✏ Capítulo 22 ✉
Kim Tae Hyung no podía ser mi amigo por correspondencia.
No podía.
Él era un idiota insensible, egoísta y arrogante.
No era un chico gracioso y reflexivo con un gusto musical extraordinario.
Se suponía que mi amigo por correspondencia era Min Yoongi.
Me había convencido por completo de ello la noche anterior.
Kim no podía equilibrarme, desde luego.
Era quien más me desequilibraba.
«¿Por qué he entrado en esa clase?», me pregunté, furioso, mientras corría por el pasillo.
¿Por qué no había buscado a alguien que entregase la caja por mí?
Ya no podría olvidarlo.
Ya no podría volver a recibir cartas perfectas y anónimas.
Tenía ganas de llorar.
Tenía ganas de gritar.
Tenía ganas de volver ahí dentro y decirle a Tae Hyung que no podía ser dos personas diferentes a la vez.
Busqué el lavabo más cercano para recuperar el control de mis emociones.
Me negaba a llorar.
Kim Tae Hyung no tenía tanto poder sobre mí.
Apoyé la espalda contra la pared de azulejos y dejé que su tacto frío se colara por mi camiseta y me tranquilizara.
Al otro lado, en la pared opuesta, había un espejo de cuerpo entero.
Las ondas de mi pelo eran un desastre aquel día, un poco más rebeldes de lo habitual.
Llevaba una camiseta marrón lisa, unos vaqueros ajustados y unas zapatillas altas blancas de deporte con dibujos hechos a mano.
Era uno de mis conjuntos más sencillos.
Me quité el collar que llevaba, uno que Jimin me había hecho hacía años, y miré los colgantitos que tenía:
Una mariposa, un gato, una flor y una nota musical.
Los detalles del collar no tenían significado alguno; simplemente puso todo lo que le parecía lindo cuando tenía diez años.
Él se burlaba de mí por seguir llevándolo, pero a mí me encantaba.
Cerré la mano en un puño en torno al collar con la esperanza de que me transmitiera algo de energía positiva.
Sin embargo, mi hermano tenía razón:
Era inútil.
Me deslicé por la pared hasta que me senté y me apreté las rodillas contra el pecho.
Odiaba a Kim Tae Hyung.
Más que nunca.
«¿Por qué tiene que estropearlo siempre todo?»
Sabía que lo que pensaba no tenía sentido.
El hecho de que Kim Tae Hyung hubiera escrito las cartas debería haberme hecho darme cuenta de que no era la persona que yo siempre había pensado.
Sin embargo, no entendía cómo la persona de las cartas podía ser la misma que se metía con todos aquellos que consideraba inferiores, la misma que nos había tratado mal a mí y a mi mejor amigo.
No lo era.
No era la misma persona.
Dos chicos entraron riéndose en el lavabo.
Ambos se detuvieron al verme.
Me levanté, me sacudí los vaqueros y me fui.
[🥀]
En Química, saqué muy lentamente su carta de debajo de la mesa.
Estaba temblando.
Por primera vez, me aterraba leerla.
¿Canturrear un lunes? ¿Habrá sucedido eso alguna vez en toda la historia de los lunes? Asumiré la
responsabilidad por ello si la asumes tú por haberme hecho reír en medio de una clase de Química. Qué pena que no haya una manera de mandarnos cartas durante las vacaciones. Una semana es mucho tiempo. A ver, la idea de que unos aviones nos llevasen los mensajes era buena, pero yo me refería a eso nuevo que hacen los chavales de comunicarse por el teléfono. ¿Qué opinas? ¿O solo soy el chico que te entretiene durante la clase de Química? Que me parece muy bien, por cierto. El entretenedor de Química. No, qué horror. A ti se te ocurrirá un nombre mejor para mí, dado que eres el chico de las palabras. ¿El chico de las palabras? Creo que has hecho bien en prohibirme que escriba las letras.
La carta debería haberme hecho reír, pero solo me hizo querer darle un puñetazo a algo.
Volví a doblarla exactamente como él la había dejado y la puse de nuevo debajo de la mesa.
Tae Hyung no sabía que me estaba escribiendo a mí, así que, que él supiera, el destinatario de sus notas no había ido a clase aquel día.
Y no volvería en todo lo que quedaba de año.
No iba a contestar una carta de Kim Tae Hyung.
Nunca.
[🥀]
Cuando terminó la clase, me levanté para irme.
— Jeon —me llamó el señor Lee— Tengo que hablar contigo.
Se me paró el corazón.
¿Se había enterado de lo de las cartas?
¿Iba a meterme en problemas por escribir en la mesa y perder el tiempo en clase?
¿Iba Tae Hyung a amargarme la vida otra vez?
Si hubiera podido, habría recogido la carta que había dejado debajo de la mesa y me habría ido corriendo con ella.
No quería que el señor Lee la leyera.
A medida que se vaciaba la clase, me acerqué a la parte delantera, donde el señor Lee estaba sentado detrás de una larga mesa.
Se aclaró la garganta.
— El sustituto me ha dado un informe no demasiado positivo sobre la clase de ayer. He de decir que estoy muy decepcionado.
— ¿Cómo? —pregunté.
— Me ha dicho que no solo estuviste hablando toda la hora con Cha EunWoo, sino que le dedicaste a alguien un gesto grosero y que te metiste con otro alumno después de la clase.
Tardé demasiado en darme cuenta de que el sustituto pensó que yo era Mingyu porque nos habíamos cambiado de sitio.
— Ah. Nos habíamos cambiado de sitio —dije— Me ha confundido con otra persona.
— También dijo que vino un chico al final de la clase para gastar una broma. Era uno de tus amigos, pero no querías decirle quién era.
— No es uno de mis amigos —dije, sonrojado.
Pensé en la nota que había metido debajo de la mesa.
— ¿Quién era, entonces?
¿Por qué no se lo decía?
No le debía nada a Tae Hyung.
Nada de nada.
— No debería decirlo.
El señor Lee frunció el ceño.
— Estoy muy decepcionado. Te quedas castigado dos semanas. Será menos tiempo si cambias de opinión, eres sincero y te responsabilizas de tus actos.
— Pero...
— Eso es todo.
[🥀]
— ¿Qué te pasa? —me preguntó SeokJin durante la comida.
Lo único que quería era contarle qué había pasado.
No podía pensar en nada más.
Pero no sabía cómo reaccionaría.
¿Qué le iba a decir?
Me imaginé cómo se desarrollaría la conversación:
«— ¿Te acuerdas del amigo por correspondencia que te dije que tenía en Química? Pues es tu ex. Me he estado carteando con tu ex.
— ¿Ese al que odias?
— Sí, ese con el que rompiste porque me odiaba y yo lo odiaba a él. Ese al que todavía odio. Por lo visto, nos llevamos bien sobre el papel. De fábula, en realidad. Así que a lo mejor nos hacemos novios por carta para siempre. ¿Te parece bien?
— Claro que sí. A ver, me he arreglado con él y nos tiramos meses hablando durante horas, pero, oye, ahora ya es todo tuyo»
No.
Eso no era lo que iba a pasar.
Lo mejor sería tener esa conversación tan delicada fuera del recinto escolar.
Solo por si acaso me ponía a llorar o me pegaba un puñetazo o algo así de dramático.
— ¿Podemos hablar luego? —le pregunté— Después de clase. Tengo que contarte una cosa.
Sus ojos castaños mostraron preocupación.
— Qué enigmático. ¿Estás bien?
— Luego. Luego te lo cuento.
Me dio un apretón en la mano.
— Vale. Luego.
[🥀]
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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆
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