💕Seis.

—Dímelo una vez más, querida.

Suzy sonrió complacida ante la mirada brillante y feliz de la señora Min.

—Yoongi y yo nos besamos —repitió gustosa.

Min Chaerin chilló emocionada, esa había sido la mejor noticia que había recibido en la semana. Después de años de intentar que su hijo formalizara una relación por fin parecía haber señales de algo serio y duradero. Aunque aun le extrañaba el hecho de que Yoongi no le haya mencionado algo al respecto, supuso que el alfa quería mantenerlo en secreto por algún tiempo. Le alegraba que la omega compartiera esa información con ella.

—¿Cómo sucedió? —preguntó con curiosidad—. Mi hijo no parecía dar señales de ceder —la menor estuvo de acuerdo—. ¿Cómo fue que te pidió salir oficialmente? —la señora Min daba pequeños brinquitos en su lugar, emocionada por escuchar toda la historia.

Suzy hizo una leve mueca, Yoongi no le había pedido nada de eso. En realidad, todo había sido confuso, pero ventajoso para ella.

Durante la cena que compartieron, Yoongi y ella decidieron ponerse al día y hablaron de muchas cosas, entre ellas los muchos rumores que se habían creado entorno al alfa. Suzy le advirtió que ese tipo de chismes no serían buenos para la imagen de la empresa, pero la confianza del mayor en sí mismo resultaba imperturbable.

Ella le aconsejó que detuviera las habladurías antes que empeorara, y como detalle extra fue que lo besó. Su beso fue corto, el toque de los otros labios se limitó a un roce pues Yoongi no lo correspondió, pero tampoco la apartó.

La ventaja del momento fue la fotografía que se publicó en internet gracias a un reportero. Ahora para todo el mundo Suzy era la omega del millonario alfa Min, eso mientras Yoongi no diera una declaración oficial.

La omega aseguraba que Yoongi había resultado beneficiado con la fama de la reciente noticia, dado que en ningún momento le reclamó su atrevimiento, sino todo lo contrario.

Yoongi la buscaba con regularidad, y Suzy siempre se aseguraba de lucir hermosa para él. En ese corto período de tiempo el internet colapsó con tantas fotografías que les tomaron, en restaurantes, bares, centros comerciales y pasarelas.

Habían sido semanas intensas y de las mejores de su vida. Admitía que le hubiese encantado que el alfa le acompañara en su celo, pero no podía arriesgarse a que Yoongi la rechazara y perdiera todo el terreno que llevaba recorrido. Es por eso que lo había pasado sola y deseando que fuese el pelinegro quien la aliviara.

Y Yoongi... bueno, él simplemente estaba aprovechando la publicidad extra para el lanzamiento de su próxima campaña.

La compañía de la omega no le desagradaba, después de todo la miraba como una amiga real. Lo único que no le gustó para nada fue el beso que atrevidamente le dio; sin embargo, ese acto multiplicó las ganancias en su empresa, y ese cambio en las estadísticas fue todo lo que Yoongi necesitó para continuar en la misma corriente, sin intención de aclarar la situación, no hasta exprimir el último provecho.

Pero las cosas habían cambiado. El alfa seguía viéndola, salían y charlaban, pero la atención extra de los medios provocó que la omega lo besara en repetidas ocasiones, provocando que el lobo alfa le rasguñara hasta la conciencia. Fue entonces que Yoongi supo que debía alejarse.

La noticia se fue enfriando, y Suzy entró en pánico debido a ello.

"No pienso continuar con la mentira que solita inventaste" fue la respuesta de Yoongi cuando Suzy lo buscó, cerrándole puertas que creía abiertas. Pero no le importaba, siempre y cuando fuera la única en la vida del alfa.

Volvió a la realidad con una sonrisa perfectamente ensayada.

—Es una larga historia que prefiero contarla otro día, Chaerin —comentó con una sonrisa.

—Haz feliz a mi hijo —pidió la mayor—. Y celebremos porque ahora somos prácticamente familia.

Suzy sonrió dulcemente.

Yoongi gruñó cuando la alarma en su celular le despertó. Había pasado una de las peores noches de su existencia con todo el trabajo que tenía por delante ante el lanzamiento de su nuevo producto, además que había perdido a dos modelos que eran esenciales para la campaña publicitaria dándole mas dolores de cabeza. Era una suerte que el hermano menor de Namjoon haya aceptado colaborar con ellos. Con él y Suzy era más que suficiente para reemplazar al par de irresponsables que habían incumplido con el contrato y que ahora se atendrían a las consecuencias con su abogado.

Suzy... con sólo el recuerdo de esa mujer su lobo gruñía en molestia. No lo entendía, la presencia de la omega en su vida era constante, ninguna desconocida para su parte animal y, sin embargo, ahí estaba esa sensación amarga y molesta que se formaba con el mero pensamiento de ella.

¿Qué había cambiado? Intentaba encontrar una respuesta, pero nada llegaba.

Por alguna extraña e ilógica razón su lobo la repudiaba, confundiéndole en demasía. No se lamentaría por ello, lo único que le interesaba era su trabajo y mantener a su empresa en la cima como hasta ahora.

Se frotó el rostro con aburrimiento y arrastró sus pies hasta el baño. Se miró al espejo y frunció el ceño, lucía terrible y las pronunciadas ojeras se burlaban de su miseria. Maldiciendo por lo bajo se cepilló los dientes permitiéndose cerrar los ojos en el proceso, casi sentía que se quedaba dormido nuevamente. Se enjuagó y luego se lavó el rostro con la esperanza de al fin despertarse por completo. Ese día tenía pensado consumir litros enteros de cafeína para mantenerse despierto ya que al día siguiente daban inicio con la campaña y todos los preparativos tenían que estar listos a tiempo.

Se deshizo de sus ropas con una lentitud angustiante y se metió a la ducha. El agua fría le hizo maldecir y gruñir por lo bajo, comenzando a lavar su cabello con rapidez para salir lo más pronto posible de aquella tortura. A los pocos minutos salió envuelto en una gruesa bata y se internó en su armario, observó con ojo crítico cada uno de sus conjuntos decidiéndose por uno en color rojo con una camisa blanca por dentro y una corbata negra en contraste, y para los zapatos unos que fueron elaborados a su medida del más fino cuero italiano, sumándole un costoso reloj elaborado de oro y con pequeños diamantes incrustados.

Salió de su habitación rumbo a la cocina en busca del primer café del día. A medida que iba bajando las escaleras pudo escuchar delicadas risas femeninas haciéndole detener inmediatamente. Frunció el ceño y no pudo evitar rodar los ojos, pensando seriamente que sería buena idea cambiar la contraseña de su casa para evitar este tipo de visitas.

Resopló y sin nada más que hacer ingresó a la cocina encontrándose al par de omegas que disfrutaban de unas tostadas y un cargado y delicioso café. El alfa olfateó el aire y gimió gustoso ante el delicioso aroma del amado líquido, dándole ideas equivocadas a cierta omega que le veía con corazones en los ojos.

—Buenos días, hijo —saludó su madre con una pequeña sonrisa—. ¿Cómo amaneciste?

Yoongi arrastró los pies hasta el desayunador y se sentó al lado de su madre, quedando frente a frente con la otra omega.

—Dentro de lo que cabe —respondió el alfa, mientras se servía una taza de café—. ¿No crees que es muy temprano para visitas? —preguntó, para luego tomar el primer sorbo.

Chaerin golpeó el brazo de su hijo. —Niño malagradecido —negó con la cabeza—. Gracias a mí estás bebiendo de un café recién hecho, cuando digo que deberías contratar a alguien que te ayude con la casa, lo digo en serio.

—La señora Lee me ayuda con la casa.

—¡Solo viene los fines de semana! —exclamó—. Querido, tú necesitas de alguien que cuide de ti todos los días —acarició las hebras negras del alfa—. No quiero que descuides tus alimentos, y sé que tu trabajo es complicado, es por eso que es necesario que alguien se encargue exclusivamente de tus alimentos y que le de vida al jardín ¡Yoonie por Dios! —se exasperó.

El carraspeo de Suzy detuvo el monólogo de la mayor.

—Yo podría...

—¡Ni lo pienses! —exclamaron madre e hijo al unísono, pero por razones diferentes. Chaerin consideraba un grave delito que su nuera hiciera el trabajo de la servidumbre y para Yoongi sería una condena tenerla en su casa los diete días de la semana.

En la mente del alfa se formó esa posibilidad... Ugh no.

—No soy un niño, madre —dijo el pelinegro con cansancio—. La señora Lee es más que suficiente, no necesito de alguien más merodeando en mi casa. Sabes que no me gustan los extraños.

—Yo me encargaría de escogerlo —dijo su madre con súplica en sus ojos—. Me encargaré de que sea alguien callado, trabajador y que no te moleste, pero por favor hijo, acepta —pidió—. Solo así estaré tranquila y no vendría a verte tan seguido.

Entonces a Yoongi empezó a parecerle interesante la oferta.

Sabía que todo valía la pena si su querida progenitora dejaba de atosigarlo tanto. La observó dudoso por algunos segundos, pero se rindió, sabía que, aunque se negara su madre no le haría caso y terminaría haciendo lo que ella quería. Además, Yoongi ya había considerado la idea de contratar a alguien más, solo que era muy flojo para hacerlo por su cuenta.

—Está bien —accedió ganándose un mimoso beso en la mejilla por parte de su madre que lo hizo gruñir—. Pero ten especial cuidado en quien eliges, madre. No quiero sorpresas —advirtió.

La omega mayor sonrió complacida, pensando desde ya en el gran rotulo que iba a colgar en el portón de la entrada.

—No te preocupes querido, elegiré a la persona indicada.

Y que la madre luna le ayudase, porque Yoongi dudaba mucho del criterio de elección que tenía su madre.

Jimin sonrió con infinito amor cuando observó a lo lejos a sus hermanos correr con emoción en dirección a él. Abrió ambos brazos, completamente emocionado por abrazarlos y darles mimos y mucho amor.

Estaba feliz, después de la visita de Jungkook sintió como un enorme peso abandonaba su cuerpo. El mayor le había propuesto que trabajara para él en la entrega de materiales y muestras de sus ediciones a todos aquellos que lo contrataban y la paga que le había ofrecido lo hizo aceptar sin dudarlo.

Aunque se sentía nervioso, su trabajo empezaba de manera oficial al siguiente día donde debía realizar una entrega en una de esas casas costosas donde vivían personas estiradas que no tenían la visión real del mundo. Jimin supo que tenía que aprender a morderse la lengua, ya que en su nuevo trabajo se vería obligado a tratar con los riquillos que tanto le irritaban.

Pero todo sea por la paga.

Su Hyung le explicó que él era un reconocido fotógrafo y que recientemente había firmado un contrato para realizar las fotografías de una importante campaña publicitaria de cosméticos. El omega se encontraba sorprendido, él por supuesto que sabía que el hijo del señor Jeon tenía un buen trabajo y estilo de vida ya que su ex jefe no perdía la oportunidad para presumirlo con orgullo, pero nunca se imaginó que el alfa fuese tan reconocido y codiciado en ese vanidoso y competitivo mundo.

"Ahora que mi reputación ha crecido lo ha hecho mi trabajo. Es por eso que necesito un par de brazos extras para que me ayuden a hacer las entregas que no pueda hacer, te pagaré muy bien por cada entrega y cuando la realices tendrás el resto del día libre"

Habían sido las palabras del alfa luego de una cuidadosa explicación de lo que debía hacer, lo cual era simple. Llegaba, entregaba la muestra y esperaba la opinión de la persona, luego él se la pasaba a Jungkook y ya, trabajo listo.

¿Fácil no?... Pues no. Sería fácil si el omega supiera controlar su lengua, solo esperaba no encontrarse con una persona desagradable porque si eso pasaba estaba seguro que perdería el trabajo antes de poder pronunciar lachimolala.

Y lo que más le preocupaba, dañar la reputación de su Hyung con su explosivo comportamiento. Definitivamente necesitaba cocerse un zíper en la boca.

—¡Minie Hyung! —el grito de Hoseok lo sacó de sus deprimentes pensamientos.

Sonrió en grande cuando dos cuerpos mas pequeños que el suyo impactaron con fuerza en su pecho.

—¡Mis amores! —exclamó, frotando su nariz en ambas cabezas, haciendo reír a los menores—. ¿Qué tal la escuela?

—¡Bien! —exclamaron ambos.

—¡Hice un nuevo dibujo y la profesora me ha felicitado! —dijo su hermana con orgullo.

—¡Yo me caí en clase y no lloré! —comentó su hermano con valentía.

Jimin le observó con ojitos preocupados. —¿Estás bien, pequeño?

—¡Sí! —asintió muchas veces—. El profesor Kim me regaló una paleta por ser un niño valiente.

—¡Eso campeón! —Jimin chocó los cinco con su hermanito e hizo lo mismo con su hermana—. Estoy muy orgulloso de ustedes —les dijo, atrayéndolos a un fuerte y cálido abrazo de oso.

—Y nosotros de ti Oppa —respondió Jiwoo observándolo con ojitos brillosos—. Eres el mejor hermano.

Jimin sentía que solo era cuestión de tiempo para que se pusiera a llorar. ¿Cómo podían sus hermanos ser tan lindos con él? En ese momento sintió como su amor por ellos crecía aun más, sabiendo que esos pequeños le daban el valor suficiente para enfrentar el mundo y así llenarle de sonrisas.

—Vamos a casa —dijo el rubio luego de soltarlos a regañadientes.

—Minie Hyung, ¿Por qué no puedo sentir tu aroma? —preguntó Hoseok con un puchero. Le encantaba el aroma de su hermano.

—Jungkook Hyung me recomendó usar inhibidores de aroma para mi trabajo —contó mientras caminaban—. Como no estoy acostumbrado a ellos decidí empezar a usarlos con antelación para que no se me dificulte y poder adaptarme más rápido.

—Pero... pero a mi me gusta mucho tu aroma —puchereó el menor.

—A mí también —dijo Jiwoo con otro puchero.

Jimin rió a carcajadas. Ah, sus hermanos podían llegar a ser dos bolitas de ternura manipuladoras.

—Tendrán que acostumbrarse —sentenció—. A partir de ahora mi aroma solo estará presente en nuestro hogar, ¿estamos de acuerdo?

—Sí Hyung.

—Sí Oppa.

Habían respondido ambos con el ceño fruncido y el puchero pronunciado. Sus hermanos podían llegar a ser los más berrinchudos cuando se lo proponían, pero eso no quitaba el hecho de que los amara con locura.

Porque después de todo, ¿Qué sería de Jimin sin ellos?












2/?




💕YOONGLH.

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