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Really?
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El cumpleaños de Bae continuaba a su alrededor, pero para Haewon y Lily, todo se había desvanecido en un segundo plano. Mientras el bullicio de la fiesta llenaba el salón principal, ellas permanecían en el balcón, suspendidas en una conversación que parecía envolverlas en una burbuja de intimidad.

El viento de la noche acariciaba suavemente el rostro de Haewon, pero no era suficiente para calmar la tormenta en su interior. Lily, a su lado, se apoyaba contra la barandilla, observando cómo las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos.

—Haewon —rompió el silencio Lily—, si hubiera llegado a tiempo al aeropuerto… ¿habríamos resuelto esto antes?

Haewon dejó escapar un suspiro profundo, apartando la mirada hacia el horizonte.

—No lo sé, Lily. Quizás no estábamos listas para enfrentarlo en ese momento. —Sus palabras salieron calmadas, pero cargadas de reflexión—. A veces pienso que incluso si te hubieras presentado, el miedo nos habría vuelto a separar.

Lily asintió, pensando en los meses que había pasado reviviendo los momentos que compartieron, cuestionando cada decisión. Sus dedos jugaron con una hebra de su cabello, algo que siempre hacía cuando estaba nerviosa.

—Es curioso cómo hemos cambiado tanto, pero… en algunos aspectos seguimos siendo las mismas chicas de antes —comentó Lily, sus labios curvándose en una sonrisa pequeña pero sincera.

Haewon la miró, algo nostálgica.

—Lo sé. Nunca dejamos de serlo.

El murmullo lejano de la fiesta volvía a ser un recordatorio de la realidad que las rodeaba. Bae, probablemente, las estaba buscando, pero por primera vez en mucho tiempo, Haewon no tenía prisa por volver a integrarse.

—¿Sabes? —dijo Haewon de repente—. Siempre pensé que el amor era algo que podías apagar cuando te das cuenta de que no puedes tenerlo.

Lily la miró fijamente, expectante.

—¿Y te diste cuenta de que no es así? —preguntó Lily con suavidad.

—Exacto —asintió Haewon—. Lo sentí por ti incluso cuando creía que estaba bien dejarte ir.

El aire entre ellas se volvió denso de nuevo, pero esta vez no era incómodo. Era como si todas las palabras no dichas, los sentimientos no admitidos, finalmente encontraran su camino a la superficie. Las heridas aún estaban ahí, pero algo nuevo comenzaba a nacer en ese mismo lugar.

—¿Y ahora? —preguntó Lily, insegura, pero a la vez esperanzada.

Haewon sonrió, una sonrisa ligera pero auténtica.

—Ahora… no lo sé. Pero creo que por primera vez en mucho tiempo, estoy dispuesta a descubrirlo.

Lily se acercó un poco más, lo suficiente para sentir la calidez de Haewon a su lado.

—Yo también.

Ambas quedaron en silencio, dejando que las emociones se asentaran entre ellas. La fiesta aún retumbaba detrás, pero para Haewon y Lily, el verdadero encuentro había ocurrido aquí, en este balcón, en esta conversación que las había acercado más que nunca.

Las luces de la ciudad titilaron una vez más, testigos de lo que estaba por venir.

El silencio que siguió fue cómodo, cargado de una conexión que ninguna de las dos había sentido en mucho tiempo. Lily observó de reojo a Haewon, que seguía con la mirada fija en el horizonte. Había algo diferente en ella ahora, una especie de calma que Lily no recordaba haber visto antes.

—Haewon... —Lily volvió a romper el silencio, esta vez con algo más en mente—. ¿Qué pasa si... intentamos de nuevo?

Haewon la miró, sorprendida. No había esperado escuchar eso, no después de todo lo que había pasado.

—¿Intentar de nuevo? —repitió, como si necesitara asegurarse de que había oído bien.

Lily asintió lentamente, sus ojos reflejando la luz tenue que venía del interior de la fiesta.

—Sí. Quizás esta vez podamos hacerlo bien. Sin secretos, sin miedo a lo que pueda pasar.

Haewon soltó una risa suave, como si la propuesta fuera agridulce.

—Suena tan simple cuando lo dices así —murmuró, entrelazando sus dedos con los de Lily casi sin darse cuenta—. Pero sabes que no lo es. Nunca lo ha sido.

—Lo sé —admitió Lily—. Pero nunca quise rendirme contigo, Haewon. Ni siquiera cuando pensé que todo estaba perdido.

Haewon bajó la mirada a sus manos entrelazadas. Una parte de ella quería decir que sí, que quería volver a intentarlo con Lily. Pero otra parte, la más racional, le recordaba todo lo que las había separado en primer lugar.

—No quiero que terminemos haciéndonos daño otra vez, Lily —dijo Haewon con sinceridad—. Ya fue bastante difícil la primera vez.

Lily apretó suavemente su mano, manteniéndola firme.

—Tal vez no se trata de no hacernos daño, sino de aprender a sanar juntas.

Las palabras de Lily se quedaron flotando en el aire, resonando en el pecho de Haewon. Nunca habían hablado de esta manera antes, tan abiertas, tan vulnerables. Y aunque el miedo seguía ahí, algo en el interior de Haewon comenzó a ablandarse.

—¿Estás segura? —preguntó finalmente, con la voz suave, buscando alguna señal de duda en los ojos de Lily.

Lily le sostuvo la mirada y, sin titubear, asintió.

—Nunca estuve tan segura de algo en mi vida.

El viento volvió a acariciar sus rostros, trayendo consigo la sensación de que, tal vez, esta vez las cosas podrían ser diferentes. Tal vez, solo tal vez, podrían enfrentarse a sus miedos juntas.

Haewon, finalmente, sonrió, una sonrisa genuina, la primera en mucho tiempo.

—Entonces... vamos a intentarlo.

Las palabras salieron más firmes de lo que esperaba, y en ese momento, ambas supieron que el futuro, aunque incierto, ya no sería un lugar solitario para ninguna de las dos.

Lily se inclinó un poco más cerca, sus labios rozando apenas la mejilla de Haewon en un gesto que era mitad promesa y mitad alivio. Y mientras la música de la fiesta seguía resonando a lo lejos, ellas, en ese pequeño balcón, habían encontrado algo más importante que una celebración: la posibilidad de volver a empezar.

—Gracias —susurró Lily, apoyando su cabeza en el hombro de Haewon.

—No, gracias a ti —respondió Haewon, dejando escapar una pequeña risa, esta vez sin dolor—. Por no rendirte.

El momento en el balcón se sentía tan real, tan perfecto, que Haewon no pudo contenerse. Se inclinó hacia Lily, sus labios buscando los de ella en un beso que sabía a redención. Fue suave, pero cargado de todo lo que no se habían dicho, de todo lo que habían callado por tanto tiempo. El contacto fue breve, pero lo suficiente para que el corazón de Haewon latiera con fuerza, como si algo hubiera cambiado en su interior.

Pero de repente, todo se desvaneció.

Haewon abrió los ojos, desconcertada, y ya no estaba en el balcón ni junto a Lily. Se encontraba sentada en la cocina de Bae, apoyada sobre la mesa. La luz del amanecer se colaba por las cortinas, y un ligero dolor de cabeza pulsaba en sus sienes. Frente a ella, Bae la observaba con una sonrisa divertida.

—¿Qué? —preguntó Haewon, aún confundida y desorientada.

—Bebiste mucho anoche —le dijo Bae, extendiéndole un vaso de agua—. No esperaba que vinieras a mi cumpleaños y terminaras así. ¿Estás bien?

Haewon tomó el vaso, aún tratando de procesar lo que había pasado. Todo lo del balcón, todo lo de Lily… ¿Había sido un sueño? El beso, las palabras, la conexión que sintió… ¿todo eso no había sido real?

—No puede ser —murmuró para sí misma, sorbiendo el agua y sintiendo el alivio inmediato del líquido en su garganta seca. Se quedó en silencio un momento, aún tratando de entender lo que acababa de pasar.

Bae arqueó una ceja, apoyándose en la mesa, claramente intrigada.

—¿Qué no puede ser? —preguntó, con un toque de humor en la voz—. No me digas que soñaste con algo interesante mientras dormías aquí.

Haewon no pudo evitar sonreír ante el tono burlón de Bae, aunque su mente aún estaba atada al sueño, a lo que sentía que había sido tan real.

—Fue un sueño extraño —dijo finalmente, mirando el vaso—. Creo que necesito procesarlo un poco.

Bae la miró con curiosidad, pero no presionó más. Simplemente se sentó a su lado, y ambas se quedaron en silencio por un rato, mientras Haewon intentaba despejar la confusión de su mente.

Haewon se quedó mirando el vaso de agua en sus manos, sus pensamientos aún nublados por la imagen de Lily y ese beso que parecía haber sido tan real. El silencio en la cocina se alargaba, pero Bae no parecía tener prisa por hablar, dándole a su amiga el espacio que claramente necesitaba.

—¿Qué soñaste? —preguntó Bae finalmente, con la misma suavidad que solía usar cuando sabía que algo pesaba en el corazón de Haewon.

Haewon suspiró y dejó el vaso sobre la mesa. La pregunta de Bae la obligaba a enfrentarse a lo que había experimentado, aunque no sabía si estaba lista para compartirlo.

—Soñé con Lily —admitió en voz baja, como si las palabras fueran más pesadas de lo que deberían—. Estábamos en el balcón, en tu fiesta. Hablamos de cosas que nunca habíamos dicho antes… y luego la besé.

Bae frunció el ceño, sorprendida. No era frecuente que Haewon hablara tan abiertamente de sus sentimientos por Lily. Sabía lo importante que había sido esa relación no declarada para ella, pero también lo mucho que le había costado dejarlo atrás, o al menos, intentarlo.

—¿Y cómo te sentiste? —preguntó, manteniendo su tono neutral.

Haewon se pasó una mano por el cabello, todavía tratando de poner en orden sus pensamientos.

—Fue tan real… —dijo lentamente—. Sentí que por fin estábamos resolviendo algo. Pero luego… desperté aquí. Y ahora no sé si fue solo un sueño o mi subconsciente jugando conmigo.

Bae la miró con empatía, sabiendo que aquello iba más allá de un simple sueño.

—A veces, los sueños nos muestran lo que no nos permitimos sentir cuando estamos despiertos —dijo suavemente—. Quizás es una señal de que aún tienes cosas pendientes con Lily.

Haewon asintió, sabiendo que Bae probablemente tenía razón. Pero incluso si el sueño había sacado a la superficie esos sentimientos no resueltos, el problema seguía siendo el mismo: Lily no estaba allí, y el tiempo que habían pasado separadas había dejado una brecha difícil de cerrar.

—Puede ser —murmuró Haewon—. Pero no sé si tenga sentido ahora. ¿Qué haría con eso? No puedo cambiar lo que pasó.

Bae la observó en silencio por un momento, antes de encogerse de hombros con una sonrisa comprensiva.

—A veces, lo que pasó no es tan importante como lo que aún puedes hacer. Si crees que vale la pena, tal vez deberías hablar con ella, resolver lo que quedó pendiente. Aunque no cambie nada, puede que te dé algo de paz.

Las palabras de Bae resonaron en Haewon, pero no estaba segura de si tenía la valentía para enfrentarse a esa conversación con Lily. Había tanto que no se dijeron, tanto que no había tenido el valor de enfrentar antes.

—Lo pensaré —respondió finalmente, sin comprometerse a nada más.

Bae le dio una pequeña palmada en la espalda, antes de levantarse de la mesa.

—Bueno, mientras piensas en eso, ¿quieres desayunar? —le preguntó, tratando de aligerar el ambiente—. Dudo que te hayas levantado con hambre, pero no puedes vivir solo de agua después de una noche como la de ayer.

Haewon sonrió levemente, agradecida por la manera en que Bae siempre sabía cómo aliviar la tensión. Aunque su mente seguía llena de pensamientos sobre Lily, el ruido familiar de la cocina y la presencia reconfortante de su amiga la ayudaban a mantener los pies en la tierra.

—Sí, desayuno suena bien —dijo, tratando de dejar a un lado el torbellino de emociones, al menos por un rato. Pero sabía que el tema de Lily seguiría acechando en su mente, esperando el momento adecuado para salir a la luz.

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