𝟏𝟗 - 𝑰 𝒇𝒆𝒆𝒍 𝒆𝒗𝒆𝒓𝒚𝒕𝒉𝒊𝒏𝒈

IG: 13DepuisLeDebut13

𝔻𝕀𝔼ℂ𝕀ℕ𝕌𝔼𝕍𝔼

Tu mirada me paraliza, pero no puedo permanecer quieta.
Esos ojos me mantienen despierta durante más tiempo que cualquier otra pastilla.
Nunca creí que me enamoraría así, he entrado de un salto en esta dicha eterna.
Y sé que estando juntos, parece que somos eternos.
Y ahora, más que nunca, lo siento todo.
Todo lo que tengo te lo daré.
Estás en mi cerebro y también en mi corazón sé mío
Porque soy tuya.


Toda mi familia sigue en silencio, desviando su mirada de Seth a mi barriga varias veces, casi como si se hubieran sincronizado para hacerlo. Lexy me sonríe y saluda desde su posición en las piernas de Tyler, quien articula algo que no logro entender.

―Parece que si se han dado cuenta―Murmura mi novio en mi oído, estrechándome un poquito contra su cuerpo mientras lo dice. Me río entre dientes, todavía nerviosa, pero captando su sutil broma, apretándome mucho más contra él―. ¡Sorpresa!―Dice después mucho más alto para que todos escuchen, sin embargo no hay mucha emoción en su voz.

Se quita su gabardina a espera de las reacciones y me ayuda a quitarme el abrigo también, dejando así mucho más al descubierto mi barriga. No es que sea demasiado grande, pero si lo suficiente para que sea perceptible en demasía en mi cuerpo.

Mi abuela rompe en llanto, murmurando un montón de cosas a la vez que se dirige hacia mí, seguida de mi abuelo, con los brazos extendidos. Me abraza con fuerza y besa mis mejillas varias veces, solo entonces Seth me suelta para que pueda envolver mis brazos en ellos, inclinándome un poco para poder hacerlo y estirándome en toda mi estatura para poder besar la mejilla de mi abuelo.

―¡Oh, mi niña!―Dice ella, aun besándome. Me toca la barriga, sintiendo de inmediato a kiwi movierse. Se le saltan de nuevo las lágrimas y yo ruedo los ojos con un poco de diversión. Luego se acerca a Seth y también lo abraza con fuerza, después de pellizcarle las mejillas como suele hacer con nosotros. Contengo la risa, porque es algo que a él no le agrada―. Bienvenido a la familia, querido―Mi abuelo le estrecha la mano y palmea la espalda con algo de fuerza. No es un hombre de muchas palabras. Mi novio asiente y murmura algo ante lo dicho por mi abuela.

Cuando ella se aparta, el resto se acerca a nosotros. Lexy la primera, que corre para tocarme la barriga a la vez que sonríe. Si, ahora el mocoso es el centro de atención, que en parte agradezco, pero el hecho de que todos vayan directamente a tocarme la barriga no es lo que más esté disfrutando, no obstante no iba a quejarme. Podía entenderlo y acostumbrarme.

Tyler golpea suavemente el hombro de Seth y murmura algo que no logro entender mientras se ríe. Dylan también se une a ellos haciendo lo mismo. Intercambian palabras y supongo que bromas, por la risa de mi novio. Los miro de reojo, pero no escucho lo que dicen, ya que la seriedad de Lisa no me deja concentrarme en nada más. Es la única que no se a acercado y tiene la copa con vino blanco agarrada con demasiada fuerza, vaciando de golpe todo el contenido en cuanto nuestras miradas se cruzan.

Avanzamos un paso y retrocedemos tres. Esa es nuestra relación.

―Estoy muy contento por ti, cariño. Esto si que ha sido una sorpresa de navidad―Dice Derek tomando mi mano, la cual aprieta con gentileza―. Aun tenemos que hablar―Esta vez se dirige a Seth que aun está con mis hermanos. Tía Sandy tiene un brazo al rededor de mis hombros y Lexy está agarrada a mi cintura todavía con sus manos en mi barriga.

―Gracias, papá―Sonrío, devolviéndole el abrazo que me ha dado nada más llegar a mí. Me quedo así un buen rato, porque aun se siente demasiado bien.

Derek es un buen padre, realmente lo es. Se preocupa lo justo, en ocasiones de más, aunque no se mete nunca en las decisiones que tomo. Ni siquiera cuando decidí que no quería volver a Alemania para estudiar, a pesar de estar la matrícula ya pagada. Sigue depositando una gran cantidad de dinero en mi cuenta, la misma que abrió cuando nací, cuando ya no tendría que hacerlo, porque soy mayor de edad. Paga mi universidad y las tarjetas de crédito, de las cuales durante las vacaciones gasté demasiado y nunca dijo nada al respecto. Para mi cumpleaños de este año me regaló otro coche, a pesar de ya tener uno.

Es un padre consentidor, medianamente preocupado y en ocasiones es divertido y me encanta.

―No es por presumir, pero yo ya lo sabía―Su voz es socarrona y Derek rueda los ojos verdes idénticos a los míos. Aun me resulta raro que ellos sean amigos, porque de todas formas esta es la segunda vez que estamos todos juntos.

―¡Vamos, vamos!―La voz de la abuela nos hace callarnos y dispersarnos un poco. Mi primo Nick me da un rápido abrazo y beso en la mejilla antes de obedecer―. Dejémosla respirar y sentémonos a cenar de una buena vez.

Mis hermanos son los últimos en acercarse, aplastándome entre los dos con sus brazos como cuando éramos pequeños, siempre lo han hecho apropósito, así que no me quejo mientras me quitan todo el aire.

―Así que nuestra hermanita ha estado follando, ¿Eh?―Susurra Dylan para que solo escuchemos nosotros, dándome un suave codazo en las costillas.

Acto seguido el calor me golpea en la cara por la vergüenza, porque si, había pensado mucho en ello desde que me di cuenta que tenía que decírselo a mi familia. La carcajada de los tres chicos, mi novio incluido, no hace más que avergonzarme aun más. Para ellos hablar de sexo era lo normal, habían incluso compartido chicas, pero no yo estaba acostumbrada a hacerlo. Y menos con ellos.

¡Gott!(¡Dios!) Callaos, por favor―Me llevo las manos a la cara tratando de ocultar lo roja que seguro me estoy poniendo, aun así la situación me resulta graciosa, pero trato lo máximo posible que no se me note―. Sois idiotas los tres―Después me abro paso entre ellos y me voy hacia el comedor donde ya están todos sentados esperándonos.

Me siguen casi enseguida y aun puedo escuchar sus risitas y algunos murmullos. Parece que siguen teniendo trece años, pero sorprendentemente han cumplido ya los veinticinco. Me viene un rápido recuerdo de cuando era pequeña, un Seth de trece años siendo amable conmigo y sonriéndome como si fuera alguien importante para él mientras me ayudaba a alcanzar unos mince pies del último estante en la alacena.

No recuerdo muy bien que pensaba de él en ese momento, pero sin duda ya era un niño precioso de grandes ojos grises. Ya en ese entonces usaba esa sonrisa arrogante, que en ese entonces estaba adornada por unos brackets, la cual no dudó en dedicarme una vez agradecí con rapidez antes de huir hacia mi habitación completamente sofocada con mi cara ardiendo. No estoy segura si era por la vergüenza de que me hubiera pillado en la cocina a las tantas de la madrugada intentando coger algo de comer o por su amabilidad, cuando ningún otro niño, a parte de Terrence, había sido considerado conmigo. Ni siquiera mis hermanos los cuales solían ignorarme demasiado a excepción de cuando jugaban conmigo, pero me trataban con brusquedad como a un niño más.

―¿En qué piensas?―Pregunta en mi oído, trayéndome de vuelta al presente. Sonrío con timidez, porque de repente vuelvo a sentirme como esa niña de ocho años, con la gran diferencia de que ahora podía besar y tocar al chico, porque es completamente mío.

―Solo pensaba que soy un poco afortunada―Digo, inclinándome para besar su mejilla con rapidez. Hay un "aw" instantáneo por parte de mi tía y mis hermanos, ella realmente enternecida, pero ellos solo están molestando. Les enseño el dedo corazón disimuladamente, ya que están mis abuelos en la mesa.

Mi abuela comienza a servir, haciendo que cada uno vaya pasando el plato al que tiene al lado hasta que todos tengamos comida. Me ruge la barriga, porque todo se ve genial y huele de maravilla, me guiña un ojo y echa mucha más cantidad en mi plato de lo que hubiera hecho antes.

Mis abuelos tienen dinero, sin embargo, ella aun prefiere hacerlo todo como antes de tenerlo. Creció en una familia humilde hasta que se casó con el abuelo y su vida cambió radicalmente, nunca tuvo alguien que se ocupara de sus labores y por una parte la admiraba por ello, porque nosotros siempre hemos sido unos inútiles mimados con dinero que a duras penas ahora recogemos lo que ensuciamos. Y no solo hablaba por mis hermanos y por mí, sino por todos los que estamos en la mesa.

―¿Quieres más, mi niña?―Pregunta, aunque mi plato está a rebosar. Niego con la cabeza a la vez que sonrío.

La cena transcurre con normalidad. Algunas bromas sin mucho sentido, de parte de Dylan, porque es un payaso sin ningún tipo de filtro que no le importa que haya una niña de ocho años en la mesa. Me alegra que tanto mi tía como abuelos traten de integrar a Seth preguntándole algunas cosas sobre su trabajo y su familia. Todos le conocen de cuando eran pequeños y él estaba en todos los cumpleaños de mis hermanos, pero nunca habían mantenido alguna conversación hasta ahora.

―¿Ya sabéis el sexo?―Pregunta papá tras masticar y tragar. Lisa a su lado se tensa.

No estoy segura de si me molesta o me resulta gracioso lo poco que disimula. No le gusta la idea de que esté embarazada y supongo que menos que el padre sea Seth. Nunca le ha caído del todo bien.

―Más o menos―Digo con lentitud. Seth no me quita la mirada de encima en ningún momento y está sonriendo mientras lo hace. Me veo obligada a desviar mi mirada a mi padre, porque aun ahora sigo sonrojándome cuando me mira de la forma que lo está haciendo. Kiwi y los animalitos en mi barriga han enloquecido y no hay forma de que se detengan―. Solo Seth lo sabe. Quiero que sea una sorpresa.

―Pero me lo guardaré para mí―Dice Seth de inmediato, suponiendo que será acosado en cuanto me levante de la mesa.

Después todos comienzan a despotricar y a bromear con Seth, por lo que aprovecho para levantarme de la mesa y pedirle con la mirada a Lisa que me siga. Sé que no le debo ninguna explicación, pero una parte de mí, por muy pequeña que fuera, deseaba compartir este momento con ella, que lo entendiera y fuera aunque sea un poquito feliz por mí.

En silencio coge su copa vacía y se dirige conmigo a la cocina, la cual está lo suficientemente lejos para poder escapar del bullicio del comedor y los villancicos. Agarra una botella de vino de uno de los estantes y abre de inmediato para rellenar su copa. En este momento daría todo por poder hacer lo mismo.

―No estás contenta―Murmuro un rato después en el que ella se ha dedicado a vaciar el contenido de su copa por segunda vez. Aprieta los labios, y por lo que he llegado a conocerla, sé que lo hace para no decir algo de lo cual pueda arrepentirse más tarde. Está molesta, pero no es la única que lo está, comenzaba a enfadarme también esta situación―. ¿Por qué no puedes alegrarte por mí y ya?

―Eres una niña―Responde de inmediato, mirándome como si fuera tonta. Golpea la isla con su mano, en la cual luce una bonita manicura y su anillo de casada que repiquetea contra el mármol―. ¿Vas a dejar de estudiar acaso?

―Tenías mi edad cuando te quedaste embarazada de los gemelos―Replico. Me cruzo de brazos e intento de algún modo parecer una persona lo suficientemente adulta para mantener esta conversación y no verme afectada en lo absoluto. Ignoro por completo el tema de los estudios, porque es obvio que no los dejaría. Seth y yo encontraríamos la forma de hacerlo―. Y tú ni siquiera querías a Philip cuando eso pasó. Seth y yo estamos mejor que nunca.

Deja escapar un bufido irónico y otra vez me mira como si fuera tonta. Creo por un momento que va a hablar de él, ya que no lo traga, ni siquiera cuando era un niño pudo soportar su presencia y aunque en algún momento me animó a seguir a mi corazón y por ende mis sentimientos, eso no quería decir que Seth fuera su persona favorita para ser un miembro de nuestra disfuncional familia.

―Hace semanas que no ves a Jhon―Me muerdo el interior de la mejilla y aparto la mirada avergonzada. Murmuro un "estoy bien", el cual acalla con una mirada severa. Vuelvo a sentirme una niña regañada, por lo que me mantengo en silencio y con la mirada gacha―. Sigues siendo inestable y necesitando de alguien que esté pendiente de ti. No puedes tener un bebé, por el simple hecho de creer que "estás bien", porque el idiota de Walls esté contigo―Dice lo último con un poco de burla, imitando mi voz a la vez que hace comillas con sus dedos.

―Quiero que estés feliz por mí, pero si no lo estás y no lo aceptas, me da absolutamente igual―Trato de mantener mi tono neutro, trato de que no note que me afecta su actitud . Vamos, a estas alturas tendría que estar acostumbrada a ella―. No necesito tu aprobación.

―Sigues siento una niña malcriada y mimada, Alice. Un bebé no es un juego y mucho menos es un instrumento para mantener a un hombre a tu lado―A este punto ya se ha acercado lo suficiente a mí como para agarrarme la barbilla con el pulgar y el índice como hacía cuando era pequeña y estaba regañándome. Nunca gritó y Dios sabe que jamás nos puso un dedo encima mientras fuimos niños, pero su forma de hablar y de mirar, dolía más que un golpe. Y en este momento estaba mirándome de esa forma―. Madura de una buena vez, niña. ¿Qué se supone que harás si las cosas no salen como quieras, eh?

Sin embargo, no soy una niña ya, por mucho que ella lo diga. No va a castigarme y enviarme a mi habitación. Ahora podía replicar y hacerle entender que no soy tonta, podía expresar como me hacía sentir con sus palabras.

―No debes preocuparte por eso, Lisa―Si, no la llamo mamá como he hecho en algunas otras ocasiones y obviamente cuando era pequeña―. No debes preocuparte por eso, porque si mi hijo no es de Seth, o las cosas no salen como lo planeo, no voy a dejarlo tirado e irme con otro puto hombre para que me folle y deje embarazada de un niño que si quiera, porque yo no soy una jodida egoí...―Siento, más que veo, su bofetada. Al instante el dolor se acentúa en mi mejilla y se me llenan los ojos de lágrimas, todas de autentica rabia hacia ella.

―¡Joder, Lisa! ¿En qué narices estás pensando?―Escucho la voz de papá a mis espaldas, bastante cabreado. Es entonces cuando soy consciente de que la música ya no se oye en la casa y que el único ruido era el de nuestras voces. Dejo que papá me envuelva en sus brazos y bese mi cabeza a la vez que busco con la mirada a mi novio, el cual se encuentra en en el umbral de la puerta. Tiene la mirada oscurecida y la mandíbula tan apretada que creo que va a romperse los dientes, así que lo único que hago es emitir un silencioso "No, por favor".

Sé que no va a golpear a Lisa, soy consciente de ello, pero estoy segura como el mismo infierno que se volverá completamente loco porque ella me ha abofeteado. He tenido parte de culpa, porque no tendría que haberle hablado así y mucho menos sacar ese tema que tanto nos ha afectado a los presentes.

Nadie dice nada, pero todos están tan perturbados por la situación que ni siquiera se mueven de sus lugares. Tía Sandy creyó que esta sería la oportunidad perfecta para hacérselo saber a todos y que sería maravilloso. Incluso estaba segura de que Lisa estaría encantada con la noticia, pero no ha sido así y ella está consciente de ello cuando habla.

―Lo siento mucho, garbancito―Aprieta mi mano que aun está en el hombro de Derek mientras dejo que me siga estrechando.

―Estás jodiamente loca, Lisa―La voz de Dylan se filtra en los oídos de todos. La mira con decepción, la misma mirada que tuvo el día en que vimos que no volvió a casa―. No vas a cambiar nunca, ¿Eh?

De repente nos vuelvo a ver como en ese momento. Tyler silencioso como siempre, pero con tantas cosas que decir que nunca escucharíamos, ni siquiera Dylan. El último nombrado sería el único de los tres que despotricaría como está haciéndolo ahora y yo estoy al borde de las lágrimas. Compartimos el mismo sentimiento sin necesidad de tener que decirlo.

Nos veo en el camino de piedra que conducía a la entrada de la casa. Nos veo a los tres de pie esperando durante horas que vuelva. A penas nos movimos para sentarnos, en ese mismo lugar. Silenciosos, sin nada que decir, con el único propósito de esperar a que vuelva a casa. Ignoramos la llamada de ir a comer, la de la merienda y cena, solo esperamos a que volviera hasta que la lluvia nos empapó a los tres y estábamos tiritando en el mismo sitio. Tyler tomó la decisión de que era suficiente cuando la noche y el frío nos golpeaba, así que, sin decir nada, nos tomó de la mano y condujo al interior, cada uno a su habitación.

Nunca tocamos el tema después de ese día.

Y Lexy, la pequeña de nosotros, sigue aferrada a la falda de la abuela con las lágrimas en su dulce cara, y me recuerda tanto a mí con su edad que me siento fatal, porque estas no son navidades para una niña. Se supone que debe ser algo bonito, no un campo de batalla.

No presto atención a lo que dice papá, tampoco a las palabras del abuelo. No presto atención a nadie más que no sea mi chico, el cual desparece por el pasillo para pocos segundos después reaparecer con nuestros abrigos. Me suelto de los brazos de mi padre en completo silencio y camino hacia Seth, quien me espera con la mano extendida.

―Vamos a casa, amor―Susurra, pasando su dedo por mi labio y retirando la sangre que no era consciente que había. Late de inmediato ante el contacto, ligeramente adolorido. Recuerdo entonces el anillo de Lisa en su mano.

→←

Cuando me despierto al día siguiente aún estoy medio desnuda en la cama y Seth todavía me mantiene fuertemente abrazada, con su mano presionando en mi barriga donde Kiwi está más revoltoso que nunca. De alguna forma es como si sintiera a su papá y eso le vuelve loco por completo, más que cuando está únicamente conmigo.

Al llegar a casa no hablamos de lo sucedido en la cena, me negaba a hacerlo. Me negaba a darle más protagonismo a Lisa del necesario. Eran nuestras primeras navidades juntos como pareja y no iba a arruinarlo nadie.

Me estremezco al sentir su aliento en mi cuello y su creciente erección presionando contra mi culo. Se me eriza la piel por completo y casi puedo gemir por la anticipación, así que me froto contra ella. Tan dura y apetecible que quiero gritar y llevármela a la boca. Siento la humedad de inmediato en mis bragas únicamente por el pensamiento y el recuerdo de como se siente enterrada en mi interior. Me cosquillea todo el cuerpo, por lo que me vuelvo a frotar.

―Esto es un buen despertar, ¿Eh?―Murmura con la voz ronca y cargada de deseo. Me besa y muerde en el cuello ―¿Estabas jugando con mi polla, amor?―Asiento, sin poder hablar―. Vamos, sigue moviendo ese bonito culo hasta que te corras, nena.

Obedezco al instante. Me aferro con fuerza a las mantas y comienzo a restregarme contra él. Mi pulso se acelera y se concentra todo en mi coño, en mi clítoris. La camiseta que llevo empieza a estarbarme y lo único que quiero son sus manos en todo mi cuerpo.

―Tócame.

―¿Dónde quieres que te toque, amor?―Susurra, mordiendo después el lóbulo de mi oreja.

―Por... Por todas partes―Sigo moviéndome contra él, pero necesito más, mucho más, aunque casi y podría correrme así únicamente―. Mis tetas, mi coño, por todas partes. Te necesito.

―Chupa―Ordena, llevando dos dedos a mi boca. Dejo caer mi saliva en ellos, enrollando mi lengua posteriormente, como si fuera su polla. Cuando están lo suficientemente húmedos los saca y comienza a descender por mi barriga hasta meterlas dentro de mis bragas.

Presiona con los dedos mojados mi clítoris, alternando con introducirlos y sacarlos, follándome con ellos para volver nuevamente a él. El fuerte balanceo de sus caderas contra mí más sus dedos y labios en mi cuello me están llevando pocos minutos después a gritar su nombre mientras me corro con sus dedos en mi interior.

Está tan duro contra mi culo que puedo sentir cada una de las venas de su polla y el líquido preseminal empaparme las bragas, así que sin dejar pasar más tiempo me las quito.

―Estás tan mojada, Als―Murmura en mi cuello antes de llevarse ambos dedos a la boca y chuparlos, gimiendo después―. Podría estar todo el día comiéndome tu dulce coño.

Estoy gimiendo tan solo por sus palabras, porque ahora ni siquiera está tocándome. Humedezco mi mano y la llevo a su pene para lubricarlo. Por su parte él vuelve a enterrar sus dedos en mi vagina y después los lleva entre mis nalgas, comenzando a introducir uno a uno con suavidad hasta dejarme lo suficientemente dilatada para introducir su polla, lo cual no tarda mucho en suceder. Gimo con fuerza ante el escozor que se extiende por todo mi cuerpo.

―Joder. Estás tan jodidamente apretada aquí, amor―Su voz es tan solo un susurro ronco mientras se entierra en mi interior. Gimo con fuerza, con los ojos cerrados del mismo modo y la boca abierta. Sigue siendo tan dolorosamente placentero como la primera vez.

―Más―A penas reconozco mi voz cuando hablo, suena tan ahogada y perdida que no parezco yo―. Más fuerte, por favor.

Me agarra con dureza de la cintura y empieza a follarme aun más fuerte. En la habitación solo se escuchan nuestras respiraciones agitadas y gemidos. El golpeteo constante de su cuerpo contra el mío. Seguramente más tarde tendría moretones en las caderas y en la pierna que ahora ha elevado un poco para llegar aun más profundo si es que se puede.

Amaba como siempre era tan cuidadoso hasta que llegaban estos momentos. Siempre se perdía en el deseo y era tan rudo que me encantaba. No me importaba que me hiciera daño, no me importaba que me hiciera gritar de placer o dolor, porque ambas están siempre tan cerca que no logro entender en que momento traspaso la otra y me encanta. Seguramente hoy estaría adolorida por todas partes y esperaba con ansiar que llegara ese momento, porque no podría sacarme de la cabeza el porqué de estar así.

Me besa con la misma rudeza que está penetrándome. La pequeña herida en mi labio vuelve a abrirse y sangra un poco. Ambos notamos el sabor metálico, pero a ninguno le molesta la sangre.

Escupe en su mano y la lleva a mi coño, comenzando a masajear mi clítoris.

―Oh. Dios―Grito con la voz ahogada. No deja de mover su mano en ningún momento mientras sigue embistiendo con fuerza en mi interior―. ¡Dios! ¡Dios!―Y entonces me corro, tan fuerte y rápido que no me siento yo misma. Estoy casi flotando y por un corto segundo me pregunto si así es como se sintió santa Teresa cuando el querubín la atravesó con aquel dardo de oro, solo que mi querubín no usó un dardo para hacerme llegar a ese punto sino su gran y maravillosa polla.

Poco después y tras morderme el cuello da una última y sutilmente dolorosa embestida que lo lleva a correrse en mi interior. La sensación es embriagadora, por lo que estoy gimiendo con él.

―¡Feliz navidad, nena!―Dice después de varios segundos en que ambos seguimos tratando de recuperarnos y estabilizar la respiración―. Vamos a abrir nuestros regalos.

Si, mi chico adora la navidad y los regalos.

Se pone tan solo los pantalones de pijama para luego venir hacia mí y tirar con suavidad para que me levante también. Me ayuda a ponerme también mi ropa de pijama y después las zapatillas de estar por casa. Caminamos al salón, hasta el árbol, donde antes de irnos donde mis abuelos dejamos todos los regalos.

Escribe algo en su móvil con rapidez antes de venir a mi lado y sentarnos en el suelo para empezar. Me remuevo en mi sitio, sintiendo su semen resbaladizo por mi cuerpo, calentando cada rincón de mi cuerpo.

―Feliz navidad, amor―Murmuro, tratando de que mi voz suene estable y no como que estoy deseando que vuelva a hacerme gritar sobre la alfombra, entregándole el primero de mis regalos.

Se le ilumina la mirada y una resplandeciente sonrisa le parte la cara. Inevitablemente también lo hago, porque es la cosa más maravillosa y tierna que existe. Comienza a desenvolver su regalo rompiendo completamente el papel.

Es tan difícil siempre hacer un regalo para alguien que lo tiene todo, como es el caso de Seth. No necesita realmente nada, por lo que decantarme por algo fue muy complicado. Rebusqué en mis recuerdos durante todo diciembre hasta que di con algo que estaba segura de que le gustaría, aunque es bastante simple.

―¡Una cámara!―Está sonriendo. La saca con extremo cuidado de la caja, inspeccionando cada uno de los objetivos―. Te has acordado―. Lo dice más para él mismo que para que le escuche. Sigue inspeccionando, toqueteando los botones que hay―. Serás mi modelo a partir de ahora. Vamos, déjame hacerte una foto.

Lo hablamos una vez, hace lo que parece toda una eternidad. Llevábamos poco tiempo juntos y él estaba un poco borracho. Tumbados sobre la cama. Acabábamos de follar, o hacer el amor, como prefería llamarlo en ese entonces. Aproveché su borrachera y lo charlatán que estaba para indagar un poco más en él.

―¿Por qué derecho?―Dije, repasando sus cejas, pestañas, la nariz... Cada parte de su precioso rostro. No hubo una respuesta inmediata. Se dedicó a volver a besar mis pechos y meter su mano entre mis piernas. Gemí, con los ojos casi en blanco por lo que estaba haciéndome. Sabía, incluso en ese momento, que no le gustaba hablar de él y quería distraerme―. Quiero... Solo quiero conocerte un poco más.

Dio un último y suave mordisco a mi pezón, que me hizo chillar, antes de volver a su posición inicial y arrastrarme con él hacia su pecho.

―Porque es lo que quiso mi padre―Contestó con hastío y la mandíbula tensa, apretando su agarre en mi cuerpo. Me encogí en mi sitio, porque en ese momento no supe reconocer si era por mí su repentino cambio de humor o por pensar en su padre―. Me gustaba la fotografía, tal vez haber estudiado en New York.

Oh. Nunca lo hubiera esperado de él, pero sonreí. Quise hacerle alguna foto distraído en algún momento y él me había quitado el móvil y borrado la imagen en el momento. Volví a mi tarea de repasar con la yema del dedo su rostro, porque aun no podía hacerme a la idea de que era mío. Que era siquiera real.

―¿Por qué no lo tienes como un hobby, al menos?

Me miró como si fuera tonta, pero aun así, yo seguí mirándole maravillada. Sabía que en ese entonces yo era su hobby, una chica a la que tenía segura para follar y a mí no me importaba, porque para mí ya representaba mucho más. Era mi lugar seguro.

―Deja las putas preguntas, Alice―Y sin más se volvió a cerrar―. Y métete en tus putos asuntos.

De vuelta al presente le veo ponerse de pie, ayudándome después a hacer lo mismo. Se aleja lo suficiente como para poder hacerme una foto. Hace varias y yo me muevo y posiciono como él desea. La última, finalmente, pide que deje mi barriga al aire, porque quiere comenzar un álbum para kiwi.

―Te ves jodidamente preciosa, cariño―Es tan solo un susurro como si no pudiera creer lo que ve. Suspira y yo lo hago junto a él, porque tampoco puedo creer cuanto hemos cambiado.

Me sonrojo. Si, aun me sonrojo. Aun se me acelera el corazón y los animalillos en mi barriga se vuelven locos. Incluso, a veces me tiemblan las piernas cuando está demasiado cerca. Cuando es tan cariñoso y me mira como si fuera la único que realmente importa en este mundo. Cuando me besa y acaricia como si fuera irreal o tan frágil que pudiera romperme en cualquier momento.

Aun, en momentos, sentía que podía enloquecer con tan solo una sonrisa por su parte. En ocasiones me sentía enamorarme muchísimo más de él . Segundo a segundo. Latido tras latido. Con cada respiración me enamoraba mucho más.

Me quedo embobada mirándole hasta que el sonido del timbre nos interrumpe. Despegamos nuestras miradas y con una sonrisa se dirige a la puerta. Habla por unos cortos segundos con alguien y después entra con una enorme caja en las manos.

―¡Feliz navidad, Als! Ven aquí.

Camino lentamente hacia él. Hacia la caja, la cual se mueve en sus manos. Escucho el sutil lloriqueo dentro de ésta y sé de inmediato de que se trata, por lo que sin perder más tiempo quito la tapa y saco al diminuto carrocho llorón de dentro.

Se me derrite el corazón por lo tierno y suave que es.

―Es preciosa―Murmuro antes de inclinarme y besar sus labios con suavidad―. Me encanta. Es el mejor regalo de todo el mundo.

En algún momento de nuestra relación le había contado sobre querer un perro, pero que Lisa y Philip siempre se habían negado. Aun estando en el internado había querido tener uno. Y ahora mi chico me hacía este regalo maravilloso.

―Tenemos que inmortalizar este momento―Entonces coloca la cámara sobre el trípode. Nos posicionamos al lado de los regalos, que aun quedan por abrir, y por ende del árbol. Abrazo con suavidad a la pequeña cosita peluda en mis brazos y Seth me rodea a mí, que todavía estoy con la barriga al descubierto.

Pasamos el resto de la mañana abriendo más regalos. Algunos también para nuestro pequeñín aunque aun no esté aquí. También jugamos con la perrita que ha entrado rápidamente en confianza y corretea por todo el departamento.

―¿Tienes algún nombre en mente?―Pregunta Seth. Está haciendo waffles y troceando algo de fruta mientras que yo sigo en la alfombra.

Me encojo de hombros y asiento con una sonrisa. Tiene el color perfecto del caramelo en algunas zonas, así que no le doy muchas más vueltas cuando lo digo.

―Creo que Toffee es perfecto para ella.

Me mira y se ríe, negando con la cabeza mientras se acerca a mí y me pone el plato, con los waffles y la fruta, en frente sobre la mesita.

―Si, amor. Toffee es perfecto―Sigue sonriendo y estoy segura de que le parece horrible, por lo que también me río un poco. No obstante, no pienso cambiar el nombre en lo absoluto.

Desayunamos casi en silencio, pero no uno incómodo para nada. Compartimos miradas y algunas sonrisas mientras el pequeño cachorro de rottweiler corretea entre nuestros cuerpos de un lado a otro. Le damos algo de fruta que hemos leído que puede consumir, pero no demasiada hasta que podamos comprarle el alimento adecuado.

Minutos después terminamos nuestro desayuno y yo me siento otra vez con las pilas cargadas para un segundo asalto. Todavía puedo sentirle escurrirse de mi cuerpo y le deseo aún más.

―Vamos a darnos una ducha―Murmura una vez está de pie. Me tiende la mano y yo la tomo para incorporarme también. Aun puedo hacerlo yo misma, mi barriga no es tan grande para necesitar ayuda, pero siempre me encanta que él quiera facilitarme las cosas.

―Pero primero... ¿Podemos repetir lo de antes?

Me regala una de esas arrogantes sonrisas a la vez que me acerca a su cuerpo y besa con fuerza. Me agarra del culo con ambas manos mientras sigue besándome.

―Mi pequeña chica adicta al sexo―Murmura contra mi boca, retrocediendo hacia el baño sin dejar de besarme. Somos perseguidos por Toffee durante todo el recorrido, lo cual es algo divertido e incómodo, porque está siendo un espectador de todo.

→←

Semana 25 y 2 días

Mañana tengo que volver a clases y no estoy lista en lo absoluto. Esperaba que las personas que me vieron medio desnuda lo hayan olvidado, sobre todas las personas que van a mi mismo curso. Por otro lado tampoco estaba preparada para dejar a Toffee sola en casa, ya que Seth también estaría trabajando. Nuestra pequeña chica es demasiado traviesa y se mete por todas partes y muerde todo lo que encuentra, en definidas cuentas, hace lo que le da la gana con nosotros.

Compramos una enorme cama para ella, que hemos dejado en mi lado de la cama, pero prefiere dormir con nosotros, en el medio, y Seth y yo no nos hemos podido negar, porque tiene la cara más preciosa que existe.

―Necesito que te pongas esto―Murmuró, acercándoseme por la espalda. Sostenía un pañuelo negro en sus manos enrollado que acto seguido colocó sobre mis ojos.

―¿Por qué?―La curiosidad empapando mis palabras.

―Tengo una sorpresa. Confía en mí―Trató de contener una sonrisa, pero le conozco demasiado como para no darme cuenta de ello.

Asientí sin dudarlo. Le confiaría mi vida entera si tuviera que hacerlo.

No sé cuanto tiempo y canciones después nos detuvimos. Me quité el pañuelo cuando dijo que podía hacerlo. Estábamos en una de las zonas más elegantes y caras de la ciudad que se mantenía en una construcción casi acabada, desde hacía más de dos años, para ser un distrito residencial de casas enormes, tanto o más que en la que crecí. Le miré sin entender nada.

―¿Qué hacemos aquí?―Me apeé del coche con Toffee en brazos, cubriéndole lo suficiente con el abriguito que acabábamos de comprarle. Pareció gustarle tanto como a nosotros.

Sonreía, no dejó de hacerlo en ningún momento. Se acercó a mí y tomó mi mano libre.

―He pensado que podríamos mudarnos cuando todo esto esté terminado―Dijo lentamente, sin perder detalle de mi cara―. No le queda mucho tiempo y quiero que tengamos un lugar grande para Kiwi y Toffee.

La sonrisa que se extiendió en mi cara casi me la parte en dos. Ni siquiera sentí el frío en mi cuerpo mientras nos adentrábamos un poco más para ver las obras desde más cerca . Lo suficiente para que fuera seguro estar ahí.

―Pensé que estaban todas vendidas desde... siempre―Dije en un murmullo, con mi mirada recorriendo todo el lugar. Hace años Mia, Terrence y yo, tuvimos la idea de comprar una de las casas para vivir los tres juntos, como si pudiéramos soportarnos las veinticuatro horas del día. Obtuvimos una negativa inmediata, ya que se habían vendido los terrenos desde el principio.

―Bueno, tengo mis contactos―Sonrió con suficiencia, pasando uno de sus brazos por encima de mis hombros, atrayéndome a su cuerpo. Me besó en la sien con delicadeza y acarició con su mano libre la cabecita de Toffee.

―Me encanta la idea―Es lo único que pude decir. Una vez estuviera terminada, le daríamos nuestro propio toque y sería nuestro hogar. Con nuestros dos bebés creciendo libres y felices―. No puedo esperar.

Después de un largo recorrido por todo el lugar, me enamoré mucho más. Claro, mi universidad estaba algo más lejos, pero no me importaba tener que madrugar un poco más. Había una guardería cerca, pero no lo suficiente como para ir andando por supuesto, nada estaba lo suficientemente cerca para caminar, que es lo importante y no muy lejos un parque para perros que sería ideal para Toffee.

Había empezado a contar los días que faltaban y en alguna ocasión convencí a Seth de acercarnos a echar otro vistazo. Quería nuestra casa locamente y él estaba contagiándose aun más con mi ilusión, por lo que tomamos la decisión de no decorar aquí la habitación del bebé.

Estuvimos de compras online a lo largo de los días. Necesitábamos una cuna, un carrito y todos los accesorios del coche. Tampoco teníamos pañales ni absolutamente nada que no fuera ropa.

―Dice Ashley que este es un modelo seguro―Señala a la pantalla, al cochecito de la marca cybex mios lux.

―¿Qué tan seguro?―Me siento sobre sus piernas cuando él se da palmadas sobre sí mismo para que lo haga. Como siempre lo primero que hace es besarme con suavidad y después colocar su mano en mi barriga.

―Tan dulce como siempre―Sonrío y vuelvo a besarle. He de decir que en este caso lo dulce es por la tarta que he estado comiendo, ya que nos hemos aficionado un poco a la repostería―. Lo suficientemente seguro para que el par de trastos que tengo por sobrinos hayan sobrevivido hasta esta edad.

―¿Y la cuna? Quiero una de esas que se adhieren a la cama. Quiero estar tan cerca como sea posible, pero nuestra cama no es una opción, porque seguramente podríamos aplastarle y eso sería terrible y esos escucha bebés no me dan confianza... ¿Qué tal si hace interferencia con el de otra persona y no escuchamos a nuestro kiwi?

―¡Hey, hey!―Presiona su mano contra mi boca para callarme. Me doy cuenta de que no estaba respirando mientras hablaba tan aceleradamente, pero de repente me han venido todos los miedos de golpe―. Tranquila, nena.

―¿Crees que lo haremos bien? Me aterra no ser lo suficientemente buena. Va a ser tan pequeño o pequeña durante tanto tiempo que dependerá al cien por ciento de nosotros. Si hacemos algo mal... Jesús. No quiero ni pensar en que sucedería si hacemos algo mal o si no le escuchamos llorar y está muriendo de hambre. ¿Y si no puedo darle el pecho? Quiero hacerlo...

―Eres la mujer más maravillosa que existe, Als―Corta mi perorata con sus palabras y una sonrisa cargada de ternura le adorna el rostro― Estoy seguro de que serás una madre estupenda. Serás todo lo que el bebé necesite y probablemente seas mucho más que eso ―Da un suave apretón a mi pierna y yo respiro hondo, aun así seguía sintiéndome demasiado asustada por la enorme responsabilidad que se nos venía―. Mira, Toffee te adora y a penas lleva aquí unas semanas.

Era cierto, me seguía a todos sitios y aunque Seth fuera igual de cariñoso que yo y nos turnáramos para darle de comer y enseñarle a hacer sus necesidades en un lugar específico de la terraza hasta que tuviera todas sus vacunas y pudieras salir a la calle, ella me prefería a mí. También pasaba largas horas acostada contra mi barriga y mi chico se había aficionado a hacernos fotos todo el tiempo.

―También serás un padre maravilloso―Espeto segundos después.

Sonríe con arrogancia antes de hablar.

―Lo sé.

Pasamos el resto de la tarde haciendo compras online. Muchas cosas para el bebé y tal vez alguna cosa no tan necesarias para nosotros y Toffee, quien se pasa todo el tiempo de un lado a otro o durmiendo. Ha aprendido a ladrar y lo hace cada vez que quiere jugar o caricias. Incluso cuando quiere alguna chuche lo hace. Seth está malcriándola.

Adam

18:35 ¡Hola! Tengo unas cosas.

18:35 Bueno, mi madre ha comprado algunas cosas.

18:36 son para el bebé.

18:37 También hay algo para ti. Supone que necesitarás ciertas cosas, así que...

18:40 ¡Feliz navidad, por cierto!

Oh.

Releo una vez más los mensajes una vez estoy ya en la cama. Todavía me parece increíble que él se lo haya contado a sus padres. Bueno, a su madre seguro que se lo ha dicho. ¿Quiere decir esto que él quiere estar con el bebé de verdad? ¿Qué quiere que sus padres conozcan al bebé? Seth no va a irse a ningún sitio aunque no sea de él, pero ¿Podríamos acaso convivir los tres en paz? Lo dudo mucho. Ninguno de los dos podía estar en el mismo espacio que el otro. Se odiaban, pero Kiwi y yo estábamos en el medio, por el momento al menos.

-¿Con quién hablas?-Pregunta casualmente a la vez que se tira a la cama. Acto seguido apoya su cabeza en mis piernas y me besa la barriga con suavidad-. Está activo hoy, ¿Eh?.

Asiento con la cabeza, comenzando a acariciar con las uñas su cuero cabelludo, lo cual parece relajarlo cuando cierra los ojos. Sonrío. Toffee, que hace un momento estaba dormida a mi lado, se despierta en cuanto escucha a Seth, saltando de una lado a otro sobre él en el acto. Mi chico sonríe, jugando con ella.

Son adorables. No puedo esperar para ver a mis tres seres favoritos en todo el mundo, jugando juntos.

-Le gusta la noche. Justo la hora de dormir-Tal como dice Seth está bastante activo. Moviéndose y dando subes pataditas.

Bosteza a mi lado y vuelve a besarme la barriga. Y es demasiado maravilloso. A este punto comenzaba a tener dificultades para dormir, el peso de kiwi conseguía dejarme en momentos sin aire y en otras ocasiones estaba tan activo que era bastante difícil poder relajarme para descansar.

-Voy a lavarme los dientes-Murmura poniéndose en pie-. Vamos, Toff-La cachorrita salta de la cama, sin temor alguno de hacerse daño, y le sigue. En vez de ir al baño se dirige al salón, así que asumo que se asegurará primero de que Toffee haga sus necesidades antes de acostarnos a dormir.

Alice

22:56 ¡Feliz navidad, Adam! ¿Podrías agradecerle a tu madre de mi parte? No tendría que haberse molestado :)

Adam

22:57 No es una molestia.

Parece que no dirá nada más pasados unos minutos, hasta que de nuevo aparecen los tres puntitos en la pantalla.

Adam

23:00 ¿Cuándo podemos vernos?

23:00 Bueno, si quieres. Sino puedo dejárselos al portero o a Derek.

23:01 Sé que lo sabe, se lo ha contado a todo el mundo.

Alice

23:02 Podemos quedar mañana, si quieres. Termino mis clases a las 12:00 am.

Adam

23:03 Si, claro. ¿Quieres que te recoja?

No, ni de coña iba a dejar que me recoja. Todavía podía ser independiente y por otro lado dudo mucho que a Seth le agrade la idea. Sin embargo, aunque no estuviera de acuerdo, no estaba en mi mano alejar a Adam de su posible hijo, porque si la situación hubiera sido a la inversa, tampoco lo hubiera hecho con él.

Alice

23:05 No, no. Tengo mi coche. Quedamos donde siempre, ¿Te parece?

Adam

23:06 Sí, claro.

Alice

23:08 Buenas noches, Adam.

Adam

23:08 Buenas noches, süb (dulce) Alice.

Cuando Seth vuelve a la habitación ya se ha lavado los dientes y está quitándose la ropa, a excepción de los boxer, ya que ahora dormíamos con Toffee en medio y eso sería incómodo para todos. Apaga la luz en su camino hacia la cama y cuando está en ella me abraza por la espalda, como todas las noches. Me acurruco con él, con mis brazos al rededor de los suyos y Toffee haciéndose un pequeño hueco entre nuestras extremidades entrelazadas, pegada a mi barriga.

Medito un poco si debo decírselo. En una pareja la clave es la sinceridad, por lo que no quería ocultarle nada. Pero por otro lado sentía que era lo adecuado, porque jamás lo entendería y mucho menos estaría de acuerdo con ello.

-Vamos, suéltalo ya-Me dice con la voz adormilada varios minutos después en los que creía que se había dormido ya. Tiene los brazos lánguidos al rededor de mi cuerpo y las piernas entrelazadas con las mías.

-¿Eh?

-No estás durmiendo y casi puedo ver todos tus pensamientos dando vueltas en esa cabecita.

Suspiro pesadamente, acurrucándome todavía más en él. Su pecho cálido y fuerte me reconforta de maneras que no puedo explicar, por lo que sin más remedio, lo suelto.

-He quedado mañana con Adam.

Aprieta su agarre en mí y su respiración calmada, se vuelve irregular. No puedo siquiera imaginarme todo lo que le está pasando por la cabeza en estos momentos, porque no estoy segura de como me sentiría si la situación fuera al revés. Pero por otra parte, él tenía que entender mi postura, lamentablemente estaba en medio.

-¿Por qué? ¿A que cojones estás jugando, amor?-A pesar del apelativo cariñoso y que aun está abrazándome, puedo notar el cabreo en su voz y, maldita sea, podía entenderlo completamente.

-No estoy jugando a nada-Trato de darme la vuelta en sus brazos para estar cara a cara a él, pero aprieta más su agarre para que no me mueva, ni siquiera por si quiero alejarme.

-¿Segura que no? Pensé que habíamos dejado esta mierda clara y tu estás pasándote nuestra norma por ese bonito coño tuyo.

Ok, una parte de mí se caliente por sus palabras, pero la otra se cabrea, porque está siendo irracional.

-Conoces la situación-Protesto.

-Pensaba que ese hijo de puta no quería saber nada del jodido kiwi.

-Ya, bueno, pero ha cambiado de opinión tanto si te gusta como sino-Suelto con mordacidad. No es mi culpa lo que decida Adam, pero no puedo privarle de ciertos momentos si quiere estar presente-. Sé que no es fácil para ti y que es una mierda. Lo siento, ¿vale? Pero necesito que lo entiendas, por favor. Tampoco es fácil para mí-Prácticamente ruego en un susurro.

Suspira pesadamente, suavizando un poco su abrazo como para que pueda darme la vuelta y estar cara a cara. Llevo mis manos a su cara y lo atraigo a mí para besar sus labios, un sutil beso que él no responde.

-No quiero hacerte daño, Seth. Y tampoco a él.

-Bien.

-Seth...

-Buenas noches, Alice

Y sin más, por primera vez desde que habíamos vuelto, me suelta y da la espalda. Por primera vez se va a dormir sin decirme un "te amo" o besarme. Se me rompe un poquito el corazón y mis hormonas hacen todo lo posible por hacerme lloriquear. Aprieto los labios y me doy la vuelta también, abrazando a Toffee que se deja consentir. Lloriqueo un poco más hasta quedarme completamente dormida.

¡Yaaaaay! Hola, hola, ¿Qué tal estáis? Espero que muy bien. Bueno, pues aquí os traigo un nuevo capítulo que de verdad espero que os guste. Siento muchísimo la tardanza.
Como siempre os quiero agradecer por seguir leyendo mi historia, en serio, no sabéis lo importante que es para mí.

No os olvidéis de votar y comentar si es que os ha gustado el capítulo.

Los errores serán corregidos en la edición.

Un beso enorme en la distancia bc covid 😘

Nos leemos en el próximo capítulo ️✍️


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top