【treinta y cuatro】
ʟᴀ ᴠɪᴅᴀ sɪɴ ᴛʀᴀʙᴀs, ɴᴏ ᴇs ᴠɪᴅᴀ, sᴏʟᴏ ᴇs sᴜᴇʀᴛᴇ
El jardín estaba en silencio, las dos personas en el apenas se movían, y la situación no podía ser más extraña a la vista de un desconocido.
Lo primero que hizo Charlotte al ver llegar al asesor a casa, fue correr en su dirección y atraparlo entre sus brazos con una fuerza increíble, cerrando sus desiguales orbes y soltando un gran suspiro cuando sintió el tacto, que incluso siendo a través de su ropa, era cálido para su frías manos.
Hu Tao tuvo que irse temprano, mucho antes de que Zhongli volviese a casa, y Charlotte había estado tan sola en consecuencia, llegando al punto de derramar lágrimas al no saber qué le sucedía exactamente. Sin embargo, cuando el mayor le atrapó de igual manera en un fuerte abrazo, recordó sus palabras la tarde pasada y poco a poco, por su reacción tan feliz al encontrarle, comenzó a deducir qué era eso que la mantenía tan alejada de sus verdaderos sentimientos.
—Creí que iba a morir de soledad —confesó, intranquila, pero al mismo tiempo siendo consiente de la gracia del asunto—. ¿A eso se refería con sus palabras? A pesar de saber que en una situación normal no haría esto, algo me está obligando.
—Lo lamento tanto —consoló el Arconte, estrechándola más entre sus brazos, sin poder hacer nada para remediar el desperfecto.
Se sentía bien junto a él, la calma volvió a sus manos, y aunque por sus mismas palabras sabía que aquello no era lo convencional, se dejó caer totalmente rendida a la pseudo sensación de cariño. Luego de unos minutos, solo se alejó sintiendo un vacío, el mismo de toda la tarde.
—Creo que en lugar de tratar de recuperar mi forma, primero debemos hacernos cargo de estos sentimientos —sugirió volviendo a entrar en razón.
Zhongli asintió sintiendo sus manos cosquillearle. Quería tocarle, de preferencia todo el tiempo, incluso cuando estuvo trabajando su mente no dejó de maquinar pensamientos relacionados a ello, pero las consecuencias que aquello acarrearía seguro iban a ser más terribles que las que ya tenían, por lo que comenzó a caminar hacia la puerta de la casa mientras le daba la razón, luego mencionó:
—No creo que esto tenga arreglo.
—Si se pone así de negativo, no llegaremos a nada —regañó la joven al seguirle.
—Hu Tao me dijo que le había visitado, ¿todo bien? —preguntó, cambiando el tema por su propio bien.
—Ella había estado muy preocupada, al menos ahora sabe que estoy segura, así que me siento mejor ahora que pude decírlselo a alguien. Gracias por enviarla —agachó la cabeza con respeto cuando le miró sentarse en la entrada para deshacerse de sus zapatos.
—No hay porqué. Sería egoísta de mi parte intentar mantenerla incomunicada de todos aquellos cercanos que usted adora. Creo que con el tiempo, si es factible, podrá mantener el contacto con los demás, incluso con sus hermanos —decidió, tampoco era algo sumamente extraño en Teyvat, sino que el fenómeno era aceptable, siempre y cuando fuese comunicado con la seriedad debida.
Pero Charlotte se sonrojó visiblemente y tuvo que meterse a la casa antes que él.
Decirle a todo el mundo que estaba siendo corroída por los deseos de ese hombre, que su tacto había sido el culpable de su metamorfosis, y, ¿que por ello debía mantenerse a su lado porque sino se sentía como un cachorro abandonado?
Que dolor de cabeza y que información tan malentendible tenían entre manos.
—Creo que nada me haría más feliz que avanzar en cualquier dirección ahora mismo, pero... —Se quedó en silencio, no quería volver a repetir que tenían cosas más importantes en las que enfocarse, ¿para qué presionarlo?
Una vez dentro también, el asesor camino hacia la cocina de su propio hogar con Charlie siguiéndole el paso, una vez los dos ahí, el pudo notar que en la mesa se encontraban algunos recipientes de lo que al parecer era comida.
—¿Hiciste esto? —cuestionó al oler el suave condimento característico de Liyue, así que se acercó más a la mesa para darle un buen vistazo.
—No —negó la dama—. Hu Tao lo trajo hace rato. Dijo que sería malo si usted no me alimenta adecuadamente —contó, algo que no estaba fuera de lugar.
La mirada del mayor fue hacia otro lado y se alejó de los recipientes para tomar un vaso y servirse agua.
—¿Le decepciona? —volvió a tomar la palabra la mitad dragona—. Puedo cocinar para usted si así lo quiere, sin embargo, el buen sabor es algo que no viene incluído en la oferta —se burló.
—Cualquier cosa que hicieses, seguro sabría bien —argumentó el otro, llevándose el vaso a la boca.
Charlotte rio con gracia, recordando que, en efecto, sus comidas se veían bien, pero a veces no tenían el sabor deseados; como Caballera de Favonius le preocupaba más alimanetarse que darse un festín de sabores, quedándole así la costumbre. Sin embargo, luego añadió:
—Entonces seríamos como un matrimonio.
El agua salió de su boca como un chorro que no se aguantaría un infante, después el hombre se tomó el pecho y regularizó su respiración tosiendo con cautela. El comentario le había tomado con la guardia baja, y tal vez, solo tal vez, era la primera vez que se sonrojaba como un verdadero adolescente, no obstante, luego del bochornoso momento, notó que Charlie reía con su misma broma.
—Y, ¿cuál es la gracia? —preguntó, limpiándose los labios con su manga—. ¿Te gustaría casarte conmigo? ¿Es eso?
Tras decir, de pronto la señorita de los vientos se quedó en silencio y nuevamente sus mejillas le delataron. Ya no entendía si eran efectos secundarios de su transformación o solo su pecho había recitado tanta emoción con la sola oración dicha al aire, después de todo, aceptaba que al inicio si pudo llegar a sentir algo por el señor sin "eso" de por medio.
Al darle la espalda, Zhongli no pareció estar jugando.
—No diga tonterías —atacó en su defensa—. Tanto usted como yo somos conscientes de que si no fuese por esta transformación, nuestra relación seguiría siendo como antes, porque eso es lo normal. ¿No lo recuerda? Usted me odia y yo solo quiero volver a casa.
Casi al instante, el castaño volvió a darle la mirada, una tranquila, pero al mismo tiempo decepcionada.
Sus palabras, al intentar defenderse, no habían sido las correctas, y en consecuencia, pronto cayó sobre sus rodillas desorientada.
Despertó, quizá más pronto de lo que hubiese esperado por las experiencias no muy lejanas, su sueño fue normal, una noche entera bajo las sábanas, sin pesadillas o transformaciones, solo un dulce sueño y cómodo silencio, además de...
—Uh... —Levantó la cabeza de aquella superficie extraña para observar su situación.
Por supuesto que había dormido extremadamente bien, porque en esa cama, se encontraba abrazada al castaño; había dormido con su cabeza sobre el pecho del mayor y este al mismo tiempo parecía haberle sostenido durante toda la velada, y aún dormido sonreía ignorante de cuánta vergüenza le provocó a la menor, que descuidada salió fuera de sus brazos.
—Vuelve a abrazarme, por favor —pidió el hombre sin abrir sus exóticos orbes dorados. Charlotte enseguida concluyó que lo había dicho sin pensar, mas no escapó del sentimiento de vergüenza.
—Ayer solo me desmayé, ¿verdad? —lamentó llevándose las sábanas hasta su pecho—. Volví a decir algo que no debía, como la otra tarde, ahora entiendo que no debería rechazarle.
—Fue mi culpa, soy el que no debería ponerte a prueba por la situación en que te metí —aceptó el castaño, dándose la vuelta en la cama, dándole la espalda a la muchacha y permitiendo que ella fuese testigo de su larga cabellera suelta que invadía la cama.
Más que un sentimiento bueno, inmediatamente la mujer comenzó a sentirse triste. Sus sentimientos eran tan bipolares.
—No es así, es de los dos, pero yo... —se interrumpió al apretar sus orbes con fuerza, luego confesó—: Lo cierto es que no me desagrada, incluso antes de que esto sucediese, estar con usted era uno de mis preciados pasatiempos, por ello no puedo bajar la guardia y el rechazo sale de mi por naturaleza.
Él la escuchaba con atención, entendiendo todo lo que le decía, por ello no quiso interrumpirle y siguió dándole la espalda.
—Apenas han pasado algunos días, y tengo miedo de sentir lo que siento. Tengo miedo de olvidar quien soy y ser dependiente de la sensación de paz que me trae el solo mirarlo. Porque, ¿podré volver a ser yo misma? ¿Aún cuando mi cuerpo es diferente y mis pensamientos juegan conmigo? Si es así ahora, ¿cómo será cuando olvide el sueño de Charlotte Ragvindr?
Tantas preocupaciones en tan solo unas semanas se habían acumulado, ella tenía razón al extenuar sus temores, pero Zhongli sabía que decir "algunos días" era una mentira, porque el había estado atormentándole desde el primer momento en que le dio la mano.
Casi de forma automática el cuerpo del mayor se movió y terminó por abrazarle; su extraño actuar conmovió a la mayor y permitió ser consolada.
—Eres fuerte, y se te será concedido cualquier deseo, siempre y cuando sea tuyo. Enfócate en lo que anhelas y lo conseguirás —apoyó, apretándola contra su pecho.
Sí, era placentero sentirse querida, sobre todo por él, así que siguió su consejo y volvió a apretar los ojos pensando en su deseo. Sí era cierto que era fuerte, entonces lo conseguiría y los obstáculos serían cosa del pasado. Tenía que confiar en él.
De pronto, cuando Zhongli se separó, intentó mirarla, pero ella siguió aferrada a su pecho sin darse cuenta que lo había conseguido.
Volvía a tener su forma humana, más no sus colores.
—Charlotte... —llamó el mayor, feliz al observarla.
—Espere, todavía no termino de pedir mi deseo —calló ella sin saber, provocando que el mayor riera por la comicidad en su voz.
—Yo creo ciegamente en tí, querida, no importa si tus sentimientos están siendo controlados involuntariamente por mí. Así como lo has confesado, también te amaría si no fuese porque te he condenado.
¿Amar? ¿Amor? Zhongli confesó sentir amor por ella, así como ella juro sentirlo en algún momento. ¿¡La amaba!?
Su reacción fue abrir sus orbes, sus mejillas se llenaron de un fuerte carmesí, y al alejarse de forma adbruta... terminó por caer de la cama por su descuidado actuar.
Inmediatamente, Zhongli se sorprendió y levantó su cabeza. Charlotte desapareció de su mirada, pero sabía que se mantenía en el suelo, aunque chillando por el bochorno y el golpe que se había dado.
Cuando el mayor estuvo por asomarse después de unos segundos, ella le ganó a mostrar la cara, una sonriente, pues se dio cuenta que volvía a tener su forma humana.
—Si usted cree en mí, entonces deberé creer en usted. —Entregó sus deseos, solo a él—. Fue un error no haberle dicho lo que sentía antes, pero ahora, sé que puedo decir que quiero volver a casa, pero tengo miedo de abandonarlo, porque de verdad puedo amarlo.
Era increíble, el solo hecho de mirarle sonreír le traía una inmensa sensación amena, como nunca antes la había sentido. Sin embargo, muy en el fondo, Zhongli sabía que la familiaridad que estaba ignorando era uno más de todos aquellos obstáculos de por medio.
Cómo un cuento con final inconcluso.
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