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Después de haber tenido aquella plática con su tía, su día termino mal. Es decir no podía quejarse de Killua o incluso de como se sentía hablando de su salud, todo eso estaba bien. El problema había sido su mente y las múltiples inseguridades que hasta apenas empezaban a surcar como enredaderas en sus pensamientos.

Killua había llegado feliz, le platico algunas cosas que hablo con Haruto y las últimas actualizaciones que tenía con Tomoki, fue tanto su cansancio mental que le contesto en piloto automático. Tenía tantas cosas que quería hablar con él, pero, la vergüenza de hacerlo solo hizo que se callará y le dijera que todo estaba bien, como si en verdad lo estuviera.

Por ahora, estaba tratando de leer lo que Tomoki le había pedido que leyera un libro de política, según el lo analizaba, pero, su mente estaba en un lugar completamente diferente. Un hijo o una hija, siempre creyó que por su condición jamás podría tener hijos tampoco es que encontraras hombres que decidieran por cuenta propia enamorarse de aquellos como él.

Sin embargo, cuando supo del matrimonio, cuando entendió que realmente si debía dar hijos a la nación se aventuró a pensar un poco en ¿cómo serían? Es decir, serían hijos de Killua. Y él era... Guapo, su corazón palpito al recordar a su... Marido.

Su esposo, estaba bien, no se mentiría Killua estaba muy bien, con ese cabello blanco rebelde que al tacto era como el algodón, además su quijada era delgada pero le daba un aire serio casi apático. Si pensaba en su gran atractivo entonces no podía dejar de lado esos hermosos ojos azules, que aunque parecía que con ellos podría arrancarte la última parte de tu alma, también eran cálidos. Mucho de hecho.

Suspiro, era muy atractivo. Además sus manos, jamás creyó fijarse en algo tan sencillo como las manos blancas de Killua, con esos dedos largos y esas venas que se marcaban cada que hacía algún esfuerzo. Y si a eso le aumentaba sus fuertes pero delgados brazos, así como su estatura... Decir que es atractivo era poco.

Se mordió los labios con ansiedad, su mente le estaba empezando a jugar una broma horrible.

Killua era atractivo, mucho ¿Y él?

Ni siquiera tenía algo mínimamente bonito que darle, no era una mujer, aunque tuviera la bendición de tener hijos no era como si tuviera pechos que lucir, caderas anchas tenía pero no eran atractivas no como las de una mujer. A su mente llegó Retz y su corazón se hundió más en la miseria.

Entendía el hecho de que a Killua le gustará, era elegante, preciosa, de hermosos ojos verdes, cabello rubio que si se ponía al sol en verdad parecía que brillaba, y su cuerpo... El kimono solo hacía que su pequeña cintura se acentuara, tenía caderas anchas que denotaban su fertilidad además tenía pechos. Era la mujer perfecta para Killua.

Alguien que si despertaría algo en Killua, y el jamás podría competir contra algo así. Cuando el momento llegué, será un calvario para Killua, ¿Pero, para el lo sería?... Aunque le de tanta vergüenza admitirlo entregarse a su... Marido es algo que en definitiva no sería malo, pero, pensaba que Killua era quién tal vez no disfrute absolutamente nada de ese único encuentro.

Los pensamientos solo hacían que quisiera ir a su habitación a llorar por el resto del día.

—¿Pasa algo, majestad?—la voz de su ahora profesor le hizo brincar en su lugar, había olvidado por completo dónde se encontraba—Lleva suspirando desde hace rato y sigue en la misma página.

—Estoy bien—mintió, Tomoki lo miro no muy convencido—En serio.

—¿No se siente mal?—cuestionó preocupado.

—No—nego—Es solo sueño.

—Si usted lo dice—penso el chico aunque no estaba convencido, sabía que su tía debió advertirle de aquella idea estúpida que tenían aquellos dos hombres... Tal vez era eso. Miro de nuevo al moreno que en verdad parecía ponerse a llorar en cualquier momento, no le gustaba verlo así.

Desde que lo conoció le había agarrado cariño, era alguien del que sentía tanta admiración por lo valiente que era, además era demasiado inteligente y noble. Una persona sin igual.

—Tomoki—le miro curioso por la voz temblorosa del chico—¿Crees que soy... am...—se veía nervioso, sus mejillas rojas le daban un tierno semblante—Olvídalo, es una tontería.

—Majestad estoy para ayudarle, dígame—le sonrió.

—Es una pregunta tonta—nego—Muy tonta.

—No creo que nada de lo que salga de usted sea tonto—dijo con amabilidad aunque era cierto en un cien porciento—Vamos, dígalo.

—¿Soy inteligente?—fue la pregunta que salió de sus labios.

—Por supuesto que sí, sin dudarlo.

La sala se quedó en silencio, Gon le sonrió levemente, sabía que eso no era lo que en verdad quería preguntarle.

—Tu... conoces al emperador... ¿desde siempre?—preguntó dudoso.

—Desde que tenía unos diez años si.

—Entonces... ¿tu sabes si él y la princesa Retz tuvieron un romance o...? Ya sabes eso—su voz era intranquila, como si lo que le dijera dependiera de que siguiera con vida. Estaba entendiendo un poco a dónde iba todo este tema.

—No tuvieron nada, según sé—le contesto—Pero... Si que siempre fueron buenos amigos, podías ver a Haruto junto a ellos durante todas sus aventuras en el castillo—sonrió al recordarlos—Supe del enamoramiento del emperador, ya que se decía que era uno que desde niños comenzó.

—Oh—la mirada de Gon se convirtió en una más triste, se golpeó mentalmente al decirle eso.

—Aunque eran solo rumores—se apresuró a decir—Yo creo que al emperador jamás le gustó de esa forma la princesa.

—¿Por qué lo crees?

—A ella siempre la veía con admiración y claro cariño—hizo una mueca al recordar los días en los que se los topo juntos—A comparación de como la ve a usted.

—¿A mí?—Gon me miro confundido.

—El emperador la ve como si fuera el sol mismo—le sonrió, Gon se sonrojo ante el comentario, sin notar el leve brillo que se formaba en los ojos de Tomoki.

—No digas tonterías—dijo el joven sin que el sonrojo pasará y sin poder evitar que una sonrisa tonta floreciera en sus labios.

—Es la verdad—le sonrió alegre.

—No lo es, ¿qué te hace pensar que me ve así?—nego con la cabeza.

—Majestad no solo su mirada lo delata, también la forma en la que la cuida y se dirige a usted—le sonrió divertido al notar que aquellas mejillas seguían igual de rojas—El emperador está muy enamorado de usted.

—¡Tomoki!—le dijo alarmado al escuchar tal oración—Eso... no puede ser cierto—notó que la tercer varita de incienso se había terminado de quemar, sabía que en cualquier momento llegarían las doncellas junto a sus guardianes como le gustaba llamarlos, tomo el libro en una de sus manos y con rapidez se levantó tratando de huir de las palabras de Tomoki, la sola oración hizo que se quedará impregnada en su mente, al momento de levantarse el piso se movió por completo, unas ganas inmensas de vomitar se hicieron presentes y su cabeza comenzó a doler horrible, tratando de volver a sentarse sintió sus piernas ceder y su cuerpo se movió un poco hacia enfrente, esperaba el golpe en el suelo más nunca llegó.

—¿¡Majestad!?, ¿se siente bien?—la voz preocupada de Tomoki hizo que alzará el rostro encontrándose con el cuerpo del chico que lo tomaba por la cintura y espalda baja—¿Lo llevo a la enfermería?—sus rostros estaban cerca... Muy cerca.

—Y-yo—dijo ¿Lo?—Estoy bien.

Sin embargo las puestas se abrieron de par en par, ambos se miraron como si los hubieran atrapado en algo ilegal, su mente paso a ese "lo" si eran los concejales o ese maldito general estaba perdido. Totalmente perdido. Miro asustado a la entrada sus ojos se encontraron con la mirada confundida de Killua, junto con la de las doncellas que los veían casi sonrojadas.

Mierda, no estaba haciendo nada malo. Tomoki solo lo estaba ayudando, pero sentía que estaba cometiendo infidelidad o algo parecido. El joven concejal lo soltó con cuidado, bajando la mirada ante el emperador que aún se encontraba en el umbral de la puerta.

—¿Interrumpo algo?—la voz seria pero dicha con aquella sonrisa falsa hicieron que Gon temblará.

—N-no—se quería golpear por el temblor en su voz—Sufrí un mareo el joven Watanabe me ayudó a que no cayera—explico notando que el semblante de Killua pasaba a uno preocupado acercándose a él.

—¿Te sientes bien?—le miro preocupado.

—Si—afirmo rápidamente—El médico Yamamoto dijo que los mareos seguirían constantes, solo fue eso.

—Es una alegría que el joven Watanabe estuviera aquí—le sonrió al chico, haciendo que este asintiera con la cabeza—Muchas gracias por cuidar de mi emperatriz.

—Es mi deber—contestó, tratando de no mirarlo a los ojos, realmente sentía una vibra muy rara emanar del emperador además la vergüenza de que los encontrarán así estaba aún palpable.

—Majestad—se dirigió a Gon, quien se sorprendió al no escuchar el nombre de Sayuri—Venía a preguntar, si quería estar presente en la junta con los nobles—le sonrió, era verdad la dichosa junta se le había olvidado por completo, claro que quería estar en ella—Claro que si no se siente bien puede ir a la enfermería. Podría decirle al joven Watanabe que la acompañe.

Killua nunca le hablaba de usted, aún cuando estaban en el papel de matrimonio perfecto. Jamás lo hacía. Además, ¿enviar a Tomoki? No se supone que el también estaría en esa junta.

—No lo necesito—le contesto—Ire con usted.

—Perfecto—le sonrió, en verdad esa sonrisa no le gustaba—En cuánto a usted, Watanabe espero que sus cosas estén preparadas para que me ayude a presentar el proyecto.

—Esta todo listo, majestad—afirmo elegante, aparentando tranquilidad.

—Bien—una última sonrisa aunque sus ojos azules no brillaban tanto como solía hacerlo—¿Nos vamos, emperatriz?

—Claro—dijo y con última mirada agradeció a Tomoki.

Al salir de la biblioteca, Killua dejo su mano a propósito en su cintura baja guiandolo a caminar, detrás de ellos las doncellas y atrás de las féminas ambos soldados.

—¿Tienes que ir a arreglarte?—le preguntó después de unos segundos de silencio.

—No lo creo—penso un poco—Tal vez el peinado.

—Entonces ve—se pararon en uno de los pasillos del palacio—Kumiko, acompaña a la emperatriz.

—Como ordene, mi emperador.

—Nos vemos en la sala—le dijo separándose de él para caminar a los despachos donde sabía estaría Haruto.

Durante todo el camino se sintió la persona más infiel, una idiotez porque jamás lo sería... Aunque se preguntaba mucho sobre el rarísimo comportamiento de Killua. Parecía enojado, ni siquiera se despidió como suelen hacerlo o le dijo de las nuevas cosas que tenía pensadas.

Al llegar a la habitación las doncellas comenzaron a arreglar su cabello, haciéndole un precioso chongo que le hacía ver un cuello más estilizado y elegante, además le pusieron una peineta... Se sorprendió al ver cuál era.

—¿Vas a poner esa?—le miro sorprendido.

—¿No la quiere majestad?—pregunto la mayor—Podemos poner otra si quiere.

Nego, estaba bien solo que esa peineta era tan difícil de portar:—No, está bien. Coloquenla—Kumiko asintio junto aquella mujer que la acomodaban en su cabello negro, esa hermosa peineta hecha de jade blanco, en el centro de la misma había una camelia blanca junto con varias pequeñas bolitas que adornaban a los lados, el solo accesorio era precioso por si solo, sin embargo, el significado lo hacía aún más entrañable.

Cuando Killua y Gon se casaron, las leyes dictaban que debían darse un regalo familiar para pactar su matrimonio. Gon le había regalado un hermoso collar de jade, mientras que Killua le dió esa peineta que por generaciones había pasado por todas las mujeres de su familia. Era claro que no era mujer, pero, Killua le había dicho que no podía no dársela, era su decisión si portarla o no.

Aceptar ponerse esos regalos era como si en verdad le dijeran al mundo sobre su matrimonio. Killua le platico que las mujeres de su familia la usaron después de unos meses de casarse, igual que en días importantes se usaban para gritarles de su matrimonio fuerte y duradero.

Estas mujeres estaban tramando algo, las conocía sobre todo a Kumiko.

—Estas listo—le sonrió Kumiko.

—Su pelo luce hermoso, principe—la más pequeña dijo emocionada. Claro estas mujeres planeaban algo perverso, pues el peinado hacía que la bendita peineta se viera mucho más. Era el atractivo del peinado.

—Vámonos—se levanto—No hagamos esperar a los líderes.

Con el corazón a mil, bajo para dirigirse a la sala donde sabía se haría la junta. Aún tenía todos los sucesos en su mente "el emperador esta muy enamorado de usted" no quería ilusionarse, definitivamente no quería. Sin embargo, este pequeño percance con Tomoki solo le hacía pensar que Killua se había puesto un poco celoso.

¿Celoso por qué?

¡No tenía sentido!

—Ahí está—escucho a un anciano animado—Es un placer conocerla al fin, mi señora.

—Querida—Killua le sonrió—Es el líder de la familia Inoue, del norte.

—El placer es mío—le sonrió con delicadeza. Sabía que cuando Killua había sido coronado el pueblo estaba feliz de que por fin la guerra terminaba, sin embargo, habían muchas familias nobles que no quería que el norte gobernará. Esas mismas familias que habían estado neutrales durante tantos años. Killua le había dicho que no quería gobernar por el miedo como antiguamente era, quería que las familias se unieran a él por si solas, sin olvidar su lugar en este mundo.

—Debo admitir que había escuchado que su belleza sobrepasaba lo imaginado—le sonrió, Killua escuchaba atentamente aquellas palabras—Estaban en lo correcto, mi emperador escogió muy bien a su esposa.

—Lo sé—lo acercó a él, dejando su mano en su cintura, no negaría que esa mano ahí era como lava—La mejor.

Sus mejillas se colorearon de rojo casi de inmediato, quería ver el rostro de Killua cuando viera la peineta. Cuando por fin sus ojos azules la encontraron no pudo evitar sonreír al notar la sorpresa en los ojos contrarios.

—La sala está lista—el general hablo con elegancia—Pueden pasar.

Killua entro junto a Gon, sentandose lado a lado liderando la mesa. Era la primera vez que el moreno sentía en verdad su posición como cónyuge de Killua, era abrumador. Habían tres ancianos sentados, esperando las palabras de Killua quien con elegancia pidió que empezarán, se sorprendió mucho al escuchar su voz grave por toda la habitación.

La junta iba bien, muchas cosas que los tres hombres decían eran coherentes y hablaban mucho de su felicidad con ellos liderando el país, también estaban bastante emocionados por el proyecto del festival.

—¡Es una fabulosa idea!—sonrió Inoue.

—No se esperaba menos de sus majestades—dijo otro, Tomoki había entregado las hojas dónde se hablaba de las diferentes actividades que harían así como las deidades a las que se celebraría.

—Es una excelente idea, estaremos encantados por ayudar—sonrió alegre otro de los ancianos, que miraba con admiración a Killua.

—Supongo que nuestra emperatriz también está emocionada—Inoue hablo mirándolo con una sonrisa.

—Por supuesto—sonrió—Sera un grandioso día.

—Entonces señores queda terminada la reunión—Killua se levantó—Solo pasen por aquí, les daremos sus tareas a realizar para cuando llegue el día.

—Claro, emperador—respondió Inoue liderando a los otros dos ancianos.

—¿Te quedas, Sayuri?—Killua le preguntó sonriendo levemente—¿O prefieres esperar para la cena?

Gon pensó en las inmensas ganas que tenía de estar con él, en seguir actuando como un hermoso matrimonio. Y de olvidar por completo todo ese pequeño percance de hace rato.

—Me quedó contigo—se levantó, Killua en un reflejo le tendió la mano cosa que Gon acepto de inmediato.

—Señores pasen a la sala, por favor—los guió sin soltar la mano de la emperatriz.

Antiguamente, las parejas reales tenían muchos códigos. No podían tocarse estando con el concejo, estando frente a los líderes de las familias importantes incluso frente al pueblo. Gon desde un inicio se había olvidado de ese protocolo, caminando lado a lado con Killua, dejando que el mismo albino tomara su mano o dejará que enganchara su brazo sobre el suyo.

Y aunque sabía que tal vez tendría miradas reprobatorias, no le importaba. Cuando por fin terminaron aún no se podía quitar de la cabeza a Killua junto a Tomoki dándole la palabra para que también explicará algunas cosas, los hombres en vez de mirarla mal, la miraron con adoración como si de verdad estuvieran felices con su presencia.

Por fin, salieron de la pequeña habitación los hombres aún mostraban su emoción por participar en este proyecto.

—Mi emperador es un verdadero placer poder servirles—Inoue parecía genuinamente eufórico—Mi hija y esposa estarán encantadas por conocerlos al fin.

—Esperemos a la noche—dijo amablemente Killua.

¿Esposa e hija?

—Nuestras familias, estarán puntuales para la cena de hoy—sonrió Katō, otro de los ancianos. El último de ellos se limito a asentir con calma.

—Los esperamos está noche—dijo Killua sonriendo—Si nos disculpan, tenemos varias cosas que hacer, nos veremos por la noche.

—Por supuesto, mi emperador, emperatriz.

Con una reverencia se alejaron del lugar, Gon aún tenía dudas por lo que ya alejados de los tres ancianos se decidió por hablar.

—Killua, ¿por qué vinieron las familias de esos hombres?—preguntó viendo con curiosidad al albino que los metió dentro de su despacho.

—Por tercos, cuando les mandé las cartas les indique que solo necesitaba la presencia de ellos—rodo los ojos sin paciencia—Cuando llegaron a la puerta del palacio, me encontré con que traían a toda su familia.

—Que confianzudos salieron.

—No podía correrlos, así que les dije que gracias a tal maravillosa sorpresa cenariamos todos juntos en la terraza.

—Bueno, al menos la alianza ya es más segura—se sentó en la mesa.

—Si, tendrás que cambiarte otra vez y además usar esa bonita peineta otra vez.

—Se ve muy linda, ¿verdad?—le dijo volteando su cabeza de lado para que el albino la viera. Killua le sonrió.

—Así es, se ve bien—pero sus ojos jamás pasaron al peinado, se quedaron viéndolo a él cosa que puso nervioso a Gon—Eso me hace pensar, ¿qué estabas estudiando con Tomoki antes de que llegara a la biblioteca?

No se acordaba, estaba tan absorto en pensamientos terribles que no se acordaba. Era política, solo recordaba eso.

—La política de los antiguos reinos—la verdad no lo sabía, solo contesto lo primero que se le vino a la mente, esperando que su tono seguro lo salvará de esta situación incómoda.

—¿Ah, si?—sus codos descansaban sobre la mesa, su rostro en el dorso de ambas manos con una ceja alzada y una sonrisa—Que raro, Tomoki me dijo que aprenderían un poco de literatura clásica.

Fue ahí cuando el nombre del libro llegó a su mente, era verdad: eran poemas.

—Lo cambio—se apresuró a decir sin dejar su tono seguro—De último momento.

—Que curioso.

—¿Cómo sabes tú qué iba a estudiar hoy?—preguntó desconcertado.

—Tomoki me da tus planes de estudio una noche antes, le dije que era innecesario hacerlo, pero él insistió en que debía verlo—comentó tranquilo.

—¿Lo debes aprobar?

—Claro que no, eres libre de estudiar lo que quieras.

—¿Estás enojado?—preguntó intranquilo, cerrando sus manos sobre la tela del kimono.

—¿Yo?, para nada—era un mentiroso algo tenía—¿Por qué lo estaría?

Antes de contestar la puerta fue tocada, luego la voz de Haruto se escuchó.

—Pasa—dijo Killua.

—Hermano—saludo y luego lo miro a él dándole una sonrisa pícara, Gon no entendía esa mirada—Cuñada, que agradable sorpresa. Precisamente venía a hablar de usted.

—¿Lo tienes?—preguntó Killua ignorando a su hermano.

—Esta hecha—asintió—Lista para ambos.

—¿Que está lista?—preguntó intrigado.

—La corona del emperador y la emperatriz—contesto Haruto.

El corazón de Gon palpito con fuerza, miro a Killua que también tenía una mirada algo complicada. Las coronas, esto era realmente... Raro.

—Somos un matrimonio Gon—la voz de Killua lo hizo salir de sus pensamientos, asintiendo levemente la cabeza—Debemos presentarnos como lo que somos.

Lo sabía y también lo entendía, pero, era la presión de tenerla sobre su cabeza. Lo que significaba para el pueblo y la clara demanda para el concejo. No solo eran coronas, eran la afirmación de quienes eran, no era un juego, no más.

Y eso era tan abrumador.

Holaaa

¿Cómo están?

Help, no sabía como terminar el capítulo JAJAAJJ.

Al final termino con esto que creí metería en el segundo wuuu.

Ayuda, he estado jugando los Tomb Raider y noooo, se me vino una idea increíble para un fic Killugon omegaverse además JAJAKAJAJA aún no se si la sacaré pero uy uy uy.

Era todo :3

Espero que se encuentren bien y que les haya gustado el cap. Nos seguimos leyendo.

Bye bye

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