uno
El cielo oscuro y nublado, las gotas de lluvia mojando todo lo que estuviera bajo ellas, truenos y relámpagos bañando la ciudad donde muchos corrían para escapar de la tormenta que inundó Seúl.
Como odiaba los días lluviosos.
El sonido de un plato roto acompañó a un trueno cual película de terror, su mirada estaba fija en el suelo, sus manos en su regazo entrelazadas, su cabello negro algo ondulado caía por su frente y cubría sus ojos gracias a su cabeza levemente inclinada y sin moverse de su lugar sin importar que el plato casi le golpeaba.
''Si su Alfa está enojado, el Omega jamás le mirará a los ojos u encarará''
Su Alfa estaba enojado, muy enojado.
Y él realmente no daba para unos golpes a las once de la noche, prefería dejar que se descargara rompiendo los platos que tenía al alcance y que se fuera a dormir para así solo limpiar todo el desastre que dejó y poder irse a dormir de igual modo de otro largo día.
Cada Omega desde joven soñaba con su Alfa de ensueño, aquel príncipe de traje azul que llegara a darle una vida de ensueño, un hogar hermoso y un final feliz de cuentos de hadas.
JongSeong sinceramente creía que debían reescribir esos libros y mostrar la maldita realidad para que esos pobres niños se alistaran mentalmente para lo que les esperaba.
Aunque ver a esos Omegas sometidos en público temiendo de todo Alfa ya les debía dar una idea, ¿verdad?, en esos momentos odió ser tan ciego al presentarse como Omega y no ver como todos los que le conocieron le miraron con lastima.
Tranquilos, incluso él mismo se daba lastima, así que no hay de qué preocuparse.
-- Limpia y luego vienes a la habitación, quiero relajarme --La voz profunda de su Alfa ordenó a lo que asintió sin más.
Bastó escuchar la puerta de la habitación principal de ese departamento para que soltara un suspiro aliviado de no ser usado como saco de boxeo ese día. Su mirada se paseó en los alrededores viendo fragmentos de platos rotos, uno que otro vaso y la mancha de la comida que había preparado de cena en el suelo.
Bien, no era tanto, terminaría rápido.
Sus movimientos fueron automáticos en buscar lo necesario y comenzar a limpiar, recogiendo cada fragmento y cada grano de arroz de la cena, botó la comida desperdiciada a la basura junto a los vidrios y barrió completamente el lugar para asegurarse que ningún fragmento de vidrio quedara en la sala de estar u comedor.
Limpió la mesa, volvió a ordenarla junto al resto de la cocina e inspeccionó bien, podía soportar de todo menos el desorden en lo que le habían obligado a llamar ''hogar'' y del cual muy pocas veces salía.
Suspiró leve y apagó las luces para así ir a la habitación, tocó tres veces y entró cuando el permiso le fue concedido, viendo al Alfa revisar su celular, al verle, no hizo más que desabrochar su cinturón y así dejar que el Omega lo complaciera.
No le miró, sabía que lo quería, cerró la puerta para así acercarse y arrodillarse ante el más alto y darle su necesitada felación para que así se fuera finalmente a dormir y le dejara en paz las siguientes seis horas; luego su rutina se repetía.
''Un Omega perfecto siempre debe estar satisfecho con la vida que su Alfa le dé''
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