✏ Capítulo 23 ✉

El día, que ya me estaba resultando bastante largo, terminó una hora después de lo habitual por culpa del castigo.

Jimin me miró al meter el coche por el camino de entrada de nuestra casa.

— Estás muy callado hoy. No pasa nada por estar castigado. A mí también me castigaban una vez cada pocos meses o así. Es un buen momento para hacer los deberes.

No quería decirle que aquello no tenía nada que ver con el castigo y todo que ver con que mi mundo fantástico se había hecho añicos.

— Buena idea —murmuré.

— Adivina quién me ha pedido salir —me dijo él alegremente.

Como si me apeteciera saber de su vida amorosa, o la de cualquiera, en ese momento.

— ¿Quién?

— Jung HoSeok. El chico que me vio la comida entre los dientes. Parece ser que ya había superado las dos primeras fases. Menos mal.

— ¿Eso te lo ha dicho él?

Miré a mi hermano.

— ¿Te ha dicho: «Jimin, al principio me pareciste misterioso, luego fascinante, y luego, cuando vi que se te había quedado la comida entre los dientes, me pareciste gracioso y adorable. ¿Quieres salir conmigo?»?

Jimin sonrió ampliamente.

— Sí, eso es básicamente lo que me ha dicho.

— ¿Cómo?

— Pidiéndome salir.

Agarré la mochila y me bajé del coche.

— Seguramente fue más en plan: «Anda, qué chico más lindo. Debería salir con él, porque a los chicos no nos importa nada más. No nos importan la personalidad ni la intriga»

Percibí la amargura de mi voz, pero no intenté eliminarla.

— Vaya.

Jimin me miró con las cejas en alto.

— ¿Te has quedado ya a gusto?

— Sí, ya he desbloqueado ese logro. He subido de nivel.

— ¿Qué?

— Nada.

Me fui a mi cuarto.

Necesitaba relajarme con mi guitarra antes de llamar a SeokJin.

[🥀]

Llegué al dormitorio.

Debería haber sabido que algo iba mal cuando vi que la puerta estaba abierta de par en par y que la funda de la guitarra sobresalía por debajo de mi cama.

Debería, pero no lo hice.

Saqué la funda, muy calmadamente.

Los cierres estaban abiertos, pero me imaginé que los habría dejado así la noche anterior.

Levanté la tapa.

Lo primero que vi fue que todas las cuerdas estaban flojas y que un par estaban rotas.

Aquello no me hizo entrar en pánico, solo me enfadó un poco.

Las cuerdas se podían cambiar fácilmente.

Sin embargo, luego vi el rayón que atravesaba el mástil de la guitarra, cerca del cuerpo.

— No, no, no, no.

La saqué y solo salió el mástil...

Con el extremo astillado,  como si fuera un rastrillo.

El resto se quedó dentro de la funda, totalmente independiente.

Se me encogió el corazón.

— ¡No! ¡Mamá!

Mi madre llegó a mi puerta sin aliento.

— ¿Qué? ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

Levanté el mástil sin cuerpo para que lo viera.

Su expresión pasó del pánico a la compasión.

— Oh, no. ¿Qué ha pasado?

— ¿Cómo que qué ha pasado? —exploté, sintiendo que las lágrimas amenazaban con salir— ¡Yugyeom ha pasado! Te he pedido un millón de veces que no le dejes entrar en mi habitación.

Mamá frunció el ceño.

— ¿Ha sido Yugyeom?

— ¿Quién si no? Yo no, desde luego.

— No saques conclusiones precipitadas.

— No tengo que sacar nada. Tengo la conclusión en las manos.

Arrojé la pieza rota al interior de la funda y me tiré de cabeza sobre la cama.

— Bueno, cariño. Ya se nos ocurrirá algo.

— ¿El qué? —dije con la voz amortiguada por el colchón— No se pueden permitir comprarme una nueva. Tardé seis meses en ahorrar para esta. ¿Qué más se nos tiene que ocurrir?

— ¿Se puede arreglar?

— Está astillada. No ha sido un corte limpio.

El colchón se hundió cuando mi madre se sentó a mi lado.

Me frotó la espalda.

Yo me quité la mano de encima.

Ella captó la indirecta.

— Lo siento, Koo. Te daré a ti la oportunidad de venir a todas las ferias —dijo en voz baja— Te ayudaré a conseguir otra vez el dinero.

Levanté la cabeza y me sequé las lágrimas de los ojos.

— ¿Por qué tengo que hacerlo yo? —dije— ¿No debería ser Yugyeom el que se pusiera a trabajar en las ferias para comprarme una nueva?

— Tiene siete años.

— Ya es bastante mayor para saber lo que hace.

— Cariño...

— ¿Mamá? ¿Puedes irte? Quiero estar solo.

— Bien...

No dije nada mientras se levantaba y salía de la habitación.

Oí que llamaba a Yugyeom al cerrar la puerta.

Luego tuvieron una conversación en el pasillo.

La escuché con la cara apretada contra el colchón.

— Jeon Yugyeom, ¿has roto la guitarra de tu hermano?

— ¿Qué? No.

— ¿Has entrado en la habitación y le has roto la guitarra?

— ¡No! Yo no he sido.

Ya.

Tú dale la oportunidad de decir que no, mamá.

Buena estrategia.

Tendría que haber dicho:

«Sé que has roto su guitarra»

Pero bueno.

Daba igual.

Estaba rota.

Que Yugyeom lo admitiera no iba a cambiarlo.

El pomo de la puerta traqueteó y mi madre dijo:

— Déjalo en paz ahora. Luego hablas con él.

[🥀]

Mi madre debió de haberle dicho a todo el mundo que me dejaran tranquilo, porque nadie vino a molestarme en toda la tarde.

Ni uno de ellos.

Después de años intentando conseguir un poco de tiempo para mí solo, por fin lo tenía.

Saqué mi cuaderno y miré fijamente la canción que había empezado. 

Ahora mismo no podía escribirla.

Iba sobre él...

Sobre Kim Tae Hyung.

Me dio un escalofrío.

Solo podía escribir una canción sobre Kim.

Pasé a una hoja en blanco y coloqué el lápiz en posición.

Dices que quieres que sean oídas,
y por eso escribes tus palabras vacías.
Has llenado tu vida de mentiras.
Todo depende de la perspectiva.
El mundo te vio de una manera,
pendiente de todo lo que dijeras.
Necesitas toda su atención,
para satisfacer tu adicción.
Tienes dos facetas,
dos rostros,
que escondes con tus trucos,
en un lugar y en otro.

«Y te odio, Kim Tae Hyung, porque eres el idiota más grande de la Tierra y deberías irte para siempre y dejar de escribirme cartas estúpidas en las que finges ser bueno e incomprendido»

— Pfff

Hasta las canciones furiosas que Tae Hyung inspiraba eran mejores que cualquier otra cosa que hubiera escrito antes de él.

Taché las palabras con dos líneas
marcadas formando una equis.

Luego pasé todas las páginas hasta el final y rayé los nombres de todos mis sospechosos.

«¿Por qué no podías ser tú?», pensé al descartar el de Yoongi.

Levanté la mano, arranqué el recorte de periódico que tenía en la pared y lo
arrugué hasta que quedó hecho una bola compacta.

Aunque aún pudiera terminar alguna canción, no podría componer la parte de la guitarra, y de ninguna manera iba a usar una canción que tuviese algo que ver con Tae Hyung.

Tiré el papel hacia el otro lado de la habitación.

Me estaba pasando de dramático, pero sentí que, por una vez, estaba justificado.

Todo me había salido mal.

Me saqué el móvil del bolsillo y llamé a SeokJin.

— ¡Hola, Kookie! —respondió.

— Hola.

Pensé que podría evitar que se me notasen las lágrimas en la voz, pero supe que no lo había conseguido cuando él añadió:

— Va, escúpelo. ¿Qué ha pasado?

— Yugyeom ha destrozado mi guitarra.

— ¡Ay, no! ¿Cómo?

— No lo sé. Dice que no ha sido él, pero está rota. Completamente rota.

— Lo siento mucho —dijo Jin con suavidad— Sé lo mucho que te gustaba esa guitarra. Lo que te costó comprarla.

— Ya.

— Seguro que tu madre te compra otra, ¿no?

— No puede permitírselo, Jinnie. No puede permitirse ni comprarme un carrete de hilo antes de cobrar.

Me volvieron lágrimas a los ojos.

— Y esto no es un carrete de hilo.

— Maldición.

— Lo sé.

— Ay, Koo. Todo irá bien.

— Es que esto era lo mío, ¿sabes?

Las lágrimas me cayeron por las mejillas y no pude detenerlas.

— Lo único que se me daba bien de verdad. Lo único que me daba una paz y una felicidad perfectas. No necesito muchas cosas, pero esto sí.

Me pregunté si estaba hablando solo de la guitarra.

— Entonces encontrarás la manera de conseguir otra —dijo él con firmeza— Puede que te lleve algo de tiempo, pero lo harás.

Sabía que tenía razón.

— Sí.

— Si pudiera, te compraría una.

Sonreí a pesar de las lágrimas.

— No aceptaría algo así de tu parte, Jinnie.

— Lo sé.

Me sorbí la nariz y me la limpié con la manga.

— Bueno, ¿qué era eso que me querías decir durante la comida? —preguntó SeokJin después de un momento.

Me paré un segundo y me di cuenta de que quería tener esa conversación en persona.

— ¿Estás ocupado? —pregunté— ¿Puedo ir a tu casa?

— Claro que puedes.

— Vale. Te lo cuento cuando llegue.

Colgué, recogí todas las cartas de Tae Hyung y caminé hacia la puerta.

[🥀]
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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆

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