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"Chico, eres como nadie más y estás derribando mis defensas"
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YoonGi ya había vivido millones de años en la tierra, sobreviviendo gracias a las múltiples capas de tierra que lo mantuvieron oculto durante la extinción de los dinosaurios. Su hogar siempre fue la mina y fue allí donde se refugió durante todo ese tiempo, pero cuando una parte de ella salió a la superficie quedó expuesto y tuvo que conocer su nuevo entorno.
Recuerda que había tenido que usar varias veces su forma humana para ir a la urbanización, investigaba el comportamiento de los seres que comenzaron a poblar el mundo y presenciaba todo desde las sombras. Nunca se quedó más de un día en algún sitio, siempre volvía a su territorio y regresaba a su forma de titanoboa, ya que de esa manera se sentía más seguro.
Llevó una vida relativamente tranquila y no tenía preocupaciones porque la zona donde estaba su hogar no solía llamar la atención de los humanos. Además, se encargaba de todos y cada uno de los que pretendían hacerlo, odiaba que interrumpieron su paz y los asesinaba sin piedad.
La cantidad fue aumentando, hubo muchos que trataron de asentarse en sus tierras y otros más que intentaron entrar a su mina, todos muertos al final. No sabía a qué venían o que deseaban, pero a él no le importaba ni un poco, solo dejaba que su instinto animal se encargará.
El momento exacto en que todo cambió fue cuando llegó este grupo, YoonGi los había visto llegar desde el inicio y espero para ver sus acciones, intentando aprender de la actualidad. Estaba en su forma humana y sus ojos dorados no se apartaban de uno de los exploradores en especial, su aroma a jazmines lo tenía bastante tentado y cuando menos lo esperaba estaba dominado.
La titanoboa reconocía a ese humano como su pareja y como nunca en sus millones de años de vida sintió algo parecido, estaba descontrolado, aunque no solo era el lado animal quien se sentía así.
YoonGi no tenía mucho conocimiento sobre lo que eran los sentimientos, pero la forma en que su corazón se aceleró, su estómago se retrajo y sus fosas se llenaron del delicioso aroma, le dieron un indicio de que efectivamente cayó.
Estuvo escuchando y mirando con atención para crear un plan, no podía acercarse directamente porque sus instintos de serpiente le impedían atrapar a su presa sin un acecho previo. Sinceramente lo más importante para él era atrapar a su pareja y dejar a los demás, pero cuando comprendió que esos otros humanos desprendían odio, desprecio y deseo, cambió de planes.
No dejaría que ninguno tocará a su flor.
La rabia y el odio casi se lleva su cordura al ver como uno de los hombres, aquel que olía a deseo, tocó a su pareja, pero se controló. Se repitió múltiples veces que su flor era un humano y que lo asustaría si actuaba tan salvajemente.
Pensó que sería mejor verlo de cerca, así que se acercó, quizás demasiado, a su tienda de dormir y dominado por su deseo de aspirar más de su delicioso aroma a jazmines entró en ella. Estuvo restregando su olor a ámbar en todo, frotándose contra la almohada, contra el saco de dormir y las prendas que parecían pertenecer a su pareja, solo quería marcarlo por unos segundos.
Pero JiMin lo atrapó en el acto y no supo qué hacer, solo pensó en usar sus poderes de serpiente e hipnotizarlo para dormirlo, no podría recordarlo. Se quedó helado, sintiéndose culpable al verlo caer de rodillas y se acercó para acostarlo correctamente. También permaneció a su lado, mirándolo durante unos instantes y apreciando su delicada belleza.
La titanoboa estaba contenta, siseando por tenerlo tan cerca y quería morderlo, poseerlo y llevarlo consigo. Como animal solo pensaba en eso, hacerlo suyo, aparearse y reproducirse, formar su nido de bebés.
Mientras que YoonGi no se encontraba muy distinto, sus pálidas mejillas estaban sonrojadas y necesitaba calmarse porque las cosas no funcionaban tan así. Una idea cruzó por su mente, solo sería una probada, solo un poco y es que en serio lo necesitaba para saciarse.
Se aproximó al rostro de JiMin, se inclinó levemente hacia un lado y abrió su boca para sacar su larga lengua bífida. Fijó sus orbes dorados en los pomposos labios de su pareja y los lamió lentamente, dejando una cantidad considerada de saliva, que inconscientemente el contrario relamió.
YoonGi sonrió, pero luego entristeció —Ni siquiera lo recordara.
Salió de la tienda y pensó en volver a su hogar, pero se detuvo cuando el ambiente se llenó del asqueroso olor a deseo proveniente de uno de los hombres, al cual había visto tratar mal a su flor.
La titanoboa esta vez no se tuvo que contener, tomó su forma animal y utilizó sus poderes para atrapar a su víctima. Formó niebla, llenó el ambiente de miedo y se encargó de impedir que provocará cualquier sonido porque eso podría alarmar a los demás. Luego de encargarse del humano, simplemente volvió a la mina, arrastrando sus escamas, hasta llegar a su lecho de tierra para descansar.
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—¡Despierta!— grito Oswald, estrujándolo por los hombros.
JiMin despertó al instante, abriendo los ojos más de lo normal por el susto y vio al contrario con un poco de molestia por su rudeza, su piel se sentía escocer.
—¿Qué sucede?— pregunta desconcertado.
—Mientras tú dormías como una princesita buscamos a James, pero no está en ningún lado y Richard dice que deberíamos marcharnos, algo no está bien.— respondió, alejándose y mirándolo fijamente.
JiMin no responde, solo se pone de pie y se estira, pero sin darse cuenta de que en algún momento de la noche las vendas en sus pechos se desacomodaron y ahora pueden notarse, tanto que Oswald se confunde.
—¿Eres una chica?
La pregunta del mayor hace que JiMin reaccione y cruce sus brazos sobre su pecho para ocultarlos, no sabe cómo pudo haberlo olvidado, debió estar muy cansado para no recordarlo. Aunque la realidad era que estaba bastante atontado por lo que sucedió en la noche, el aroma a ámbar y el sabor sobre sus labios, habían sido como una droga que aún no sacaba de su sistema.
—Te dije que no tardaras, esto es una mierda.— exclama la voz de Richard con molestia, no muy lejos, y Oswald no contesta porque está procesando aún.
JiMin mira con súplica al hombre, intenta rogarle que guarde el secreto, que no comente lo que acaba de ver y tenga piedad. Oswald se gira hacia donde Richard está, a solo unos pasos de ellos, y señala al menor con disgusto.
—Es una maldita mujer.
Richard no le cree y se burla al comienzo, pero al notar el silencio de su amigo se calla y avanza hacia ellos. Observa dentro de la tienda de dormir y a JiMin, la forma en que se cubre, su cuerpo tembloroso y sus ojos llenos de lágrimas.
Se dice que no puede ser verdad, la universidad sabía que debía ser un equipo de hombres para la expedición y le habían puesto a una mujer. Sin delicadeza o empatía lo toma por el antebrazo, lo arrastra y lo lanza contra el piso terroso, está realmente furioso.
—Una jodida carga, no puedo creer que nos engañara con unos cuantos trapos.— bufa, mirando a JiMin con asco y repudio.
—¡Soy un chico!— grita JiMin desesperado y harto.
Richard y Oswald se ven entre sí unos instantes, hablando sin palabras entre ellos y toman una decisión. Ambos están de acuerdo en que no tienen ninguna obligación de cuidarlo, así como tampoco es de su interés continuar buscando a James. Saben que este lugar no es precisamente seguro, por algo la universidad les había proporcionado armas y todo lo necesario para sobrevivir un tiempo.
JiMin era el único que no sabía nada.
—Nos iremos, tomaremos el jeep y no vendrás con nosotros.— sentencia Richard, dándose la vuelta y tomando la mochila que armó unos instantes atrás.
—Pero...
—Una mujer no debería estar aquí, así que es tu culpa por haber actuado como si fueras un hombre.
JiMin no puede creer lo que dice el viejo y mira como Oswald también recoge sus cosas para marcharse, no comprende por qué se comportan así. Se supone que ellos son hombres, son heteros, aman a las mujeres, se acuestan con mujeres y todo eso...
¿Por qué lo odian ahora que saben lo que es?
—Puedes caminar hasta la carretera, de vez en cuando pasan autos y te darán aventón, no nos mires así.— comenta con desgano Oswald.
—Te servirá para adelgazar, cerda marimacha.— agrega Richard entre risas.
Mierda, esto es demasiado, deben estar bromeando y es que JiMin no los entiende. Primero lo odiaban por ser un hombre afeminado y ahora por ser una mujer masculina, además de su obesidad.
¿Cuándo lo aceptarían?
Jodidos estereotipos.
—Entonces vayánse, pendejos y me decían maricón a mí, pero ustedes son los poco hombre por largarse cuando uno de los suyos desaparece y nos abandonan.— se defiende con rabia y no ha pensado lo que dijo, las consecuencias que podría traer, solo exploto.
—Tenías que cagarla.— resopla Oswald, acariciándose las sienes y mirando a Richard —Estaré en el jeep, no la mates.— dice y se retira.
JiMin se estremece, sigue en el suelo y mira cómo el hombre viejo se acerca a él con las manos hechas puño, lo golpeará, está seguro. El primer puñetazo no tarda en llegar, su mejilla reciente el daño y luego una patada va directo a su estómago. No sabe defenderse, solo logra hacerse bolita para aminorar la violencia y solloza, acallando sus alaridos a la vez que muerde su labio inferior.
—¿No que muy hombre?— cuestiona con ironía Richard, satisfecho de haberlo molido —Eso te enseñará a comportarte por lo que en realidad eres, una JODIDA MUJER.— resalta, tomándole por el cabello para alzarle la cabeza y carcajearse.
JiMin apenas puede sostener sus párpados, todo le duele y no sabe qué sucede después, siente la tierra contra su piel y su nariz vuelve a inundarse de ámbar.
YoonGi sale de la mina velozmente en su forma de titanoboa y Richard lo ve venir, en toda su vida había visto una serpiente tan grande y extraña. Lo único que puede hacer es correr, no ve a JiMin o algo parecido y es que ni siquiera le importa que sea devorado por esa cosa.
—¡Enciende el vehículo!— grita a todo pulmón.
Oswald lo escucha, ve por el retrovisor a su compañero correr con el rostro pálido y luego lo que viene detrás de él. Claro que no tarda en reaccionar, los motores resuenan, pero como cosa adrede no logra arrancar.
—Vamos, vamos.— repite histérico.
Richard sube al asiento del copiloto y mira hacia atrás, la enorme serpiente ya no está y mira alrededor solo para encontrarla frente a ellos. Oswald deja de intentar y se alza sobre el asiento para tomar una de las armas que hay en los asientos traseros.
YoonGi utiliza esos segundos para atacar, atraviesa el vidrio y lo muerde, haciéndolo gritar y retorcerse por el dolor. El rostro de Richard se llena de sangre, está tan horrorizado con lo que ve que no puede siquiera respirar y está temblando como una maldita gelatina.
La titanoboa se retrae y se lleva a Oswald, lo lanza en el aire y abre su enorme hocico para que caiga dentro. El jeep está destrozado del conductor por el ataque y Richard sabe que ya no puede usarlo para irse, así que toma el arma.
YoonGi recibe una bala, pero no es herido por esa pequeñez, se gira para mirarlo y sus orbes dorados destellan, su boca se estira formando una sonrisa. Deja que ese idiota gaste las balas que quiera, su flor está inconsciente y no lo despertara el sonido.
—Jodido monstruo.— son las últimas palabras de Richard antes de que su cabeza sea arrancada con una precisa mordida.
"¿Yo?" sisea incrédulo, tragándose lo restante de su cuerpo "Lastimaron a mi flor, ustedes eran el monstruo"
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"Estoy perdiendo la noción de mis sentidos, soy la marioneta que posees"
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