【veintidós】
ʟᴀ ʀᴇsᴏʟᴜᴄɪᴏ́ɴ ᴀ ᴛᴏᴅᴏs sᴜs ᴘʀᴏʙʟᴇᴍᴀs
Quizá, dejarlos a solas no había sido una buena idea, sin embargo, ni Hu Tao ni nadie sabía sobre lo que aquellos dos habían pasado, así que la culpa podría simplemente desaparecer.
Charlotte volvió a su trabajo y Zhongli se mantuvo en la recepción con un libro entre las manos, los dos sin decir una sola palabra, pero con los pensamientos casi unidos. Mientras ella pensaba en el motivo del asesor para no desear más su presencia por ahí, el mismo no pudo ignorar su apariencia enfermiza y estaba preocupado por ella, aunque no tenía el valor de cuestionar. Todo, con el peso de la última vez que se vieron, discutieron y por último se consolaron.
—Señorita Charlotte, escuché que Yan Fei se está haciendo cargo de su caso —rompió el hielo, mas lo rompío para mal.
—¿Escuchó? Pensé que usted la había enviado —respondió enseguida. Quebró su paciencia con solo una pregunta, así que posiblemente aquello no pudo llamarse de esa manera.
—Le di una recomendación, nada más —justificó el otro, sabiendo a la perfección qué sentía por el tono de su voz.
—Pues muchas gracias, de verdad. Gracias a eso, estoy a un solo paso de abandonar Liyue para siempre —recamarcó, arrepintiéndose poco después al acordarse de sus amigos.
—Me alegro, porque ese era su deseo —puntualizó el asesor, sin mucho que añadir después.
Ciertamente, aunque mucho se quejaba de su ayuda, tenía razón. Mas, cuando se trataba de él todo se volvía en su cabeza un gran nudo de contradicciones, impidiéndole pensar con raciocinio al momento de soltar sus ideas. Sí, había estado soñando con él, y también seguía sintiendo aquella fuerza extraña que colocaba sobre sus hombros solo con su presencia, pero no tenía respuesta alguna para calmar su ansia de curiosidad.
—Ah, ¿sabe qué? Está bien —se rindió por fin a todas las incógnitas.
Sin embargo, Charlie comprendía que solo era pasajero, que sin dudarlo de una u otra manera volvería a la misma situación y volvería a cuestionarse sobre el mayor, pero eso, podría dejarlo para otro día.
Mientras tanto, se dijo tranquila: "no voy a preocuparme más por lo que piensa sobre mí, si quiere que me vaya o no; no significa nada para mí, pese a que lo estimo por todos sus consejos y ayuda con el dominio de la lanza, y quizá sea una buena idea devolverle a la Perforahielos para disolver malentendidos".
Sus pensamientos le trajeron paz, incluso su rostro cansado mejoró en un segundo; ella estaba decidida a seguir con el pensamiento mientras se lo permitieran, no obstante, casi seguido de ello escuchó como el asesor comenzaba a toser con fuerza en la recepción.
—¿Maestro Zhongli? —llamó preocupada, pues el ruido no se detuvo y pronto se volvió estruendoso.
Su cuerpo se movió con rapidez hasta la mesita en donde el juego de té descansaba, de ahí sirvió un taza y luego corrió hasta el mayor. Una vez estuvo frente a él, que se mantenía con la mano sobre la boca, la otra sobre la madera y la cabeza levemente agachada, se lo ofreció y este lo tomó. Un trago bastó para que la tos sucumbiera, mas, cuando levantó la mirada y la colocó sobre su compañera, dejó al descubierto un semblante pálido y lleno de sueño.
—Por acá, tiene que sentarse —mientras decía, le tomaba del brazo para guiarlo hasta la salita, lo cual no fue un problema para el mayor.
—Siento preocuparle —se disculpó apenado mientras era arrastrado, y una vez estuvo sentado, levantó el rostro para ver de nuevo el semblante estupefacto de Charlotte.
—No, tranquilo, no ponga esa cara —regañó ella al contrario. Por alguna razón, odio ver cómo él la observaba, porque se le afiguró haber visto ese rostro antes, y lo que seguía no eran buenas noticias.
Parecía que Zhongli iba a... desaparecer.
Poco después, para no verle más ocupó asiento junto a él, dejándose caer en el sillón como si no hubiese un mañana y suspirando en el proceso. Mientras, el asesor bebía té con calma y poco a poco la vida le regresaba al rostro.
—De nuevo tengo que disculparme. Siento ser así, pero como ya he dicho un millón de veces antes, necesito encontrar a un culpable. —Se vio en la necesidad de explicar, incluso si no se lo pedía el adyacente—. Y sé que nadie de ustedes tiene la culpa, mucho menos usted, y solo me justifico estúpidamente... Esto tiene que terminar... —interrumpió su propio discurso—. Gracias por haber enviado a Yan Fei, y muchas gracias por todo lo que ha hecho por mi; creo que aunque me vaya como tanto deseo, al final voy a extrañar Liyue y a toda la gente que amo.
Su risa melancólica inundó la sala, tan incoherente que hizo al de orbes ámbar dejar de lado su té.
—Si de algo le sirve, tiene que saber que Liyue también le extrañará, señorita Charlotte. La extrañará tanto como a cada hijo de Rex Lapis —aseguró Zhongli, genuino del mensaje que le regalaba.
—Me sirve, por supuesto —aceptó ella casi de inmediato, sintiendo calidez en su pecho por el sentimiento que le provocaron sus palabras.
Justo en ese momento, el hombre inclinó el cuerpo hasta la mesa frente a ellos para dejar la taza sin una gota de té, y en el proceso dejó a Charlie ser testigo de su espalda, pero más que nada, de su visión Geo descansando en el mismo lugar de siempre, incluso con aquel uniforme café que no solía ponerse en sus días libres.
—Hablando de hijos de Rex Lapis... —mencionó juguetona, volviendo a pegar la espalda totalmente al sillón después de haber visto el accesorio—. Parece que él se ha fijado en usted. Eso debe ser una bendición.
El de reflejos tales como el cor lapis parpadeó un par de veces hasta acomodarse de nuevo en su lugar. Antes de contestar, pensó bien en lo iba a decir, puesto que el tono de voz de su compañera fue melancólico.
—Sí, lo es —contestó solamente, sin darle ánimo de continúar con aquel tema.
—Aunque no me sorprende, es usted, maestro Zhongli, quizá la persona más fuerte que conozco, además es sabio y lleno de principios. Representar al elemento Geo es como su deber —suspiró al final.
¿Por qué seguía hablando de eso? En realidad, llevaba un tiempo en Liyue y nunca le había puesto tanta atención a la visión de su maestro y compañero de trabajo. Recordaba haberle mencionado sobre ellas al pie de la pequeña montaña la noche que le obsequio la Perforahielos, lo que le hizo recordar sobre su misma visión.
—No hablemos más de la mía, ¿por qué no me cuenta acerca de la suya? ¿Cómo la obtuvo? —Como si leyera sus pensamientos, inquirió el mayor, logrando desviar la atención de la dama.
—No lo sé con exactitud —comenzó, mostrándose confundida—. Sin embargo, el señor Crepus siempre decía que era hija del mar, pese a que mi visión es cryo. Si desea saberlo, fui encontrada cuando apenas era una bebé en las orillas del Acantilado Estrellado; papá me encontró atascada entre hielo y me llevó al Viñedo Amanecer, luego me crío como a una hija y aprendí todo de mi hermanos, pero después de todo, fui encontrada con la visión entre mis manos.
No quiso continuar, porque no diría que su sentido de pertenencia se veía opacado más de una vez por su origen desconocido. Amaba Mondstadt y juró protegerlo cómo uno de sus caballeros, sin embargo, vino del mar, quien sabe de dónde, y para rematar, básicamente su poder provenía de Snezhnaya.
—Es interesante —atinó a decir el mayor cuando se llevó una mano al pecho.
—¿No va a decir algo así como un "se lo dije"? —se burló de sí misma.
—¿Por qué debería? —respondió enseguida el otro.
—Porque la otra noche, mencionó que era posible que mi visión no tenía el deber de hacerme fuerte, sino de haberme ayudado en algún momento de mi vida. Y siempre lo he sabido, sin el hielo, no hubiese sobrevivido en el basto mar —explicó tranquila.
—Una posibilidad sigue siendo una posibilidad a fin de cuentas. Lo crea yo o lo crea alguien más, no influye en el hecho de su aspiración y de las decisiones que tome —apoyó indirectamente y cerró sus orbes para levantar los hombros, diciendo así que él no tenía idea de su destino y cómo lo forjaría.
—Sí, por milésima vez, usted tiene razón —exageró, pero su sonrisa no pudo catalogarse como exagerada.
De un momento a otro lo abrazaba por el costado, metiendo las manos entre su brazo y recargando la cabeza en su hombro, aunque no alcanzaba como tal este.
Logró hacer que Zhongli abriera los ojos con sorpresa, no obstante, no se alejó pese a su semblante confundido, todo lo contrario, se recargó en ella cuando volvió a esconder su mirada, tan confiado y tan lleno de paz, que se mantuvo ahí con la intención de quedarse hasta que ella quisiese alejarse.
—Todo es tan extraño con usted... —murmuró, ignorando lo que hacía por el bien de los dos.
Con orgullo colocó su vestimenta de aventurera proveniente de Mondstadt y caminó aquel día directo hasta el Ministerio de Asuntos Civiles, pues como habían predicho, le habían llamado para dictaminar su última sentencia. Hacía bastante tiempo que no lucía de aquella manera, pero el saco cerceta le lucía tan bien como aquella última vez que lo mostró, junto con todos aquellos accesorios que siempre conservaría.
Era, Charlotte, solo Charlotte.
—Es imposible que estemos en desventaja; las respuestas de tus allegados están en su poder y las pruebas que presente son irrefutables. —Yan Fei caminaba a su lado, prometiendo una buena resolución.
—Confió en el esfuerzo que has hecho, independientemente de la respuesta que me espera —aseguró orgullosa.
No había más en su mente que ese momento que tanto estuvo esperando por meses enteros, y así fue como se presentó enseguida a la oficina provisional del Equilibrio Celestial, en donde los testigos del dictamen eran Keqing y, por primera vez presentándose ante la "culpable", la secretaria general de las Siete Estrellas, Ganyu.
—Estoy aquí, tal como me han llamado —anunció su llegada con educación cuando estuvo frente a la máxima autoridad de Liyue.
—Bienvenida. —Ninguang se levantó de sus asiento detrás del escritorio, sonriendo con confianza. Después de todo, trás todo lo que la extranjera vivió en sus tierras, ese era el día en que se desharía de toda sospecha.
—Un gusto, señorita Charlotte Ragvindr, pese a todo lo que ha sucedido y al tiempo que ha pasado, es la primera vez que puedo presentarme ante usted. Soy Ganyu, la secretaria general del Pabellón Yuehai —se presentó la joven de cabellos azules claros, quizá tan claros como los de Charlie.
—Ganyu, un placer. —No pudieron darse la mano por la lejanía y la formalidad del momento, sin embargo, contrario a la primera vez que Keqing apareció, la adeptus no parecía nada recelosa, sino más bien educada y un poco tímida.
—Yan Fei, es bueno que también hayas venido —habló de nuevo el Equilibrio Celestial.
—No podía perderme este evento, por supuesto, es un gusto estar aquí —respondió la litigante, con aquel tono presuntuoso que no era a propósito.
—Así que sin más dilación, vayamos a lo que nos compete. —La mayor observó a Keqing antes de que dijera aquello, haciéndole saber que si no iba a saludar como todos ahí, podían comenzar.
—Charlotte Ragvindr, originaria de Mondstadt, acusada de haber asesinado a Rex Lapis, la deidad de Liyue, y robado la gnosis en colaboración con Tartaglia, El Onceavo Heraldo de los Fatui —la señora tomó la palabra, siendo sería al respecto—. Las Siete Estrellas de Liyue han llegado a una conclusión después de haber interpretado las pruebas que se han presentado.
—El primer testimonio dado por la culpable, por el Héroe de Liyue, Aether, y por el asesor de la Funeraria el Camino, Zhongli; las aportaciones de Diluc Ragvindr, Kaeya Alberich y Jean Gunnhildr, la defensa de la abogada Yan Fei, y el voto de confianza del Equilibrio Celestial, Ninguang —enumeró la secretaria a su lado.
Cuando mencionó acerca del voto de confianza, enseguida la condenada observó a la persona que se lo había brindado. La encontró sonriendo con nitidez y luego se dispuso a seguir con el dictamen.
—Charlotte Ragvindr, se te ha encontrado inocente de los cargos que se te han imputado. —Por fin anunció, pero ello no era todo, y cuando la mujer albina hizo desaparecer su sonrisa, supo que algo andaba mal—. Sin embargo, al ser considerada un pilar que ayudó al Diplomático Fatui a realizar su misión, el castigo es mantenerse en la ciudad de Liyue hasta el siguiente Rito de la Linterna y ayudar a que este se lleve a cabo sin ningún imprecedente. Esto es, lo que han decidido las Siete Estrellas.
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