🎐 三 ⠘ ³ 🎐
La brisa golpeaba su rostro, al igual que la dura verdad que se formaba ante sus ojos.
Dentro de dos días podría ser llamado emperador de todo un país, el hombre que llevaría a todos por un buen camino y aquel que sería llamado esposo de Gon... Sayuri, en realidad.
Era todo algo evidentemente extraño, años atrás soñaba con convertirse en la mano derecha de su hermano y pelear a su lado, talvez tener suerte y casarse con Retz y seguir viviendo en el campo de batalla; jamás imagino que quien terminaría siendo la mano derecha fuera su hermano y que al casarse fuera con un hombre, tampoco se imagino siendo un emperador.
Es que hasta la misma palabra le daba miedo, ¿Cómo podría hacer que un país prospera en todo los sentidos?, ¿Cómo podría ayudar a todos los pueblos?, no solo preguntas como esas golpeaban su mente noche tras noche; también, estaban aquellas que giraban en torno a Gon.
¿Vivirán bien?, ¿Algún día lo descubrirían?, ¿Qué haría si eso pasaba?
Tenía miedo. Mucho.
Cerro las ventanas, haciendo que la brisa de la noche ya no entrara.
— ¿Puedo pasar? —la dulce voz femenina se escuchó detrás de la puerta haciendo que Killua dijera que si, dejando ver a una hermosa mujer de cabellos rubios arreglados en un sencillo pero elegante peinado.
— ¿Qué pasa Retz? —preguntó mirando como la chica dejaba una bandeja con dos vasos de té sobre ella en una mesa.
— Venía a verte, ya sabes... En dos días contraes matrimonio con Sayuri —lo odiaba, era de lo peor y de mal gusto, odiaba escuchar "Sayuri" y no Gon, pero sabía que era mucho más seguro que hablarán con ese nombre para no ser descubiertos.
— Lo sé —respondio
Retz sonrió, Killua era su amigo, su mejor amigo. Crecieron juntos, siempre hubo un gran apego al hombre que se encontraba frente a ella.
Retz, lo amaba... Demasiado.
Cómo a un hermano pequeño, como a ese niño que siempre debía proteger aún sea el soldado más fuerte, como aquel niño inocente que le pedía que contara la historia de los dioses una y otra vez, como aquel niño que siempre la respeto y que jamás la trato de otra forma simplemente por ser mujer.
Ella amaba a Killua, por lo tanto cuando él se sentía mal, ella lo hacía. No podía solo mirar al albino que se sintiese mal, eso no sería de una buena hermana.
Sabía del todo peso que llevaba en sus hombros era terrible, sabía que la preocupación para no ser descubiertos era igual de intensa. Y por ello, ella lo acompañaría, ella lo ayudaría. A él y a Gon.
— Sabes —hablo tomando la taza en sus manos —. Creo que estarán bien, tu y ella, serán un buen equipo. Aunque lo niegues ustedes dos tiene más química de la que te imaginas, ambos se entienden y eso —miro al albino mientras llevaba su taza a la boca para después continuar —. Los ayudará, no solo con el país si no en su relación.
Killua sonrió con tristeza, esperaba que fuera así.
— Espero que así sea —respondió sin muchas ganas.
— Será así —la rubia le guiño un ojo con una sonrisa —. Todos creemos en ti... En ella, no todo estará en tus hombros, siempre nos tendrán a nosotros. Confiamos en ti, Killua.
Retz le sonrió con ternura, Killua no pudo evitar sentir cálido ante aquella sonrisa, aquella que conocía a la perfección y que sinceramente ahora mismo necesitaba.
— Gracias —hablo abrazando a la joven que solo rio por lo bajo, aceptando aquella muestra de cariño y dejando palmaditas en los albinos cabellos del chico.
— Confía en él y jamás te subestimes, no olvides que siempre tendrás personas apoyándote —susurro, como una madre a su pequeño.
Y Killua no pudo evitar pensar que los dioses solo le mandaban angeles a su miserable vida. Gon y Retz eran la prueba de ello.
— Tienes nuestra lealtad —la voz segura de la castaña le sorprendió.
— Siempre estaremos para ti, para protegerte —la voz masculina hablo con firmeza.
— ¿De que hablan?, no hagan eso —la voz alarmada del doncel les hizo sonreír, vieron como el joven moreno trataba de levantarnos.
— Gon —la mujer hablo mirándole con ternura —. Te casarás, solo queremos que sepas que siempre estaremos contigo.
— Juramos protegerte, lo jure en la tumba de tu madre y lo estoy jurando ante ti. Te protegeré —la voz masculina era sumamente seria, sus ojos llevaban ese brillo inusual que por lo general solo se veía en pequeñas ocasiones.
— Chicos —el moreno dejo salir las lágrimas, ¿qué había hecho para merecer estos amigos? —. Los amo.
Y sin previo aviso corrió a ambos, abrazándolos con fuerza. Un abrazo que desde hace un mes necesitaba, porque la sensación de perderse a si mismo para actuar una vida que no llevaba le hacía querer escapar, el peso de llevar una nación a la prosperidad lo agobiaba, ser cuidadoso para que nadie lo descubriera era una de las razones por las que no dormía por las noches.
Y... El heredero.
Sabía que una vez que estuviera casado, las familias nobles e incluso el concejo molestaría con ello.
No estaba preparado y le preocupaba no estar a la altura.
Porque no había marcha atrás, no podía ser como cuando no sabía como seguir su pintura, dejarla días y seguir pensando, inspirarse para luego y con más calma continuarla. Ahora, no podía darse ese lujo, era pensar con la cabeza fría, hacer tratos con otras personas, exponerse a miles. No podría hacer trazos con cuidado; ahora debían ser trazos rápidos e igual de hermosos que aquellos a los que estaba acostumbrado a hacer con tiempo.
Tendría que cuidar siempre su personalidad, enseñar a sus hijos que siempre será ella y no él.
Solo esperaba estar a la altura y no rendirse.
Los abrazos de sus amigos siempre lo hacían sentir bien. Sus personalidades siempre fueron diferentes, mientras que Gon era un extrovertido desvergonzado, Kumiko era calmada y maternal, mientras que Takeshi era serio y la voz de la razón en el grupo.
Y así funcionaban, desde pequeños fue así.
— Vamos, no llores —la voz de la castaña hizo que levantara el rostro viendo sus lindos ojos avellana brillosos por las lágrimas.
— Todo irá bien, nos tendrás a nosotros —el pelinegro de cabellos largos hablo con voz dulce, pocas veces la usaba.
— Hay algo que tenemos que decirles, Killua y yo —hablo el muchacho secándose las lágrimas de los ojos.
La infraestructura del palacio era preciosa, llena de grabados y símbolos de las naciones Norte y Sur, había sido construido para que en el vivieran las dos familias nobles más importantes de ambos naciones, además de la pareja imperial y sus allegados.
El palacio había sido dividido en dos, el interno y el exterior.
Para la protección de la emperatriz y los futuros herederos que la pareja imperial tuviera. También, estaban las habitaciones de los sirvientes que trabajarán dentro del palacio así como el personal militar.
Así se había decidido.
La habitación imperial era grande y hermosa, a la que solo personas seleccionadas (así como los sirvientes) tenían el acceso.
Gon camino junto a sus dos amigos hacía el gran despacho de Killua, dónde sabía que se encontraba solo.
No toco la puerta, se había acostumbrado a no hacerlo si se trataba de Killua.
Al entrar vio al albino abrazando a la rubia con fuerza, se sintió incómodo.
— P-perdón, pensé que estabas solo —dijo de forma atropellada y rápida.
Killua soltó a la mujer para verlo, viendo que el moreno se había decidido a dejar la habitación.
— No estoy ocupado —dijo con calma, Retz sonrió algo incómoda levantando la bandeja para irse.
— ¿A no?, puedo venir después si estás hablando con Retz —aun no se acostumbraba a hablarle por su nombre, pero como ella siempre le pedía que lo hiciera comenzó a hacerlo.
— No te preocupes, yo ya me iba, tengo que dejar esto en la cocina —la rubia dijo, deslizando la puerta dejando ver Takeshi y Kumiko esperando.
— ¿Seguros? —de nuevo preguntó, no era su intención interrumpir lo que sea que estaba pasando.
— Seguros Gon, no te preocupes —el albino le miro con una sonrisa, tratando de calmar todo lo que sea que estaba pasando en la habitación.
— Iré a dejar esto —hablo —. Nos vemos Killua, descansa Sayuri. Descansen Takeshi, Kumiko.
— ¿No quiere que lleve eso a la cocina, alteza? —la castaña pregunto acercándose a la rubia que nego con la cabeza sonriendo.
— No te preocupes, puedo sola. Descansen —sonrio alejándose.
— Que tenga una buena noche, alteza —hablaron ambos sirvientes con una reverencia. Gon hizo que ambos entrarán a la habitación cerrando las puertas detrás.
— Entonces —miro al moreno —. ¿Qué ocurre?
— Vengo a que ambos —se señaló a sí mismo para luego señalarlo a él —. Ya sabes, les digamos lo que tenemos planeado para ellos.
Hace a penas que unas dos semanas habían llegado al palacio, por lo que aún faltaban muchas cosas de que hablar y arreglar.
Una vez que llegaron al palacio, la mayor parte del tiempo se la pasaron arreglando las cosas de la boda, la ceremonia de coronación y su presentación al pueblo. Por lo que no habían tenido mucho tiempo para hablar correctamente de las cosas que ya tenían arregladas.
— Oh sí, es verdad —el albino chasqueo los dedos, Gon le sonrió —. Nosotros ya habíamos hablado un poco acerca de los puestos que muchas de las personas cercanas a nosotros tendrían.
Ambos chicos asintieron.
— El mismo concejo fue decidido por nosotros y todos aceptaron las propuestas acerca de la servidumbre y todo lo militar —el albino siguió hablando sentándose en la silla, estaba cansado —. Kumiko tú conoces a Gon desde que eran niños y sobre todo conoces su naturaleza por eso hemos decidido que seas la sirvienta imperial.
— ¿Yo? —la mujer se sorprendió.
— Obviamente —contesto el moreno para luego hablar —. Has estado conmigo durante años, no podría confiar en otra persona que no seas tú, además el pago será bastante bueno por ser prácticamente nuestra sirvienta personal aunque... —dejo de hablar —. Hemos pedido que no seas solo tu, es bastante trabajo... Por eso decidimos que tú escojas a otras dos mujeres.
— ¿Escoger? —preguntó confundida.
— Si, para que te ayuden, escucha no solo estarás limpiando la habitación, si no también y como ya hacías me vestiras junto a Killua. Tendrás que estar siempre a mi lado, en eventos serás la única que se podrá acercar a mi, también organizaras las comidas, los arreglos del palacio, los eventos. Serás como una jefa —el moreno hablo emocionado —. Prácticamente serás mi mano derecha con todo eso.
— Gon yo —la mujer no esperaba tal trabajo, había esperado ser la sirvienta personal de Gon, si, pero jamás ser jefa de varias de la servidumbre dentro del palacio.
— Por eso necesito que tengas a dos mujeres en las que puedas confiar, para que te ayuden. Aunque claro tú serás la que mandes en todo eso —el chico sonrió con alegría, pero al ver el rostro pálido de su amiga se preocupo y volvió a hablar —. Claro que sí no quieres puedes negarte, aún así tendrás un lugar en el castillo.
— No —hablo con rapidez.
— ¿¡No!? —el moreno y el albino hablaron sorprendidos viendo a la mujer que aún negaba con la cabeza.
— No, digo... ¡Si!, si quiero, claro, solo fue la sorpresa del momento —la castaña rio un poco avergonzada.
El moreno suspiro aliviado, Killua hizo lo mismo.
— Que bueno, ya estaba comenzando a preocuparme —el moreno miro a Killua para que comenzará a hablar.
— Oh, Takeshi, tengo entendido que eres uno de los mejores soldados y estrategas del Sur —hablo viendo al chico.
— Yo... —claro que estaba orgulloso por haber recibido ese título dentro de su nación, pero, en único problema era que no le gustaba hablarlo en voz alta, era incómodo —. Si
— Te necesito como ayudante de mi y de mi hermano, como sabes él será mi mano derecha, con él habláramos de todo lo económico, lo político y también militar, hemos decidido que junto con Kito estés trabajando en esa área —
El joven soldado abrió la boca. Sin embargo el morenos se adelanto.
— Felicidades Takeshi, has ascendido a general —sonrio con alegría.
— Gracias —dijo con una sonrisa nerviosa.
— Y no solo eso, también serán quienes organicen la guardia imperial. Ya tengo pensados algunos hombres, pero, ustedes serán los que decidan —sonrio viendolo a los ojos.
— ¿Entonces si aceptan? —el moreno sonrió emocionado.
Ambos miraron a su amigo con una sonrisa asintiendo lentamente, una vez más el doncel saltó a ellos abrazándolos.
Killua miro a los tres con una sonrisa.
— Bien, bien —dijo sonriendo —. Creo que será mejor que mañana sigamos hablando de todo esto, vamos a descansar.
— Como ordene, majestad —la castaña rio viendo que el moreno rodaba los ojos.
— Nos vemos en la habitación, Killua —se despidió, el moreno saliendo de la habitación junto a los chicos.
— No tardaré —contesto.
Gon junto a ambos chicos camino a su habitación donde lo dejaron, comenzando a caminar a las afueras del palacio interior e ir al exterior.
— ¿Estás pensando en las mujeres que te pidió? —preguntó el pelinegro.
— Tengo algunas en mente —contesto con una sonrisa.
Se quedaron en silencio pensando y pensando, hasta que llegaron a sus habitaciones.
Dentro de la habitación imperial, había un joven doncel acostado en la gran cama boca arriba mirando al techo, su cabello negro y largo de esparcía en la cama.
El joven pensaba en muchas cosas, de las cuales aún tenía miedo.
Se sentía realmente extraño.
Dos días.
— Esta bien, para rápido —hablo la castaña —. Ellas son Hekima, Hayami y Katsumi —hablo señalando a cada una —. Y si, el concejo ha aceptado a las tres.
— ¿Ellas saben? —la voz fue dulce, como la había practicado.
— Gon, tranquilo. Ellas son del sur —el moreno se sorprendió.
Vio a las tres mujeres, tenía que decir que de algún lado las conocía. Sentía que las había visto en otro lado, pero no en el palacio; era extraño.
Hekima y Hayami eran mujeres grandes, tal vez rondando los 46 años, mientras que Katsumi se veía de la misma edad que Kumiko.
— Gon, ellas fueron las sirvientas personales de tu madre —el moreno abrió la boca sorprendido.
— Juramos lealtad ante su madre y lo haremos ente usted —las tres hicieron una reverencia.
— Es una grata sorpresa, y ya habrá tiempo para hablar —el moreno sonrió —. Pero ahora necesito que ya saben, comencemos a prepararme. La ceremonia será en unas horas.
Las cuatro sonrieron. Asintiendo, comenzando a trabajar.
Hoy era el día, dos sirvientas fueron con el albino y las otras dos se quedaron con Gon. Comenzando por bañarlo, para después secar su sedoso cabello negro lacio.
— Si me permite decirlo, emperatriz —la mujer hablo con respeto, Gon asintio —. Tiene un cabello hermoso.
— Gracias —sonrio el moreno.
Kumiko colocó las telas blancas sobre la gran cama, mientras que la señora Hekima colocaba el relleno como todo una experta, Gon estaba perdido en sus pensamientos, solo acataba las órdenes que ambas mujeres le pedían.
— Comenzaremos a poner el shiromuku¹ —recibiendo un asentamiento, el joven de piel morena comenzó a ser vestido por las telas de aquel kimono que solo se utilizaba para la ceremonia religiosa.
Se vio al espejo, viendo las telas blancas y cremas adornar su cuerpo, jamás creyó que este día llegaría. Su cabello comenzó a ser peinado en un elaborado peinado que fuera capaz de ser tapado por el tsuno kakushi²
Una vez terminando el peinado la mujer de mediana edad hablo.
— Puede agachar la cabeza —hablo, el moreno hizo lo pedido. Sintiendo como ambas mujeres acomodaban aquel sombrero blanco; después de unos segundos fue sentado en la silla viendo que ambas mujeres tomaban el maquillaje.
Unos minutos después, Sayuri estaba lista.
Sus labios habían sido pintados, sus ojos tenían sombras y sus pómulos se veían un poco más rosados.
Colocaron las pequeñas piezas que el vestido ocupaba, colocaron los zapatos. Terminando por fin el moreno.
— Luce igual que su madre —hablo la mujer para si misma, Gon la volteo a ver.
— Oh, perdone —se disculpo la mujer.
— No, no, ¿Me parezco a él? —preguntó
— Por supuesto que lo hace —sonrio la mujer —. La misma vitalidad en los ojos, la misma postura elegante. Es igual a él.
Gon sonrió. El moreno se levantó del colchón caminando a una estantería y sacando de ahí una caja de madera que tenía diseños de flores; de ella sacó una horquilla preciosa, la mujer la miro abriendo los ojos.
— Después de la ceremonia será la fiesta dentro del palacio, y habrá un cambio de ropa. Podría ponermela, por favor —hablo, la mujer asintio.
— Pero claro que sí, majestad —
El moreno sonrió de nuevo, Kumiko había dicho que iría por un poco de té y agua. Por lo que se había quedado solo con aquella mujer.
— El día que mi padre se casó, ¿usted estuvo ahí? —preguntó.
— Así es, yo y Hayami estuvimos el día que su padre se casó —hablo mientras recogía las cosas de la habitación.
— ¿Él estaba nervioso? —preguntó.
— Claro que lo estaba —rio recordando algo —. Recuerdo como era que movía sus manos de un lado a otro, y se preguntaba muchas cosas todos de ellas graciosas.
— Me encantaría que estuviera aquí —el moreno sonrió con tristeza.
— Está aquí —la mujer le sonrió —. Él siempre estará dónde estés tu, cuidándote.
Sonrió. El silencio gobernó la habitación hasta que Kumiko llegó con té y algunos dulces de leche.
Unos 30 minutos después se quedó solo en la habitación hasta que Kumiko regreso ya vestida con un kimono más elegante. Al ser la sirvienta imperial tenía que estar en el lugar de la ceremonia por si a la emperatriz se le ofrecía algo junto a las otras tres mujeres.
— Es hora —
Gon suspiro.
Se sentía pequeño y asustado. Estando dentro del santuario, esperando a Killua.
Dentro del mismo se encontraba su padre, su tía. El lugar estaba siendo protegido por la guardia imperial, Kito y Takeshi estaban fuera junto a los 4 sirvientas imperiales.
El sacerdote le miraba con seriedad mientras las sacerdotisas le ayudaban a preparar las cosas que se necesitarían.
Pocos minutos después Killua entro, se veía tan bien dentro del kimono nupcial. Gon por fin conoció a la madre del albino; una mujer preciosa que le miraba con una sonrisa casi maternal.
Killua lo miro, se veía realmente bien, sinceramente aún no creía que el día ya había llegado; sin embargo, ver a Gon le había hecho sentir que todo valía la pena, que todo que se avecinará lo valdría. Porque estaban juntos y porque ambos podrían.
Camino alado de él, sonriendole. El moreno le regreso la sonrisa, haciendo que sus hoyuelos sobresalieran.
— Ya que ambas familias están aquí, comenzaremos con la ceremonia —el sacerdote hablo.
Las palabras fueron olvidadas por la pareja imperial, sus mentes estaban en otro lugar, en uno lejano; uno en el cual no podían escuchar. El sacerdote les dió la orden para intercambiar los anillos, ambos se vieron a los ojos, tomaron los anillos de la caja y se los colocaron.
Killua sintió las manos del albino temblar, le dió un leve apretón a una de ellas.
— Pueden leer sus votos matrimoniales —hablo el sacerdote, está era la parte que menos esperaba.
Votos matrimoniales falsos. Gon habría esperado que fueran reales, que fueran palabras mutuas y sinceras.
Está era la parte más difícil.
— Yo, Killua Ashikaga, prometo cuidarte no solo por ser la emperatriz, por ser el mayor angel que los dioses han traído a mi —el moreno quiso reír, sus ojos se llenaron de lágrimas, sus manos temblaban —. Prometo amarte en todas tus facetas, prometo jamás dudar de ti y de nosotros, prometo respetarte y luchar todos los días por convertirme en un hombre merecedor de ti. Prometo amarte hasta el último de mis suspiros y buscarte en todas mis vidas. Mi emperatriz.
Las manos de Gon temblaron, quiso llorar. Porque era falso, quería llorar porque era la primera vez que le mentían de una forma tan bella.
Killua quiso abrazar el cuerpo contrario, sin embargo sabía que no estaba en el protocolo. Vio la leve sonrisa en su rostro, escuchando la voz fina y delgada.
— Yo Sayuri Yoshino —inhalo para después sacar el aire, Killua hubiera preferido mil veces escuchar su nombre verdadero —. Juro protegerte, amarte y respetarte. Los dioses no pudieron darme a un mejor hombre que camine a mi lado —su voz se rompió un poco, cambiando un poco sus votos y poniendo un poco más de sus sentimientos en ellos siguió hablando —. Juro amarte aquí y en mis demás vidas, protegerte de todo y todos; caminar a tu lado hasta nuestros últimos suspiros. Prometo esperarte y ser tuya en cada una de mis siguientes vidas. Mi emperador.
Killua después de tantos años quiso llorar. Por sus palabras y por las de Gon, quiso llorar por querer cumplir sus palabras, porque todo lo que estuvieran prometiendo no se convirtieran en promesas falsas.
Jamás podrían imaginar, que aquellas palabras serían su mejor condena. Para dos corazones, que comenzaban a amarse, a conocerse.
El sacerdote asintió complacido y con una orden, las nodrizas trajeron el sake³ en los sakazuki⁴
Ambos tomaron el vaso entre sus manos, el sacerdote dió comienzo al San san kudo5.
El primer sorbo, al cielo.
El segundo, a la tierra.
Y el tercero, al ser humano.
Con el último sorbo dado, ambos sabían que su matrimonio estaba sellado, antes sus familias, ante los dioses y ante ellos. Uno que no se podría romper.
Se habían vuelto esposos. Sus destinos se habían entrelazado una vez más.
El sacerdote sonrió, felicitando y comenzando a bendecirlos con la vara sagrada ōnusa6. Al terminar la ceremonia, se les dió la rama tradicional de la religión, la llamada sakaki7, una vez terminado el ritual, el sacerdote dió la orden para que los presentes bebieran el sake y dieran buen augurio a la pareja recién casada.
El sacerdote dió unas palabras a la familia y a la pareja imperial. Terminando con la ceremonia. Todos salieron del santuario, el corazón de Gon palpitaba con fuerza, su padre lo tomo del brazo y lo alejo solo un poco.
— No te lo dije antes, pero te ves realmente hermosa —hablo con una sonrisa llena de ternura y amor.
— Gracias, padre —el joven quería llorar en los brazos de su padre, que lo sacará de ahí y que le dijera que fue un sueño.
Hablaron un poco más, hasta que minutos después Killua se acercó a él junto a aquella mujer de cabellos igual de blanco que los de su... Esposo.
— Sayuri, te presento a mi madre, Misaki Ashikaga —hablo con una sonrisa enorme, Gon le sonrió e hizo una reverencia.
— Es un gusto conocerla se- —pero la mujer tomo sus manos en un apretón dulce, cortando sus palabras.
— Madre —hablo —. Dime madre, ¿Tienes problema con ello?
Gon sonrió —. Por supuesto que no, madre. Killua me ha contado mucho de usted, realmente quería conocerla.
— Lo mismo digo de ti, Sayuri, te ves preciosa —sus palabras decían aquellas palabras con dulzura y aún así Gon sabía que las palabras eran distintas, agradecía que lo aceptará.
Agradecía que la familia de Killua lo aceptará.
— Madre —el albino hablo —. El padre de Sayuri Hayate Yoshino.
— Un gusto en conocerla —hablo el hombre.
— El gusto es mío —
La pareja vio como toda la familia hablaba, Gon se alejo un poco junto a Killua, se sentaron en una banca que estaba debajo de un árbol frondoso y verde.
— ¿Ella está bien? —preguntó.
— Si, está mejor. Los médicos dijeron que su salud mejoró un poco —vio como una sonrisa tranquila surcaba en su rostro.
— Así que, esposo —el moreno le miro con una sonrisa burlona —. ¿Tendré que llamarte así todo el tiempo? ¿Lo quieres con tono amoroso?
El moreno hablo con burla, alzando sus cejas de arriba a abajo.
— Claro —rio el albino —. Tendré que llamarte esposa o ¿por qué no mejor, mi emperatriz? Suena mejor, ¿lo quieres con —chasqueo los dedos fingiendo pensar —. ¿Cómo dijiste, tono amoroso?
Volteo a ver al moreno que tenía el rostro tan rojo como el hilo que decoraba su kimono nupcial. Se sorprendió al verlo de esa manera, Gon no se avergonzaba con nada, el moreno miro a otro lado, tapándose el rostro con el sombrero que llevaba en la cabeza.
— ¿Que? —el albino pensó molestarlo con ello —. ¿Acaso el grandioso Gon está avergonzado?
Las últimas palabras las dijo en un susurro que sabía solo ellos escucharían.
— No me llames así —dijo el moreno sin mirarlo.
— ¿Por qué no?, suena lindo, en vez de decirte esposa o mujer —el albino aprovecho para seguir burlarse de él —. ¿Acaso no quieres ser mi emperatriz?
— Creo que no deberías tener dudas después de mis votos allí adentro —el moreno aún con el rostro colorado lo miro señalando el santuario —. Literalmente soy tuya ante los dioses.
— Mío —dijo el albino acercándose a su oído susurrando —. Eres hombre.
— ¡Aah! —el moreno grito levemente alejándose de él —. No hagas eso, que dan cosquillas.
El moreno rió, escuchando la risa de Killua también, aunque trataba de discimular su corazón que palpitaba con fuerza. Killua estaba haciendo su trabajo demasiado difícil.
— Está bien —hablo con una sonrisa, para luego mirarlo —. Llámame como quieras, emperador.
Killua quiso seguir riendo, pero la forma en la que esa palabra salía de los labios de Gon era... Diferente, no era para dar respeto ni para imponerlo, no era esa palabra a la que tanto miedo le tenía. Solo era una palabra que llevaba tanto cariño dentro, sonaba igual a qué cuando le llamaba como Killua. Su voz le hacía olvidar el verdadero significado y colocarle uno nuevo... Uno que le gustaba más.
Lejos de ellos y con discimulo, Retz y Haruto los observaban con una sonrisa emocionada.
— No es por nada —rio la rubia —. Pero yo te lo dije.
— Eres increíble —rio el pelinegro.
— Lo sé —la chica sonrió con fingida altanería —. Haruto, hagamos un buen trabajo cuidandolos.
— Lo haremos Retz, los cuidaremos bien —
Una vez llegando al palacio, Killua y Gon se arreglaron para la fiesta, colocándose kimonos hechos para la ocasión.
El palacio había sido decorado para la ocasión, los invitados de igual forma de encontraban divertido y dando felicitaciones a la familia real así como a la pareja imperial. Todo estaba bien, Sayuri sonreía y aceptaba las buenas vibras juntos los regalos que humildemente le daban a su emperatriz.
Killua que aunque hablaba con uno de los hombres importantes en el mercado agrícola ponía bastante atención a su... Esposo, quien hablaba alegremente con su madre.
El anciano se dió cuenta de las miradas que el albino le regalaba a la mujer que reía con delicadeza.
— Es una alegría saber que la emperatriz se encuentra feliz —hablo con una sonrisa.
— Así es —el emperador sonrió.
Porque aunque la coronación sería dentro de una semana, todos ya lo respetaban y hablaban como debía ser.
— Sabe, esa mirada que le da —el anciano le señaló el rostro —. Me recuerda a cuando conocí a mi esposa.
— ¿Ah? —el albino le miro, dejando se ver a Gon.
— Esos ojos, es bueno saber que ambos se aman. Eso evita muchas cosas desafortunadas —hablo con una sonrisa divertida —. Además la joven emperatriz se ve realmente cómoda con usted y su familia, eso también es bueno.
Killua no supo que responder a ello. Aún así le sonrió agradeció. Busco con la mirada a Gon, encontrandolo con los hermanos Watanabe.
— Mis gratas felicitaciones por su matrimonio, emperatriz —el hombre alto y de cabellos negros largos hablo reverenciando a Gon.
— Gracias —respondio con elegancia, esperando los nombres de ambos hombres.
— Cierto, Tomoki y Raito Watanabe, somos parte del departamento militar y político —sonrio con elegancia, el hombre a su lado que llevaba los cabellos negros hasta el hombro también le sonrió con simpleza.
— Es un gusto conocer a ambos —hablo de nuevo.
Siguieron hablando un poco, hasta que Gon tuvo que despedirse para ir a lado de su esposo y recibir los demás regalos y buenos augurios de los invitados que llegaban.
Tomoki miraba a la emperatriz, había escuchado los rumores de que era una belleza, jamás imagino que realmente lo fuera.
Mientras tanto Killua y Gon parados alado del otro comenzaron a charlar, está noche sería larga y definitivamente debían aprovechar antes que el gran día sucediera.
1. Shiromuko (白無垢) :En la boda la novia viste un kimono blanco, el cual representa la pureza.
2. Tsuno Kakushi (角隠し): El cual tradicionalmente se usa para esconder los “cuernos de los celos” de la novia, y también para simbolizar fidelidad y compromiso.
3. Sake: Licor japonés. Durante el comienzo de la ceremonia los novios intercambian sus anillos y leen sus votos matrimoniales. Luego llega el momento más importante, cuando beben sake.
4. Sakazuki (盃): Cuencos.
5. San san kudo: Al ritual de beber sake se lo llama “San san kudo“. Esto lo hacen para sellar su unión junto a los dioses. Tienen que beberlo durante tres veces y en tres sorbos por cada vez, ya que en Asia los números impares son considerados de la fortuna, y el número tres simboliza el cielo, la tierra y el ser humano.
6. Ōnusa: Vara sagrada para bendecir a los novios.
7. Sakaki: Una planta sagrada muy utilizada en en el shintoísmo.
Holaaaaa ❤️
Espero que les haya gustado 💖
¿Cómo están?
La verdad es que pensé que este será el último capítulo para seguir en esta línea temporal, sin embargo estimo que el siguiente si será el último.
Perdón xd.
Por cierto quiero agradecer a los que leen la historia, dejan su voto y comentarios. No saben lo feliz que soy al ver los comentarios que dejan, es la mejor parte de esto; de verdad gracias por la espera y el apoyo 😭❤️
Les quiero mucho 💖
Cuidense y nos leemos la siguiente actualización ❤️
Bye bye ❤️
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