Reto: You are the One than I want

https://youtu.be/itRFjzQICJU

MrBlueThorne

Kurt había pasado la mitad de su vida siendo descaradamente conformista. No solía detenerse a pensar que quería o que no quería. Si su madre quería que fuera a cortar el césped de su tía o se cortara el cabello, lo haría. Si su padre quería que entrara al equipo de fútbol de la escuela, lo hacía. Si Cindy quería que fueran algo más que amigos, haría lo que ella pidiera.

Nunca se detuvo a pensar si eso era lo que quería.

¿Y si querer no tenía sentido? ¿Cuál era la posibilidad de obtener lo que quería, de todas formas? Estaba bien con poco. No había nada más que pequeñas necesidades como respirar aire fresco o alimentarse. Él no quería; hacía lo que tenía que hacer.

Todo funcionaba como tenía que funcionar.

Hasta que descubrió que no le gustaba sonreír a las juzgonas amigas de su madre aunque ella insistiera que lo hiciera y el orgullo de su padre se sintió como una mentira porque no alcanzaba a comprender cómo alguien podría sentir orgullo por él, si él estaba hecho de caprichos y complacencias ajenas.

A su padre le gustaba que Kurt jugará fútbol y quisiera estudiar derecho como él; Kurt odiaba la idea de memorizar leyes que él rompería con mucho gusto si tuviera algo que realmente valiera la pena defender.

Su madre observaba una cara bonita que destacaba por las sonrisas que le había enseñado a regalar a personas que con mucho gusto, hablarían mal a sus espaldas. En algún punto comenzó a molestarle que su madre le dijera cómo debía comportarse e insistiera en que desempeñaba un papel importante en la sociedad como para ser otro muchacho del montón.

Entonces se planteó que quizás quería ser solo un chico más del montón.

Un único anhelo hizo que entendiera con claridad todo lo que no quería. No quería una novia de mentira, sonrisas falsas o correr todo sudoroso en una cancha de fútbol, bajo el sol de verano para complacer a un montón de gente que ni siquiera conocía.

No quería vivir en un mundo donde estuviera lleno de personas aguardando su momento para manejarlo a su antojo. Resultó haber estado viviendo en un mundo sumamente solitario.

Lo notó cuando, sorpresivamente, dejó de sentirse solo.

Era el comienzo del verano cuando conoció a Lucas. Ambos eran instructores del curso de verano de fútbol de la escuela primaria local. Lucas apareció con una cola de caballo alta y un largo cabello castaño lacio. Una enorme sonrisa lo hizo distinguido cuando dijo que solo estaba con sus tíos por el verano.

Se llevaban bien cuando juntos ayudaban a los niños a practicar. Fueron juntos a comer algunas veces después. Se hicieron amigos con rapidez. Lucas se carcajeó cuando Kurt dijo que solo estaba como instructor en el curso de verano como un favor a la amiga de su madre.

—Espera, ¿También juegas fútbol como un favor a tu papa? —preguntó Lucas entre risas, tratando de bromear.

Kurt no le encontró mucho sentido a bromear.

—A mi papa le gusta que juegue fútbol —le confesó.

—¿A ti te gusta?

No supo qué contestar. Suponía que lo hacía. Por la noche, durante largas horas de insomnio, dictaminó que no le gustaba. Odiaba el sol cegador, los uniformes le resultaban incómodos y correr le parecía agotador. Cuando llovía solo le resultaba peor. Odiaba ensuciarse con lodo y sentir que resbalaba en cualquier momento.

No, no le gustaba el fútbol.

Si no era obvio para Lucas que Kurt no tenía muy claro lo que realmente quería, lo fue cuando días después, Lucas le preguntó qué es lo que quería ser cuando se graduará del bachillerato. Estaban sentados en la cancha de fútbol a media noche; simplemente terminaron el curso y se quedaron horas hablando de cosas aleatorias y riéndose uno del otro.

Cuando la pregunta llegó, Kurt se quedó mudo.

—Mi papá quiere que estudie derecho —le contestó en un susurro—. Dice que seré un excelente abogado.

—Ay —Lucas hizo una mueca ante la respuesta—. ¿Qué es lo que quieres tú?

—Qué mi papá se sienta orgulloso —contestó sin pensar.

Porque se había obligado a sentirse cómodo con la idea de vestir de traje cada día de la semana y sentarse a revisar leyes en sus ratos libres. Su madre estaba segura de que con un trabajo como ese, fácilmente podría conseguir a una mujer que fuera la madre adecuada para sus futuros hijos. Si es que no se casaba con Cindy. Después de todo, las cosas debían terminar así: con él siendo un exitoso abogado y teniendo la familia perfecta que sus padres habían tenido.

—Podría ser difícil en algunos casos —le dijo Lucas, mirándolo como si fuera un niño pequeño—, pero un padre siempre va a querer que su hijo sea feliz al final de la historia. Incluso cuando no nos lo hacen saber.

Kurt quiso pensar que así era. Aunque no estaba seguro de que sus padres fueran felices si descubrían que él no sabía qué era lo que quería en realidad. Tal vez debía seguir con los planes, al menos durante algún tiempo. Tal vez debía comenzar a cuestionarse que quería y que no. O comenzar a conformarse.

Porque no quería que Lucas viera qué desastre era cada vez que le preguntaba si quería hacer algo después de impartir el curso. Claro que quería. Siempre quería. No sabía que quería.

Sus tiempos libres consistieron en revisar listas de actividades en Internet y ver películas con actividades que pudieran llamar su atención. Sólo entonces comprendió que cosas quería hacer y qué cosas no quería hacer. No quería pasar la tarde en la alberca pública del pueblo, no quería ir a cenar con su tía criticona y no quería comenzar a estudiar con antelación para los exámenes finales.

Quería ir a jugar boliche con Lucas, quería probar el restaurante de comida china en el centro del pueblo con Lucas, quería quedarse toda la tarde viendo películas en el sótano de los tíos de Lucas y quería... quería a Lucas.

No se dio cuenta en un principio. No hasta que Cindy intervino una mañana furiosa en su habitación y exigió hablar con él.

—Justo ahora voy a ir al lago con Lucas —le dijo Kurt sin entender la molestia de Cindy.

—¿Hablas de tu romance de verano? —preguntó ella, llevándose las manos a las caderas—. Al menos esperaría que tuvieras la decencia de terminar conmigo antes de...

En ese momento, Lucas elevó las cejas con sorpresa. ¿Romance de verano? ¿Terminar con ella? Todavía no estaba seguro de si quería o no continuar con su relación, no había pensado en ello. Cindy no le disgustaba. Simplemente... no lo hacía soñar. Tampoco estaba seguro de haber estado teniendo un romance de verano. Era ridículo. Lucas y Kurt se habían vuelto cercanos, pero no estaban viviendo un romance de verano o algo así.

Aunque Lucas le hacía querer. ¿Querer no era lo mismo que soñar? Lucas lo hacía soñar. Pero...

—Lucas es un chico —declaró Kurt, confundido.

—Puedes querer chicos —contestó Cindy con el ceño fruncido, pero transmitiendo algo de comprensión a Kurt—. Lo sabes, ¿Verdad? Puedes querer chicas, chicos, ambos o ninguno. ¿Qué es lo que quieres, Kurt? Porque dudo mucho que seguir conmigo sea lo que quieras.

Él también lo dudaba. Si lo dudaba, algo no debía tener sentido entre los dos, ¿No es así?

Cindy se acercó y colocó una mano sobre su hombro. Todavía lo miraba con comprensión y por algún motivo, Kurt quería romper a llorar. ¿Ella sabía algo qué él no sabía? Parecía saberlo, pero él no alcanzaba a comprenderlo. Nunca había querido nada, tal vez ahora que sospechaba realmente querer algo, todos los demás podían verlo.

—Kurt, está bien. Estas cosas pasan —dijo ella con suavidad—. La gente cambia de opinión todo el tiempo, solo hay que hacer las cosas bien. Si quieres terminar conmigo, no hay problema.

—Me gustas —declaró Kurt, porque lo cierto es que Cindy era muy linda—. Eres una chica super increíble y super interesante y no creo que haya alguien en quien pueda confiar más de lo que lo hago contigo. Es solo que... Lucas me hace querer cosas.

—Te hace quererlo a él —dijo Cindy como si fuera la cosa más obvia del mundo.

Ciertamente, lo era. Lucas le hacía querer ir al cine solo para poder sentarse a su lado, le hacía querer sentarse a comer solo para hablar con él y escucharle reír, le hacía querer sujetar su mano al verlo hablar con los niños en el curso de verano con la paciencia y los gestos más dulces del mundo. Quería observar a Lucas todo el tiempo, con su largo cabello peinado en diferentes maneras y sus largas pestañas resaltando sus bonitos ojos almendrados. Lo único que le gustaba del sol era ver como resaltaba la piel bronceada de Lucas.

—Por tú propio bien, creo que deberíamos terminar —dijo Cindy, con el comienzo de una pequeña sonrisa formándose en sus labios—. Te asesinaré si no comienzas a hacer un poco de lo que quieres hacer.

Pensó en lo mucho que quería tocar la mano de Lucas y acariciar su largo cabello castaño. Su rostro enrojeció repentinamente y lo único que consiguió, fue desviar la mirada avergonzado.

—¿Y qué si él no quiere lo mismo?

—No lo sabrás si no preguntas. ¿Acaso no estás harto de no querer? —Cindy apartó la mano de su hombro y dio media vuelta—. Hazme favor de apurarte, se te hará tarde para tu cita en el lago.

—¡No es una cita! —chilló Kurt.

Quisieras que lo fuera —se burló Cindy.

Si era honesto, justamente eso quería. Estaba cansado de no querer cosas, de temer al deseo de algo que no pudiera tener. Nunca había pensado en el esfuerzo que haría si tan solo tuviera algo por lo que realmente quisiera esforzarse.

De pronto quería ir al lado contrario al cual lo habían direccionado sus padres. Entonces eso hizo. Por qué todo lo que Kurt quería, era a Lucas. No importaba lo mucho que costará o lo mucho que le preocupará perderlo.

Juntó todo el valor que no sabía que tenía y tomó su mano justo como quería hacerlo. Le contó todos los secretos que ni él mismo sabía que tenía solo porque así lo quiso. Tocó su cabello, acarició sus mejillas, besó sus labios y compartieron sonrisas que no serían de nadie más. Solo porqué querían. Lucas fue todo lo que quiso ese verano.

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