☄️ Nɪɢʜᴛ Fᴏᴜʀ ☄️
"Cada voz de alegría y dolor, turbando mi pecho, con más fuerza me ata, triste a una vida que dejar ya esperaba."
~ Ono No Komachi ~
- Killua, salgamos -la peliroja hablo con una sonrisa en su rostro, tomando la mano del albino que solo pudo contestar con una sonrisa.
- Ya estamos saliendo -respondió el albino, jalando levemente su mano para después tomar el tenedor y poder disfrutar la comida que se veía tan rica. Debería hacerle caso a Bisky y por lo menos llevarse algo a la oficina, algún día moriría de hambre, pero esque la rubia era tan linda con él que siempre le llevaba la comida y ahora que ella no estaba pues no comió. Si, Killua Zoldyck a veces era un idiota.
- Ja, ja, gracioso -la chica rodó los ojos y puso un puchero - Tu sabes a lo que me refiero.
Lo miro con una sonrisa coqueta, esa que podía poner a cualquiera a sus pies; pero para Killua no, había una sonrisa más linda cruzando por su cabeza, lo lamentable, no conocía a esa persona.
- No -dijo Killua tomando del café, dios que rico - No estoy listo para una relación.
La chica al escuchar eso rodó los ojos.
- Con ese pretexto no me comprarás, se que no te gusto -la chica mostró una suave risa - Pero dame una oportunidad, solo una para poder enamorarte.
La chica sonrió animada, podía hacerlo, sabía que lo podría hacer.
- Alessandra, eres muy linda -hablo el albino viendo los chocolates que habían traído - En serio, muy, muy linda, además de inteligente, encontrarás a alguien mejor que yo.
- No, Killua, tu eres lo mejor que he encontrado en años -la chica era necia y no dejaría ir a un hombre como Killua, era algo estúpido hacerlo. El ojiazul suspiro, no podría con ella.
- Ale -hablo - No estoy listo para una relación, no quiero una relación ahora.
- Ya lo veremos -respondió con una media sonrisa.
- Mejor hablemos de tu padre, ¿Cómo está? -preguntó con el objetivo de desviar la conversación.
Y así fue, a pesar de que Alessandra era... Algo castrosa con el tema de salir, la verdad era que cuando hablaba de otros asuntos la plática de volvía amena e incluso divertida. Podrían ser amigos pero Alessandra no lo permitiría, así que lo mejor que podía hacer Killua es ser directo y desviar el tema de conversación.
Aunque también estaba el hecho de su avaricia que no escondía; por eso no podía considerar una amiga e incluso una posible pareja. Odiaba a las personas avariciosas, porque siempre terminaba mal el estar con una de ellas.
El celular de Killua sonó haciendo que este contestará.
- ¡Killua! -la chica detrás de la línea telefónica hablo con emoción - ¡Encontré el mejor chocolate del mundo!
- ¿De verdad? -preguntó con una sonrisa emocionada, Alessandra podría jurar que estrellas se formaban en sus ojos.
- Oh claro que sí, Bianca y yo estamos aquí comprando te los llevaré -dijo la rubia mientras le sonría al moreno que la atendía.
- Los esperaré con ansias Bisky -la peliroja rodó los ojos al escuchar su nombre.
- "¿Será todo, señorita?" -una voz se escuchó del otro lado de la cabina, se escuchaba claramente, una voz dulce y calmada, una que dejó pasmado al albino - Espera, nos vemos Killua, bye bye.
- ¡Espera Bisky! -la llamada se cortó, miro su celular con la mirada atenta de la peliroja que lo miraba entre curiosa y desconcertada.
- ¿Killua?, ¿Paso algo? -preguntó la chica genuinamente preocupada. El chico la miro y nego la cabeza.
- No ja, ja -dijo sonriendo - ¿En qué estábamos?
La comida termino, Killua dejo a Alessandra en el hotel donde se hospedaba. Y se dirigió a su casa, los pensamientos los tenía revueltos, aquella sensación extraña regreso a su cuerpo y no sabía porque también estaba emocionado como si su mismo cuerpo le dijera "pronto", ¿De que?
Suspiro pesadamente, ¿Qué le pasaba?, También estaban los extraños sueños que cada vez se hacían más frecuentes y más largos, sin embargo, no podía recordar del todo.
Habían cosas que recordaba, la sonrisa perfecta, gestos tan normales pero que se le quedaban grabados en su mente, pero nunca su voz, habían palabras; que cuando las escuchaba en aquellos sueños hacía palpitar a su corazón, sin embargo, al despertar aquellas palabras se iban de su mente, aquella voz olvidaba y solo podía recordar el sentimiento que estás dejaban. Llegó a su hogar, estacionó el auto y entro a la mansión.
- ¡Llegué! -hablo cuando llegó a la sala donde su madre estaba sentada tejiendo y con la televisión encendida.
- Bienvenido -la mujer hablo, mientras volteaba a verlo con una sonrisa. Pronto el timbre sonó y la ama de llaves fue a abrir la puerta, dejando entrar a una rubia con sonrisa emocionada. Ella fue a la sala donde su amigo y su madre se encontraban.
- Buenas noches -hablo amablemente, para después ver a su amigo con una sonrisa.
- Madre estaré con Bisky arriba -el chico hablo dejando ver a su madre con duda sin embargo no dijo nada y ambos chicos se marcharon.
- No te lo imaginas -dijo la rubia con emoción sacando los chocolates de su bolsa.
- Me estás haciendo tener muchas expectativas de esos chocolates -el albino abrió su habitación y entro en el junto a su compañera.
- No de verdad, están muy ricos, de hecho son obviamente artesanales de ese lugar -la chica dejo sus cosas en el escritorio de la habitación, sentándose en la silla que ahí estaba - Por lo que me dijeron estos chocolates solo de venden en esa cafetería.
Abrió la bolsa dejando salir un olor bastante agradable, el albino se acercó para tomar la bolsa y al hacerlo sintió el olor posarse en sus fosas nasales.
Que rico olía.
Era un gran olor, muy muy bueno, vio a Bisky quien lo miraba con una sonrisa y atenta a todos sus movimientos.
- ¿Qué? -dijo sacando el chocolate de la bolsa, eran redondos con detalles en puntos de hecho se veían tan comunes que si no fuera por el olor pensaría que su amiga le estaría haciendo una broma.
- Quiero ver tu rostro al comerlo -dijo.
El albino colocó el chocolate en su boca, saboreando, no pudo evitarlo, ya era fan de esos chocolates. Eran tan ricos, tan cremosos que en verdad serían sus chocolates favoritos.
- Tienes que traerme más de ellos -dijo comiéndose los demás.
- Lo sabía -dijo con una sonrisa - Pero si cuando los probé pensé en traerte como la buena amiga que soy.
- Si lo que digas -el chico hablo con sarcasmo y la chica se levantó a darle un golpe en el brazo.
- Sin mi estarías muerto, no lo olvides o quieres que te recuerde todas esas veces en las que casi quemas la cocina o cuando -el albino metió un chocolate en su boca haciendo que callara.
- Si, ya entendí, no hace falta que me lo recuerdes -dijo sentándose en su cama abrazando los chocolates como si estos fueran su vida - ¿Y cómo se llama la cafetería?
- Mmm, ¿Sakura no hana(1)?, Creo que así se llamaba, de todas formas tengo la dirección -la chica hablo tomando otro chocolate de la bolsa que tenía Killua - Te doy la dirección por si quieres más.
- Me encantaría ir por mi mismo pero esta semana no puedo -el chico suspiro - Tengo una junta en Sapporo.
- Querrás decir tenemos -hablo la rubia.
- Bueno si, ¿Has pensando en lo que te propuse? -preguntó.
- Si y desde ahora te digo que no -la chica se volvió a sentar mirando a su amigo.
- ¿Por qué no?, Eres más que mi secretaria -dijo el albino con el ceño fruncido - Vamos podría convertirte en una grandiosa ejecutiva, mereces más que ser solo una secretaria.
- Estoy bien con mi puesto -hablo con una sonrisa sincera.
- La propuesta estará abierta en todo momento -tomo otro chocolate cerrando los ojos disfrutandolo.
- ¿Y tú cuando le dirás a tu madre del departamento? -preguntó ahora la chica.
- Ya te lo dije, será cuando sepa que el idiota de Illumi se vaya de la casa -dijo el chico, por algo había contratado a esa ama de llaves y por eso también había contratado a Amaya para que cuidara a su madre y estuviera al pendiente del idiota de Illumi.
- Será difícil sacarlo de aquí, más cuando está totalmente convencido de que la casa será de él -hablo con asco, ese idiota - Además sabes que ese chico le guarda un rencor terrible a tu madre.
- Lo sé y sería más fácil sacar a mi madre de aquí, darle una casa y que no aguante toda esta mierda pero -la chica lo interrumpió.
- No quiere -terminó la oración.
- Exacto, sabes que es orgullosa, y antes muerta a darle el gusto a Illumi, así de terca es -dijo el chico, aún recordaba aquella pelea que escucho con su padre, jamás la había visto tan enojada, tan eufórica, tan mal, jamás podrá sacar de su cabeza aquellas imágenes, aquellas emociones y aquella decepción hacía el hombre que creía su héroe.
- Bueno -la chica se levantó - Iré a mi departamento, ya es muy tarde y tengo sueño.
- Por eso mismo quédate -el chico se levantó y la miro - Ya sabes dónde es tu habitación, además ahí hay todavía ropa.
- Si... Creo que es mejor que me quede, hasta mañana Killua -la chica tomó su bolsa y se fue con una mirada adormilada.
El albino suspiro, comenzó a arreglarse para dormir también, a veces el dormir ya no era una necesidad si no un deseo, uno por ver a aquella persona que estaba seguro que siempre lo esperaba ahí.
Y así fue como efectivamente esa noche soño con él o con ella, no lo sabía a ciencia cierta.
- Bienvenidos -la voz de Palm resonó en el lugar. Los chicos asintieron con una sonrisa, Palm pensaba que el señor Netero debía agradecer a Gon por atraer a tanta gente que después se hacían literalmente clientes frecuentes que incluso ya conocían.
Cómo estos chicos, que sabía que venían de una escuela privada. Aunque sea gracioso porque una de las chicas miraba a Gon como si fuera la última estrella en el cielo, ¿Debería decirle a su amigo que le hablara?
- Oh, hola Alluka -y entonces la que se quedó sorprendida fue ella al ver que el moreno saludaba con una sonrisa a aquella chica.
- Hola Gon -esa mirada, era... Cómo si, la chica nego con la cabeza, que tonterías pensaba.
- ¿Lo de siempre? -escucho preguntar a su amigo.
- Lo de siempre -contestó otro de los chicos del grupito.
Dejo de ponerles atención cuando en la entrada vio a ese idiota. No podía ser.
- Bienvenido -hablo la chica con desgana, ahora mismo era un cliente y no podía mandarlo a la mierda, no si no quería que Feitan la asesinara.
- Oh Palm, vengo a buscar a mi querida novia -el chico hablo con una sonrisa burlona, mirando la fingida sonrisa de la azabache.
- No es mujer, ni tu novia -habló entre dientes. Aquella sonrisa podía hacer que cualquiera corriera por su vida.
- Oh ahí, está -el imbécil camino hacía una de las mesas esperando que Gon lo atendiera, al verlo ahí sentado con esa sonrisa arrogante le hizo casi salir corriendo pero no le daría el gusto así que con toda la calma del mundo le dijo a una de sus compañeras que atendían el lugar que fuera a atender a ese chico lo cual ella con todo el gusto del mundo por ayudar a su amigo fue.
Fue así como se libro de ese idiota, aunque odiaba sentir la mirada en él, si tanto se burlaba de él por ser uno de ese porcentaje el cual puede tener hijos, ¿Por qué carajos lo veía como si se lo quisiera comer ahí?
Imbécil.
En serio lo odiaba.
Pasó una hora y el chico por fin se fue.
Sonrió victorioso, su celular vibró por lo que miro el mensaje que le había llegado.
Mamá
¿Salimos a comer?, Pago yo ❤️.
El moreno vio el mensaje, hace ya varias semanas habían pasado desde que fue a su antiguo hogar, y no sabía que hacer; tal vez podrían pensar en lo mal hijo que era al no querer aceptar pero habían muchas cosas por las que no quería. Pero si su madre por fin quería cambiar entonces lo haría. Lo haría con todo corazón. Creyéndole una vez más.
Pero tenía miedo. Mucho miedo.
- ¿Qué pasa Gon? -preguntó la mujer pelinaranja a su lado mientras pasaba el trapo por la mesa.
- Es mi madre -el chico siguió con su trabajo limpiando la mesa - Quiere salir a comer conmigo.
La mujer frunció el ceño, quería a Gon como un hijo y saber que su verdadera madre por fin lo buscaba le hacía enfurecer, hace mucho tiempo que debió hacer eso; pero sabía que Gon siempre había esperado este momento. Así que como buena mujer dijo lo que pensaba y lo que sería mejor a su Gon.
- Ve con ella -dijo la mujer, dejando de limpiar la mesa para verlo - Es tu madre y si quiere arreglar las cosas una última oportunidad no le hará mal a nadie, los dos necesitan perdonarse.
- Gracias Mito -san -el chico sonrió alegre - Por cierto, ¿Usted cree en las almas gemelas?
La pregunta la tomo por sorpresa, miro al chico de nuevo viendo que este miraba a las ventanas del lugar, los copos de nieve caían suavemente como todos los días de hecho.
- ¿Por qué la pregunta? -la mujer tomo la pequeña cubeta con el jabón mirando atentamente al chico que luego la miro.
- No es por nada -el chico se rascó la cabeza - Es solo que ayer leí algo sobre eso y me dió curiosidad.
- Bueno, yo creo que sí existen, pero que no todos tienes la fortuna de encontrarse con la suya -la mujer camino hacía la bodega seguido de Gon.
- ¿A qué se refiere? -preguntó con curiosidad.
- Me refiero a que todos tenemos una alma gemela pero que muchas veces no la encontramos en esta vida o ya la encontramos en otra vida y estamos en su búsqueda de nuevo -la mujer vacío el agua en la coladera.
- Entiendo -el chico se quedó pensando.
- Pero eso es solo mi opinión -la mujer rió - Vamos aún faltan mesas.
- Si -el chico antes de salir de la bodega, tomo su celular.
Gon
¿Dónde?, Te veo ahí, mamá.
Así, salió de la habitación y siguió con su trabajo.
Unas horas después se despidió de sus compañeros y amigos comenzando a caminar hacía el restaurante en el que su madre lo citó, al llegar vio a su madre. Llevaba su mejor vestido, un chongo como solía llevar cuando iba a algún lugar importante, incluso se había maquillado, haciéndola ver menos demacrada.
- Hola mamá -el chico se sentó.
- ¡Hijo! -la mujer emocionada al ver a su chico sonrió - Espero que no haya problemas por hacerte venir.
- No mamá -el chico sonrió.
- Encontré trabajo, como mesera en un restaurante -la mujer azabache sonrió - Pude ahorra lo suficiente para esta cena.
- Madre, no deberías gastar así el dinero -pero antes de que continuará la mujer hablo con una sonrisa.
- Lo vale si es por ti, hijo -la señora tomo la carta y pidió lo que quería, el chico sonrió enternecido con aquella respuesta, comenzó a ver la carta procurando que lo que pidiera estuviera a un costo bajo pero sin que su madre lo notará, tampoco quería hacerla sentir mal.
- ¿Mamá? -una vez que terminaron de pedir el chico saco una bolsita de su mochila - Te traje chocolates, los vendemos en mi trabajo; los hago yo.
- ¿¡Tu!? -lo miro sorprendida, cuando le trato de enseñar a hacer galletas la cocina se convirtió en un lugar lleno de masa y harina por todos lados, con ambos manchados tanto el rostro como el cuerpo, recordó que siempre que llegaba su esposo y besaba a ambos así estuvieran sucios, una sonrisa nostálgica se poso en sus labios.
- Suena sorprendente, ¿No? -preguntó el chico con una sonrisa. Estaban teniendo una plática normal, tal vez esto si significaba un avance.
- No te voy a mentir claro que sí -respondió con una sonrisa alegre, una que hace mucho ya no tenía y una que Gon había olvidado, tomó un chocolate y lo llevo a su boca con la atenta mirada de Gon en ella.
Abrió los ojos sorprendida, se tapo la boca con una mano, trago, y no pudo evitar sonreír.
- Están riquísimos -autenticamente a la mujer le habían gustado, ¿Cuándo fue que lo aprendió?
- Gracias mamá -sonrió y entregó aquella bolsa. La comida llegó y ambos empezaron a comerla, la plática fue buena, no hubo peleas e incluso ambos rieron juntos, escuchando aquel sonido del otro que ya habían olvidado hace años.
- Mamá, ¿Te acompaño a casa? -preguntó el chico afuera del restaurante colocándose la bufanda verde por el cuello y tapándose la boca.
- No hijo, tomaré un taxi -la mujer sonrió - Ve con cuidado.
El chico asintió se quedó ahí esperando a que su mamá se fuera para después el caminar a su pequeño departamento.
Creía que lo mejor era esto, necesitaban recuperarse vivir alejados podría ayudarles, para la señora Freecss no era fácil dejar ir a su hijo, como si de desconocidos se tratarán, porque no lo eran; pero poco a poco recuperaría a su hijo, solo era cuestión de tiempo.
Alluka miraba el techo con una sonrisa, había algo en el moreno que le hacía sentir segura e incluso querida una tontería porque apenas lo conocía.
Fue como cuando conocía Killua por primera vez, la sensación tan intensa, que le hizo llorar.
Su vida había sido una mierda, desde los 3 años estuvo de orfanato en orfanato, su familia la había abandonado enfrente de un orfanato en otoño.
Dicen que los niños de 3 y menores a esta edad no recordaba nada; pero ella si lo hacía. Recordaba los árboles moverse fuertemente con colores cafés, las okas cayendo, una mano cálida posarse en su rostro y muchas lágrimas bajando de ese mismo, un beso en la frente y luego solo escucho el timbre tocarse, aquella mujer salir corriendo y ella aún es esa manta sintió como la cargaban.
Ahí empezó todo. Vivió de orfanato en orfanato algunos buenos otros malos, parecía que tenía una maldición porque jamás la escogían a ella, cosa que la ponía muy triste. Hasta que cumplió los 11 años, 6 meses después de su cumpleaños; una señora de ropas caras, rostro serio pero hermoso la adoptó al inicio le costo un poco adaptarse a su nueva vida, en navidad de ese año fue que conoció a su hermano mayor.
Killua Zoldyck.
Cuando lo vio, las lágrimas escurrieron por su rostro, un sentimiento horrible nació en su pecho, uno de perdida, tristeza.
Cuando el joven albino la abrazo lo único que pudo hacer fue sentirse en paz, protegida y querida. Ese día no se separó de él, incluso durmió con él.
Entonces aquel día que vio a Gon sintió lo mismo, cuando lo veía, cuando le hablaba, cuando la veía. Era un sentimiento de plenitud uno que hace mucho no sentía.
¿Por qué?, No lo sabía pero, había algo de lo que estaba segura, descubriría aquello.
¿Qué eran esos sentimientos?
Holaaaaa ❤️
¿Les gustó?
Vamos lento pero seguro, quiero hacer énfasis en todo y pues en un solo capítulo no soy capaz:(, perooo pronto pronto habrá un momento bien lindo de nuestra parejita xd.
Los quiero ❤️.
Nos leemos bye bye ❤️❤️❤️
Tal vez, haya maratón, tal vez.
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