𝟎𝟐
—¿Cuánto tiempo ya ha pasado?
El cuerpo maldito en forma de panda preguntó junto a un bostezo, mientras estiraba sus patas delanteras hacia arriba.
—Como 18 minutos —respondió la de anteojos, mientras sostenía su herramienta maldita contra su cuerpo.
Tanto Panda como Maki, se encontraban sentados viendo como sus otros dos compañeros se encontraban entrenando.
—¡Explota!.
Escucharon a Toge usar su discurso maldito en los shikigamis de la pelinegra.
—¡Lobos de Jade!.
Nuevamente aparecieron dos lobos de gran tamaño, uno blanco y otro negro, ambos con tres puntos en sus frentes de colores opuestos.
—Hagan que use su técnica sin descanso —dijo la Fushiguro, mientras ambos lobos corrían en direcciones opuestas hacia el albino.
Azumi en cambio, corrió directo hacia el Inumaki quien hacia hecho desaparecer a uno de sus lobos.
—¡Detente! —gritó mientras tosía.
La joven se detuvo al recibir el hechizo de su compañero.
Toge se deshizo al último lobo y se detuvo a reponerse luego de haber utilizado su técnica maldita.
Pero antes de poder descansar nuevamente aparecieron a su alrededor los lobos gemelos. Apresurado observó a su contrincante y abrió los ojos al ver que, a pesar de no poder moverse, aun conservaba sus manos con la señal para invocar a sus shikigamis.
—Lobos de Jade... —susurró Fushiguro mientras sonreía al sentir como su cuerpo recuperaba su movilidad poco a poco.
Panda observó como aquellos shikigamis volvían a aparecer.
—Ya los ha invocado varias veces —habló llamando la atención de la Zenin.
Maki observó al animal y luego a las invocaciones de su amiga. Sonrió al notar la curiosidad del cuerpo maldito hacia la pelinegra.
—Los shikigamis son originados o mejor dicho creados a partir de el moldeamiento de la energía maldita y la imaginación del hechizero —explicó bagamente la técnica maldita procedente de su antiguo clan—. La Técnica de Sombras de Diez Tipos, es una técnica maldita que solo puede ser heredada por algunos miembros del clan Zenin.
Panda observaba el combate entre sus dos compañeros mientras oía la explicación de la experta en herramientas malditas.
—Bueno, aunque Azumi no sigue las reglas a la que se debería someter dicha técnica maldita —bufó con una sonrisa socarrona al ver de nuevo los lobos de Jade aparecer—. Se supone que una vez eliminado el shikigami este no puede volver a invocarse. Pero en su caso al parecer no es lo mismo.
—¿Y eso es así por qué..? —preguntó el oso interesado.
Maki lo observó por unos minutos hasta que se dignó a responder pero con otra pregunta.
—¿Sabes cual es el grado al que pertenece Fushiguro Azumi?.
Panda sin entender muy bien su pregunta se puso a pensar, si ya había invocado o mejor dicho creado tantas veces shikigamis para evitar que el albino pudiera usar su técnica cómodamente. Siendo dichos seres creados por energía maldita, suponía que la pelinegra contaba con una gran cantidad de energía maldita.
—Quizás el grado de cuasi-primer grado —respondió Panda.
—¡Detente!.
Escuchó a Toge utilizar nuevamente su discurso maldito, esta vez sobre uno de los lobos.
—¡Ahora! —escuchó a la pelinegra también hablar.
Maki y Panda observaron como el albino esquivaba a uno de los lobos, el negro, para luego querer usar su técnica pero ya no podía de tantas veces que la había utilizado.
Inumaki al estar concentrado en el shikigami para esquivarlo, no pudo esquivar a la Fushiguro. Quien derribándolo se quedó sobre él para no dejarlo poder moverse.
—¡Haz perdido! —celebró la fémina con una sonrisa al ver el puchero del chico—. Ahora estamos empatados.
—¡Okaka! —negó Toge aún fingiendo enojo, pero al sentir como la pelinegra acariciaba su cabello mientras reía, el supuesto enojo se le paso— ¡Sujiko! —dijo entusiasmado mientras pedía más caricias como si fuera un cachorro.
Mientras ambos amigos se encontraban riendo luego de su entrenamiento, tanto Panda y Maki esperaban a sus amigos.
—El grado de Azumi es cuasi-especial —habló la de lentes con calma, mientras sentía la mirada sorprendida del panda sobre ella.
—Pero eso... —iba a hablar el cuerpo maldito pero de nuevo la Zenin lo interrumpió.
—No es un grado existente, sí o al menos eso era así antes de que ella se uniera a la preparatoria —explicó mientras dejaba descansar su mentón en una de sus manos—. Pero la cantidad de energía maldita de Fushiguro Azumi no llega a ser tanta para ser considerada de Grado Especial y ni tan poca para que sea registrada como Primer Grado —suspiró al recordar como su sensei había interferido para que se creara un grado nuevo para la pelinegra, después de todo quien puede decir que no al hechizero más fuerte de todos.
Maki chasqueó la lengua al recordarlo, mientras seguía explicando lo que sabía.
—Tanta energía maldita le permite invocar a tantos shikigamis que desee —observó como Toge acariciaba al lobo de Jade negro, antes de que este desapareciera entre las sombras que lo formaban—. Y al parecer es tan pura la energía maldita que Azumi posee, que le permite invocar los mismo Shikigamis varias veces.
Terminó de explicar justo cuando sus dos compañeros y su sensei se acercaban a donde ellos estaban.
—¡Azumi-chan gana, ahora la última ronda! —exclamó Satoru con una sonrisa mientras apuntaba hacia las contrincantes finales—. ¡Por un lado, siempre gruñona pero también genial!.
—¡Oye! —se quejó Maki al verlo señalarla.
Pero el mayor la ignoró por completo.
—¡La experta en herramientas malditas, Maki! —dijo mientras pedía, al parecer a un público imaginario sus aplausos, mientras Panda sí aplaudía—. Mientras, en el otro lado. ¡Siempre tranquila pero cariñosa con su amado tutor y maestro! —habló con una sonrisa al oír a la pelinegra reir—. ¡La invocadora de shikigamis, Azumi-chan!.
Esta vez fue Toge el que aplaudió con energía, mientras tanto él como Panda le seguían el juego a su maestro.
Azumi solo suspiró negando con la cabeza a las acciones del mayor.
—Oye —escuchó a la de lentes hablarle, mientras volteaba y recibía un estuche de una herramienta maldita—. No perdamos más el tiempo.
Sonrió al reconocer el estuche que guardaba su arma favorita, y que al parecer la Zenin se había encargado de conseguirlo.
Volvió a verla, esta vez notando como ya se encontraba en posición de combate con su naginata apuntando hacia ella.
—De acuerdo —respondió desenvainando la katana que tenía entre sus manos—. Empecemos de una vez.
La Zenin sonrió energética, mientras sin esperar, más comenzaba a cerrar hacia su oponente.
Dando por inicio a lo que creía, sería una entretenida pelea.
—¡La ganadora de los entrenamientos del día hoy, Fushiguro Azumi!...
El grito de Gojo sonó con entusiasmo mientras levantaba uno de los brazos de la nombrada, quien reía por las locas ocurrencias de su maestro.
—¡Shake! —también victoreó Inumaki mientras levantaba su otro brazo.
Azumi aún divertida se alejó de ambos diciendo que ya había sido suficiente, mientras se acercaba a la peliverde para darle la mano.
—Esta vez gano yo, Maki —sonrió mientras veía a la nombrada bufar también con una sonrisa y aceptar su mano.
Diciéndole que la próxima vez ella sería la ganadora.
Así había terminado las clases del primer año, luego de haber iniciado hace ya dos semanas.
Los cuatro habían empezado a acercarse más hasta considerarse amigos, en especial el Inumaki y la Fushiguro. El albino había conectado con la pelinegra a la perfección, tanto que hasta no se contenía en pedirle de vez en cuando las suaves caricias que solía darle en su cabeza.
Y es que para Toge, quien había sido obligado a guardar sus emociones y limitar su contacto con los demás desde que aprendió a hablar. Tener a alguien la cual siempre le brindaba el cariño que de pequeño no había podido experimentar tanta veces como quería. Era sin dudas algo muy importante.
Es por eso que, siempre que tuviera la oportunidad, se la pasaba pegado a la pelinegra, quien no tenía problemas en darle la cantidad de cariño que quisiera.
—¿Qué quieren que cenemos hoy? —preguntó Azumi mientras con una mano acariciaba el cabello del Inumaki.
Panda al oírla hablar sobre comida no evito emocionarse.
—¡Yakitori! —dijo sin dudarlo el cuerpo maldito.
Pero rápidamente fue regañado por la Zenin, quien gritando decía que ya habían comido dicho platillo dos veces seguidas.
—¡Mentaiko! —opinó ahora el albino, pero la de lentes volvió a negar.
—¡Ustedes ya han decidido que comer, ahora nos toca a nosotras! —exclamó mientras se colocaba junto a la pelinegra—. Hoy cenaremos ramen y pizza —dijo la nombrando comida favorita de cada una.
—Esas comidas no van bien juntas Maki —dijo Azumi con una sonrisa nerviosa.
Pero fue ignorada olímpicamente, ya que sus tres compañeros se encontraban discutiendo entre ellos.
La Fushiguro suspiró divertida mientras los seguía con toda la calma del mundo.
Mientra unos pasos mas atrás de ellos.
Unos orbes de tonos cielo no dejaban de observar.
Como aquella pequeña niña que había visto crecer rodeada de Sombras.
Ahora se encontraba libre de ellas, dispuesta a seguir con su vida.
Rodeada de personas que se volverían importantes para ella.
Satoru sonrió orgulloso, al ver cómo aquella pequeña sombra que antes se ocultaba entre la oscuridad.
Por fin decidía acercarse a la claridad, que con su luz estaba seguro.
La haría más fuerte con el paso de los años.
—¡Es tan tierna! ¡Me encanta!.
En medio de las instalaciones de la Preparatoria Técnica de Hechizeria de Tokio Metropolitano, específicamente en donde se encontraban situadas las habitaciones de los estudiantes.
En una de ellas podía oírse los gritos y risas de un joven estudiante de tercer año.
—¡Voy a morir de tanta ternura! —exclamó el joven Gojo, mientras no paraba de sacar fotos con su celular desde todo los ángulos—. ¡Sin duda es un ángel, tan hermosa como su futuro tutor!.
Mientras seguía sacando fotos, la puerta de su habitación se abrió dejando ver a su compañera de curso.
—¡Deja de hacer tanto ruido a tempranas hora de la mañana Satoru idiota! —dijo Leiri Shōko, frustrada por no poder seguir durmiendo por los gritos de aparente emoción de su compañero.
Pero todo rastro de sueño se esfumó al ver al albino, quien también volteó a verla pero aun presionando el botón para sacar fotos de su móvil.
Shōko volteó hacia donde el hechizero se encontraba sacando fotos a lo loco.
Sus ojos se abrieron al encontrarse con unos enormes orbes oscuros como la noche medio adormilados y un cuerpo pequeño vistiendo un uniforme idéntico al de su compañero, incluso con unos lentes oscuros sobre su cabeza.
Tanto Ieiri como Gojo quedaron en silencio, hasta que el albino notó como su amiga sacaba su celular y comenzaba a marcar un número.
—¿Shōko? —murmuró tratando se acercarse a ella.
Mientras una pequeña Azumi los observaba con suma tranquilidad y apunto de dormirse.
Pues había sido traída a la preparatoria de hechizeria por el albino con la escusa de que tenía una gran idea.
Dicha idea había sido llevar trajes iguales y hacer una sesión de fotos.
—Hola policía, sí, quiero notificarles de un presunto secuestro de una niña de 8 años por parte de un estúpido estudiante de último año de preparatoria.
Hablaba a través del teléfono Shōko, mientras salía del lugar, cerrando la puerta detrás suyo
—¡Espera Shōko, no es así! —la siguió Satoru asustado y gritando—. ¡Shōko!.
—¿Qué llevas puesto?.
Una niña de 8 o 9 años observaba a su amiga con el seño fruncido por el traje que la pelinegra llevaba.
Ya de nuevo en el clan Zenin, la pequeña Azumi se encontraba junto a Maki Zenin, ambas descansando lejos de los demás miembros del clan.
—Un traje a juego con la de Toru —respondió simplemente la niña mientras bostezaba, pues se había levantado temprano por culpa del nombrado.
Mientras oía a su amiga maldecir al mayor, cosa que quizás seguiría así por el resto del dia.
Mientras en otro lado...
—¡Ya le he dicho que no secuestre a ninguna niña, fue una simple broma por parte de una adolescente solterona con inicios de depresión por tener una vida solitaria!.
Se encontraba cierto estudiante de último año, negando la acusación de su compañera.
Mientras unos oficiales continuaban haciéndole preguntas.
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