【cuarenta y nueve/2】
No mentía, ¿para qué iba a hacerlo? Su nación estaba a regida por los contratos y en ellos las cláusulas quedaban establecidas desde el primer momento, dejando nulas brechas que pudiesen romper una promesa, y que, era importante saber, estaban llenas de justicia y paz que llevaban de la mano a todo habitante, no obstante, si una de las dos partes no estaba de acuerdo, dicho contrato no podría llevarse a cabo.
Sin embargo, él era absoluto.
Frente a la mirada de un dios, todo se volvía una contrariedad, y más, si las reglas y el sentido común llevaban a que estos mismos fueran violados. Como un ejemplo fácil de comprender: nadie tenía el derecho de asesinar a una persona, por mucho que este fuese un pecador, pero Morax debía hacerlo por el bien de su nación, y además era aplaudido por el hecho, lo que tarde o temprano conlleva a traer caos dentro de la paz que se desea, pero que al final de la historia, se está quebrando en su andar.
—Pero, ¡Morax! —clamó en desventaja la mujer de los lirios, abogando una mejor respuesta que no podía conseguir.
No era el flexible viento de la nación vecina, era la dura roca que no debía ser removible con facilidad. Después de todo, era su naturaleza.
Después de llegar a la morada aquel día de iluminación, Charlotte y Xiao fueron condenados a pasar un determinado tiempo fuera de la morada y en una zona en donde el karma de los Arcontes caídos era un veneno directo al cuerpo y a la mente. Se le conocía como la "Sima", un lugar cercano al mismísimo abismo, y en el que, por experiencia, no sobrevivía ningún humano de carne y hueso. Lejos del aire fresco y de la luz del sol, pasaron al menos dos meses enteros cuidando el uno del otro, y de no ser por el general, la joven mujer no habría sobrevivido, no obstante, por increíble que hubiese sido la hazaña de vivir con el karma, Charlie enfermó de gravedad antes de cumplir la condena.
—Tiene que traerla de vuelta o ella va a sucumbir. Recuerde que aún no tiene pista sobre su pasado y todas sus acciones son para lograr el mérito. Charlotte no tiene intenciones de rendirse, y dejarla morir en ese estado es una ofensa —argumentaba Guizhong frente al hombre castaño, que como siempre, descansaba en la piedra junto al árbol de amarillosas hojas.
Había sido su castigo por abandonar la morada, y tal como Xiao había expresado, ni siendo él tendría el perdón por desobedecer una orden directa, pero, inesperadamente, no como en otras ocasiones donde se le pedía lo mismo y negaba, el Arconte observó a su fiel compañera.
—Su templanza ante la adversidad ha sido digna de admiración —aceptó—. Le otorgo el perdón.
Con aquellas palabras, los jóvenes fueron sacados de la Sima y llevados a la morada cuanto antes. Xiao se encontraba bien, pero Charlotte apenas pudo estar consciente cuando le trataron las heridas y su grave condición debido al karma, y aún con todo aquello, algunos días después estuvo como una persona nueva y frente a Rex Lapis.
Habían pasado meses, antes bien, él parecía el mismo, aunque ella ya no lo era.
—He venido a darle las gracias por su perdón, de no haberlo obtenido, habría muerto en ese lugar. —Fue lo primero que le dijo, colocándose de rodillas frente a la roca en donde descansaba—. Han pasado algunos días desde mi regreso, pero no estaba en condiciones de presentarme. Hoy he venido a devolverle su lanza.
Recordar como Guizhong, Xiao y los otros adeptus habían cuidado de ella solo le hacia sentirse agradecida, y el sentimiento mismo le obligaba a retomar su tarea de salvar su futuro. Sin embargo, durante su estancia en el infierno de Liyue, si era sincera, no tuvo tiempo para pensar en ello, además, no se sentía igual que antes: no era tan optimista y tampoco tan fatalista, en lugar de ello, veía lejano el tiempo en que convivió con el asesor y sus seres queridos, lo cual le permitia mantenerse neutral con sus sentimientos hasta poder recuperar la familiaridad.
—¿Te ves capaz de lograrlo? —inquirió el hombre, bajando de su lugar descalzo para encararle tal como la última vez que se vieron.
—No —respondió sincera, aún con la cabeza en el césped—. Pero si quiero hacerlo, debo inténtarlo.
Se puso de pie, obtuvo la lanza en su mano y se acercó lo suficiente, para que entre ellos solos quedase una pequeña brecha de espacio. Era una grosería para quien le hubiese visto, pero Morax no se alejó y esperó con paciencia sus próximos movimientos.
Charlotte obtuvo la lanza, se la extendió a la mano y la dejó en ella cuando él la aceptó. Su rostro mostró tranquilidad, pese a que el hombre le observaba con atención y recordaba con claridad las palabras dichas a su antepasada; entonces se alejó algunos centímetros y volvió a arrodillarse.
—Perforanubes me ha defendido todo este tiempo, porque he visto con otros ojos la realidad que me rodea, pero lo mismo sucede con usted... —aseguró—. De ahora en adelante no será así, mi señor. Aunque no lo parezca le tengo en alta estima, y me encargaré de que nuestra relación no sea afectada más por lo desconocido.
Se levantó por segunda vez, le miró directo a los ojos, hizo una pequeña reverencia y se alejó hasta la salida, mientras que Rex Lapis le miraba alejarse confundido por sus palabras, que en lugar de darle tranquilidad, le alteraron los sentidos al saber que la Perforanubes no lo reconocia más, como si la lanza fuese solo prestamo para él.
—Ha sido terrible —mascullaba la joven sobre una mullida almohada—. No me creerá una sola palabra, ni aunque le hable con respeto...
Observando como realizaba su queja, Xiao y Guizhong suspiraron, no porque le veían en mal estado, sino porque el teatro de parecer diferente ni ella se lo estaba creyendo. La realidad de las cosas era que los tres se habían ingeniado un plan después de escuchar la historia de Ran de la boca de Charlotte: la única solución a su problema era "seducir" al Arconte tal como el adeptus había mencionado, y para ello la misma debía cambiar su manera de pensar acerca del hombre que no conocía, pero al final, después de dos meses en donde la dama de los lirios escapaba para visitarles en la Sima, no fueron suficientes para convencer del todo a la menor.
Por supuesto que, lo anterior no era mentira, Charlie dejó de sentir familiaridad con su época y no se sentía segura con su misión, pero seguía sin estar dispuesta a rendirse.
—Que Perforanubes se haya quedado con él lleva un poco de mérito —apoyó la joven adeptus, que nerviosa por su vuelta a la morada, solo esperaba a que todo fuese bien.
—Quizá, "cortejarlo" no es tan fácil como parece. —Xiao apenas ponía atención a su alrededor.
Después de haber sido enviados a la Sima, su relación se fortaleció de poco a poco; la extranjera tuvo la oportunidad de conocer al muchacho y viceversa, y ya no parecían tan lejanos como al inicio, pareciendo el futuro así una cruel broma en donde no se conocían, porque además de cuidarse, los dos buscaban lo mejor para el Arconte.
El General ya le había ayudado tanto.
—Escucharlo es peor de lo que parece —habló, recordando su plan.
—Morax no es un ser mudano. —La joven adeptus se encontró sonrojada de pronto, luego, como si hubiese pensado en algo malo, solo sacudió la cabeza.
¿Seducirlo? ¿Cortejarlo? ¿De verdad había aceptado aquello? No era como eso, no trataba de "enamorarlo" y mucho menos cuando Guizhong desconocía aquella parte, pero ganarse el favor del Dios era su tarea, así, conseguir información para su futuro sería más factible.
—En ese momento, creí en cada palabra que que Ran decía, sin embargo ahora, creo que habrá un camino diferente. —Le dolía la cabeza de solo pensar en eso que llamaban "destino"—. Sí, será diferente.
—Confiar en tí es el primer paso, Charlotte, nosotros vamos a ayudarte —aseguró la de hebras grisáceas.
A partir de aquel momento, Charlotte hizo todo lo posible por no ser un incordio para el Arconte. Siguió las reglas del lugar, no fue enviada de nuevo a la Sima, y cada día, sin falta, caminaba hasta la habitación anaranjosa a saludar y mostrar su respeto, recibiendo el mismo trato del Dios.
Ya parecían llevarse mejor después de un tiempo, sin embargo, la dama seguía detestando la personalidad dura y e incorregible del hombre, que, pese a tener su lanza, no aceptaba el hecho, debido a la poca propiedad que tenía sobre ella, así que, siendo simples, la extraña mujer con amnesia no había devuelto lo suyo, así que seguía siendo su propiedad y no le permitía abandonar la morada.
Otro suceso significativo fue que Charlotte cambió sus ropas al quedar inservibles las otras, pero no vistió como Guizhong ni ningún otro ser de Liyue, mucho menos adoptó el estilo de Morax; decidió, cuando tuvo el privilegio de parte de Menogias, vestir como una vez Ran lo hizo, como una persona proveniente de la nación de la eternidad, Inazuma, pero solo por puro respeto hacia ella.
—Es como ella dijo, no somos iguales, mas hay una unión en cuanto algunas cosas —fueron sus palabras cuando mostró sus ropajes nuevos, pues eran muy parecidos a lo que siempre utilizaba.
Cómo una persona que odiaba la ociosidad, comenzó a aprender de los que tenía más cerca. De Xiao a manejar mejor su lanza y su capacidad de pelea, de Guizhong a reparar utensilios, crearlos, y además a cuidar del jardín en el que las dos coexistieron; de los demás Yakshas la paciencia, la dureza de su carácter y la gentileza de una buena dama, así como la responsabilidad de su propia vida y de las que le rodeaban.
No fue en un parpadeo, pero de pronto, se sentía como en casa.
Y así su estancia en esa época solo se extendió, hasta que olvidó cuántos días habían escapado de sus manos.
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