【diez】

ʀᴇsᴘᴏɴsᴀʙɪʟɪᴅᴀᴅ ᴄᴏᴍᴘᴀʀᴛɪᴅᴀ

          Algunos días después, con permiso de la directora Hu Tao, Charlotte visitó el Ministerio de Asuntos Civiles para informar a Ninguang sobre su cambio de lugar. Como persona en libertad condicional, era necesario, y mucho más cuando Keqing le seguía todos los pasos y no cometería el error de dejar pasar ningún movimiento sospechoso.

          —Sí, es una notificación para el Equilibrio Celestial. Me gustaría que se la entregara —decía a la recepcionista de mirada amable, colocando una carta con todos sus datos sobre la superficie de madera.

          —En este momento el Equilibrio Celestial tiene tiempo, ¿te gustaría pasar a verla? Para ella es prioridad atenderte —explicó la mujer, sin tanto rodeo.

          Ninguang le debía un favor, y Aether si que se había encargado de dejarle el camino libre con las personas que podían ayudarle, por ello estaba justamente allí:

          Resultó que el joven señorito Xingqiu tenía conexiones con un prestigioso contratista de Liyue, uno que manejaba dos edificios de pequeños, pero cómodos departamentos no muy lejos de la entrada principal de la cuidad, y gracias a él pudo rentar uno a un buen precio. La oportunidad le vino bastante bien, puesto que dejar la posada le era más conveniente que seguir gastando en una habitación un tanto expensiva, una que Tartaglia le había estado facilitando, pero una vez sola, gastar la mora que tenía en ella era un desperdicio, sobre todo porque era hora de dejar de comer todo el tiempo en restaurantes y ahorrar con eso haciendo comida en casa, después de todo, ignorar que residía en la cuidad del comercio por el momento, ya no era una opción.

          —Bien, me gustaría verla en persona —aceptó el trato. Al menos poder explicarle a la albina personalmente sobre su situación le daba ventaja, y no iba a desperdiciarla.

          La recepcionista se levantó de su silla y le guió hasta la oficina temporal de la mujer elegante. Una vez ella les permito pasar, la encontraron detrás de su escritorio con un pincel en mano, aunque nada más observó a Charlotte, dejó de lado lo que hacía y le invitó a pasar cordialmente.

          —Veo que estás haciendo las cosas bien —halagó una vez estuvieron a solas y recibió la carta después de saludarse.

          La extranjera entendió que también se lo decía por el uniforme de la funeraria, así que asintió.

          —En realidad, todo lo que he conseguido hasta ahora es por ayuda de Aether y las otras personas amables de Liyue, como el maestro Zhongli y el señorito Xingqiu —explicó avergonzada—. Sin embargo, me temo que aún no he encontrado las pruebas suficientes que comprueben que soy inocente.

          La del vestido excéntrico le echó un vistazo a su carta, en donde explicaba el motivo de su cambio de domicilio. Luego la miró por encima del papel y sonrió con naturalidad.

           —Debe ser difícil, lo entiendo, y aún más cuando sientes la presión, pero no debes apresúrarte —aconsejó, tal como el asesor de la funeraria.

          Quiso decirle que lo hacía porque quería volver a casa, pero que sin duda había dejado de sentirse totalmente atascada desde su conversación con Zhongli, pero supuso que no era necesario, a fin de cuentas, su objetivo seguía siendo el de volver a casa cuanto antes.
           Y la mujer tenía razón, en cierto sentido, ya que le habían llegado todos los informes del Equilibrio Terrenal, en donde cada movimiento que Charlotte hacia estaba especificado con lujo de detalle, cuando esta ni siquiera notó que la vigilaban.

          —Mientras sigas así, no habrá problema —señaló al guardar la carta—. Pronto podré apelar por tu situación para darte mejores soluciones, por el momento, mi objetivo es que puedas salir de la ciudad y puedas visitar Lisha y Minlin en busca de pruebas. Solo, ten paciencia.

          —Ello sería una gran ayuda, se lo agradecería bastante —atendió enseguida, contenta por la noticia.

          Así podría visitar la Casa Dorada, en donde vio por última vez al Fatui.

          —Bien, Charlotte, cualquier detalle, no olvides que puedes venir directamente conmigo. Te estaré esperando —aseguró la dama, amable tal como su gesto mostraba.

          La de la visión cryo estaba tan agradecida por la conclusión de aquella visita, que nada más se despidió y se marchó, salió a las calles de Liyue con una sonrisa en el rostro.

          —No debo apresurarme, Ninguang sabe que soy inocente y es cuestión de tiempo para que el Equilibrio Terrenal lo entienda, y claro, no dejaré de buscar... —murmuraba, pensando al mismo tiempo en lo siguiente que debía hacer.

          Por supuesto, debía volver al trabajo en el edificio de la funeraria, y allí era a donde se dirigía mientras hablaba sola, no obstante, cuando avanzaba entre las personas, reconoció una silueta en medio de ellas. Una de cortos cabellos castaños y reflejos dorados; sus ropas eran extravagantes, pero acordes a las demás, e increíblemente, no pudo evitar ponerle atención.

          —¿Maestro Zhongli? —llamó, confundida—. ¿Se cortó el cabello? —su mirada le reconoció, o más bien...

          Intentó seguirle entre todos los transeúntes, pero en el momento menos recomendado estos mismos le impidieron el paso, haciendo que la silueta fuese de poco a poco perdiéndose, mas, poco antes de desaparecer, el individuo se detuvo y volteó la cabeza, entonces ella pudo ver aquel perfil que ya conocía y uno de los chispeantes orbes que le envidiaba.

          —¿Hay algún problema, señorita Charlotte? —La agradable y al mismo tiempo seria voz le llamó a la espalda, acaparando su atención en un segundo.

          La extranjera se volteó a verle, tan asustada que provocó en el contrario un ceño hacia abajo. Así, señaló hacia atrás con vacilación e intentó encontrar la verdad detrás de ello, pero no fue capaz. 

          —¿A-allí? —Miró en aquella dirección, antes bien, ya no se encontraba a la vista su objetivo—. ¿N-no se había cortado el cabello?

           Zhongli, la persona que le había encontrado entre todos los demás individuos que pronto se disipaban, también miró en la dirección señalada, aunque tampoco encontró nada relevante.

          —No está en mis planes por ahora —contestó con gracia, tomándose la coleta para mostrarle que su cabello seguía intacto.

          —Entonces fue una confusión. —Se rascó la cabeza con incomodidad, porque además del parecido, sintió un aura familiar rodear al extraño—. Él era muy parecido a usted, pero olvídelo, tal vez fue solo mi imaginación —restó importancia al tema.

          —Bien, si no hay ningún problema, la directora me envió a buscarla, dijo que la necesita en la funeraria una vez terminara sus pendientes, aunque tenía miedo de que algo fuese a pasarle yendo directo hacia la Geoarmada —explicó el motivo de su búsqueda.

          —Es cierto, dijo que quería mostrarme una nueva tarea —recordó la menor—. Hay que ir cuanto antes.

          Los dos comenzaron a recorrer el camino hacia el edificio de la funeraria, sin embargo, antes de eso, Zhongli echó la vista atrás cuando Charlotte no le veía; solo fue por un segundo, pero su mirada dura no decía nada bueno.

          —Hemos regresado, directora —avisó con entusiasmo la trabajadora.

          Encontraron a Hu Tao ocupando el lugar de la recepción nada más entraron en el inmueble, se veía aburrida, aunque nada más los vio llegar, su sonrisa se mostró como acostumbraba. Incluso, podría decirse, que Charlotte y ella se llevaban tan bien, que no había manera de que su relación quedara solamente en una laboral.

          En otras palabras, la directora apreciaba a su nueva trabajadora más que a una de ellas, porque desde que llegó, al menos tenía a alguien con quién conversar en sus momentos de aburrimiento.

          —Espero que hayas arreglado al menos uno de tus problemas, Charlie —deseó al acercarse hasta los dos.

          —Por ahora el proceso es lento, pero mientras exista un pequeño avance, estará bien para mí —se resignó la víctima.

          —Es bueno escucharlo, sin embargo, por ahora, tengo un encargo para ti —señaló la barra de la recepción y le invitó a acercarse—. Por negocios viajaré a Sumeru mañana por la madrugada, así que no estaré por algunos días. Como estamos faltos de personal, te encargarás de la recepción —informó, tocando el tema antes de que se le olvidara.

          —¿N-no es repentino? No sé que hacer con los visitantes —negó la extranjera, miedosa de la nueva tarea.

          Tenía muy poco tiempo trabajando para la funeraria, bien sabía que se encargaban de los indeseados velorios de los cuidadanos de Liyue y otros asuntos extraños, pero no sabía exactamente qué debía hacer para cumplir.

          —No te preocupes, no estarás sola. —Mientras decía, señaló detrás de ella, exactamente al hombre castaño a unos pasos—. El maestro Zhongli te ayudará en todo lo que necesites, es el un asesor después de todo —concluyó, confiada.

          Charlotte miró al mencionado, un poco avergonzada, pero pudo relajarse cuando lo encontró asintiendo con un gesto natural.

          —No es tan complicado como parece. Los clientes suelen venir con poca frecuencia y los servicios no son algo nuevo para la funeraria —aceptó el mayor.

          —Es exactamente lo que dice. Por estos días, en lugar de barrer afuera todo el tiempo, puedes pasar el tiempo leyendo algunos libros viejos a la espera —dejó la directora, haciendo la oferta más tentadora.

          La joven se sintió motivada como por arte de magia, pues tenía gran afición por la lectura, en especial sobre el tema de historia. Ya la biblioteca de los Caballeros de Favonius había sido saquedada por su persona, entonces, en esa ocasión le tocaba a la de la Funeraria "El Camino"; además, sabiendo que no estaría sola y que el de los orbes dorados era un gran compañero, no sintió más aversión por el nuevo encargo.

          —Entiendo, puede viajar en calma directora, nos haremos cargo de la funeraria —aceptó, con los ojos brillantes por la confianza que sentía, aquella que no había experimentado en mucho tiempo.

          —¡Perfecto! —celebró la del sombrero—. No hay mejores personas a quien confiarle está vieja funeraria, sé que la cuidarán y se harán responsables de todo lo que suceda en mi ausencia.

          Como caballera en descanso, Charlie pronto recordó lo que se sentía tener responsabilidades con la gente que lo necesitaba, y sonrió, a pesar de que no era exactamente la misma cosa. Sin embargo, ahora su nuevo trabajo requería gran parte de su concentración, y no tenía planes de decepcionar a Hu Tao.


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