Reto: Wake up
https://youtu.be/e12KryuLcbs
En el momento que vi como ese autobús escolar te arrollaba delante de mí me temí lo peor, mi cuerpo se paralizó sin saber qué hacer y mi cerebro colapsó. Sólo pude darle la orden de correr hasta donde estabas tirada en el suelo, fue horroroso, mi vida, la sangre brotaba de tu cabeza como la fuente de chocolate caliente que nos gustaba preparar en un día frío de nieve.
No buscábamos este final. Ni siquiera yo buscaba un final, aunque tú le pusieras el punto y final. Pero, ahí estas entre estas paredes frías con todos esos monitores pitando y un sinfín de gente entrando y saliendo, no puedo soportar verte tirada en una cama de hospital luchando por la vida y la muerte y yo aquí sin un rasguño.
No es justo. Yo descuidé la relación. Yo debería ser el que está ahí lleno de cables mientras tú vives la vida que siempre has querido y yo no te pude dar. Más bien no quise.
Desde que la ambulancia te trajo aquí hace ya cinco meses el hospital se ha convertido en una parte más de mi. En mi casa. No es el hogar que uno desea, ni es acogedor, ni tiene alegría, a pesar de ello es donde estás tú y no me importa si lo primero que me dices al despertar es que me vaya a la mierda, que no quieres volver a verme, que todo es mi culpa y que me odias, pero no te dejaré. No me iré jamás, permaneceré sentado en esta incómoda silla pidiéndote que vuelvas hasta el día que abras los ojos, después solo dependerá de ti mi destino.
Espero que siga siendo junto a ti.
En todo este tiempo han pasado muchas cosas las cuales no te vas a creer por el simple hecho de salir de mi boca, por desgracia son reales.
Lo primero, el conductor que te dejó así está detenido y durante una larga temporada lo único que verá serán los barrotes de la cárcel. Unos metros antes de impactar contra ti apartó la vista de la carretera porque se puso a forcejear con el adulto que vigilaba a esos pequeños indefensos al descubrir que se llevaba una botella de vodka a la boca. Muchos de los niños que iban subidos en el autocar acabaron con múltiples heridas y traumas, tú fuiste de las víctimas más graves, de hecho, la más grave, pero me parece una falta de respeto decir que eres la más damnificada cuando un niño de cuatro años que esperaba a su hermana junto a su padre falleció en el acto. Aunque no tengas un diagnóstico favorable sé que no te gustaría que te pusiera por delante, como también sé que con el corazón tan inmenso que tienes eres capaz de irte a cuidar a ese pequeño y asegurarle que sus padres le aman.
También te digo que me niego a pensar que no despertarás.
Pese a que el ser humano y las pruebas concuerdan en que ese borracho es el responsable de aquella tragedia, me siento como si yo manejase aquel autobús. Si te hubiese cuidado, si aquel día no te hubiese hecho enfadar hasta el extremo de salir de casa a gritos sin mirar lo que había a tu alrededor ahora estarías siendo la mujer más feliz del mundo por ver cómo avanza tu pequeño bebé. Por cierto, cada día es más grande. Yo lo estoy cuidando por ti. Te lo mereces, luchaste mucho para conseguir que esa pequeña boutique se hiciese realidad. Y lo has conseguido en tan solo tres semanas: Mar se ocupa de las ventas y yo del tema administrativo, los tres formamos un gran equipo.
—Tranquila, no te alteres. Deja de arrugar tu rechoncha nariz que te conozco.
Todo es tal y como lo diseñaste en tus planos. Cada color, cada material, cada mueble, cada olor, cada detalle ¡e incluso los milímetros que tenía que haber entre un estante y otro! Fue una auténtica locura el trabajo de los albañiles, no entendían por qué tenían que poner una bañera en medio del local. Era inútil explicarles esa visión que sólo en tu cabeza adquiría sentido, pero tenías razón. Tiene sentido y no sólo a los jóvenes les gusta la idea de pintar su propia ropa y complementos, van muchas abuelas en busca de regalos originales para sus hijos y nietos, y te tengo que decir que se lo pasan genial. Los miércoles por las mañanas la boutique es exclusiva para un grupo de señoras mayores que pagan para utilizar esa extraña y útil bañera para pintarrajear unos pequeños muñecos y traerlos a la planta infantil. Tu pequeño gran sueño hace feliz a muchos niños enfermos y sus familias, hay programado un día para que los niños más estables hagan una excursión a la tienda y que puedan olvidarse por un instante de sus problemas.
—Espera, no te enfades, por supuesto que es gratis.
No sabes lo bonito que queda tu nombre en el rótulo, aunque aquí tienes uno nuevo que han creado esos pequeños artistas a los que sólo ayudan sus familias.
Excepto la tuya.
—Como lo oyes, es la verdad. Lo verás.
A las dos semanas, cuando el médico vino y le dijo a tus padres que tienes un cinco por ciento de posibilidades de despertar se fueron, llorando sí, se fueron llorando de camino a firmar los documentos necesarios para desconectarte. Lo escuché todo desde fuera porque no me dejaban estar junto a ti, en parte los comprendía, nuestros meses previos al accidente no fueron los mejores. Pero la última palabra era mía, todavía seguíamos casados. Seguimos casados. No han vuelto a aparecer por aquí; creen que soy un egoísta y que lo único que hago es matarte lentamente al mantenerte conectada a estas dichosas máquinas. Marsha, que reparte su vida entre tu ahijada y tu sueño, saca tiempo para venir a verte antes de abrir la tienda, algunos de los niños que vienen a mostrarte sus obras, mi madre y yo somos tus únicas visitas.
—Sí, ¿verdad? Es extraño que yo no esté todo el día en mi oficina.
He hecho muy buenas migas con las enfermeras, me sé todos los nombres e incluso me conozco sus turnos y sus vacaciones mejor que su jefe. Hay días que ellas me ofrecen algunas de las pastas que tienen en su sala y yo les traigo café y pasteles todos los lunes después de pasar una hora fuera del hospital; me voy a casa a darme una ducha algo más a fondo que la que me doy aquí, me pongo el traje azul oscuro que tanto te gusta y me doy una vuelta por el despacho para asegurarme que no me mienten cada vez que me informan por teléfono o correo. Y vuelvo.
Vuelvo para cogerte la mano y esperar a que despiertes.
—Sólo le vi escribiendo una vez —me dice una enfermera en el momento que cambia el gotero que cuelga de una barra que me ayuda a caminar.
Luchando contra las lágrimas que ensucian mi visión y los papeles que tengo entre las manos le dedico una débil sonrisa.
—Se notaba que eras lo más importante en la vida de Collin.
—¿Sufrió? —Pregunto con mi angustiado tono. —No. Dormía agarrado de tu mano.
Porque sé que despertarás. Así que despierta Bethany, despierta tu corazón dormido para vivir el sueño que siempre soñaste.
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