💕Quince.

Ambos omegas se encontraban tumbados en una vieja colchoneta que estaba en el departamento del más pequeño. Hyuna brindaba suaves y tranquilas caricias a la rubia cabellera del menor, mientras que éste permanecía con los ojos cerrados y suspirando gustoso.

Hacía pocos minutos que Jimin había llegado a su hogar; la mayor lo recibió con muchos besos y abrazos, además de una deliciosa cena que compartió en compañía de sus pequeños hermanos y de la pareja de hippies.

Ahora, ambos omegas estaban descansando, mientras que los pequeños cachorros se encargaban de jugar con el alfa.

La pelinegra soltó una risita. —Luces encantador, Dawn.

Jimin observó al pelinaranja y rió divertido; sus hermanos se habían encargado de maquillarlo con colores de arcoíris, y ahora no quedaba nada del alfa rudo de los tatuajes.

Dawn levantó su dedo pulgar en señal de estar de acuerdo, mientras cerraba sus ojos a petición de JiWoo quien se encontraba concentrada terminando el maquillaje en su rostro.

Jimin observaba la escena entretenido. —No puedo creer que Dawn Hyung haya aceptado —dijo, y la mayor estuvo de acuerdo.

—Bueno, los pucheros de esos pequeños demonios son infalibles —le observó con una sonrisa y le picó suavemente la nariz—; igual que los tuyos.

El rubiecito hizo un puchero, provocando que Hyuna dibujara una mueca de dolor en su rostro.

—¿Lo ves? —dijo ella con aire teatral—. Haces que mi voluntad caiga a tus pies.

—Basta Noona —rió Jimin, siendo seguido por Hyuna.

Ambos permanecieron en silencio por algunos minutos más; aquel ambiente tan acogedor provocaba una sonrisa permanente en el rostro del omega, al saber que las cosas serían diferentes.

Se sentía pleno y útil; ahora tenía un buen trabajo, y con él nuevas esperanzas de una vida mejor; sus hermanos también eran felices, y poco a poco iban superando aquel gran dolor que había dejado la pérdida de su madre.

<<Ten la frente en alto y mira hacia adelante>> Un suspiro abandonó sus labios al recordar las palabras del pelinegro. Era extraño para él verlo de aquella manera; el alfa lucía decepcionado y mortificado, y Jimin nunca podría explicar la sensación de tristeza que invadió a su lobo al ver al mayor en aquel estado.

Sacudió la cabeza en un intento de desechar aquellos pensamientos, a él no tenía que importarle los problemas de los demás; mucho menos los de alguien tan narcisista y odioso.

—Ya dime lo que ocurre —la demanda de la omega lo sacó de sus pensamientos.

Jimin parpadeó y le miró con un toque de extrañeza. —¿De qué?

—De lo que sea —dijo ella con los ojos entrecerrados—; desde que llegaste has estado un tanto pensativo, así que dime lo que ocurre.

El rubiecito suspiró profundo. —No es nada Noona, es solo que fue un tanto extraño...

—¿El qué? —indagó ella.

—El comportamiento del señor Min.

—¿Fue grosero contigo? —preguntó Hyuna con un tic en el ojo derecho—. Porque si fue así déjame enseñarle verdaderos modales.

Jimin mostró confusión. —¿Qué?

—Que si te molestó lo voy a moler a golpes —aclaró con el ceño fruncido.

—Tú no harías algo así —aseguró el ojiazul con una ceja alzada.

—Quizá no —admitió a regañadientes—. Pero puedo decirle a Dawn que lo haga —sonrió con malicia—; él es muy capaz de hacerlo.

Jimin observó al alfa y éste volvió a alzar su pulgar mientras era peinado por los cachorros.

—No tienen que hacer algo como eso —respondió apresurado.

—Entonces cuéntame como te fue en tu primer día —pidió la mayor, mientras volvía a acariciar la rubia cabellera.

—Todo fue extraño porque el alfa no se comportó como esperé que lo haría —contó, omitiendo el hecho de que lo había visto desnudo—. Al inicio sí fue un poco chocante, pero luego me dejó tranquilo —suspiró—. El problema fue cuando llegó ella.

—¿Ella? —inquirió la omega con extrañeza.

—Sí —asintió—. Se presentó como la novia del señor Min, pero creo que mintió. La verdad se me hizo una persona desagradable, y pues no pude contenerme.

Hyuna guardó silencio por un rato. —Si dices que es desagradable, es porque así lo es —concluyó y el rubiecito asintió fervientemente—. ¿Qué ocurrió luego?

—Pues... —una mueca avergonzada adornó su rostro, despertando la curiosidad en la mayor.

—Jimin, ¿Qué hiciste?

El menor jugó con sus deditos. —Digamos que le ayudé a darse un baño.

—Explícate mejor que no entiendo —pidió Hyuna.

—Tomé la manguera que había estado utilizando en el jardín y la usé contra ella —confesó, cubriendo su rostro con sus manos—. La dejé completamente empapada.

Todos estallaron en potentes carcajadas, provocando que un furioso sonrojo se adueñara de las rechonchas mejillas del menor. Fue en ese momento que Jimin supo que su boquita cerrada era mucho más bonita.

—Te admiro por eso —dijo la pelinegra sonriendo con orgullo. Luego recordó algo importante—. ¿Qué hizo el señor ogro?

El rubiecito frunció el ceño, olvidando todo rastro de vergüenza posible.

—Eso es lo extraño —dijo—. Él se molestó mucho, pero la peor parte se la llevó ella, realmente creí que perdería mi trabajo, pero me equivoqué —comentó, sorprendiendo a Hyuna y a unos chismosos alfa y cachorros.

—¿Y qué más hizo? —presionó la mayor, el chisme estaba bueno.

—Le dijo que no eran nada, y que se fuera de la casa —hizo una mueca—. La verdad es que me dió un poco de pena; se nota que ella lo quería.

—No tienes que sentir empatía por ella —dijo Hyuna con el ceño fruncido—. Ha sido muy cruel y grosera; estoy segura de que todo lo que le pasó es lo mínimo que merece.

Jimin no estaba tan seguro. —Aún así, me dió pena...

—¿Y el tal Yoongi? —preguntó la pelinegra—. ¿Qué hizo cuando la bruja se fue?

—Eso es lo más extraño —confesó el menor—. Estaba completamente seguro de que me correría de su casa; pero no fue así —suspiró.

—Cuéntame de una vez que soy muy impaciente —lloriqueó la omega.

El menor rió. —Al inicio me regañó, pero luego me dijo que lo que le había hecho a la omega lo tenía merecido —asintió para dar veracidad a sus palabras—. Luego me dijo que mantuviera mi frente en alto y que no quería que me sintiera mal, menos en su casa —frunció el ceño—. Luego de eso se fue a su habitación y no lo volví a ver en el día.

—Eso es extraño —comentó la omega y Jimin estuvo de acuerdo.

El pequeño rubio no entendía lo que había pasado, pero tampoco tenía que hacerlo.

<<Has tu trabajo y nada más>> se repitió en su mente, esperando que a lo largo de la noche su corazoncito se normalizara.

No quería y se negaba a conocer la razón que había causado tanta tristeza en él. Probablemente la respuesta era clara en sus recuerdos, pues en su memoria yacía guardado el amargo de tristeza que acompañó la esencia tenue de aquel alfa solitario.

—El embarazo ha avanzado de manera correcta; no ha presentado problemas de presión arterial que esa era nuestra principal preocupación, así que todo está marchando bien.

NamJoon y SeokJin sonrieron agradecidos; el alfa sostenía la mano de su omega mientras éste permanecía tumbado en la camilla.

—¿Podemos saber el sexo del bebé? —preguntó un emocionado alfa.

La obstetra sonrió y asintió. —Sí, ya es tiempo para saberlo. Solo esperemos que este pequeñín se deje ver.

SeokJin sintió los nervios florecer en su interior cuando la beta puso en marcha el ecógrafo; en su mente no podía visualizar a la perfección la imagen de su bebé y eso lo había tenido en constante tensión; sentía mucha alegría y toda esa emoción era traspasada a su pareja por medio del lazo. NamJoon le sonrió con amor, y esperó en silencio y expectante la tan ansiada revelación.

—¡Oh! Aquí está —reveló la mujer, provocando que los padres primerizos jadearan al unísono.

—Dígame lo que es —pidió el omega con la mirada brillante.

—Felicidades —sonrió la obstetra—. Serán padres de un hermoso varoncito.

Lágrimas de felicidad fluyeron y se presentaron en los rostros de la pareja. El alfa se inclinó y depositó un beso cargado de amor y orgullo en la frente de su omega; agradeciendo con ese íntimo y tierno acto el regalo tan precioso que su amor le había dado.

—Gracias mi amor —susurró sobre la piel contraria—. Me has hecho el hombre más feliz.

SeokJin sonrió enamorado. —Te amo, alfa.

—Yo también te amo —respondió el moreno, su sonrisa brillante de felicidad llenando de calidez el pecho de su pareja.

La doctora les brindó un par de toallas para que SeokJin pudiera limpiar el resto de gel que había en su pancita; NamJoon le ayudó gustoso mientras le mimaba en el proceso, siendo cuidadoso en todo momento; desde en ayudarle a acomodar sus ropas, hasta en el momento de bajar de la camilla.

La pareja llegó hasta donde estaba la obstetra a la espera de indicaciones.

—Bien, SeokJin —inició ella—. Seguirás tomando el hierro y ácido fólico para satisfacer tus necesidades y las del bebé —indicó, el omega asintió—. Si presentas algún malestar extra, puedes venir en cualquier momento. Por ahora todo está bien.

—¿Puedo seguir trabajando? —preguntó SeokJin, esa era una de sus principales dudas.

—Sí puedes —dijo la mujer—. Si no presentas ningún problema, podrás ejercer en tu profesión hasta inicios del octavo mes.

Al omega le agradó en demasía el escuchar aquello. Él amaba a sus niños, y quería estar con ellos lo más que pudiese.

La pareja agradeció con una reverencia a la amable mujer para luego abandonar el consultorio; la felicidad burbujeante estaba presente en sus aromas combinados, los lobos en su interior correteaban felices al sentir con tanta claridad la presencia del fruto de su amor.

Su hermoso cachorrito.

—¿Qué quieres hacer? —preguntó el alfa cuando llegaron al auto, teniendo cuidado en todo momento con su omega.

—Avisarle a Taehyung —comentó con gracia—. No me perdonaría jamás si no le doy la noticia inmediatamente.

NamJoon asintió en acuerdo mientras reía divertido, su pequeño hermano era algo especial.

—Llámale entonces, cariño —animó, mientras encendía el auto y se ponía en marcha—. De paso invítalo a cenar.

El omega asintió con felicidad mientras marcaba el número de su cuñado, con el corazón acelerado de emoción al compartir su infinita alegría.

Porque sería un padre amoroso, junto al amor de su vida; construyendo juntos aquella familia perfecta por la cual habían luchado tanto.

—Creí que no te vería en un buen tiempo.

Chaerin rodó los ojos mientras se internaba en la mansión de su hijo; Yoongi la siguió de cerca.

—Solo quiero asegurarme de que te has portado bien con Jimin.

El alfa alzó una ceja. —¿Así se llama?

—Sí, y como lo habrás visto es una completa ternura —dijo, haciendo a Yoongi bufar—. Así que dime que has sido amable con él y no habrá problemas.

—Lo que hiciste fue una completa locura, madre —aseguró el alfa.

—¿Por qué? Él quería trabajar y le di la oportunidad.

—¡Es sólo un chico! —exclamó el pelinegro—. ¿Cómo puedes creer que va a estar capacitado para trabajar para mí?

—Jimin es muy capaz de hacerlo —aseguró la mayor—. Quiere trabajar, así que te exijo seas educado con él.

El alfa rodó los ojos.

—Por cierto —volvió a hablar Chaerin—. ¿Has visto a Suzy?

Yoongi gruñó. —Tuve una discusión con ella.

—¿Qué ocurrió? —preguntó sorprendida.

—No quiero tocar el tema —zanjó el pelinegro mientras le daba una mirada de advertencia a su madre.

La omega quiso refutar o pedir alguna explicación; sin embargo, el carácter que Yoongi tenía en aquellos momentos no era nada favorable. Sabía que había pasado algo, pero no quiso insistir y respetó la decisión de su hijo.

—¿Te sientes bien? —optó por preguntar.

—Lo estoy —respondió escueto.

Ella tomó una de las manos de su hijo y le dió un suave apretón.

—Sabes que puedes confiar en mí, hijo —le recordó con una pequeña sonrisa.

Yoongi la miró. —Solo quiero estar solo.

La mayor asintió sintiendo como su pecho se comprimía en dolor. Su hijo estaba mal y la alejaba; la impotencia que sentía la estaba carcomiendo viva, al saber que no habría mucho que pudiera hacer por él.

Cuando Yoongi quedó solo respiró de manera inestable y limpió una amarga lágrima. En todos los años que llevaba de vida, nunca se había sentido tan solo como en aquellos momentos.

—Quizá solo fue una ilusión —murmuró, mientras su mente se encargaba de recordar aquel soñador aroma que le había hecho sentir cálido.















Holi. 💞














💕YOONGLH.



















3/?

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