✏ Capítulo 33 ✉

Era el sábado después de Acción de Gracias y estaba sentado frente a la máquina de coser, que había colocado sobre la mesa de la cocina, terminando una falda.

El móvil me vibró en el bolsillo.

Lo saqué y vi el nombre de SeokJin en la pantalla.

— Hola —contesté.

— ¿Quieres venir a casa? —fue su saludo.

Me reí.

— No puedo. Estoy haciendo de niñero —el microondas sonó— Espera un momento.

Recogí los materiales que colgaban de la mesa y los tiré sobre la máquina de coser.

Me acerqué al microondas mientras volvía a pitar, abrí la puerta y allí estaban los cuatro perritos calientes, abiertos por la mitad.

— Yug, los has metido demasiado tiempo.

— Me los voy a comer de todos modos.

Los saqué y los puse en la mesa delante de él y de SooBin junto con un bote de kétchup.

— Van a saber igual —le dije a Bin antes de que pudiera discutir— A comer. Y no toquen eso.

Señalé los materiales de costura que estaban al otro lado de la mesa y volví a centrarme en la llamada telefónica.

— ¿Quieres venir tú a casa? —le pregunté a Jin.

— ¡Sí! Ahora mismo voy —dijo, y sonreí ampliamente.

[🥀]

Nos dimos un abrazo cuando llegó, como si lleváramos siglos sin vernos.

Y la verdad es que me sentía como si hubieran pasado siglos desde el concierto.

— ¿Qué tal te fue Acción de Gracias en casa de Nam? —le pregunté cuando entró.

— Bien. Solo pude quedarme allí unas pocas horas. Ya sabes cómo son mis padres con los días de fiesta —entramos en el salón y nos tiramos en el sofá.

— Pues sí —dije— Ya me sorprendió que te dejaran ir. ¿Había mucha gente?

— Sí. Montones de niños. ¿Qué tal tú?

— Tae Hyung vino a casa.

Sentía que tenía que decirle cada cosita que tuviera que ver con Kim para que no pensara que le estaba ocultando nada.

— ¿Qué? —su cara expresaba la misma sorpresa que su voz— ¿Por qué?

— Yugyeom lo invitó —él ya sabía que Tae Hyung era el entrenador de béisbol de mi hermano esa temporada.

SeokJin tomó aire.

— No puede ser.

— Pues sí.

— ¿Y? —me instó, abriendo cada vez más los ojos.

— Y Kim se quedó aquí más de tres horas.

Su mano voló a taparse la boca.

— Lo siento. Habrás tenido un día horroroso.

Negué con la cabeza varias veces.

— No. Todo lo contrario. Pactamos una tregua y el día fue agradable.

Se rió.

— Una tregua. ¿Fue idea suya o tuya? Da igual, no sé por qué pregunto. Tiene toda la pinta de ser algo que dirías tú.

Lo empujé por el brazo.

— ¿Qué se supone que significa eso?

— Que eres gracioso, ya está. Así que, vaya, ahora Tae y tú se llevan bien. Es un milagro. ¿Crees que tendrá algo que ver con las cartas? ¿Sabe que eres tú?

— No, no tiene ni idea. Y cuando el reloj dio las doce... Bueno, cuando se fue... Se acabó la tregua. No somos amigos ni de lejos. A fin de cuentas, su novio y él me condenaron a dos semanas de castigo. Les guardo rencor.

— Nunca me has explicado cómo pasó aquello exactamente.

— Un profesor sustituto y un caso de identificación errónea.

Jin sonrió.

— Parece una novela de misterio.

— Debería serlo. En fin, fue una tontería. Mingyu me quitó el sitio y procedió a hacer cosas horribles en mi nombre —levanté las piernas y las puse sobre el regazo de SeokJin en el sofá— Pero no pasa nada. Se acabó.

— ¿Qué tal las cosas con Yoongi? —preguntó él.

Fruncí el ceño al darme cuenta de que no había pensado en Yoongi ni una sola vez aquel día.

— No me ha llamado ni me ha mandado ningún mensaje.

— No es para tanto.

— Pero, ¡si ha pasado más de una semana! —protesté.

— Pero es el fin de semana de Acción de Gracias. A lo mejor ha salido de la ciudad —dijo— Todo irá bien.

Tiré de un hilo suelto del cojín del sofá.

— Pero... Si no salen bien las cosas con él, tampoco pasa nada.

— ¿Por qué lo estás dando ya por perdido, como si no fuera a salir bien?

— No lo estoy dando por perdido.

— Sí que estás haciéndolo. Intentas protegerte quedándote al margen antes de que haya pasado algo siquiera.

— No es eso. Es que... No quiero que te preocupes por mí si al final no sale nada. No necesito a Yoongi para ser feliz. Puedo ser feliz con o sin él... o con otra persona.

Jin levantó sus oscuras cejas.

— ¿Otra persona? ¿Quién? ¿Por qué me estaba sonrojando?

— En general. Estaba hablando hipotéticamente.

— Ah. —asintió, suspiró profundamente y dijo:

— Así que... Tae.

— ¡No, Tae Hyung no, ni de broma! —dije por encima de su siguiente frase, que no pude oír porque me había pasado de dramática con mi protesta— ¿Qué?

Ladeó la cabeza.

— He dicho: «Volviendo a Acción de Gracias»

— Ah. Sí, Acción de Gracias. ¿Qué pasa?

Aún tenía las mejillas rojas y estaba intentando evitar mirarlo.

Bajé de nuevo los pies al suelo y apilé las revistas que estaban esparcidas por la mesita de centro.

— ¿De qué narices hablaron Tae y tú? —me preguntó Jin.

— No lo sé. Del conejo. De mi hermano. De su familia.

Bueno, la última no era verdad, exactamente.

Yo intenté hablar sobre su familia y él me cortó de golpe.

Aunque sí habíamos hablado de su familia en las cartas, lo cual me recordó una pregunta que quería hacerle a SeokJin.

— Cuando Kim y tú estaban juntos... ¿Hablaba mucho de sus padres?

— ¿De sus padres? La verdad es que no.

Jin se quitó las chanclas y se sentó sobre los pies en el sofá.

— Son ricos y viajan mucho, pero eso es lo único que recuerdo. ¿Por?

— ¿Su padrastro era bueno contigo?

— ¿Padrastro? Es su padre de verdad, ¿no? Él lo llama papá. ¿El director de Seguros Kim? El apellido de Tae Hyung es Kim.

— Tienes razón, pero...

¿Es que no le había dicho Tae Hyung a nadie que sus padres estaban divorciados?

Supuse que, si su padre de verdad no lo visitaba jamás y él nunca había tenido que ir y venir entre sus padres, no habría tenido que explicar nada si no hubiera querido.

Sí que había mencionado en alguna de sus cartas que era muy celoso de su intimidad.

— ¿Sabes? Ahora que lo pienso, tienes razón —dijo Jin ladeando la cabeza— Alguna vez dijo que era su padrastro, pero como de pasada. A lo mejor su padrastro lo adoptó. ¿Llevará su apellido por eso?

— No estoy seguro.

— No creo que conociera muy bien a su padre de verdad. Se divorciaron mucho antes de que se mudara aquí.

«No tanto»

— Sí... Puede ser.

— ¡Todavía no me puedo creer que se hayan llevado bien durante tres horas! —exclamó Jin, mirándome— O sea, cuando yo estaba con él, no podían ni estar en la misma habitación más de un par de minutos sin bombardearse con insultos.

— Ya.

Cuando Jin estaba con él.

SeokJin y Tae Hyung habían estado juntos.

Había pasado de verdad.

No era una historia de la antigüedad.

Kim había salido con mi mejor amigo de verdad.

— No te preocupes, no hemos dejado de insultarnos. Las ranas aún no crían pelo.

Jin miró por la ventana.

— ¿Seguro? Juraría que he visto una en el suelo cuando venía hacia aquí.

— Qué gracioso.

SeokJin sonrió y me rodeó el cuello con los brazos.

— Te he echado de menos.

— Yo también te he echado de menos. Déjame que vaya a ver si mis hermanos están listos para irse a la cama y nos ponemos una peli.

[🥀]

La película iba por la mitad cuando me vino a la cabeza algo que le había dicho a Jin.

La razón por la cual me castigaron.

Mingyu estaba en mi sitio cuando Tae Hyung entró en Química.

Él lo vio en mi mesa.

Eso fue antes de que yo averiguara que era él quien escribía las cartas.

Por eso había entrado:

No para gastar una broma y sacar de clase a sus compañeros antes de tiempo, sino para ver quién se sentaba en ese sitio.

Pensó que su amigo por correspondencia era Mingyu.

Me reí.

— ¿Qué? —preguntó SeokJin.

No me podía creer que Kim pensara que Mingyu había escrito esas cartas.

No le pegaban para nada.

Pero bueno, las cartas de él tampoco le pegaban mucho.

Me incorporé de golpe y tomé aire.

¿Sería por eso por lo que le había pedido salir por fin?

¿Porque pensaba que las escribía él?

La idea me provocó una inesperada sensación de enfado.

Seguro que estaba muy contento de que el autor de las cartas fuera un chico precioso y popular.

Todo le salía a pedir de boca al niño bonito.

— ¿Qué? —volvió a preguntar Jin.

— Acabo de darme cuenta de una cosa.

Le expliqué lo del cambio de sitio y las cartas.

Se quedó mirándome, sorprendido y horrorizado.

— Es terrible.

— Ah, ¿sí? Quizá lo mejor sea que piense que es él.

— Pero, ¿no se enfadará con Mingyu cuando dejen de aparecer las cartas?

Me encogí de hombros.

— Quizá piense que ha dejado de escribir porque ya están juntos. Quizá yo lo ayude a pensar eso.

Jin tomó aire.

— No serás capaz.

— No será difícil. La gente acepta con facilidad las cosas que quiere que sean verdad. Y él quiere que sea verdad. Quiere que quien le escriba las cartas sea Mingyu.

A SeokJin le cambió la cara, pero no me contradijo.

[🥀]
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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆

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