𝟐𝟖 ☾
—¿Tsuki? ¿Qué haces aquí tu sola?.
El estudiante de cabellos rubios y ojos de tono zafiro observó el cuerpo de su mejor amiga sobresaltarse al oírlo hablar. Preocupado por la forma en que la hayo, sentada debajo de un árbol con las rodilla recogidas y ocultando su rostro en ellas, decidió sentarse junto a ella y observar al frente.
—¿Salió algo malo? —murmuró en un suave susurró al recordar que minutos atrás, había visto a la albina buscar a su mejor amigo, pensó que las cosas se habían solucionado pero al parecer aquella no era la situación.
Al no recibir respuesta, Mirio sintió aún más desesperación al no saber que sucedía.
—Fue...fue mi culpa. No debí insistir que vayas a... —guardó silencio al instante que notó a su amiga levantar la mirada y observarlo con una sonrisa apagada.
—No hiciste nada Mirio, ni siquiera Tamaki —murmuró intentando sonar divertida mientras dejaba salir una pequeña cargajada—. No pude encontrarme con él, estaba algo ocupado... Eso es todo. —explicó mientras extendía sus piernas y observaba las verdosa hojas del árbol.
El rubio sabía que aquello tan solo era una escusa para no preocuparlo, pero no podía insistir conocía a su compañera.
Que siempre pensaba en el bienestar del otro, antes que el suyo.
Aún con las cejas fruncidas observó la estructura de la Yūei algo alejada, pues ambos se encontraban en el pequeño bosque ubicado en el territorio de la Academia.
Mientras que en sus pensamiento se repetía que no podía tan solo fingir que nada sucedía.
Luego de pensarlo bien y decidirlo, se levantó y volteandose con una radiante sonrisa le extendió la mano a la joven. Quien se encontraba observándolo con una mirada curiosa.
—Las clases de hoy han terminado —murmuró sin dejar de verla, mientras agarraba su mano y la hacía levantarse—. Así que, ¡vamos por un helado! —exclamó con un tono energético mientras levantaba su puño al aire como si hubiera ganado un combate.
Futōmeina no pudo evitar reír por las graciosas muecas que su mejor amigo le regalaba y aceptando se levantó del césped.
Pues Togata tenía razón.
No valía la pena perder el brillo por personas que no lo merecían.
Aquel recuerdo de día de ayer aún rondaba por su mente.
Mirio suspiró mientras observaba el techo de su habitación, tumbado en su cama.
Sabía que, a pesar de poder lograr que Tsuki sonriera mas de una vez durante su salida, no se encontraba bien del todo.
Pero, ¿qué había sucedido para que se encontrara de ese modo?.
—¡Ahhg! —soltó con quejido, desordenando sus cortos cabellos de tonos dorados, frustrado por no poder ayudar a sus dos amigos.
Volteó y decidió apagar de una vez por todas las luces de su habitación.
Creyendo que todo sería mejor al día siguiente y que tan sólo debería preocuparse por los exámenes prácticos.
—¡Estén listos, el examen práctico dará inicio!.
La potente voz de Present Mic sonó a todo pulmón, causando que sus alumnos se cubrieran los oídos para no quedar sordos.
—¿De qué tratará Sensei? —preguntó Kotaro con curiosidad mientras a su lado el presidente de la clase atendía a las indicaciones del docente.
—¡Será sencillo estudiantes, pues este año el examen final es! —el héroe rubio hizo una pose extraña y preparó su voz—. ¡Bouts of weakness! . ¡Yeahhh!. —exclamó con entusiasmo esperando ser contestado por sus estudiantes con un grito eufórico, pero el pobre no recibió más que un frío silencio que lo hizo caer para atrás.
—¿Bou...bouts of... —trataban de prenunciar algunos que eran pésimos en inglés.
Hasta el chico de cabellos naranjas y el rostro bañado de pecas decidió hablar.
—Bouts of weakness, significa en japonés Combates de debilidad —explicó con una pequeña sonrisa mientras sus demás compañeros agradecían con las miradas brillantes.
Como se esperaba del estudiante más inteligente de la clase 2-A.
—¡Correct student! —felicitó el héroe y se dispuso a explicar de qué trataría el examen—. Como verán, el año pasado la simulación de villanos contra héroes fue seleccionado como examen final práctico —sonrió divertido al notar a la mayoría con auras pesimista, al recordar la golpiza que los maestros le habían dando durante ese examen—. Esta vez será uno más sencillo, ¡so don't be afraid! —los animó con una gran sonrisa—. El examen de este año, como su nombre lo dice, serán combates contra la persona que tenga el Kosei opuesto al suyo.
Muchos empezaron a murmurar al comprender mejor.
El examen sería una ronda de combates, entre alumnos ya seleccionados, de Koseis opuestos o al menos repelentes entre sí.
—Aunque no todos tienen el opuesto de su Kosei, si existen muchos que le causarán problemas. Como por ejemplo un combate entre un Kosei de corta distancia contra uno de larga distancia, entre otros casos —habló Present Mic mientras apuntaba a la arena de combate frente a ellos—. Deberán descubrir la manera de poder derrotar a su oponente o durar los minutos necesarios sobre la arena. No serán calificados por ganar o perder el combate, sino por el rendimiento que den durante la demostración. El combate terminará si el tiempo escogido llega a su fin o si uno de los estudiantes sale de la arena.
Ya todo explicado, se dió inicio al último examen práctico del segundo año de la clase 2-A.
—¡Ustedes pueden!.
Los alientos que algunos de sus compañeros le daban a los que se encontraban dando el examen, llegó a los oídos de la albina, quien se encontraba observando el quinto combate de examen.
—¿Nerviosa por tu combate? —despegó su mirada de la arena y la ubicó en su lado izquierdo, encontrándose con la bonita y celestina mirada de su mejor amiga, quien le sonreía esperando una respuesta.
Futōmeina sonrió de lado y tan solo se dedicó a negar con la cabeza y volver a observar el combate.
—Creo que me irá bien, reuní mucha energía lunar ayer por la noche —explicó sonriendo aún más, mientras notaba como la peliceleste examinaba su rostro para luego inflar sus mejillas en forma de enojo.
Nejire la sujetó de sus hombros y observó sus unicos ojos similares a dos lunas. Notando el contraste oscuro que había debajo de ellos.
—¡Debes dormir más Fumei-chan! —la regaño mientras la dejaba libre y se cruzaba de brazos—. No es bueno para tu salud.
Iba a seguir quejándose pero recordó las palabras de su rubio amigo.
«No la presiones demaciado...»
Hado suspiró mientras controlaba la preocupación que sentía por su mejor amiga, pues ella estaba al tanto a la situación.
Es más, aún sentía algo de rencor hacia Togata, por haberla despertado a las tres de la madrugada para contarle lo sucedido y decirle que no había podido dormir a causa de eso.
Pues al rubio le importaban muchos sus amigos, tanto que hasta no dormiría buscando una forma de poder ayudar.
—Recuerda que la energía que acumule, remplaza mis horas de insomnio —respondió con tranquilidad mientras desosdenaba los cabellos de la joven Hado—. Igual, prometo cuidarme más a partir de ahora, así que no te preocupes. ¿De acuerdo? —movió la cabeza hacia un costado en un gesto tierno, mientras observaba a su mejor amiga realizar un bonito puchero y aceptar al final.
—¡Pero debes cumplir tu promesa! —sentenció la de cabellos celeste como el cielo, para después sonreír al ver a su amiga aceptar su condición.
Quizás no sabía lo que había sucedido entre sus dos amigos, pero eso no le impedía tratar de hacer sentir mejor a su mejor amiga.
A unos cuentos metros, del otro lado de la arena de combate, se encontraban los dos restantes del grupo de amigos. Observando cómo la curiosa muchacha bromeaba y reía mientras que era contestada por la albina, quien en algunas ocasiones también dejaba salir una suave risa.
—¿Mirio,...por qué no vamos junto...a ellas? —pregunto con timidez Tamaki, curioso por el extraño comportamiento de su mejor amigo, que desde que llegó a la Yūei, no había hablado casi nada.
El rubío salió de sus pensamiento al oír aquella pregunta y observó a su mejor amigo con dudas, notando por su actitud, que al parecer él no sabía nada de lo sucedido.
—¿Qué pasó entre Tsuki y tu, durante la hora del almuerzo? —preguntó de repente el de ojos azules, sobresaltando al de orejas puntiagudas.
Quién no pudo evitar mostrar su asombro y confusión, mientras intentaba responder.
—¿De...de que estas hablando? —murmuró confundido sin dejar de ver a Mirio, mientras negaba con la cebeza—. Yo...no he visto a Tsuki-chan desde el examen escrito de...la mañana —dijo sincero, notando como el rostro de su mejor amigo se descomponia.
Togata observó a la pequeña Luna con preocupación, si no había sido algo sucedido entre Tamaki y ella, entonces ¿qué había sucedido realmente?.
—¿Estas seguro? —volvió a observar a su amigo quien contestó con un "si" con la cabeza—. Pero...ella fue a buscarte, quería hablar contigo, estaba preocupada por tu comportamiento al haberla evitado —explicó con rapidez, dando un gran sobresalto al de cabellos oscuros.
Tamaki confundido observó a sus dos amigas, tratando de comprender que era todo eso.
No había visto a Futōmeina desde el examen, además, luego de su encuentro con Kagayaku, había vuelto directamente a su hogar.
Ahora que se detenía a pensarlo, la actitud de la Luna había sido sumamente confusa durante esa mañana, pues al haberse encontrado los cuatro frente a la entrada de la U. A. como cada mañana, ella tan solo lo había saludado de paso, apurando su caminar y perdiéndose de su vista. Además, no sólo ella estaba extraña, sino también sus dos amigos, quienes cada vez que lo veían con la intención de asercarse a la albina se lo impedían diciendo alguna escusa o llevándose a la muchacha de ojos de luna.
—Mirio... —susurró y puso en él sus ojos llenos de preocupación—. Dime que sucedió —exigió mientras su gesto se endurecida un poco, casi dejándose llevar por sus caóticos sentimientos.
El nombrado tan solo pudo suspirar por una vez, reuniendo calma y escogiendo las palabras adecuadas para poder explicarlo.
—Al irte, Tsuki-chan se preocupó por ti. Me preguntó qué podía hacer para que estuvieras bien —comenzó a relatar, notando cómo las mejillas de su mejor amigo se pintaban de un suave carmín al oír sus palabras—. Le sugerí que vaya y estuviera a tu lado, pues siempre estabas bien si ella estaba frente a ti.
Amajiki por poco se desvanece, no podía creer que su amigo haya dicho semejante cosa, aunque era totalmente cierto, debió haber recordado su personalidad nerviosa y tímida.
—Pero... —al oír el cambio su tono de voz a uno más serio, olvidó su vergüenza y nervios al instante—. Como la hora del examen había llegado, había decidió hablar contigo durante el almuerzo. Así que, fue a buscarte.
Luego del examen, durante la hora del almuerzo.
Aquellas palabras fueron como un clavo en su cabeza, y le hicieron temer lo peor.
—¿Y...luego? —susurró mientras en su mente tan solo había una respuesta, que deseó con todas sus fuerzas que fuera errónea.
El rubio notó el gran cambio en su amigo pero igual decidió contestar.
—En la entrada de la cafetería, nos escontramos con Uteki-san. Nos había dicho que se había encontrado con Tsuki-chan en los pasillos hacia el exterior de la academia —dijo serio y notó como los hombros de Tamaki comenzaban a temblar—. Nos dijo...
—Por favor no... —pensó con insistencia el de cabellos oscuros, mientras sentía su corazón oprimirse y formarse un nudo en su garganta.
No podía ser esa la causa, pero...
—Que la vio dirigirse al costado izquierdo de la Yūei —el rubio terminó la frase finalmente.
Pero lamentablemente si lo era.
Aquello un golpe más para el aspirantes a héroes, quien dejo caer su mirada al suelo.
Togata lo observó con preocupación, pues nunca lo había visto de esa forma, tan nervioso y con el rostro desencajado.
—Debo...hablar..con ella —escuchó las palabras susurradas por su mejor amigo, mientras lo observaba avanzar con rapidez hacia donde se encontraba sus dos amigas.
Pero él no se lo permitió, sujetando con dicimulo su brazo lo guió de nuevo lejos, agradeciendo que todos se encontrarán concentrados en los combates.
—No hagas nada imprudente Tamaki —lo regaño, aunque también se encontraba preocupado, al ver por las acciones de su amigo, que la situación no era nada fácil.
En cambio el de orejas puntiagudas intentó ir de nuevo hacia la albina, pero de nuevo fue detenido por el rubio.
—¡Mirio...de..debo hablar con Tsuki! —exclamó por suerte en un tono bajo pero desesperado.
El nombrado lo observó y suspiró de nuevo calmandose y recuperando su compostura.
—Antes debes tranquilizarte y explicarme qué sucedió. De no ser así, no podré ayudarte —respondió serio mientras no deshacía su agarre y trataba de hacerlo entrar en razón—. Además, ¿crees que actuando impulsivamente, va a solucionar las cosas?, eso tan solo puede empeorarlo —razonó notando como su mejor amigo se tranquilizaba más—. Debes pensar y luego intentar solucionarlo.
Esperó unos minutos para dejarlo libre y se alivió al ver que Amajiki se quedaba quiero.
—Ahora..Tamaki —hizo que lo observará y notó sus orbes oscuros llenos de sentimientos negativos.
Mirio suspiró, no le gustaba verlo de ese modo, ni a él, ni a Tsuki.
Pero debía aclarar las cosas primero, antes de idear algo.
—Dime que sucedió durante el almuerzo.
Mientras más pensaba, no podía creerlo.
Mirio se encontraba guardando sus cosas en su mochila mientras observaba las nubes del cielo ser pintadas de diferentes tonos cálidos, mientras sus demás compañeros se despedían y se marchaban a sus hogares.
Pues el día del examen había terminado y ya tan solo quedaba dos días para que el año escolar se acabará.
—Espero que todo se solucione —pensó mientras salía del salón, queriendo saber cómo le había ido a su mejor amigo.
Quién lastimosamente, no había podido hablar con Futōmeina durante todo el día, quedando solo con su última oportunidad del día. El cual era hablar con ella durante la salida.
El rubio observó por últimas vez su salón de clases y se dispuso a marcharse, ya sin poder ayudar
Pues ahora todo dependía de Tamaki.
—¡Tsuki-chan!...
La nombrada se detuvo al instante, mientras sus acompañantes hacían los mismo.
Había quedado en salir con Uteki y Kotaro luego de clases, y Nejire se había colado. Así que los cuatros se habían dirigido hacia la salida.
Pero la voz de Tamaki, llamando a la albina los detuvo.
—Tamaki-kun, ¿sucede algo? —contestó la pequeña Luna, mientras volteaba con una diminuta sonrisa y su mirada puesta en el suelo, esperando tener la oportunidad de evitarlo, como había estado haciendo durante todo el día.
Pues aún no se encontraba lista para enfrentarlo.
—Yo...qu..quiero hablar....contigo..—tartamuedo con los nervios al limite, mientras daba unos pasos más con intensión de alcanzarla y sujetarla de las manos—. Yo...lo que...sucedio...fu.
—Sabes Tamaki-kun —sus palabras quedaron congeladas en su boca al ser interrumpido por Tsuki, quien lo observó con una melancólica sonrisa—. Será mejor...hablar en...otra ocasión —murmuró mientras comenzaba a voltear con la intención de irse—. He quedado con los demás....y se esta haciendo tarde.
Pero el de cabello oscuros no quería darse por vencido, avanzó unos pasos más y estuvo apuntó de sujetarla de la mano, pero ella lo había quitado antes de poder hacerlo.
—Nos vemos luego...Tamaki-kun.
Y se alejó dejándolo solo en medio del lugar, con la mano extendida y el picor deseoso de calidez corriendo por sus dedos.
Amajiki observó su mano y la convirtió en puño.
—¿Por qué? —pensó mientras observaba el suelo—. ¿Por qué no pude explicárselo? —susurró con su pecho oprimido.
¿Por qué no pudo decirle?.
Que no era el Sol, sino la Luna.
¿Por qué no pudo confesarle?
Que no era Taiyō, sino ella.
¿Por qué no pudo explicarle?.
Que todo había sido un malentedo y que él la había rechazado.
Porque eso había sucedido.
Tamaki había rechazado la declaración del Sol.
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