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"Me haces sentir como un niño, eso es verdad, haces que esto parezca que es algo nuevo"

JiMin siempre tuvo ese sentimiento de no sentirse complacido con quien era, nació siendo una mujer, pero se sentía un hombre y en serio quería ser uno. Pero sus padres no veían bien que una niña pensara ese tipo de cosas, según ellos, por tener solo diez años y le aseguraban que no sabía lo que decía.

Aunque JiMin en realidad sí que lo sabía, cada que se miraba en el espejo no parecía verse a sí mismo y odiaba la forma de su cuerpo, sus pequeños pechos, cintura y vagina. No deseaba nada de esas cosas, las sentía como si estuvieran fuera de lugar, simplemente eran una parte de él que no podía tolerar y deseaba crecer pronto para poder encontrarle solución.

Los años pasaron muy rápido y JiMin durante ese tiempo se sintió vacío, incómodo y depresivo, todo por no poder ser quien deseaba o quien verdaderamente era. Comenzó a comer demasiado, intentando a su manera no sentir esa sensación horrenda en su estómago, pero nada lo complacía, ni siquiera los atracones y, en cambio, solo ganó volverse obeso.

Siempre sufrió la discriminación de sus compañeros, de sus supuestos amigos, de su propia familia y algunas de sus parejas, nadie lo amaba y él tampoco lo hacía. Sin embargo, intentó salir adelante, seguir sus sueños y mínimamente hacer las cosas que le gustaban, estudio lo que quería y al cumplir su mayoría de edad decidió que transformaría su vida.

Ser profesional en paleontología reptil era algo de poca gente y no había tanto trabajo como se esperaba, lo cual era peor sumándole la gordofobia y transfobia que ciertas empresas tenían. Ciertamente no era igual a los demás, tenía ciertos rasgos etéreos y un cuerpo fuera de lo que todos consideraban "normal", Corea no era exactamente el mejor lugar para ser un transexual y lo supo a las malas.

Había estereotipos y JiMin no los cumplía.

Pero luego de un mal tiempo recibió un correo, donde una importante universidad de EE.UU le ofrecía un empleo, ellos lo escogieron entre muchos por su excelencia y dedicación. Querían enviarlo específicamente a él junto a un grupo de hombres a una expedición para buscar unos restos avistados en una mina abierta, los cuales se creía pertenecían a un reptil, su especialidad.

JiMin no demoró en aceptar y no tanto por necesidad, sino porque tomaría esta oportunidad para poder cambiar completamente, ser él mismo. Sabía que lo lograría porque estaba en un nuevo lugar, donde nadie lo reconocería y nadie sabría cuál era su género.

Empezaría de cero.

Si bien su papelería continuaba diciendo que era una mujer, nadie la vería porque era privada y eso ya no le importaba porque ahora podría ser libre. Sería un chico a su manera, solo necesitaba cambiar algunos detalles y se sentiría mejor.

Lo primero que hizo fue cortar casi todo su largo cabello rubio, dejó de usar la ropa femenina que su familia lo obligaba a usar y compro ropa que en serio le agradara. Esas dos cosas iniciaron su transformación, aunque su cuerpo tendría que esperar un poco más porque las hormonas y un cambio de sexo eran demasiado costosos para su economía.

Ahora cuando se veía al espejo ya no se sentía tan inconforme consigo, seguía siendo obeso, pero finalmente se veia y se sentía como quería. Lo único que tenía que hacer era asegurarse de utilizar vendas o binders en sus pechos para que nadie los notara, eso no le molestaba, sino que le agradaba el parecer que no tenía.

Cuando llegó a EE.UU los de la universidad lo recibieron con los brazos abiertos y nunca le dijeron nada sobre su aspecto, forma de vestir o algo parecido. Solo le señalaron dónde debía ir, le entregaron la respectiva información sobre el trabajo, cuánto le pagarían y lo presentaron a su nuevo grupo.

Richard, era el capitán, un explorador viejo y canoso de alrededor de unos cincuenta y tantos años, estaba allí por su experiencia en el área.

Oswald, la mano derecha, más joven y de cabello negro, quizás de unos treinta años y quien sería el guía.

Y finalmente, James, un joven de su misma edad, veinticinco años, con cabello castaño y quien era el encargado de la seguridad.

Ninguno lo miró bien porque nuevamente JiMin no era agradable para sus ojos, ya fuera por ser extranjero, gordo o simplemente por sus bonitos rasgos que consideraban afeminados para un chico. No quiso pensarlo demasiado en ese momento, quería ser positivo y creer que más tarde lo aceptarían, pero había olvidado lo monstruoso que era no encajar.

Así fue como inició su error, ya que luego de pequeñas presentaciones y unos días de preparación salieron rumbo a Colombia, donde buscarían la mina abierta para su expedición. Llevaban un jeep lleno de todas las cosas necesarias para acampar durante un buen tiempo y JiMin se encargó personalmente de cargar su mochila con las herramientas adecuadas para su trabajo.

—El vehículo va demasiado lento por el exceso de peso.— comenta Richard, quien va manejando y mira a JiMin por el retrovisor, haciendo obvio que se refiere a él —Nunca imagine que nos enviarían con un mariquita.— agrega.

JiMin suspira y muerde su labio inferior para acallar su incomodidad, no quiere darle el gusto y sinceramente puede soportar más que esas simples palabras.

—Es normal en estos tiempos.— dice James, quien solo le sonríe ligeramente.

Oswald niega —Nunca imagine que fueras gay, pero hay que aceptar que tiene buen culo y es bonito.— se excusa, como si JiMin no estuviese allí, como si no los escuchara, como si fuese algo normal... Como si estuviera bien.

James alza sus cejas por sus palabras y no vuelve a comentar nada, JiMin sabe que de los tres es el más amable con él, pero eso no indica que lo defenderá. No dice nada, solo mira por la ventana, admirando el cielo y el camino porque no puede hablar, no con el jodido nudo en la garganta que le impide contestarles.

Luego de un largo viaje llegan al área de la mina abierta, bajan del vehículo unos metros antes de donde se acomodarán y entre todos descargan para armar el campamento. Deben terminar antes del anochecer, aunque eso no es tan preocupante, considerando que llevan varias luces y un generador de electricidad para alumbrar su alrededor.

Richard y Oswald dicen que es una peligrosa idea entrar a la mina por la noche, tienen que dejar eso para cuando el sol salga, aunque JiMin está seguro que no solo es por eso, hay algo en sus voces que lo tiene un poco neurótico. Ambos hombres empiezan a discutir por lo bajo, tratando de que no los escuche, luego se van por unas bebidas para emborracharse y a sus respectivas tiendas.

JiMin, por su parte, se ha quedado en la carpa para acomodar las herramientas, el mapa y la información que se les dio. No tiene muy en claro cómo es que fueron vistos los huesos de reptil en una zona como esta, una mina que con los años salió a la superficie, pero que sigue estando con una parte enterrada.

¿Cómo fueron avistados?

¿Por qué creen que la mina interior es peligrosa?

Debería haber más al respecto, pero hay muy poco, como si quisieran esconder algo y eso lo desconcierta.

—Ellos hablaban por los grupos anteriores.— comenta James a sus espaldas, no lo escuchó entrar y no lo había visto desde que fue a asegurar el perímetro.

—¿Hubo grupos anteriores?— cuestiona y el otro asiente —Pensé que éramos los primeros.

James se burla —Vinieron otros antes, pero nunca regresan... Dicen que hay un monstruo aquí.— responde, acercándose unos pasos a él.

JiMin frunce el ceño por su forma tan extraña de actuar, no dice nada al respecto, pero echa una mirada a su compañero por si acaso, tal vez tomó en algún momento y está borracho. James es más alto, unos 1.80mts, es demasiado musculoso, de cabello castaño, ojos verdes, rostro cuadrado y con un acento estadounidense bastante marcado.

—¿Monstruo?— duda, intentando no demostrar que su cercanía lo incomoda.

James repentinamente sonríe, lo mira de pies a cabeza y se siente desconfiado porque a pesar de que lo vio primero no fue con la misma intensidad. La manera en que su compañero lo observa y detalla no es normal, parece querer escanear cada centímetro de su ser y se pone jodidamente nervioso.

—Sé que eres una chica, una gorda chica coreana.— sisea, repentinamente tomándole por el mentón con brusquedad y mirando fijamente sus labios.

JiMin se sorprende por lo que acaba de escuchar, se queda quieto un tanto asustado y se remueve hasta lograr zafarse y alejarse de él. Pensó que James era amable, pero se equivocó, solo es un idiota como todos, probablemente más.

—Soy un chico.— se defiende sin titubear.

—Detrás de ese conjunto de explorador, de ese pequeño short crema, hay una húmeda vagina y detrás de esa camisa gris de tirantes hay unos jugosos pechos.— señala los lugares y las prendas con morbo.

—Lo que tenga o no tenga, no debería importarte, mierda asquerosa.— explota JiMin, sonrojado hasta las orejas y saliendo de la carpa a tomar aire.

Al instante se da cuenta de que su respiración está errática por el miedo, sus manos hechas puño y trata de calmarse. Tal vez James debió ver su papelería para descubrirlo, debería reclamarle por invadir su privacidad. Pero no se gira para ver atrás, no puede porque se siente como una presa, acechado y débil.

Aunque debió haber notado que no era exactamente por su compañero...

—Soy un chico, soy fuerte.— se repite y se va a su tienda unos minutos después.

Al entrar ve una sombra dentro, no sabe quién o qué es, solo cae de rodillas sobre el saco de dormir y lo último que recuerda es haber visto un dorado cegador. Había aspirado un aroma intenso que lo mareó y cayó inconsciente, todo olía a ámbar, una miel tan dulce y terrosa que se quedó impregnada sobre sus pomposos labios.

🦴

Después de unas horas, James, que hacía guardia, decide que está aburrido y pretende ir por JiMin para divertirse. Debe aprovechar que sus jefes duermen, aunque igual no le dirían nada si hace algo indebido, les importará una mierda.

Pronto sus pervertidos pensamientos quedan atrás, se da cuenta de la densa niebla que empezó a rodear el campamento y el silencio mortal, fue solo en los segundos que se distrajo.

Puede percibir que hay cierta tensión en el ambiente y es demasiado peligroso, tanto que enciende las alarmas de su cabeza. Debe haber algún depredador cerca y lo confirma cuando escucha un tipo de arrastre pesado por la tierra.

James alza su arma y apunta a la oscuridad, no puede ver que es, dado que las lámparas de pie no alcanzan a alumbrar y piensa que disparar al azar es una buena opción. Pero nunca toca el gatillo, ni una sola bala es gastada porque YoonGi es tan rápido que solo le costó menos de un segundo devorarlo, de un solo bocado para evitar su asqueroso sabor.

El humano dentro de su estómago se remueve desesperado, grita y golpea el interior, no le toma importancia. El peor castigo que podía darle es morir lentamente por sus jugos gástricos, estando vivo durante todo el proceso.

La titanoboa estaba satisfecha porque sabía que el ácido deshará sus huesos uno por uno, lo torturara y el cerdo deseara no haber nacido nunca. Oh, sí, su lado animal era jodidamente sádico, una locura que contrastaba muy bien con la inocencia y dulzura que YoonGi en su forma humana desprendía.

"El jazmín es mío, solo mío" sisea posesivo.

"Nunca he conocido a alguien tan ágil como tú, tienes una manera única de hacer las cosas que haces"

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