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Primer paso: Aún si duele, debes aprender que éstas cosas pasan. ¿Sabes cuántas parejas terminan su romance a días de iniciar? ¿Cuántas bodas y matrimonios felices se arruinan?

Me sentía como un zombie, vagando de un lugar a otro sin realmente nada que hacer; sin nada que querer de la vida.

Sabía el dolor que conllevaba el superar una ruptura, lo horrible que lo pasaba por meses y lo irritante que solía ser con sólo la mención de mis antiguas parejas. Por ello no me gustaba para nada iniciar otro romance, sabía que tarde o temprano se terminaría.

Al principio todo es nubes de algodón, demasiado rosa y brillos de colores pasteles, pero al terminar sólo es melancolía contenida, días grises y lágrimas que son pasajeras; ira, cólera y verdadero rencor.

En pocas palabras, sólo una estupidez de la que no quería volver a ser participe.

Pero apesar de mis protestas y mis muros que con tanto empeño construí, Taehyung lo destruyó todo en pedazos y me mostró algo nuevo : un romance lindo e inocente que jamás creí que fuera a acabar de la manera en que termino.

Al principio todo era genial aún si notaba su incomodidad algunas veces cuando lo besaba y tocaba, estaba relativamente bien ser la persona incondicional que siempre estaría a su lado durante los momentos difíciles y dejaba pasar el asunto del cómo mi mejor amigo parecía una galaxia entera a su alrededor, de como lo miraba y trataba diferente a mí. No era tonta y sabía que algo sucedería tarde o temprano, pero la tempestad no era algo a lo que debería temer si mi amado se quedaba a mi lado un poco más del tiempo acordado.

Estaba bien para mí apesar de realmente no estarlo para él, sí, era egoísta pero me encantaba tener una nueva adicción con alguien que sabía que no me lastimaría con las intenciones claras de dañar a mi pobre y magullado corazón.

Y lo sentía mucho en verdad.

En mi estado de embriaguez una noche después de que él se fue, el departamento me pareció tan oscuro y vacío, un lugar carente de albergar de nuevo la alegría; pero me pareció que podía respirar correctamente ahora, sin temor a mencionar algo que pudiera arruinar el bello ambiente de cuento que me cree yo misma la noche en la que nos besamos por primera vez.

Sentía la libertad en cada parte e incluso en el cuerpo. Y ahí, fue cuando sonreí con lágrimas en los ojos pero con el latir de mi corazón frenético contra la palma de mi mano. Sabía que el se habría librado ya de la carga que tiene que tener el no ser aceptado por la sociedad sólo por gustar de otro ser humano común y corriente.

Por ser un hombre homosexual en un mundo como el de ahora, en un siglo dónde los abusos y la discriminación por la variedad de orientaciones sexuales aún seguía vigente y muy fresca en cada parte de nuestra vida diaria.

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