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Bae caminaba en círculos por la sala, moviendo las manos con desesperación mientras intentaba razonar con Haewon.

—Haewon, escucha. No puedes seguir así. ¿Sabes cuántos mensajes me han enviado preguntando por ti? ¿Cuántos trabajos perdiste por desaparecer sin avisar?

Haewon estaba sentada en el suelo, frente a una vieja caja que había encontrado en un rincón. Revolvía su contenido con calma, ignorando por completo a Bae.

—No he desaparecido, Bae. Estoy aquí mismo.—Sacó un perrito de juguete de la caja y lo alzó con ambas manos, emocionada—. ¡Mira, un perrito!

Bae detuvo su caminata, mirándola con incredulidad.

—¿Qué demonios estás haciendo?

Haewon giró el perrito entre sus dedos.

—Me lo dieron la última vez que fui al aeropuerto.—Hizo una pausa, bajando las manos lentamente mientras pensaba—. Que fue hace... mucho tiempo.

Con una sonrisa, se sentó en el suelo cruzando las piernas como una canastita y encendió el perrito, observándolo caminar torpemente.

—¡Por el amor de Dios, Haewon!—Bae gritó, frustrada—. ¿Puedes dejar de jugar con eso y prestarme atención?

Haewon levantó la vista, todavía con la sonrisa tranquila que siempre lograba sacar de quicio a Bae.

—Te estoy escuchando.

—No, no lo estás.—Bae cruzó los brazos—. Estoy hablando de tu carrera, de lo que solías ser.

Haewon apagó el perrito y lo dejó a un lado antes de mirar a Bae con calma.

—¿Por qué sigues con eso? ¡Fue hace cinco años! Ahora tengo veintidos, Bae. Estoy vieja para eso.

Bae abrió la boca, sorprendida, antes de soltar una risa amarga.

—¿Vieja? ¡Por favor, Haewon! Sigues siendo joven, sigues siendo... tú. La gente todavía te recuerda, todavía te admira. ¿Sabes quién preguntó por ti la otra vez? Lily.

El nombre hizo que Haewon se tensara por un breve momento, aunque trató de ocultarlo. Bajó la mirada hacia el perrito, encendiéndolo de nuevo para evitar a Bae.

—¿Lily?—preguntó, fingiendo desinterés.

—Sí, Lily.—Bae se acercó—. Me dijo que le gustaría verte de nuevo, que...

—Déjalo ahí, Bae.—Haewon la interrumpió—. No necesito saberlo.

—¿Por qué no?—se quejó—. ¿Qué pasó entre ustedes? Antes de que te mudaras, parecían tan...

—Eso es cosa mía.—Haewon la interrumpió de nuevo, esta vez con un tono más firme.

Bae bufó, frustrada.

—¿Es por eso que no quieres volver? ¿Por ella?

—No quiero volver porque no quiero.—Haewon encendió el perrito una vez más, viéndolo caminar hacia una pata del sofá—. Estoy bien con mi vida ahora.

—¿En serio?—Bae se cruzó de brazos, mirándola fijamente—.Literalmente te besaste con Lily hace dos días.

El perrito en manos de Haewon se detuvo de golpe. Ella levantó la mirada, sus cejas alzándose en confusión.

—¿Qué?

—Tus pies estaban fuera del arbusto.—Bae cruzó los brazos mientras rodaba los ojos, claramente irritada—. ¿De verdad pensaste que nadie lo notaría?

Haewon parpadeó.

—¿Cómo sabes que era... yo?

—¡Haewon!—Bae la miró con incredulidad—. Estabas en el maldito suelo, detrás de un arbusto, con Lily. ¿Qué tan obvio quieres que sea?

Haewon no respondió, volviendo a encender el juguete para salvarse de toda la conversación.

—Es un buen perrito.

—Esto es imposible.—Bae rodó los ojos, dándose por vencida.

Haewon seguía en el suelo, observando al pequeño perrito de juguete caminar en círculos. Bae, sin embargo, estaba más frustrada que nunca. Se sentó frente a ella y le quitó el perrito de las manos con rapidez.

—Se acabó el jueguito, Haewon. Necesitas volver al modelaje. Es lo tuyo, siempre lo ha sido.

Haewon levantó la vista, despreocupada.

—Ya te dije, eso quedó en el pasado. Estoy bien ahora.

—¿Estás bien? —replicó Bae, incrédula—. Has estado desaparecida en redes sociales por meses, te aislas en este departamento y ni siquiera contestas los mensajes. ¿Eso es estar bien?

Haewon suspiró, recargándose contra el sofá.

—Estoy cómoda con mi nueva vida, ¿bien? No necesito volver a ese mundo.

—¿Cómoda? —Bae rió con sarcasmo—. Claro, ¿y qué vas a hacer cuando todo eso se termine? Porque tarde o temprano lo hará. Especialmente ahora que Lily está de vuelta en tu vida.

El nombre de Lily hizo que Haewon se tensara, pero fingió indiferencia con la vista en el suelo.

—Eso no tiene nada que ver.

Bae se inclinó hacia ella, mirándola fijamente.

—Oh, sí que tiene que ver. ¿O ya te olvidaste de lo que pasó en la fiesta? Porque yo no. Y dudo que Lily lo haya hecho.

Haewon frunció el ceño.

—Fue un impulso. Nada más.

—Un impulso—Bae cruzó los brazos—. ¿No te das cuenta de lo ridículo que suena?

Haewon se encogió de hombros, incapaz de responder. Sabía que Bae tenía razón, pero no quería admitirlo.

—Mira, Haewon —continuó Bae, con un tono más suave—. Sé que has pasado por mucho, pero esconderte no es la solución. El modelaje fue una parte importante de tu vida, de quién eres. Y no puedes dejar que todo eso desaparezca solo porque tienes miedo.

Haewon desvió la mirada, apenada.

—No es miedo. Es... no sé. No creo que encaje en ese mundo otra vez.

Bae sonrió ligeramente.

—Siempre has encajado, Haewon. Y ahora es el momento perfecto para regresar. Piensa en esto: si vuelves al modelaje, no solo recuperarás tu carrera. También tendrás una excusa para ver a Lily. Porque, admitámoslo, sabes que la sigues queriendo.

Haewon permaneció en silencio. Finalmente, suspiró y asintió con la cabeza.

—Está bien, lo haré. Pero solo porque no quiero seguir escuchándote.

Bae soltó una carcajada y se levantó del suelo.

—Claro, lo que digas.—se dirigió hacia el marco de la puerta—. Iré a comprar unas cosas.

Jinsol se alejó de la vista de Haewon seguido del ruido de la puerta cerrándose, indicando que ya se había ido.

Haewon miró el perrito de juguete, ahora quieto en el suelo.

—Espero que tengas razón.

El teléfono de Haewon vibró en la mesa de la cocina mientras ella se preparba un café. Una notificación en Instagram, la primera en meses desde que había decidido revivir su cuenta. "¡Haewon está de vuelta! ❤️" decía el comentario bajo la publicación que Bae había insistido en subir: una foto profesional tomada hace años, con una corta descripción: "Pronto."

Haewon rodó los ojos al ver la cantidad de comentarios que aparecían minuto a minuto.

—¿Pronto? ¿En serio, Bae?—murmuró, tomando el teléfono y llamando a su amiga.

—¡Por fin me llamas! ¿Viste lo rápido que explotó la publicación? —respondió Bae al segundo timbre, su tono victorioso.

—¿Qué demonios significa "pronto"? Apenas decidí esto ayer.

—Significa que tienes una reunión mañana con un agente importante y que tienes que causar una buena impresión. —El tono de Bae era despreocupado, pero firme.

Haewon tomó un sorbo de su café, sintiendo cómo el estrés comenzaba a apoderarse de ella.

—No sé si estoy lista para esto, Bae. ¿Y si no soy la misma de antes?

—¿No eras tú la que decía que estaba vieja para esto? —bromeó Bae, intentando aliviar la tensión—. Vamos, Haewon. Tienes todo lo necesario para triunfar. Solo necesitas recordarlo.

Haewon iba a responder, pero la voz de Bae la interrumpió.

—Deja de quejarte, ¿quieres? Estoy literalmente en mi casa, ¿a dónde piensas escapar esta vez?

Haewon dejó su taza de café en la mesa y rodó los ojos, mirando alrededor del departamento de Bae como si buscara una salida mágica.

—No estoy escapando, solo digo que esto es... rápido.

Bae entró a la cocina, cruzándose de brazos mientras la observaba con una ceja arqueada.

—¿Rápido? Haewon, llevas tres meses escondiéndote del mundo. Esto es lo contrario a rápido.

Haewon tomó otro sorbo de su café, evitando la mirada de su amiga.

—No sé si estoy lista para que me vean como antes. ¿Y si no soy lo que esperan?

Bae soltó un suspiro, caminando hasta ella y quitándole la taza de las manos.

—Primero, nadie espera que seas como antes. Esperan algo nuevo, algo mejor. Y segundo, ¿de cuándo acá te importa lo que piensen los demás?

Haewon abrió la boca para responder, pero Bae levantó una mano para detenerla.

—Ni lo intentes. ¿Sabes qué? Vamos a prepararnos para mañana. Nada de excusas.

—¿Prepararnos? —preguntó Haewon, arqueando una ceja.

Bae asintió con determinación.

—Sí, vamos a practicar cómo sonreír sin que parezcas obligada. Y de paso, encontramos algo que diga "Estoy de vuelta, perras".

Haewon no pudo evitar reír.

—Estás loca.

—Tal vez —respondió Bae, encogiéndose de hombros—, pero soy la loca que te sacará de este lío en el que estás metida.

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