☄️ Nɪɢʜᴛ Tᴡᴏ ☄️
"Cada voz de alegría y dolor, turbando mi pecho, con más fuerza me ata, triste a una vida que dejar ya esperaba."
~ Ono No Komachi ~
El tacón resonaba por el aeropuerto, una mujer de cabellos rojos, mirada coqueta, labios del mismo color de su hermoso cabello caminaba con elegancia y coquetería.
Con una bolsa colgada en uno de sus brazos, una maleta pequeña del otro lado y con el celular en oreja y mano. El acento italiano salía de sus lindos labios carnosos.
- Ya te lo dije, hice el cambio -su voz dulce salió, parecía apurada y algo enojada -. Papi, lo hice, no hay vuelta atrás, sisisi, Bianca está conmigo. Obviamente la iba a llevar conmigo.
Bianca, una joven con una coleta alta, lentes, cabello castaño y ojos verdes caminaba alado de su jefa/amiga a dirección a Japón.
- Nos vemos, te quiero, chau -la joven sonrió con emoción.
- ¿Estás segura que es buena idea ir a Japón detrás de Killua? -la joven castaña preguntó con curiosidad.
- Obviamente, no lo dejaría ir así de fácil, estábamos a nada de concretar algo, Bianca estamos hechos el uno para el otro -la joven sonrió con victoria y la castaña simplemente la miro.
"Pero... Killua estaba borracho cuando está tonta lo beso, ¿Eso acaso cuenta como amor?." Pensó la chica negando con la cabeza.
Pronto se encontraban en el avión, Alessandra tenía una sola cosa en su cabeza: Killua Zoldyck.
Para cuándo Killua Zoldyck habían llegado a Tokio, lo único que pensaba era poder ver a su hermana adoptiva.
Por eso, cuando llegó a casa y vio a su madre con ese porte tal elegante que la caracterizaba no pudo evitar emocionarse.
- Madre -hablo con respeto y con emoción abrazo a aquella hermosa mujer como si de un niño se tratara.
- Hijo -la mujer abrazo a su hijo dejando de lado aquel rostro serio.
- Buenas noches Señora Zoldyck -la rubia hablo con educación haciendo una reverencia.
- Pero que hermosa estás, tu madre estaría orgullosa de verte -una sonrisa gentil apareció en sus labios, una que pocas veces mostraba.
- ¿Dónde está Alluka? -preguntó el albino comenzando a caminar hacia dentro de la casa junto a su fiel amiga y su madre.
- Está en la sala -hablo con una sonrisa.
Y efectivamente al llegar a la sala de la gran mansión vio ahí a la joven de cabellos negros.
- ¡Killua! -la voz emocionada de la joven salió, su semblante serio se borró por uno emocionado, corriendo abrazó fuertemente a su hermano, había algo que en sus brazos la hacía sentir... Segura, protegida.
Juntos pasaron una velada totalmente linda, el padre de Killua no estaba en casa y agradecía eso, sin embargo, su medio hermano Illumi entro en la casa.
- Llegaste -dijo el joven con una sonrisa falsa.
- Illumi -contestó con semblante serio.
- Te espero mañana en la empresa, se puntual. Buenas noches Kikyo -el joven azabache se dirigió a las escaleras, Killua rodó los ojos. Que frustrante.
- ¿Se ha portado bien contigo, verdad madre? -preguntó el albino.
- Si cariño, él me ignora y yo a él, nada del otro mundo -dijo la mujer -. Pero no te preocupes.
- Es verdad, Killua, ese tonto no ha intentado nada con mamá -dijo la azabache abrazando la cintura de su madre con una sonrisa, aunque la chica ya le pasaba por unos centímetros.
- Me alegra saber eso, iré a descansar bueno iremos -dijo el joven viendo a la rubia - Descansen.
Al día siguiente la joven azabache se vistió con más alegría de la normal, el uniforme de su escuela estaba ahora sobre ella, tomo su abrigo porque las nevadas de diciembre eran horribles, odiaba sentir frío. Tomo su celular, auriculares y salió de la habitación lista para ir a su colegio.
- Se van con cuidado -escucho decir a su mamá, por lo que bajo las escaleras corriendo.
- ¡Adiós!, ¡Tengan un excelente día! -el gritó sonó por toda la primera planta, recibiendo una sonrisa de Killua y de la joven rubia que lo acompañaba.
- Tu también Alluka -dijo la señora con una sonrisa leve -. Ten un lindo día.
La joven salio de su casa, entro a la camioneta que la llevaría a su escuela.
- Esa niña no debería estar aquí -la voz masculina de Illumi sonó detrás de ella.
- No es de tu incumbencia -la mujer hablo con tono frío y tajante.
- Claro que lo es, está es mi casa -dijo el chico.
- Está casa es mía y de tu padre, hasta que ambos dejemos este mundo ya se sabrá para quien es la casa -dijo la mujer caminando hacia la sala.
- Nada mal, para la amante de papá -dijo el chico con diversión en su voz.
- Cállate Illumi -la mujer hablo con rencor en su voz, ¿Cómo podía decir tales palabras?, ¿Cómo?, ¿Cuando aquí la única engañada fue ella?
- No eres mi madre, no puedes callarme Kikyo -dijo el joven, la mujer decidió no decir más.
Por otro lado, la chica de cabellos azabaches había llegado a su escuela, una vez allí fue a su salón encontrando a sus amigas y mejor amigo.
- ¡Iremos a una cafetería buenísima! -hablo una joven de cabellos rosas.
- Uuuy pero tendrás que pagar todo tu Ai -chan -hablo otra chica de cabellos castaños.
- Ni siquiera es tan caro -dijo la joven con un puchero.
- Come esto Alluka -chan -dijo el joven de cabellos azules con un sonrojo.
- Tan lindo Hiro -kun -la azabache hablo con una sonrisa.
- Digno de un sol como él -hablo la castaña con una sonrisa.
Las clases pasaron con rapidez y una vez la salida los chicos decidieron seguir a su amiga.
- ¡Es aquí! -dijo la peli-rosa con una sonrisa -. ¿No es linda?
La azabache recordaba este lugar, hace un año vino a este lugar con su madre, nunca volvieron aunque el sabor de esa tarta fue estupendo, recordaba vagamente a un chico y...
- ¡Bienvenidos! -la voz dulce llegó a sus oídos, la sensación cálida se poso en su pecho, comenzó a mirar a todos lados con la necesidad de buscar el dueño de esa voz, al encontrarlo no pudo evitar una sensación de dolor en su pecho, los ojos comenzaron a lagrimear, fue así que de sus lindos ojitos lágrimas salieron asustando a sus amigos y al mismo moreno que los atendía.
- Oh dios mío, Alluka, ¿Estás bien? -el joven peli-azul preguntó con nerviosismo.
- ¿Necesitas algo? -el preocupado joven la miro, está miro como el chico se acercó a ella, sintiendo su corazón latir como loco, negando con la cabeza respondió.
- No, estoy bien -su voz salió, secando las lágrimas con las mangas de su suéter.
El chico sonrió ligeramente e invito a que los chicos se sentarán, le llevo a la azabache un vaso de agua y con una sonrisa dió las cartas.
Alluka no podía dejar de pensar en ese sentimiento, ¿Por qué?
¿Por qué le dolía tanto ver a ese mesero?
- Llegué -la voz sin vida de Gon salió, al llegar a su "hogar".
Se había quedado un tanto preocupado por aquella chica que había llorado de la nada, por lo que esperaba que estuviera mejor.
Pero cuando se vió en esa casa, dios, se sintió tan mal y la sensación de molestia golpeó de nuevo su corazón.
- Hijo -la voz apagada de su madre salió de la cocina y ahí estaba.
Una mujer de cabellos azabaches, dientes amarillos por el alcohol y el cigarro, semblante pálido, ojeras negras, se veía tan enferma.
- Mamá -dijo el joven.
- ¿Cómo estás? -preguntó la señora con una sonrisa ligera.
- Bien, supongo -el moreno hablo con desinterés.
- Oh, oh, te hice unas galletas -la mujer mostró algo de brillo en su mirar y caminando fue a la cocina, Gon miro dentro de la sala, habían botellas de vino regadas por ahí, además de que el cenicero estaba casi lleno, suspiro.
- Mamá, no me vine a quedar tanto tiempo, vine a entregarte el dinero, ¿Cuánto necesitas? -hablo el chico caminando a la cocina.
- Oh sobre eso -la mujer hablo, vio como saco del horno una charola, olía bien, justo como cuando era niño y su madre le hacía esas galletas - No lo necesito.
- ¿Qué? -hablo confundido el joven.
- Sabía que si decía que vinieras, no lo harías así que te mandé ese mensaje necesitando el dinero -hablo la señora.
- Pero antes me lo pedías siempre -el moreno la miro confundido.
- Ya no, solo quiero ya sabes, hablar contigo -la mujer se sentó en el comedor esperando que el azabache se sentara con ella.
- Mamá yo... -el moreno no sabía que hacer, hace años que su madre no mostraba ningún interés en él.
- Por lo menos come las galletas -la mujer hablo desilusionanda.
- Está bien -el joven tomo una de las galletas y la metió a su boca, una ligera sonrisa salió de sus labios. Era idéntica a las que le daba cuando aún era un niño -. Están deliciosas.
Un ligero brillo apareció en sus ojos, uno que hace mucho se había ido.
- Aún no pierdo el toque -la mujer hablo con una sonrisa -. Hijo, dejaré de tomar y fumar.
- ¿Qué? -preguntó, sorprendido miro a esa mujer que ya no reconocía, esa a la que llorando y de rodillas le pidió que dejara el vicio, esa misma que ya no sentía como su madre.
- Lo que escuchaste, te he hecho daño, pero -su voz se rompió -. No más, yo, desaproveche tantos años de ti, todo por culpa de tu padre -la voz sonó con tristeza, rencor -. No más cielo, perdóname.
- Mamá -el joven sintió un nudo en su garganta.
- Tranquilo cielo, esperaré pacientemente tu perdón -la voz de esa mujer sonó.
- Me... Me tengo que ir -el joven saco un sobre de su mochila -. Tómalo, yo... Nos vemos después.
- Vete con cuidado -la señora se levantó y acompaño a su hijo a la salida.
Esas palabras, hace mucho que no las escuchaba.
Una vez en casa, miro aquella fotografía en su buró, no podía dejar de pensar que esa mujer tan hermosa no era nada a comparación de esa mujer que desconocía.
Esa a la que llamaba madre por costumbre.
Esa mujer que ahora... ¿Pedía una oportunidad?
¡Holaaaaa!
¿Las gusto?
Si, es un tanto corto pero ese es exactamente lo que quiero. Poco a poco serán más largos.
Este fanfic tendrá bastante drama, esperemos más acerca de esta mujer, de nuestro Gon y también sobre la familia Zoldyck que también tienen sus problemas.
Ahora si, tal vez publique más al rato o mañana.
Las/los quiero ❤️❤️❤️.
Bye bye.
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