🎐 五 ⠘ ⁵ 🎐
Cuando entro a la habitación imperial y notó a las doncellas abrazando a la más joven que parecía no poder dejar de llorar, al médico Yamamoto y a la institutriz Aneko con una expresión fría creyó lo peor. Asustado de que aquel falso rumor se hubiera convertido en una realidad su mirada aterrada junto a su cuerpo tembloroso pasaron de inmediato a la cama esperando encontrar a Gon, de la única forma en que su mente no podría aceptar.
Sin embargo, lo único que halló fue la mirada sorprendida del chico con las manos sobre sus labios.
La sensación de terror que jamás en su vida había sentido al menos no de esa magnitud ni siquiera cuando aún siendo joven peleó en el campo de batalla, se disipó de inmediato al notar que su Gon estaba bien, a salvó.
—¿Qué pasó?—preguntó cerrando la puerta, dejando que Raito y Takeshi entrarán también a la habitación.
—Tal parece que el general Watanabe fue aquel quien mandó a envenenar la comida de la emperatriz—dijo la mujer de cabellos negros con un tono frío—Siendo sincera, no me sorprende.
—¿El general Watanabe?—preguntó aturdido, desde pequeño siempre escucho de su nombre y de la gran gloria que había traído al imperio del norte, lucho a su lado, lo conocía como un hombre honorable. Un hombre que peleó por el nombre de su pueblo.
—¿M-mi padre?—la voz sorprendida y juvenil de Raito se hizo escuchar dentro del gran salón.
—Si no me hubieras ayudado desde un principio hubiera creído que tú también estarías detrás de todo esto, Raito.
—¡Tía!—regaño el moreno.
—Solo estoy diciendo la verdad, Gon.
—¿Cómo?, ¿qué pasó?—les miro sin entender, tratando de unir los hilos. Aunque, ahora pensando en las miradas, los comentarios de desprecio hacia "Sayuri", podía verlo. ¿Pero tratar de asesinarlo? ¡Era inaudito!
—Emperador—Kumiko hablo—La doncella Katsumi lo escucho todo, a las afueras de las habitaciones de los sirvientes, no solo supo de quién se trataba si no también sus cómplices.
La información fue como un golpe de realidad, viendo de reojo a Gon... No podía dudar, tampoco creía que la doncella dijera mentiras sin un propósito. No podía dudar y eso lo decepcionó aún más, miro a la muchacha que aún temblaba.
—Katsumi—el albino hablo, su voz seria y profunda. La mirada asustada de Gon se mantuvo en el cuerpo de quién era su esposo—Habla, por favor.
La muchacha se limpio las lágrimas de sus ojos y con la voz temblorosa hablo:—Las cocineras Akina, Azami y una... una m-mujer llamada Nakamura.
—Ese hijo de...—dio la vuelta, su piel se sentía caliente, su ceño se frunció con furia. Fue como si su cuerpo se quemara desde dentro, su juicio se había nublado totalmente dejando un solo pensamiento ¿por qué? Un hombre del que siempre sintió admiración y respeto, ese mismo que juro protegerlo a él y a la emperatriz ante los cielos, ¿él dañando a Gon? ¿Acaso sabía quién era? ¿Y si esa verdad aún era un secreto, tanta era su avaricia para tratar de matar a Sayuri? ¿Para qué? ¿Para tomar el trono junto aquella horrible concubina?
—Killua—la voz de Gon hizo que sus sentidos volvieran, que se alejara todo ese hilo de pensamientos que rondaban como navajas en su mente, cuando lo miro estaba de pie. Su semblante era preocupado pero firme con lo que sea que iba a decir.
—Príncipe—la mujer de cabellos ya pintados de blanco hablo con preocupación. El médico también quiso ir impedir que se hiciera daño.
—No es momento de perder la cabeza, yo también estoy furioso con ese hombre—hablo, tratando que el piso no se moviera—Pero precipitarnos hará que pierdas todo lo que has conseguido.
Aneko lo miro orgullosa y reteniendo el fantasma de una sonrisa apoyo a su sobrino:—Gon tiene razón, mi emperador no podemos arriesgarnos. Es mucho mejor que sigan creyendo en la inminente muerte de la emperatriz.
Killua apretó la quijada al igual que sus puños, tenían razón. Claro que la tenían, pero esas ganas infernales de golpear a ese hombre hasta la muerte picaban en sus dedos y tentaban al poco juicio que le quedaba.
—Majestad, sugirió que piense en lo que hablamos, en lo que el rey Hayate le dijo—sus ojos pasaron a los de aquella mujer que con ellos le gritaba de mil forma que no hiciera una estupidez—Recuerde lo que es más importante aquí.
Gon miro ese intercambio de palabras y miradas, sin entender porque Killua parecía entrar en razón. ¿Su padre?, ¿lo más importante aquí?
—Corre peligro, aquí—fue lo que salió de los labios de Killua—Tal vez, lo mejor sea que vuelva al sur por ahora.
—¿Quién?—preguntó a ambos.
—Por supuesto que tú, Gon—hablo Aneko.
—No estás seguro aquí, sabiendo tu condición o no. Ese hombre no descansará hasta que te asesine. A ti o a Sayuri, da igual.
¿Irse?
—En el menor tiempo posible—concordo de nuevo su tía.
Otra vez.
Otra vez escogían por él, otra vez pasaban de él.
Estaba harto de eso, el no quería irse. No solo el estaba en peligro, también Killua. No lo dejaría aquí, no quería que tomaran decisiones por su cuenta.
—No quiero.
—¿Qué?—cuestiono su tía—Estaras más seguro junto a tu padre que aquí.
—No lo haré, no dejaré a Killua solo tía. No lo haré y no pueden obligarme a irme.
—Gon—esta vez fue la voz de Killua, más tranquila incluso sentía que su tono de voz se había suavizado.
—No Killua, no me iré. Estoy seguro aquí, Takeshi está siempre aquí junto a Raito y tu también siempre estás en el castillo.
—No siempre.
—Lo suficiente para que me sienta seguro.
—No seas irracional, niño—ambas miradas se enfrentaron, quería sostenerle la mirada. Sin embargo sus piernas cedieron y como pudo trato de sentarse en la cama. La habitación se hundió en un sepulcral sonido, Killua se sobó el puente de su nariz con cansancio.
—Dejenos solos—hablo mirando a los presentes—Por favor y gracias Katsumi, fuiste muy valiente.
Cuando todos salieron de la habitación, Killua notó las manos de Gon aferrarse al kimono con fuerza.
—No me pidas que me vaya, porque no lo haré—le advirtió—Dijimos que estaríamos juntos en esto.
—Lo sé—se arrodilló ante el, tomando sus manos tratando de mirar el rostro cabizbajo del moreno—Pero, no estás a salvó aquí.
—Tu tampoco—nego sin verlo—No quiero que tomes decisiones por mi, ni tu... Ni mi tía. No tienen el derecho, yo no me quiero ir—sus manos se cerraron, no sabía si por miedo, por tristeza o enojo—No seas un idiota y me alejes de ti.
Porque nuevamente había estado en las nubes, dejando que Killua abrazara su cuerpo como si fuera todo lo que necesitará rebobinando aquellas dulces palabras por milésima vez solo para que Katsumi llegará junto a Kumiko temblando de miedo, después de una cena amena. Una que no había tenido en mucho tiempo.
Después de tantos meses por fin, sintiéndose bien. ¿Para que? ¿Para que ahora los olvidará? ¿Para alejarse de Killua?
Estaba loco, si creía que felizmente aceptaría, estaba loco.
—No quiero perderte—escucho la voz de Killua, sus ojos azules brillaban tanto como las estrellas que decoraban cada noche el cielo—Todos estos meses, la idea de hacerlo... La idea de que un día ya no estuvieras aquí... No me lo puedo permitir.
Sus miradas chocaron, incluso retuvo su respiración, sin creer aún las palabras que salían de la boca contraria, junto aquella mirada que solo hacía que su corazón palpitará con fuerza:—No lo harás—se aventuró a contestar con su voz temblorosa, por aquellas palabras que solo había escuchado en sus fantasías más añoradas... De forma sorpresiva por fin las escuchaba sin tener el miedo de despertar en su triste realidad. Pero, aún cuando esas palabras eran lo que más había anhelado no quería irse.
—No Gon, los hombres como él no ven nada más que poder y no les importa como o a quien deben quitar de su camino para lograr su objetivo—con una mirada sería continúo— Y tú eres su objetivo—suspirando apretó sus manos con las suyas, jamás lo había visto tan preocupado—Si él... Si él lo logra dañarte... Yo no podría perdonármelo.
—No lo hará—nego repetidamente con su cabeza—Pensemos en algo. Tu y yo. En una salida, juntos—le miro suplicante, sabía lo inseguro que podría ser, pero no quería irse—¿Te tengo que recordar lo que me dijiste?
El albino le dió una leve sonrisa, y negando con la cabeza hablo:—Lo pensaré.
—No quiero que lo pienses Killua.
El miedo ya se había sentado en su corazón desde el primer día en que Gon había caído desmayado. El riesgo solo aumentaba si dejaba que se quedará aquí, aunque, si hubiera solo una oportunidad; una dónde Gon no corriera peligro estando a su lado entonces él la tomaría.
Porque tampoco quería que se fuera.
Debía pensar, por la seguridad de Gon. Y solo por la de él.
Azami sabía que lo que habían hecho estaba mal, envenenar a esa mujer por motivos que desconocían sería algo que jamás dejaría descansar a sus almas. Pero cuando su madre y hermanos estuvieron en peligro no había otra cosa que hacer, aún cuando sabía muy bien que cualquier camino que tomara terminará en muerte. Negarse o regresar a la hacienda, cualquier de las dos opciones terminarían con su sangre derramada.
Cuando entendió su cruel destino supo que tenía que hacer un plan con lo que supiera, porque ella había conocido a hombres iguales a ese general, aquellos que no tenían valor alguno, que solían alardear de una lealtad que no tenían. Ella los conocía y como en el pasado haría todo por sobrevivir a ellos, por eso cuando supo que su familia estaba en peligro hizo que se alejaran de Yamamata lo más que pudieran, a su vez ella desaparecería por un tiempo.
Aunque su destino fuera llegar a la hacienda Watanabe, su plan consistía en irse. Su destino no sería ese lugar.
Cuando las dos semanas pasaron y el general les dió las últimas ordenes entendió que solo era un plan para que si de alguna manera se supiera del veneno la culpa recayera en ellas, lo sabía. Esperaba que esa mujer muriera pronto porque cuando se supiera de su fallecimiento lo único que le esperaba era muerte. Si no es que moría antes a manos de ese horrible hombre.
Con la conciencia una vez más manchada, subió al carruaje que las llevaría a ambas a la hacienda, miro con valentía a Akami tratando de tranquilizarla para que ambas pudieran ejecutar bien su plan. Durante la mitad del recorrido no hablaban, los nervios de saber cuál era su siguiente objetivo las tenía inquietas, aquí se decidía completamente quien de las dos lograba sobrevivir. Habían sido ellas dos por mucho tiempo, después de esto solo los Dioses eran quienes las podrían ayudar, al menos si aún merecían un poco de su misericordia por sus actos inmorales.
Sin embargo, ese momento jamás llegó. Debajo de la única luz que brillaba el sendero, la luna fue testigo de como varios hombres de telas negras que tapaban todo rastro de piel y que solo dejaban ver sus fríos ojos; atacaban el carruaje. Ambas mujeres gritaron despavoridas al saber que su final estaba ahí, sin poder al menos pelear fueron sacadas a rastras de ese carruaje viendo con pavor como el chófer había sido asesinado.
Ese general las mataría antes de siquiera llegar a la hacienda. Lo había esperado, sin embargo, se había querido convencer de que tal vez tenían una oportunidad.
Lo último que pudieron ver, fue la luz de la luna. Para que todo lo demás se volviera negro, esto era el precio por sus pecados.
—¡Escuchaste! ¡La emperatriz se ha sentido mejor!
—¡Es un alivio!
—Los Dioses escucharon nuestras plegarias.
—¡Es una alegría saber que nuestra emperatriz pueda seguir gobernando!
—¡El emperador debe sentirse más tranquilo!
—¡Benditos sean los cielos!
Ante los primeros días del mes de octubre, los rumores comenzaron a volar por el palacio con gran rapidez, del más pobre sirviente hasta el noble con más poder se alegraba de que la emperatriz se estuviera mejorando. La alegría incluso llegó a los pueblos cercanos, celebrando que la luz que guiaría a esta nación por fin recuperaba su brillo.
El Rey Hayate, se alivio al leer la última carta de su cuñada dando gracias a Akane por cuidar de su pequeño, dándole las gracias por aún no llevárselo. Sonrió, esperando que las siguientes noticias fueran igual de buenas que estás.
Por su parte y con el cabello amarrado en un sencillo moño, Gon había por fin bajado a sus jardines privados, pudo ver maravillado las hermosas flores invernales que empezaban a nacer agradeciendo el cuidado que Raito había tenido con sus flores.
—¿Vas bien, Gon?—la voz alegre de Kumiko, le hizo sonreír. Cerro los ojos sintiendo por primera vez en mucho tiempo el aire fresco a su vez algo gélido en su rostro.
—Voy de maravilla, Kumiko.
—Tu dirás cuando entrar, ¿entendido?
—Nunca, estoy tan aburrido de esa habitación—se volteo para mirarla, y con una sonrisa hablo—Quiero ir a la biblioteca.
—Primero debemos arreglar eso—señalo a su cuerpo, haciendo que rodará sus ojos. La libertad tenía un precio.
—Todo sea para no estar encerrado en esa habitación, ¿Killua dónde está?
—En una junta con los concejales, parece ser que el nuevo proyecto del festival les encanto—caminaron a la habitación, para comenzar a convertirlo en aquella mujer que había abandonado por completo, no estaba encantado por desempeñar de nuevo su papel, pero, por salir no se quejaría.
—Sabía que les encantaría.
—Si bueno, hubieron tres mentes maestras detrás de él—le sonrió comenzando a poner las capas de tela.
—Lo mejor de lo mejor.
—Así es—apreto un poco haciendo que Gon diera un brinco, odiaba las fajas—El doctor dijo que no te emocionaras mucho, cualquier cosa tienes que decirlo, ¿entendido?
—Si, mamá.
Con paciencia las doncellas arreglaron los detalles que faltaban, dejando a Gon como Sayuri, nuevamente. El moreno salió de su habitación, con la emoción palpante en su cuerpo, devolviendo las sonrisas que los sirvientes le regalaban con tanto cariño; llegó hasta la sala de juntas donde vio que los ancianos salían de la gran habitación, Killua hablaba con Haruto de forma seria no fue hasta que sus miradas conectaron.
Gon le sonrió con elegancia, tratando de evitar correr hacia él emocionado, queriendo decirle lo muy bien que se sentía. Espero con paciencia a qué Killua se despidiera de su hermano y los ancianos que preguntaban para caminar hacia él.
—Me alegro mucho que ya estés afuera de esas paredes—le sonrió una vez que estuvo frente a él.
—Hay tantas cosas que quiero hacer, emperador—le sonrió divertido, con atrevimiento y sin importar que los ojos de muchas personas estuvieran sobre ellos engancho su brazo en el contrario dándole una silenciosa invitación para que caminarán juntos y que hablarán de las nuevas noticias, sobre todo de aquella que no salía de su mente:—Sobre...
—Esta hecho, Sayuri—le dió una mirada serena, Gon dió un suspiro aliviado siguiendo los pasos de Killua a los jardines exteriores.
Los sirvientes veían con emoción a la pareja imperial, pensando que tal vez esas historias de su supuesto romance trágico que tenían a su alrededor fueran ciertas.
Colorin colorado este cuento a acabado ( ◜‿◝ )♡.
Akslaldlsos se crean, como ya dije este es el último cambio temporal que tendremos por lo que será muy largo a menos que quieran que terminemos aquí y regresemos al presente para luego pasar al pasado nuevamente. Quiero ver sugerencias :3. Comenten, así puedo pensar las cosas y tomar una decisión.
Se vienen cosas muy buenas aldkalsl en serio que me emociono con lo que se viene porque aunque si habrá mucho amor y cariño se viene harto drama.
Cómo sea, ¿les gustó?
¿Cómo están?, Si son de México ¿Sintieron el temblor? Espero que estén bien, personalmente no lo sentí pero de corazón espero que estén bien.
Siguiendo con mi cuestionario para quienes son de México, ¿hicieron algo el 15? Yo estuve de viaje ajajsjsj por eso mismo no saque el capítulo ayer, llegué re tarde y ocho horas en auto me cansaron mucho hoy solo tuve para editar el capítulo.
Sin más, nos leemos la siguiente actualización ♥️.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top