''Sean todos bienvenidos a la academia Sweet Omega, donde formamos y ayudamos a sus hijos e hijas a ser dulces y perfectos Omegas para complacer sus futuros Alfas''

El joven pelinegro miró todo con nervios a flor de piel, sus ojos no dejaban de mirar cada lugar atemorizado, veía como padres dejaban a sus hijas e hijos, todos Omegas, con sus cosas en la entrada y la mayoría se negaba a entrar al lugar con pinta de cárcel a su vista.

Su padre iba a su lado, tenía una mano en su hombro y lo abrazaba a sí mismo marcándolo con su aroma como normalmente hacía desde que se presentó como Omega un año atrás, desde que salieron de su hogar no le había soltado en ningún momento ni alejado, ni siquiera su madre se podía acercar, siendo la mujer Omega la única quien parecía a gusto con la idea de que su hijo fuera a aquella academia.

Siempre fue un chico educado desde niño, jamás les había alzado la voz a sus padres, jamás había hecho una travesura que le diera un castigo, jamás fue un mal chico; jamás se había negado a alguna petición de sus padres hasta ese día.

-- Appa... --Soltó en tono bajo a lo que su padre le miró, notando el brillo de temor en la mirada del Omega-- N-no quiero ir... --Tartamudeó sorprendiéndole.

En cierto modo le entendía, aquel instituto siempre le trajo una muy mala espina, pero debía ser realista, su hijo era un Omega, aquello sería lo más cercano a educación que tendría en su vida.

Su esposa había asistido allí, su difunta cuñada había asistido allí, todo conocido Omega suyo había asistido a alguna de las sucursales de aquella academia.

Su madre había asistido allí, ella misma le había dicho antes de morir que jamás dejara que su futuro hijo o hija asistiera; que era un infierno con fachada de instituto.

No sabía si creer o no, su madre deliraba en esos momentos, no decía nada coherente aunque jamás vio tanta seguridad en su mirada desde que enfermó como en ese momento.

Soltó un suspiró leve y se colocó a la altura de su único hijo de apenas diecisiete años mirándole a los ojos.

-- Jayjay, eres mi vida y lo sabes cachorro, créeme cuando digo que soy el que más está en desacuerdo que entres aquí, pero esto es lo más cercano a educación que tendrás en tu vida, sabes que a los Omegas le niegan la universidad... --Acarició su mejilla viendo con el corazón roto los ojitos cristalizados de su pequeño-- Te voy a esperar para cuando salgas y prometo llevarte de viaje, solo los dos como cuando eras niño, ¿Recuerdas, bebé? --Sonrió viendo a su niño asentir secando una lágrimas que se le escapó-- Solo será un año y medio, contaré los días y haré lo posible para intentar comunicarme contigo.

El menor solo asintió y se abrazó al Alfa quien correspondió mientras miraba como un Alfa, literalmente, arrastraba a un joven pelinegro a lo lejos adentrándolo a la academia mientras el Omega gritaba que lo soltara y rogaba que no lo dejara allí. En otro lado cerca miró a dos mujeres abrazar llorando a un pequeño castaño quien se despedía entre lágrimas de sus madres.

Aferró más a su hijo a él queriendo volver a casa y mimarle hasta que se durmiera pero la mirada de su esposa señalando el reloj le sacó un suspiro haciéndole soltar el abrazo y dejar que ella se despidiera del más joven de su familia.

Dejó un último beso en la frente del joven y lo acompañaron a la entrada viendo como este se adentraba junto a otros Omegas con sus maletas a su nuevo hogar temporal.

''Muchas gracias por confiarnos a sus hijos e hijas, prometemos que saldrán como Omegas renovados listos para complacer a su futuro Alfa''

ADVERTENCIAS

> Maltrato [físico, verbal y psicológico], violencia domestica, abusos de todo tipo, mención de muertes, escenas subidas de tono [smut]

> No me hago responsable de traumas, si el libro no es de su gusto se les invita amablemente a buscar otro de su gusto y evitarse malos comentarios referente a la historia.

> Leer bajo responsabilidad propia.

> Mi intensión NO es sexualizar a los nombrados en este fanfic ni colocar en mal su imagen, esto es solo FICCIÓN.