✏ Capítulo 46 ✉
Si echaba la vista atrás, hacia las últimas semanas, podía recordar los días exactos en los que estuve más inspirado escribiendo canciones.
Fueron los días en los que alcancé alguna cumbre emocional; días en los que la carta que encontré en Química era graciosa, sentida o triste, o cuando descubrí que quien las escribía era Tae Hyung.
Aquellos fueron los días en los que los versos parecieron salir a flote de mi interior en una ola de sentimiento.
Ahora, solo días después de haber besado a Tae Hyung por primera vez, pero a falta de menos de una semana para acabar un tema para el concurso, la tensión era un sentimiento que, definitivamente, no me estaba ayudando en nada.
Mi hermano tampoco me estaba resultando de mucha ayuda:
Estaba cantando a todo pulmón unas canciones pop que le encantaban y, al mismo tiempo, me estaba diciendo que tenía que intentar que mi canción se pareciese más a la que fuera que estuviese cantando él.
— Por favor, te lo suplico. ¿Puedes callarte?
Me había comprado una guitarra de segunda mano por Internet con el dinero que me había dado y me sentía muy desagradecido por querer echarle de la habitación.
Ya había dado con la que me pareció que era una buena melodía, y lo único que conseguía él cantando era desconcentrarme.
Solo tenía que terminar la letra.
— Si me dejas solo durante una hora, te lavo la ropa durante una semana.
— Me agrandarás todas las cosas a propósito para poder ponértelas tú —dijo Jimin.
No era una mala idea.
Me levanté, le agarré por los brazos para ponerlo de pie, lo cual fue más difícil de lo que pensaba, y le deposité fuera de la habitación.
— Una hora.
No se resistió, y le oí cantar mientras andaba por el pasillo.
Me hundí en la cama y volví a tomar la guitarra.
Se suponía que el silencio debía inspirarme, pero tenía la mente en blanco.
Agarré el móvil y mandé un mensaje rápido:
— Necesito inspiración.
Tae me respondió con una selfi poniendo una cara seductora y me reí.
— Ya. Eso no funciona.
— Es lo único que tengo —contestó— Mala suerte. ¿Estás escribiendo una
canción?
— Lo intento. Me queda una semana.
— Seguro que lo consigues. ¿No tenías un cuaderno entero lleno de letras de
canciones? ¿Habrá algo ahí que puedas utilizar?
Me quedé mirando el cuaderno que tenía en la mesilla de noche.
Mi canción favorita era la que había escrito sobre él:
Abandonado.
No podía usarla.
No tenía derecho a asignarles sentimientos y palabras a sus experiencias.
— Algo se me ocurrirá —respondí— Y ahora, déjame en paz, ¡que estoy
intentando escribir!
Me mandó otra selfi con cara de modelo, me reí y guardé el teléfono.
[🥀]
El lunes, Tae se me acercó por detrás en el aparcamiento del instituto y me levantó del suelo en un abrazo.
Solté un chillido de sorpresa.
Él me dio un beso en la mejilla y me bajó.
Sentí que me ardían las mejillas cuando me agarró de la mano y seguimos caminando.
— ¿Te ha dado vergüenza? —preguntó.
— No, solo me ha sorprendido.
Él estudió mi expresión durante un momento.
— ¿No te parece bien que lo hagamos público?
A mí me estaba preocupando más que él no quisiera.
A mí no me importaba.
— Claro que me parece bien.
— ¿No te estoy estropeando el rollo cool?
Me reí.
— ¿El rollo cool? No sabía que lo tuviera.
— Ah, pues sí. Eres genial sin esforzarte. Diferente y original. Y es obvio que te lo estoy echando a perder —se señaló a sí mismo.
Su sonrisa hacía que pareciese una
broma, pero me pregunté si estaría preocupado de verdad.
Me paré, me volví hacia él y lo besé en medio del aparcamiento lleno de gente.
— Eres mi chico normal preferido en el mundo entero. Que no se te olvide.
Esta vez se sonrojó un poco.
— Bien. Porque no estoy nada mal. Solo quería asegurarme de que lo apreciabas —me guiñó un ojo, recuperando la confianza.
Puse los ojos en blanco y tiré de él hacia delante, a mi lado.
— Sí, lo aprecio.
— ¿Has encontrado la inspiración este fin de semana?
Gruñí.
— Bien, ¿no?
— He escrito y borrado cinco versos.
— ¿Cuándo voy a poder escuchar tus canciones?
— Cuando Blackout me dejen escribir para ellos.
Él se rió.
— Tengo una idea para ver si te inspiras. ¿Por qué no te vienes hoy al encuentro de motivación?
— ¿Al encuentro de motivación del instituto? ¿Ese que hacen en el gimnasio con gente gritando, cantando himnos y celebrando el espíritu estudiantil? Y... Oye, ¿cómo
sabes tú que yo no voy a esas cosas?
— Me fijo en ti, Jeon JungKook.
Sonreí.
— Aún así, no voy a ir al encuentro de motivación.
— Solo hoy. Van a hacer algo genial para el equipo de fútbol y luego van a
presentar los deportes de la temporada de después de Navidad. Ahí entro yo. Querrás apoyarme y todo eso, ¿no? De hecho, espero que vengas a alguno de los partidos de béisbol en primavera.
— Yo te apoyo muchísimo. Allí estaré. En el encuentro y en tus partidos. Ya verás. Voy a ser el mejor novio de la historia —dije la palabra sin darme cuenta y enseguida di marcha atrás— Bueno, no hace falta que sea novio. Rollo. Persona con la que sales. Persona con la que vas por ahí... Y te besas... y lo siento. Sigo siendo raro.
— Eres adorable. Y no pensaba que hiciera falta preguntarlo. Creía que lo
dábamos por hecho, pero te lo voy a preguntar.
Entonces hizo lo que más pánico da en el mundo entero:
Levantó las manos en el aire al acercarnos al comedor y gritó:
— ¡Jeon JungKook, ¿quieres ser mi novio?!
— Después de eso, no —dije.
— ¿En serio?
— Claro que quiero. Ahora baja las manos y deja de...
— ¿Ser normal?
— Dar de gritos.
Se rió y me dio un beso rápido.
— Te veo en el encuentro, novio mío.
[🥀]
Si sonreía un poco más en el instituto, la gente podía empezar a pensar que de verdad me gustaba estar allí.
Me senté en mi sitio en Química y me embargó una nueva sensación de aprecio por la clase.
Tal vez debiera esforzarme un poco en ella como pago por todo lo que había hecho por mí.
Iba a mejorar mis notas.
SeokJin me ayudaría.
Mi mano fue inmediatamente a la parte de abajo de la mesa, aunque Tae y yo sabíamos que el señor Lee estaba pendiente de nosotros y habíamos quedado en no volver a escribirnos.
Mi sonrisa se ensanchó cuando noté que había algo allí.
— Así que Tae y tú, ¿eh? —dijo Eun Woo a mi lado.
Yo pegué un brinco.
Me puse la carta en el regazo para que no la viera.
— Supongo —contesté— O sea, sí. Tae y yo. Yo y Tae. No pegamos mucho, pero...
¿Por qué le estaba dando explicaciones a Cha Eun Woo?
— Sí.
Me obligué a dejar de hacerlo.
Él miró por encima de mi hombro y asintió.
Eché un vistazo yo también y vi a Mingyu de espaldas, caminando hacia su sitio.
Me sorprendía que no hubiera dicho nada.
Seguramente le daría vergüenza.
Ya había dicho bastantes cosas durante las últimas semanas.
Me alegraba que fuera a lamerse las heridas en silencio.
Esperé varios minutos, hasta que el señor Lee hubo empezado con la clase y Eun Woo estuvo ocupado tomando apuntes, para abrir la carta.
La letra con la que estaba escrita me devolvió la sonrisa.
Hola.
Sé que no íbamos a escribirnos más, pero no he podido evitarlo. Estoy pensando en ti. Además, esta mañana se me ha olvidado decirte una cosa. Recuérdamelo luego. Ahora, atiende, o el señor Lee se quedará con esto.
Saqué el móvil de la mochila y le envié un mensaje rápido.
«“¿Sabes que hay una cosa que atrapa las palabras por arte de magia, las manda por el aire y se las entrega a su destinatario? Es bastante nueva, así que no sabía si habías oído hablar de ella, pero se usa para ahorrar tiempo”»
Me contestó inmediatamente.
«“¿Como los aviones que se enganchan mensajes en la cola? Pensaba que eso solo se usaba para anunciar rebajas y esas cosas. Me pregunto cuánto cobrarán por palabra”»
Me dolían las mejillas.
Él debía de haber leído mis cartas tantas veces como yo las suyas.
«“Eres mi persona favorita”», contesté.
«“Necesito que me devuelvas tus cartas, por cierto”», añadí.
«“Son mías”», respondió él.
La clase se había quedado callada y maldije en silencio.
Levanté la vista para comprobar si todos me estaban mirando, pero no.
El señor Lee solo estaba escribiendo algo en la pizarra.
Era mi día de suerte.
Me vino a la cabeza la letra para una canción:
«Eres mi pasatiempo preferido/
pero el tiempo siempre se para cuando estoy contigo»
Busqué mi cuaderno dentro de la mochila para escribirla, pero no lo encontré.
Me lo habría dejado en la mesilla la noche anterior.
Era una sensación nueva y algo estimulante.
Sonreí un poco y apunté los versos en una esquina de un trozo de papel.
El reloj me decía que quedaban treinta minutos de clase.
Luego estaba el encuentro de motivación.
Otra cosa que jamás pensé que esperaría con ansias.
[🥀]
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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆
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