✿🌸《Hijo》🌸✿
Un hijo, sangre de su sangre, alguien que podría heredar su fuerza, o solo el último de su ya extinta tribu. Desde ya hace tiempo la idea de tener un hijo ronda su cabeza como una molesta abeja a la miel, pero ¿Porque?. Tal vez por el hijo de Kaido, Yamato, o por ver a alguien parecido a el.
En fin, nuevamente estaba perdiendo la compostura, el era de mente fría, y que aquellos pensamientos estén rondando su mente no es nada bueno.. para lo subordinados de bajo rango, después de todo el desquita sus frustraciones con ellos.
...
Un nuevo día en Onigashima, las mismas y tontas rutinas de todos los días, aveces se aburre de lo mismo. Bueno, tampoco es que se puede quejar abiertamente, ¿Pero que se le puede hacer?.
Tras terminar todos sus deberes y reportar algunas inconformidades a Kaido, King estaba de regreso a su espacio de relajación, su habitación. Pero ni siquiera pudo entrar, Queen lo asalto en medio del pasillo y, bajo una escusa con respecto a Kaido, se lo llevó a una pequeña fiesta que habían organizado.
Todas las cabecillas de Los Piratas Bestia se encontraban ahí, los Tobiroppo, Queen, Jack, el mismo y Kaido. King no estaba de humor para una fiesta, ¿Pero cuando lo está?.
Todos bebían, reían y disfrutaban de la comida. Todos excepto King. Queen al ver esto, y ya que estaba bien borracho, decidió acercarse a Black Maria y susurrarle algunas cosas. La mujer de prominente estatura sonrió disimuladamente, está era una gran oportunidad para mostrarles su más reciente adquisición, ordenó a una de sus fieles doncellas traerla.
El recinto donde se encontraban quedó en silencio, apareció por la puerta corrediza, lentamente y con delicados movimientos fue avanzando hasta posicionarse en medio de las cabecillas del cuartel. Su cabello era rosado y estaba atado en un tocado fino lleno de peinetas de oro, su vestimenta era compuesta por múltiples capas de kimonos, su delicado rostro estaba cubierto por una fina capa de maquillaje, resaltando con lápiz rojo su labio inferior y con negro el contorno de sus ojos, su estatura era menor a la de Black Maria, como 487 cm. Era una de las oiran más populares en toda la tierra de Wano...
-¿Que les parece? Es muy linda.. -alagó Black Maria- ..toca.. -ordenó-
La oiran tomo un Shamisen, que le habían traído con anterioridad, y comenzó a tocar suaves notas. Los ahí presentes escuchaban hipnotizados las bellas tonadas del Shamisen, no había ningún desafine en las notas, todas eran concisas. En un momento la bella pelirrosa dejo de tocar el instrumento, inhaló profundamente y nuevamente tocó, pero está vez el tono no era relajado, era rápido pero sin quitar lo estético de la melodía. Luego de algunos minutos tocando dejo el instrumento en el suelo y espero más órdenes, tenía la cabeza abajo y todo su ser exhalaba sumisión. Los aplausos del absorto grupo no se hicieron esperar, todos estaban maravillados con la Oiran.
Así fue como la Oiran paso la tarde y muy entrada la noche con las cabecillas de los Piratas Bestia. Les servía sake, tocaba el Shamisen y bailaba con unos hermosos abanicos, todo bajo un halo de completa sumisión.
...
Ya entrada la madrugada Black Maria la despidió. La bella Oiran se retiró del salón y camino en dirección opuesta a dónde se encontraba el salón rosa, osea el salón donde dormían todas las doncellas.
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King gruñía por lo bajo, la pequeña reunión se había acabado y por fin podía ir a su espacio de relajación, lo malo es que pronto amanecería y su tiempo de descanso sera mínimo. Todo hubiera sido más tranquilo si sus "compañeros" no se hubieran puesto a tontear cada dos por tres con la mujer de cabello rosa. Admitía que era bella pero no era su tipo, demasiado sumisa, a él le gustaban las mujeres que oponían un poco de resistencia.
Gruñó nuevamente al escuchar un sonido sospechoso, nadie estaba alrededor para que echara un vistazo, así pues le tocó a el. El sonido resultó ser simples risas provenientes de una bodega a medio abrir, gruñó al pensar que uno de sus estúpidos subordinados estaba tonteando en aquel lugar.
Pero no, al echar un vistazo por en medio de la puerta y el marco se dio cuenta que no era ninguno de sus subordinados.
Era la Oiran quien se encontraba en la bodega, estaba sentada sobre sus talones y reía con delicadeza. Pero encontrar a la Oiran en aquella bodega llena de alimentos no lo sorprendió, lo que en verdad lo sorprendió fue ver a un pequeño niño en una de las manos de la alta mujer.
El niño era del tamaño del pulgar de la mujera, tenía el cabello enmaragañado de un tono castaño claro, unas chapetas rojas en sus mejillas y estaba vestido con un kimono lila.
Agudizó más su oído para escuchar lo que decían...
-Come un poco de pan cariño.. -dijo la Oiran, su tono era cariñoso y maternal- ..puedes comer frutas, pero solo un poco, cuando lleguemos a casa podrás comer todo lo que quieras...
-Si, oka-san!!! -gritó efusivamente el infante comiendo uvas en la mano de la mayor- ..¿Por qué no comes tu?.. -pregunto infantilmente-
-Mama ya comió cariño, esperaré a llegar a casa...
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King estaba indeciso de reportar lo sucedido, por una parte estaba aflojerado y por otra parte le valía madres lo que una mujer hiciera. Dejo todo pasar y mejor se encaminó a su habitación, si ocurría algo se desquitaría luego con los guardias, después de todo ellos deberían de estar vigilando todo lo que ocurría.
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Un nuevo día en Onigashima, todos tenían resaca y no había provisiones, todo era culpa del estúpido Shogun, quién debió de haberlas mandado el día anterior. Así pues, con una nueva tarea que realizar, ordenó a unos subordinados de bajo rango preparar un barco para emprender viaje hacia la capital de Wano. La tarea era fácil, tomar las provisiones, regresar y tener un maldito día de descanso. Todo hubiera salido tan bien sin la presencia de una polizón en el barco, de hecho no era polizón, solo les pidió de la manera más cortes que la llevarán a tierra firme. King acepto de mala gana, después de todo no quería quedar mal con Black Maria, quién le proveía Damas de compañía de vez en cuando.
King observó que la Oiran no traía ningún niño entre sus manos, enfoco más su Haki y descubrió que lo traía entre sus múltiples capas de kimonos, aunque no eran tantos como el día anterior. De hechos se veía muy distinta a como iba vestida anteriormente, ahora traía un kimono ligero de color verde limón, unas getas cómodas y ni una pizca de maquillaje en su suave piel.
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