06

—TaeHyung, Sana y HoSeok son míos.— pelea el pequeño JungKook de ocho años abrazándose a las serpientes y sacándole la lengua a su gemelo.

—No me importa mocoso, NamJoon y Tzuyu son míos.— se defiende SeokJin, sonriendo altaneramente.

—Yo tengo más.— insiste JungKook.

—No es cuestión de cantidad.— resopla SeokJin.

JiMin mira a sus hijos con el ceño fruncido y resopla, JungKook suele pelear con SeokJin por todo y es imposible controlarlos. Observa a YoonGi, quien se encuentra a su lado, tomándole la mano y sonriendo a sus hijos con adoración.

—Está bien pequeños, no discutan mas y vayan a jugar.— ordena el peliblanco siendo consciente de que su flor se encuentra malhumorada.

JungKook no duda ni un solo instante, da unos brinquitos de felicidad y se va corriendo con las tres serpientes enrolladas en sus bracitos. SeokJin por otro lado mira a sus padres con diversión unos instantes y toma las dos serpientes que se enrollan en sus piernas.

—Los mantendré ocupados y cuidaré, en la noche nos iremos directo a nuestro nido, solo hagan algo con sus aromas.— dice antes de también salir.

JiMin se sonroja hasta las orejas y jadea, YoonGi se dobla de tantas carcajadas por su expresión y agradece que el mayor de los gemelos sea tan comprensivo. Era bastante obvio que ambos adultos estaban en celo, pero intentaban controlarse hasta la noche por el bien de sus pequeños.

NamJoon, HoSeok, TaeHyung, Tzuyu y Sana que eran igual a YoonGi, cambiaformas de titanoboa, aún no lograban controlar su imagen, no podían convertirse en humanos. SeokJin y JungKook tenían un problema bastante parecido, ya que al ser híbridos como JiMin deberían poder ocultar sus escamas y colmillos, pero no estaban aún en una edad suficientemente madura.

YoonGi había aclaro todas las dudas de JiMin cuando le contó que era normal que su temporada infante durará hasta los diez años y luego, a partir de los once años, empezaran a desarrollar más capacidades.

Afortunadamente no había más preocupaciones que esas, nadie había pisado la isla luego de ellos y llevaban una vida muy tranquila, con todo lo necesario proveído por la naturaleza.

—No te rías, fósil de lagartija.— refunfuña JiMin siseando.

—Uh, ya vi de quien saco el humor SeokJin.— canturrea YoonGi tirando de su mano para acercarlo completamente a él y subirlo a sus piernas.

—Calla, que JungKook es igual a ti.— se defiende JiMin meciendo sus caderas.

YoonGi no lo niega, lo toma por la cintura y lo ayuda a moverse para provocar fricción entre sus intimidades. No quieren perder el tiempo y es que pocas veces tienen la oportunidad de unirse desde que sus bebés nacieron.

JiMin estaba completamente húmedo y hambriento, desde que se convirtió en un híbrido se dio cuenta de que desarrolló un apetito especial para el sexo cada cierto tiempo y YoonGi le explico que era cuestión de su parte animal.

—¿Lo quieres aquí?— duda el peliblanco besándole el cuello y bajando lentamente su mano hacia su vagina para acariciarla sobre la tela de la ropa.

JiMin asiente —Sí, pero también aquí.— señala, tomándole la mano para dirigirlo hacia su trasero —Quiero sentirte por todas partes.

YoonGi tiene un brillo salvaje en su mirada, la titanoboa en su interior amenazando con salir a la superficie y tomar su forma animal para complacer a su pareja. Se controla respirando profundo, sus dos erecciones brincan y suspira, no duda en desabrochar la ropa de JiMin para desnudarlo totalmente.

—Tus deseos son ordenes mi flor, pero no me pidas que sea suave si vas a tentarme de esta manera.— advierte con su voz más ronca de lo habitual.

JiMin gime por lo bien que se escucha, también se encarga de retirar las ropas que el peliblanco lleva y una vez sin estorbos de por medio se lanza encima de él. Necesita demasiado a YoonGi, no tiene miedo de tomar todo lo que tiene y quiere hacerlo a su manera, intentando llevar el control, aunque cediendo en el momento adecuado.

—No quiero que seas bueno, deseo que seas malo, me gusta cuando lo eres.— le anima coquetamente, alzándose sobre él para tocarse a sí mismo e introducirse un dedo para prepararse correctamente.

YoonGi relame sus labios, una sonrisa enfermiza surca su rostro y recuerda las veces que suele morder demasiado a su flor, cuando lo lleva a los bordes de la locura con su veneno para nublarlo de placer.

JiMin sabe lo que está haciendo, pero ama cuando la personalidad de la titanoboa se hace presente, cuando su pareja deja de ser tierno y amoroso para transformarse en un salvaje y sádico.

No es que fuera de forma verdadera, el animal se mantenía dentro de YoonGi, sin salir y cambiar de forma, pero siempre amenazando con hacerlo.

Sin embargo, JiMin encontraba mucho placer en tenerlo de esa manera, su interior le pedía que lo hiciera así y no sabía exactamente por qué. YoonGi solía decirle que quizás era su parte serpiente interior, aunque no sabían muy bien si tenía una o no, por eso es que le pedía continuamente que no lo provocara.

En algún punto la titanoboa podría tomar el control, cambiar de forma y querer tomarlo en su forma animal sin mantener la cordura dentro de sus actos y YoonGi no quería que eso sucediera porque podría lastimarlo. Pero JiMin no escuchaba sus razones, a veces la voz en su mente era tan fuerte que no podía llevar las riendas de sus acciones y terminaba haciéndolo inconscientemente.

YoonGi asiente —Seré malo, solo sí mi flor promete no morder.— ofrece siendo sensato de que esa acción suele atraer mucho a la titanoboa.

—Pero... me gusta llenar tu cuello de marquitas.— pucherea JiMin insertándose dos dedos en el trasero y penetrándose a sí mismo, extendiendo sus paredes.

Oh mierda, YoonGi no puede centrarse en lo que dice, está demasiado perdido viendo como el lubricante se desliza por la parte interna de sus muslos, oliendo demasiado a flores. Su lengua bifurcada sisea, anhelando saborear todo ese delicioso néctar, pero se mantiene en su lugar, aferrando sus pálidas manos a las caderas de JiMin para controlarse.

—Está bien, puedes hacerlo, siempre y cuando no te excedas.— cede porque jamás podría negarse a su pareja.

JiMin sonríe satisfecho e introduce un tercer dedo, sus ojos plateados brillan intensamente y puede ver que los dorados de YoonGi también lo hace, ambos cayendo un poco en sus instintos.

—Quédate quieto, quiero tomarlo yo solo.— ordena el pelirrubio dándose por listo y tomando los dos miembros del contrario con sus manitas.

YoonGi no responde, prefiere ver lo que hará y deja que JiMin los dirija a sus dos entradas, luego se sienta sobre ellas, enterrandolas por sí mismo de manera lenta. El placer golpea a los dos, la oleada caliente recorriendo todo su interior, siempre que se unen hay ese lazo que les permite disfrutar de las sensaciones que tienen al doble de lo normal.

—Estas tan apretado y húmedo como la primera vez.— comenta YoonGi entrecerrando sus ojos y mordiendo su labio inferior, sus miembros están siendo absorbidos.

JiMin ladea el rostro, su rostro inocente se llena de maldad y adora como su travesura logra debilitar un poco las defensas de su pareja. Comienza a dar brinquitos lentos y duros, torturando al contrario para enloquecerlo.

YoonGi intenta no caer, pero es imposible, pronto se encuentra moviendo las caderas con salvajismo, intentando obtener todo cuanto quiere y su flor se retuerce es gemidos.

—Más~ más~ por favor.— suplica JiMin desesperado, una voz retumbando en su cabeza —Suga, tómame, te lo ruego.— insiste.

—Chimmy.— gruñe YoonGi, sus colmillos volviéndose más largos y enterrandolos al instante en el cuello de su pareja para inyectarle veneno.

Ambos humanos ya no están tan cuerdos de lo que pasa, sus serpientes han tomado cierto control de sus cuerpos, reconociéndose mutuamente. JiMin si tenía otra forma, pero nunca le daba demasiado poder para lograr rozar el límite y cambiar de lugar con él.

Suga, que es el nombre de la titanoboa de YoonGi, para este momento no puede sentirse más completo, logrando finalmente marcar a su destinado.

Chimmy, la serpiente de JiMin, no se queda atrás y en cuanto el contrario se aparta, se lanza a su cuello para también morderlo y llenarlo de su veneno.

Después de ese intercambio es cuando YoonGi y JiMin vuelven al mando, los dos más acalorados y necesitados por el afrodisíaco en sus organismos. Las penetraciones se vuelven demasiado rápidas y duras para que continúen en esa posición.

YoonGi simplemente toma a JiMin para elevarlo y echarlo en su nido, dejándolo bajo él para dominarlo y follarlo de manera bruta.

—Ah~ tan bueno.— gime el pelirrubio sintiendo el orgasmo construyéndose.

Eres mío.— sisea YoonGi contra su oído, posesivo y dominante, queriendo ver su sumisión y entrega.

—Soy tuyo.— afirma JiMin temblando ante él de buena manera.

YoonGi aprovecha ese instante para enterrarse fuertemente, sus dos miembros liberan una gran cantidad de caliente y espeso semen. Esta vez no hay huevos por que su lado animal ya no siente esa necesidad, pero eso es remplazado con su esencia, tan desbordante que el pelirrubio podría vomitar.

—Flor~— gruñe YoonGi dejando caer su frente en sus esponjosos pechos para lamerlos y morderlos mientras termina.

JiMin sufre los espasmos de un múltiple orgasmo, no sabe en qué momento su culo se sintió tan bien o su vagina simplemente explotó en placer, solo sabe que estuvo bien y que quiere más.

Suga.— le llama ansioso.

YoonGi tiene presente de que esta vez no es su JiMin quien habla, sino el Chimmy de su titanoboa y deja totalmente el control para que ellos puedan reunirse sin nada de por medio que los continúe separando.

Suga se hace presente, la enorme serpiente albina de 15mts rodea al humano y lo enrosca con sus escamas para apresarlo, una manera de jugar con él. Pero Chimmy también quiere salir, se convierte en una serpiente amarilla con manchas blancas que mide más o menos 13mts y se entrelaza con su pareja.

Se mantuvieron en esa forma, hasta que la noche se hizo presente y sus pequeños hijos volvieron a ellos, aunque esta vez los siete se unieron a su nido. Los instintos estaban en su punto, quizás gracias a sus formas animales, lo comprobaron cuando todos y cada uno de los bebés tomaron forma humana completamente por primera vez.

JiMin y YoonGi se sumaron luego de breves minutos, en los que permitieron a Suga y Chimmy convivir con sus pequeñas crías. Ahora todos tenían la armonía perfecta con sus lados tanto animales como humanos y podrían tal vez utilizar eso para ir de vez en cuando a la ciudad.




Chimmy en su forma animal:

Suga en su forma animal:

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