo quería era ahogarlos, por eso me había sumergido en el agua con la esperanza tal vez de dejarlos de escuchar y revolotear en mi cabeza. Pero fui tan estúpido porque realmente no quería dañarme a mí mismo, pero sin las fuerzas, lo cansado que me encontraba y agotado no pude darme cuenta que me moriría, si no hubiera sido por él.
Realmente el señor Min me salvó la vida, yo no quería morir. No estaba listo para eso aún, todavía tenía cosas que quería hacer, experiencias que quería vivir. Ciclos en mi vida que completar.
Que ironía.
¿Deberia estar agradecido con mi verdugo? O asustado de él.
Tenía que hacer algo para ganarme la libertad, había visto o sentido más bien aquella dulzura con la que me había besado. No me había besado así jamás, es más... nadie lo había hecho.
Si yo pudiera tan solo... ¿si pudiera ganarme su confianza? ¿Me ganaría también mi libertad?
Debía intentar.
Así que, cuando acabé la comida —toda— dejé todo ordenado sobre la bandeja y me fui a buscar ropa "mía" en el armario que dijo que contenía prendas para mí.
Me coloqué una camisa de talla grande, busqué ropa interior, quizá unos bóxers pero al abrir el gabinete de la ropa interior no encontré más que finas prendas de delicado encaje, de colores neutros como blanco, negro, gris, café... etc.
¿Ropa interior femenina?
Está bien, ya había conocido que el señor Min tenía Filias, muchas de ellas. Algunas ya las había experimentado, cuando me Asfixió —La asfixofilia—, cuando se masturbó con su muñeco sexual o sea yo... —agalmatofilia—, cuando se excitó al verme sangrando, —hematofilia—
La ropa interior femenina... ya no me era de extrañar que también tuviera Misofilia.
No importaba, debía ser un niño bueno como él quería o más bien un lindo muñeco viviente. Obediente como Minnie.
Saqué un empaque que contenía una prensa íntima color negra y me la coloqué. La sensación de la tela suave sobre mi piel fue extraña, sin embargo, no era desagradable.
Podía hacerlo.
Me acerqué a uno de los tantos espejos que había en la habitación, en un principio creí que podría quebrar uno de ellos y usar sus partes como cuchillo pero eso jamás pasó. Eran de material fuerte. Entonces me peiné mi cabello. Al lado de la cama había un mueble de madera muy bonito y rústico lleno de cremas y lociones corporales y me puse un poco de cada uno.
Seguro eran los aromas que más le gustaban a él.
No estaba seguro de sí él aparecería nuevamente, o si me había preparado por gusto pero aún así debía intentarlo.
Me volví a la cama, con cuidado me acomodé en ella cubriendo mi cuerpo. Me dolía la cintura después de lo de anoche, mi ano también estaba irritado y dolorido más no importaba.
Nada importaba ahora más que encontrar al demonio que habitaba adentro y sacarlo de una buena vez.
Alerta de pensamiento intrusivo, por vigésima vez.
Solté un largo suspiro y me quedé ahí no sé por cuánto tiempo hasta que me quedé dormido.
Tiempo después escuché la puerta de la habitación cerrarse despacio, abrí mis ojos y la habitación estaba más oscura que cuando el señor Min me había llevado a ella nuevamente.
Unos pasos lentos se esparcían por la habitación provocando un repiqueteo en la madera del piso. La respiración pausada del hombre la pude percibir cerca de mí. Moví mi cuerpo solo un poco, con mi corazón desbocado porque no sabía en qué estado venía, si estaba enfadado o estaba tranquilo.
Escuché cuando movió la bandeja con los trastos vacíos. Me moví un poco más revelando mi torso, la camisa de algodón blanca quedó al descubierto cuando la sábana se deslizó por mi cuerpo.
Me volteé para mirarlo, no a los ojos. A un punto cerca de sus pies con mi cabeza gacha.
—Veo que te has cambiado a la ropa que es para ti. ¿La mía te quedaba muy grande? ¿O era desagradable para ti?
Negué rápidamente temblando de pies a cabeza.
—N-no señor.
—Soy Yoongi.
—S-si señor.
El hombre dejó una vez más la bandeja en la mesita y se enderezó con sus brazos cruzados sobre su pecho para observarme.
—Te queda muy linda.
Asentí aún mirando a sus pies y aferré mis manos en la sábana, apretando duro la tela porque estaba aterrado.
—S-señor M-min y-yo y-yo...
—A ver pequeño muñeco comencemos una vez más. Sin tartamudear, y sin llamarme señor Min —Su mano era cálida mientras me acariciaba los cabellos y mis mejillas.
Acomodó uno de mis mechones rubios detrás de mi oreja.
Tragué saliva y volví a hablar.
—Y-yoongi... —apreté mis ojos y tomé aire para hacerlo una vez más—. Yoongi, yo... quería en realidad yo deseaba poder salir, a la cocina... usted me alimenta y yo... creo que podría cocinar algo decente para usted, si me lo permite.
Hasta yo me había asombrado de la manera tan calmada en que habían salidos mis palabras. Me felicité mentalmente.
La excusa era tan estúpida hasta yo lo sabía pero no tenía otra opción.
Él miró directo hacia mis ojos como queriendo encontrar algo, era un momento muy incómodo e intenso y yo sentía que en cualquier momento descubiría mis verdaderas intenciones.
Después de lo que parecieron horas para mí, habló con la voz tan serena y pausada que daba más miedo incluso que cuando estaba enojado y gritaba.
—¿Salir de la habitación? —sonrió—. No lo sé... ¿Cómo sé que no buscarás una manera de escapar?
Se hizo para tras pero me atrevi a tomar su brazo, el cuál solté inmediatamente como si al tocarlo me hubiera quemado.
—No, no lo haré usted mismo dijo que salir de aquí seria difícil, con tantas cámaras y trampas... yo solo quiero a-agradarle un poco por no ser... por no ser tan malo conmigo.
Min Yoongi arrugó el ceño y acercó su rostro al mio y de inmediato una sonrisa se dibujó en su rostro de finos labios.
—¿Crees que he sido malo contigo muñeco? Dios no... no has conocido el verdadero mal si quiera —Susurró cerca de mi oído.
Mi corazón una vez más comenzó a latir sin control.
—Pero... hoy te has portado bien que considero que quiza mecerces algo se aire fresco y sol tu... hermosa piel necesita sol. Levántate.
Asentí de inmediato y me saqué de encima el resto de la sábana que cubría mis muslos, mis piernas y me puse de pié. Al hacerlo parte de mis piernas pidieron verse más.
Él me miró de arriba hacia abajo observando que solo llevaba la camisa puesta, así como solía vestir a Minnie el droide. Quizá podría sustituir a Minnie, así podría ganarme más permisos.
Pude notar como se relamía los labios, humedeciéndolos con su boca y que sus ojos se volvían más oscuros al ver mis piernas, mis muslos desnudos.
Sentí sus dedos tocar la tela de la camisa y alzarla solo un poco hasta que la yema de sus dedos rozó la orilla de las bragas negras de encaje.
—Quizá...podrías acompañarme en mi despacho después de preparar la cena, te pondré a ordenar mis libros de mis estantes.
Asentí frenético. Lo que sea, lo que fuera estaba bien.
No tenía que más perder. Así que, qué más daba.
Con un gesto de su mano me indicó que podía caminar afuera de la habitación y así lo hice. Descalzo y con poca ropa comencé a caminar y al salir al pasillo pude ver en el reloj de la pared que eran exactamente las dos de la tarde.
—¿Sabes cocinar? —Preguntó unos instantes más tarde cuando ya estábamos en la cocina.
—Preparar carne es mi especialidad —respondí observando todo en la cocina.
Los utensilios, las plateras y encimeras, una gran base para cuchillos. Mis ojos brillaron al instante, pero después sentí sus dos manos cerrarse firmemente por mi cintura desde atrás y su aliento caliente por mi cuello.
—Y mi especial es comer la carne... no te pases de listo Jimin, te observo por las cámaras, además las puertas y ventanas no se abrirán a menos que yó introduzca el código.
Me soltó abruptamente así como me había agarrado y se alejó de mi.
—Mi despacho está por éste pasillo a mano derecha toca cuando la comida esté lista.
Asentí caminando directamente hacia la nevera de donde saqué muchas verduras, carne y más ingredientes para hacerle una buena comida. En el tiempo que ya llevaba en la cocina pude notar que habían varias mini cámaras de seguridad colocadas estrategicamente.
No hice ningún movimiento extraño ni peligroso, aún no.
Cuando acabé de hacer panceta de cerdo, ensalada y arroz, saqué unas hojas frescas de perilla y preparé bebida.
La mesa estaba lista así que no perdí el tiempo para ir a llamarlo como me había pedido.
Toqué tres veces y a la cuarta la puerta se abrió y él apareció en el marco.
—La comida señor, está lista.
Se quitó un par de gafas que traía puestas y entonces me siguió a la cocina, al comedor mejor dicho y me paré a su lado esperando que comenzara a comer más bien él solo veía todo y después me veía a mi.
—Come tú primero muñeco, debo asegurarme.
Quise colocar mis ojos en blanco pues era obvio que no le había colocado nada, y no porque no quisiera.
Comencé a probar uno por uno los platillos que habían y después bebí la limonada.
Nada pasó.
Así que satisfecho comenzó a comer, tomándose su tiempo.
—Come tú y después de limpiar todo ve a mi despacho una vez más.
Asentí y cuando él acabó de comer comí rápido yo también, después limpie y lavé todo y deje como si nada la cocina.
Limpié mis sudorosas manos en la camisa y me dirigí hacia su despacho.
Me esperaba de pie al lado de su escritorio. Con una seña me hizo acercarme.
Lo hice y de inmediato sus manos comenzaron a tocar todo a su alcance, me inclinó sobre el escritorio y yo jadeé fuerte cuando me golpeé contra la dura madera. Sentí como levantó mi camisa y dejó al aire libre mi trasero amasó y golpeó a su antojo todo cuanto pudo, lo que estaba a su alcance.
—Se ven tan lindas muñeco, es una lastima que vaya a tener que arruinarlas.
"Que" dije... o al menos en mi mente, porque realmente no podía si quiera pronunciar palabra aunque no tuve que esperar tanto para saber lo que en verdad quería hacer.
Las sacó cuidadosamente de mis piernas y después me hizo abrir la boca, lo más que podía y las metió ahí, tan profundo que las sentí casi en la campanilla. Sentí que podía ahogarme con ellas en la boca, que me las podía tragar.
Mis manos estaban siendo sujetadas con fuerza por detrás con una mano suya, y con la otra sentía como se masturbaba sobre mis nalgas. La presión de su cuerpo sobre el mió era fuerte y yo ya casi no podía respirar por la obstrucción de mi garganta con las bragas y mis brazos hacia atrás, dificultaba la salida y entrada de aire en mis pulmones.
Lo sentía y escuchaba jadear y gemir mi nombre detrás de mi mientras se hacía aquella paja en lo que yo casi moría ahí mismo sin poder respirar bien.
No paró hasta que su semen caliente golpeó contra mí piel desnuda de mis muslos.
Me había usado una vez más para satisfacer sus deseos sexuales.
°•☆°•☆°•☆°•☆
Lo que él insomnio causa, actualización en plena madrugada.
PD. Para las disléxicas como yo, El título es "Verdugo" no otra cosa 😆
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