𝟐𝟕 ☾

Sentía calidez en sus mejillas, siendo acompañadas con unas sueves caricias y el tímido pincelado de sonrojo en ellos.

Sus orejas ardiendo y su cabeza por las nubes sin posibilidad de que en algún momento baje de ellos.

La valentía que había acumulado por semanas por fin sería utilizada.

Era allí, era el momento.

Era su opotudindad de...

¡Tsuki me gustas! —habló cerrando sus ojos al instante y temblando con intensidad

Declararse...

Lo había hecho, al fin había dejado a su corazón hablar.

Al fin había demostrado su adoración por la Luna.

Al fin...

Tamaki... —sintió el delicado cuerpo de la albina junto al suyo y por instinto la rodeó con sus brazos hundiendo su cabeza en sus hermosos cabellos hasta el hombro.

Sentía la paz que tanto había buscado, la calidez que tanto había añorado...

Nada podía estropear ese momento.

Tamaki... Yo —la escuchó susurrar en su oído y trago en seco, esperando su respuesta.

Yo ta...

Soltó un gran respiro, exhalando una gran cantidad de aire como si se hubiera estado ahogando. Abrió sus ojos y los volvió a cerrar, parpadeando varias veces, hasta acostumbrarse a la claridad que entraba en la habitación.

La suya...

Amajiki suspiró y se dejó caer de nuevo en su cama, demasiado exhausto a pesar de haber dormido más de 6 horas.

Cubrió su rostro con su brazo derecho y se quedó allí.

Fue solo un sueño —se repetía en su cabeza, tratando de dejar de lado el caos que  habían formado sus emociones, no comprendía porque el sentimiento de exasperación cubría su cuerpo, al no poder completar su sueño y de ese modo saber la supuesta respuesta que la pequeña Luna le hubiera dado.

Sacudió su cabeza desordenando aún más sus largos mechones oscuros y decidió levantarse y alistarse para ir a la U. A.

Pues hoy era el día en que los exámenes finales daban inicio.

Sus pasos eran lentos, en verdad no tenía fuerzas para casi nada. Su aspecto era por suerte la de siempre, aunque estaba seguro que su mejor amigo notaría su estado actual.

¡Tamaki!...

Y hablando del que la tierra puede tragar, literalmente, hizo su aparición el extrovertido rubio con su común sonrisa. Mientras lo saluda con alegría.

¿Estas listo para los exámenes escritos de hoy? —preguntó mientras sus ojos brillaban de entusiasmo, pues se había preparado bien para las últimas pruebas del año.

Hola Mirio —saludo en un susurró el de orbes oscuros mientras asentía y desviaba la mirada.

El nombrado notó la actitud rara de sus mejor amigo y suspirando negó con la cabeza mientras caminaba junto a él hacia la entrada de la Yūei.

Aún te encuentras perdido —en vez de preguntar, lo estaba afirmando pues sabía que su compañero no podría negarlo—. No quiero que estés así Tamaki, me preocupas. Y Tsuki-chan también.

Aquel nombre.

Fue como una braza cálida que hizo vibrar al tímido corazón del chico, quien volteó a ver a su amigo mientras sus mejillas se encendía al recordar su sueño.

¿Qué...que sucede...con Tsuki? —preguntó mientras jugaba con sus manos y volvía a desviar la mirada.

El rubio bufó cansado, no podía creer que en tan sólo unas semanas sus dos amigos se habían distanciado de una forma no intencional.

Y que él, se haya convertido en un tipo de cartero entre ambos, hablandole del otro a uno y así sucesivamente.

Si quieres saberlo, debes preguntárselo tú —sentenció con una brillante sonrisa por su siguiente acción.

Amajiki estaba a punto de replicar pero las siguientes palabras de su mejor amigo lo dejaron helado.

¡Oi, Tsuki-chan, Nejire-chan! —gritó mientras levantaba una mano para llamar la atención de sus dos amigas que se acercaban a la entrada de la academia en donde ellos dos se habían detenido a charlar.

El pobre joven de orejas puntiagudas, observó el suelo ocultando su extremo sonrojo, pues en su mente tan solo se repetía el sueño que había tenido. Lo cual le impedía ver el rostro de la albina.

¡Mirio-kun, Tamaki-kun, hola! —saludo Nejire con el mismo entusiasmo que el rubio mientras sonreía.

¿Cómo han amanecido? —habló esta vez Futōmeina con una pequeña sonrisa mientras observaba a sus dos amigos.

El rubio sonrió aún más y decidió contestar.

¡De maravilla, estamos listos para lo que venga! —exclamó mientras volteaba a ver a su mejor amigo—. ¿No es así Tamaki?.

El nombrado por un segundo tuvo ganas de que su amigo sea tragado por la tierra, sin levantar la mirada se dedicó a asentir, sintiendo las miradas curiosas de sus dos compañeras.

¿Tamaki, estas bien? —preguntó la albina al instante, acercándose a él con intención de sujetar su mano para tratar de tranquilizarlo.

Pero se sorprendió cuando el chico dió un paso hacia atrás y dejaba ver su rostro totalmente de tono carmín.

Yo....demo...irme —tartamudeo y con rapidez se adentró a la institución dejando a sus tres amigos extrañados y preocupados.

Y a una pequeña Luna observando su mano con un amargo sabor en su ser.

¿Acaso había hecho algo malo para que él, la evitará de esa manera?.

No le hagas caso Tsuki-chan —trató de mejorar la situación Togata con una débil sonrisa—. Tamaki no se ha sentido bien últimamente —explicó ganando la atención de la nombrada, quien lo observó con señales de preocupación.

¿Le sucede algo? —preguntó mientras sus orbes similares a dos pequeña lunas brillaban de curiosidad y preocupación.

El rubio sonrió al notar que aún la Luna estaba siempre para su mejor amigo, al parecer aún existía una oportunidad.

Me la deberás Tamaki —pensó mientras iniciaba su actuación—. Es difícil de explicar... —dijo con tono lamentoso mientras desviaba la mirada como si fuera algo grave, notando como Futōmeina se acercaba a él insistiendo en saber que sucedía con el joven de orejas puntiagudas.

Mirio sonrió en su interior y siguió con su plan.

No se si deba decírtelo Tsuki —susurró apenado mientras notaba como la albina bajaba la mirada desanimada—. Lo siento Tsuki, pero es por el bien de ambos —pensó al verla de esa forma.

La aspirante a héroe sentía tristeza al no saber que sucedía con Tamaki, y sus emociones hacia él que tanto había reprimido volvían a salir a flote al igual que sus intensas ganas de volver a sujetar su mano y apoyarlo como antes.

Esta bien no...me lo digas...pero —levantó su mirada llena de esperanza que sin saberlo había sacudido por completo al rubio—. ¿Puedo ayudar en algo? —preguntó con un tono suplicante.

Togata tuvo que tragar saliva para no perder su papel de actuación, al ver el tierno gesto en el rostro de su amiga.

Bueno....si, hay algo que puedes hacer —habló fingiendo pensar y luego voltear a ver la radiante sonrisa en la albina, que había formado al oír que podía ser de ayuda—. Quedate junto a él...

Al oírlo, Tsuki abrió los ojos por la sorpresa y sintió sus mejillas sonrojarse.

¿Junto...a..él? —preguntó mientras volteaba la mirada para ocultar su sonrojo y nerviosismo.

Al notarlo el aspirante a héroe no pudo evitar sonreír, le había conseguido.

Si, vuelve a estar junto a él —afirmó Mirio levantado su brazo con entusiasmo—. A él le gustaba pasar tiempo contigo y siempre se encontraba de buen humor gracias a ti. Así que ve y habla con él —sonrió dándole animos—. Como los viejos tiempos.

Ese había sido lo que Futōmeina necesitaba para decirse en ir en busca el tímido chico, estaba a punto de correr e ir a buscarlo, pero  el timbre  había sonado dando a conocer que era hora de entrar a los salones.

Hablaré con él en el almuerzo —susurró algo desanimada pues ahora debía concentrarse en los exámenes de la mañana—. Será mejor apurarnos —estaba vez al rubio y a la muchacha de cabello celeste que hasta ese momento no había dicho una palabra y no había dejado de observar a su amigo.

Como hoy tan solo era época de exámenes escritos, no tendrían clases por la tarde que comúnmente era horario de las clases de Héroes. Así que luego del almuerzo todos podrían retirarse a sus hogares para prepararse para el examen práctico que sería al día siguiente.

Ve primero Fumei-chan, nosotros te alcanzaremos en unos minutos —habló Hado con su común sonrisa mientras le insistía a ir hacia su respectivo salón.

Algo confundida la albina aceptó y desapareció del lugar rumbo al salón de las clases 2-A.

Mientras que el rubio se quedaba quieto deseando ir con ella, pues sentía miedo al sentir la punzante mirada de su pequeña amiga.

¡Eso fue grandioso! —el rubio dió un salto al oír a su amiga de repente entusiasmada, volteó a verla y notó sus bonitos orbes celestes brillantes y sus mejillas teñidas de un rosa pálido—. Espero que esta vez puedan arreglar las cosas —habló de nuevo Nejire mientras suspiraba.

Mirio parpadeó unas cuantas veces tratando de tranquilizarse y suspiró calmado.

¿También te diste cuenta? —preguntó con una sonrisa pesada, ser amigos de dos enamorados no era tarea fácil.

Vio a su compañera asentir y ambos sonrieron cómplices, sin dudas aquel no fue su primera acción con la intención de unir a sus dos amigos.

Pero, ¿que otras cosas habrán hecho esos dos antes?.

«
Pregunta 15:
¿Cuál de estos no es uno de los tres sistemas de escritura japoneses?

          Hiragana
         • Katakana
Kitan
Kanji
»

Era una pregunta sencilla, pero su mente no podía consentrarse. Pues el sueño que había tenido era lo único que pasaba por su cabeza.

Amajiki suspiró agotado y decidió cerrar los ojos por un momento para poder calmarse y completar su examen de buena forma.

Pero el sonido del algo cayendo en su escritorio lo desconcertó y lo obligó a mirar su pupitre. Notó uno pequeño trozo de papel arrugado en forma algo circular, volteó hacia sus costados con disimulo para tratar de encontrar al remitente. Pero no lo logró, pues la mayoría estaban concentrados en sus propios exámenes, mientras que el resto tan solo rezaba o se rendía ante tal situación.

Podrá ser... —pensó y observó al frente con  timidez.

Como no había visto de donde había venido aquella nota, no podía eliminar la idea que la persona frente a él, haya mandado aquella nota.

Sus mejillas se sonrojaron al observar a Futōmeina ubicada frente a él, podía verla concentrada en su examen a través del cristal de la ventana. Así que decidió dejar aquel mensaje para después y seguir con su examen.

Con la pequeña esperanza de que el remitente en verdad haya sido la hermosa Luna.

¡Eso fue horrible! —se quejó la joven de cabellos celestes como el cielo mientras abrazaba a su mejor amiga buscando consuelo.

Sin dudas el examen de la materia Escritura Japonesa Antigua II del docente No. 13, era una de las peores. Más aún que su antigua clase, que habían tenido con él en su primer año.

Pues casi la mayoría de los estudiantes del segundo año de la clase 2-A, se encontraba con el rostro sombrío y cansado.

Calma Nejire-chan, ya pasó —dijo Tsuki con una sonrisa divertida al ver los gestos tiernos de su mejor amiga—. Ahora vayamos a la cafetería y busquemos a Mirio y Tamaki, para comer juntos. ¿Qué dices? —propuso con tranquilidad la albina, mientras pensaba en cómo poder hablar con él joven de cabellos oscuros y desordenados.

Como si aquella frase hubiera reiniciado a la chica de actitud curiosa, rápidamente la joven Hado se separó de su mejor amiga con una sonrisa radiante y con sus orbes celeste brillando la observó.

Tienes razón, mientras tu buscas a Tamaki-kun. Mirio-kun y yo iremos a comer —habló rápidamente mientras se alejaba de la albina quien trataba de hablar con ella.

Pero yo no he.... —como el rubio había ingresado de nuevo al aula fue interceptado por la peliceleste y arrastrado de nuevo hacia el exterior, todo bajo la atenta mirada de la albina—. Dicho eso... —terminó su frase y suspiró mientras soltaba una pequeña risa por las acciones obvias de su mejor amiga.

Sin tener otra alternativa, se dispuso a buscar al chico de actitud nerviosa, mientras de paso pensaba que hacer para volver a estar con él.

Pues aunque no lo admitiera en voz alta.

Extrañaba sujetar su mano y la calidez que la rodeaba al hacerlo.

Sus manos no paraban de temblar, se sentía nervioso, mientras se encontraba reposando su espalda por aquella pared ubicada al costado de la U. A.

No podía evitar observar a todos lados con disimulo, viendo a varios estudiantes de las distintas instalaciones disfrutar de su tiempo libre y la hora del almuerzo. Mientras que él, se encontraba esperando a causa de aquella nota.

«
Esperame al costado de la Yūei —el lado izquierdo, junto al árbol de cerezo—, tengo algo importante que decirte.
»

Eso era todo, sin firma, ni motivo por el cual lo había citado en ese lugar.

Hasta se había llegado a imaginar que quizás se había confundido de persona y aquella nota era para otro compañero.

Tamaki-kun...

Pero esos pensamiento se habían evaporado al escuchar esa voz, que lo hizo levantar la mirada al instante y abrir sus orbes oscuros hasta donde era posible.

T.... —su lengua se había trabado y no podía hablar, por lo cual lo volvió a intentar.

Pues frente a él..

Taiyō-chan...

Se encontraba a la que siempre había considerado su Sol.

¿Quieres venir a comer con nosotros Tsuki-chan?.

La dulce voz de Uteki sonó en medio del pasillo de camino al patio de la U. A., en donde la albina se había encontrado con él.

Tsuki sonrió apenada al tener que rechazar aquella oferta, pues en ese mismo momento se encontraba buscado a Amajiki y había decidido no detenerse hasta poder hablar de una vez por todas con él.

Lo lamento Kyōfū-kun —sonrió con ternura al ver las mejillas de muchacho sonrojarse al oírla llamarlo por su nombre, al parecer aún no se acontumbraba—. Será otro día, ahora mismo he quedado como Mirio y los demás —explicó a punto de volver a disculparse, pero el de cabellos de tono atardecer se lo impidió, mientras nervioso negaba con la cabeza.

No hay problema, será...será en otra ocasión —susurró dudoso, pero al ver la hermosa sonrisa que la Luna le regala, suspiró calmado y  también sonrió—. Entonces quedamos para mañana —dijo más seguro mientras recibía una respuesta positiva por parte de Futōmeina—. Nos vemos luego Tsuki-chan.

Se despidió mientras se dirigía hacia sus amigos que lo empezaron a molestar luego de verlo hablar con la albina.

En cambio Futōmeina decidió seguir con su búsqueda, dirigiéndose hacia el exterior de la Academia pues no lo había encontrado ni por los pasillos y en la cafetería.

Si no está pegado a la pared del pasillo, debe estar pegado a la pared del exterior —analizó en sus pensamientos y decidió volver a caminar.

El viento fresco hizo mover sus cabellos albinos que ahora cubrían sus hombros hasta llegar un poco más debajo de ellos.

Mientras caminaba repasaba el plan que había ideado, para poder acercarse de nuevo a Tamaki.

Una sonrisa tímida se pinto en sus delgados labios de tono rosada al observar su propia mano, y sentir un picor sus dedos, al  querer entrelazarlas con las calidas manos de él.

Quiero estar junto a él —pensó segura de su decidió y siguiendo con su búsqueda.

Pues ya no lo evitaría, ahora trataría de estar junto a él.

—Porque... ¡Me gustas...Tamaki-kun!.

¿Por qué sus piernas se habían detenido?.

¿Por qué las sentía tan pesadas y temblorosas?.

¿Por qué había oído aquellas palabras?.

Oculta detrás de la pared de la esquina, Tsuki había oído aquella declaración.

La declaración del Sol.

Nota de la Autora:
Hola!
Espero que disfruten de este capitulo —lo admito me dolió escribirlo—. Y también quiero mostrarles un hermoso dibujo que fue hecho por una lectora.

¡La bonita persona que hizo este dibujo de Tsuki es  Mell-30, muchas gracias!

Gracias por leer y de nuevo disculpen por el anterior inconveniente con el capitulo.

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