【doce】

ᴇʟ ᴅᴇʙᴇʀ ᴅᴇ ᴜɴ ᴄᴀʙᴀʟʟᴇʀᴏ

          Tres días más, siete ventas y dos libreros completamente ordenados, era lo había logrado Charlie durante el tiempo que transcurrió a solas con el asesor de la funeraria, y mientras Hu Tao siguiese en su viaje de negocios, no le quedaba más que seguir con su ardua tarea, y quizá, así pudiese dejar la biblioteca como nueva antes de la siguiente celebración.

          Aquella tarde, después del trabajo salió como había acostumbrado a buscar indicios de su inocencia, así que se puso sus prendas de aventurera y muy motivada volvió a las calles de Liyue, sin embargo, tal como los dias anteriores no tuvo suerte.

          —Si tan solo Ninguang pudiese darme el permiso de salir de la ciudad... —lamentó al tomar un atajo de vuelta a casa, y debido a ello el pensamiento le abordó.

          Según Xingqiu, aquel camino no convencional seguía formando parte de la cuidad, por lo que si quisiese ir en busca de pruebas por su limitado alcance, aquel sería un buen lugar para asomar la vista. Se encontraba entonces, cerca del puente de una de las salidas en dirección de la casa de Jade que apenas reconstruían, pero atravesando uno de los caminos contiguos y solitarios, cuando de pronto escuchó un grito que pedía auxilio.

          —¡Ayuda, por favor... A-alguien! —Fue fuerte y claro.

Enseguida y actuando con experiencia buscó el lugar de donde venía aquella voz asustada para asistir de inmediato, mas, grande fue su molestia cuando se vio limitada por su condena a solos unos pasos.

          —¡Tranquilo, te ayudaré, así que aguanta! —No le quedó más que contestar, aunque no tenía a la vista aquel incidente debido a una pared de rocas que cortaba la vereda.

          Observó hacia todos lados encontrando a nadie, ni siquiera la Geoarmada se veía cerca en el peor momento. No deseaba romper las reglas, pues suponían una gran desventaja para ella, además, ¿no era que Keqing siempre le estaba siguiendo? Esa era su señal para aparecer, pero la joven del vestido lila no lo hizo, y Charlotte desesperó sabiendo que el tiempo transcurrido era algo que no debía dejar pasar.

          —Es una emergencia... Es una emergencia... —murmurando se convenció de ello, entonces cruzó la línea, obteniendo con facilidad su lanza para estar lista—. Oh...

          Sin embargo, se detuvo al encontrar al mercader que estaba siendo atacado, bajando su arma y levantando las cejas al verse sorprendida de que alguien más hubiese llegado en su rescate. Exactamente, aquel asesor que hacía nada había visto en la funeraria y ahora llevaba las mismas ropas que aquella primera vez que lo conoció y no su informe de trabajo.
          Apenas visualizó enemigos, unos simples slimes nada más, porque la lanza del mayor se movía con rapidez y tanta elegancia, que no le sorprendió, él hubiese acabado con la amenaza en tan solo segundos, aquellos que su persona había desperdiciado vacilando.

          —¡Se lo agradezco tanto! Fue usted un ángel, por favor, tome esto como recompensa —aliviado habló el mercader de Snezhnaya.

          —No tiene que darme nada, por casualidad estaba cerca —señaló el castaño, y más tarde que temprano, el extranjero siguió su camino hasta la ciudad para seguir con sus negocios.

          —Maestro Zhongli... —llamó la antes caballera después, atrayendo su atención cuando inició la marcha hasta su lugar—. No vi ni la mitad, pero eso fue increíble.

           El de hebras largas observó con cautela cada movimiento de la joven. No esperaba verla justo ahí, mucho menos después del trabajo, aunque no se le veía exactamente sorprendido.

          —¿Hablas de la manera en que acabé con esos enemigos? —cuestionó, y cuando le vio asentir en respuesta, se volteó hacia otro lado y cruzó los brazos para asentir al aceptar aquella clase de cumplido—. En realidad, no fue complicado.

          Ella terminó por acercarse, notando como el mayor colocaba de nuevo aquel semblante serio que le caracterizaba, por lo que un poco dudosa continuó:

          —Siempre está restando importancia a lo que hace, debería tener más confianza y lucirse cuando es necesario —aconsejó por primera vez—. Sobre todo de sus habilidades para el combate. Aether mencionó que es un prodigio y yo le creo.

          —Agradezco que piense de esa manera, sin embargo, es así como soy. Valoro mis habilidades, pero no hay necesidad de presumir —justificó el hombre, haciendo un ademán con una de sus manos al explicar.

          —Entiendo —aceptó enseguida la joven, incapaz de contradecirlo, después de todo solo era una recomendación la que hacía.

          —Hablando ahora de usted, señorita Charlotte, está infringiendo los detalles de su condena. Recomiendo que vuelva a la cuidad antes de que alguien se de cuenta —aprovechó para decir, pues lo había estado pensando desde el inicio.

          —No pude ignorar el grito de auxilio. Tal vez este no sea Mondstadt y yo ya no sea una Caballera de Favonius, pero alguien que necesite ayuda jamás debe ser ignorado —explicó, suspirando luego al sentirse nostálgica. Había pasado un tiempo desde que no pensaba en ello.

          —Entonces Liyue tiene suerte de contar con usted en estos momentos —agradeció indirectamente el hombre, pero luego miró detrás de ella y bajó las cejas justo al advertir otra presencia.

          No era nada bueno, y cuando Charlotte miró en la misma dirección al darse cuenta, no pudo escapar.

          —Tendrás que acompañarme al Ministerio de Asuntos Civiles —ordenó presuntuosa esa voz que ya conocía—. Has infringido las condiciones de la condena impuesta por el Equilibrio Celestial al cruzar el límite, y eso lo entiendes perfectamente. No tienes excusa que valga.

          Al mirar hacia atrás, Keqing se encontraba de pie a solo unos pasos acompañada de dos soldados de la Geoarmada, y era evidente que como decía, no llevaba buenas noticias, no obstante, de inmediato Charlotte se negó a su petición y señaló con molestia reflejada en el rostro, haciendo que los armados levantaran sus lanzas.

          Pasó de estar nostálgica, a mostrar cólera en un segundo.

          —¡Lo hiciste a propósito! —culpó, perdiendo la calma. Era la primera vez que se molestaba tanto frente a los presentes, y contrario a lo que pensaban sobre su carácter pasivo, ella como todo mundo podía explotar como una bomba letal—. Lo viste, sabías que el mercader estaba en peligro y retiraste a la Geoarmada. Ni siquiera una trampa estratégica vale la vida del pueblo...

          Posiblemente era ello, más que nada, lo que le había hecho perder la paciencia con Keqing después de varias semanas lidiando con sus persecuciones. Pero sus alegatos importaban poco al Equilibrio Terrenal.

          —No eres más una Caballera de Favonius y no estás en Mondstadt. Alguien que abandonó su deber y traicionó a su pueblo no tiene derecho a criticar la estrategia de otro —atacó la dama del vestido, dando la orden a los soldados para que avanzaran.

         La de la visión cryo rechinó los dientes al escuchar las mentiras que soltaba, perdiendo así el último gramo de paciencia que tenía. Volvió a tomar su Lanza Fría, agarrándola más fuerte que nunca, aunque justo cuando iba a apuntarla hacia los presentes como un delito, Zhongli se interpuso.

          —No debes hacerlo —recomendó, tomando la lanza desde atrás para impedir el movimiento.

          La joven extranjera se impresionó al sentir la fuerza con la que el castaño retenía su arma, dejándola incapacitada para moverla con libertad. Entonces volteó a mirarle de soslayo por la posición en que estaban y el hecho la intimidó, así que de esa manera, la lanza volvió a desaparecer y ella agachó la mirada al obedecer por un impulso desconocido.

          —Bien pensando, prefiero llevarte consiente hasta la cuidad —Keqing asumió que sería la ganadora del encuentro que no sucedió.

          Sin más, Charlotte suspiró muy agotada de la situación y avanzó hasta los soldados en son de paz, siendo seguida así por el mayor que no tenía pensado abandonarle en ese momento.

          —Asi que, has salido de la cuidad sabiendo las consecuencias que ello traería —señalaba la mujer albina, abandonando con parsimonia su lugar detrás del escritorio que ocupaba.

          La de cabellos azules miró en otra dirección al sentir que Ninguang pedía una explicación; torció el gesto después, de mal humor por sentirse limitada debido a las esposas que rodeaban sus manos detrás de su espalda. Además, no deseaba verle, porque con sus acciones había tirado a la basura toda la confianza que le tenía, y si bien había actuado por una emergencia, no sabía como ella lo tomaría.

          —Debe ser puesta en observación de vuelta al calabozo. Se lo dije, señora Ninguang, al dejarla en libertad condicional solo le dieron el tiempo de tramar algún otro plan —acusó la joven trabajadora.

           Detrás de Charlotte, los soldados de la Geoarmada se mantenían en silencio con las manos en sus armas, dispuestos a atacar si fuese necesario tal como antes.

           —¿Qué era lo que hacías fuera la cuidad, Charlotte? ¿Tiene algo que ver el asesor de la funeraria con ello? Me dijeron que espera afuera la resolución de este conflicto —cuestionó la dama, caminando hacia la menor para situarse frente a su cuerpo.

          La mencionada levantó la mirada, aunque solo un poco, porque de nuevo se sintió intimidada.

          —Un comerciante estaba siendo atacado y estaba cerca del lugar, así que solo intenté ayudarlo, pero el Maestro Zhongli se me adelantó, y además ayudó a que no perdiera la razón —explicó, sin ahondar más, solo diciendo lo que pasó.

          —Un mercader de Snezhnaya, cabe resaltar —argumentó el otro equilibrio, y Charlie se preguntó por qué no estaba sorprendida de que lo dijera, incluso, ya se estaba tardando.

          —Un mercader que estuvo en peligro por una trampa que no debió tomar como garantía su seguridad, sin importar su procedencia. ¿En qué estabas pensando? ¿Cuidar a la gente de Liyue no es tu trabajo? Porque no lo estás haciendo bien —abandonó su posición cooperativa y la enfrentó como antes, aunque la otra solo desvió la cabeza hacia otra dirección.

          —¿Es todo? —volvió a hablar la mayor, interrumpiendo su riña innecesaria y mirando fijamente a la menor de todos.

          —Es todo —aceptó convencida la condenada, volviendo a bajar la voz al sentirse avergonzada de haberla levantado frente a ella.

          Ninguang suspiró y dio la media vuelta viéndose cansada, luego levantó la mano en una orden que uno de los soldados de la Geoarmada entendió a la perfección, así que se apresuró a obtener las llaves de las esposas y corrió a quitárselas a la de la visión cryo, que asombrada estuvo libre en un segundo.

          —Antes de que digas algo más, Keqing, está es mi decisión —habló encima de todo—. También debes saber que estoy decepcionada de lo que has hecho, cuando sabes a la perfección que todavía no existe prueba concluyente de que Charlotte Ragvindr es culpable, y que además entiendes que ayudar a la gente de Liyue es un castigo para ella. En esta ocasión, entiendo con seguridad sus acciones y las justifico como una persona que haría lo mismo por su pueblo, así que es una lastima que no compartamos el mismo pensamiento, al menos no en este caso.

           Keqing abrió la boca, ofendida y avergonzada, pero molesta al mismo tiempo por las palabras del Equilibrio Celestial, mientras que Charlie volteaba hacia atrás para ver al soldado que se retiraba y agradeciéndole al mismo tiempo.

          —Puedes irte, Charlotte, lamento esto. —Le dejó marcharse, y ella asintió y para luego retirarse de la oficina cuánto antes.

          Nada más al salir, encontró a Zhongli de pie junto a la puerta, tan sereno que costaba entender como lo lograba cuando ella estaba nerviosa y estuvo antes muy preocupada de su futuro.

          —Me alegra saber que todo ha salido bien. Cuando no se tiene culpa, no se debe agachar la cabeza y tampoco caer en provocaciones—habló, luego señaló el camino hacia la salida y le ánimo a avanzar primero.

          —Ninguang de verdad confió en mi, estoy muy agradecida —soltó ella, relajando el cuerpo al caminar—. Sin embargo, en esta ocasión estuve a punto de cometer una locura, así que también estoy agradecida con usted.

          El mayor asintió, sabiendo a lo que se refería.

          —Me temo que hubiese empeorado su situación, aunque lamento haber actuado de esa manera. No quise asustarla —confesó, mostrando un poco de intranquilidad.

          La joven se sintió confundida al saber que él se había dado cuenta.

          —No se preocupe por eso, no fue nada —aceptó siguiendo el camino y cambiando el tema por su bien—. Con todo esto lo había olvidado, pero al verlo combatir antes recordé cuando ofreció ayudarme si lo deseaba, así que, porque no me ayuda ahora con mi técnica; estoy cien por ciento segura de que voy a mejorar su usted me enseña.

          Zhongli sonrió con disimulo y se adelantó cuando tuvieron en frente la puerta de la salida, pues como un caballero la abrió para ella.

—Estaría encantado de enseñarle, señorita Charlotte —aceptó no mucho después.



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