𝟏𝟖 ☾

Ya..ya no llores mi pequeña Luna. Dime que sucedió.

El suave sonido de la voz de su padre llegaba a los oídos de la pequeña de cabellos blanquecinos con mechones grises, que se encontraba con sus grandes orbes de lunas empañados por lágrimas.

Papá...¿Tú también me detestas?  —preguntó mientras daba un sorbo a por su nariz y limpiaba sus lágrimas con uno de sus pequeños brazos.

Tamashī abrió los ojos sorprendido por las palabras de su pequeña.

¿A qué viene eso cariño?.

La niña aguantó sus sollozos y le relato lo sucedido, de como durante su vicita a sus abuelos maternos, su tía le recriminó por haber según ella, roto unos cubiertos, aún sabiendo que fue su prima quien lo había hecho. La acuso de ser una mala hija y la culpable de la separación de aquella familia.
Hasta la había dicho que le causaba Selenofobia, en otras palabras desagrado a la luna.

Y bueno, su prima de corta edad al oír aquella palabra, la había tachado de ser ese tipo de fobia.

El hombre suspiró ya harto de aquella familia, pero no podía hacer nada, pues el poder de la familia Kagayaku era sin dudas mucha. Y el tan solo era un sin Kosei sin nada.

El hombre se acercó a su hija y sonriendole acarició su mejilla.

Pues está equivocada mi pequeña Luna, tu tía y prima no saben lo que dicen.

Tsuki tan solo observó a su padre con sus ojitos rojos e inchados por haber llorado.

Escucha mi pequeña Tsuki, siempre habrá personas que quieran verte caer. Que pondrán rocas para que tropieses y falles —susurró con dulzura el hombre—. O traten de herirte con palabras, pero de igual forma, no cierres tus oídos. Sino abre tu mente y demuéstrales que los escuchas, los aceptas y que de igual forma a pesar de sus deseos negativos, tu triunfarás y volverás a levantarse —susurró abrazándola con cariño.

Después de todo eres una fascinación de la Luna eres... Selenofilia.

Subía las escaleras de la entrada a pasos calmados, mientras se adentraba a la Yūei dirigiéndose a su taquilla.

Dejó sus zapatos allí y siguió con su camino por los pasillos a su salón.

Pero notaba algo extraño en el lugar, oía murmurós de los demás estudiantes de respectivos salones, hasta los del primer año de los aspirantes a héroes.

¡Tsuki-chan! —escuchó la voz de Togata frente a ella.

Al levantar la vista se encontró con sus tres amigos frente a ella a unos cuantos pasos. Sonrió y se acercó a ellos pero al hacerlo los murmurós se incrementaron.

—¿Qué sucede? —preguntó a sus amigos al verlos sonrojados y algo inquietos, bueno Nejire se encontraba con más ánimos al igual que Mirio.

Pero el pobre Tamaki estaba pegado a la pared con intensión de volverse uno con ella y de esa forma evitar las miradas y murmurós de los demás estudiantes.

Bueno es que... —Togata sonrió apenado por la situación, mientras observaba a su albina amiga—. Han corrido cierto rumor.

Futōmeina curiosa espero a que siguiera hablando pero la campanilla los interrumpió. Los tres amigos se dirigieron a su respectivo salón pero en medio camino se detuvieron.

Nejire se detuvo haciendo que Mirio y Tsuki también lo hicieran y voltearan a verla.

—Olvidamos a Tamaki-kun —dijo la de cabello celeste cielo con una actitud divertida y para nada preocupada.

El rubio suspiró y cubrió su rostro con su mano, pensando que su pobre tímido amigo  estaría con ganas de ser tragado por la tierra y más aún con los rumores de los pasillos.

Iré a buscarlo —habló volviendo a caminar por donde habían venido pero su curiosa amiga lo detuvo al instante y empujándolo hacía su salón se lo llevó.

Fumei-chan lo dejamos en tus manos... —fue lo único que dijo a la de ojos de luna al dejarla sola en medio del pasillo.

Tsuki parpadeó un par de veces con confusión, notando la extraña actitud aún más de los normal en sus amigos. Suspirando  sin esperar más volvió por su pasos hacia donde Amajiki se había quedado.

¿Cuáles serán los rumores? —susurró para ella misma mientras caminaba.

Al llegar a la esquina en donde debería haber estado el joven estudiante no lo encontró, ya preocupada dio unos cuantos más hasta que una voz la detuvo.

No debes estar nervioso Amajiki-kun, pues la gente nerviosa no puede progresar.

Suspiró al reconocerla, inclinando un poco su rostro notó a su prima Kagayaku sumamente cerca del tímido chico, quien tan solo observaba a otro lado con pena.

Estoy segura que el sobrenombre se irá pronto... No debes temer —habló dulce Taiyō mientras acariciaba su mejilla.

Yo... —el muchacho de orejas puntiagudas estaba con el rostro completamente rojo.

La rubia sonrió de lado para luego darle un beso en la mejilla izquierda y alejarse unos pasos.

Piénsalo, nos vemos en clase Tamaki-kun

Y así se alejó, pasando junto a Futōmeina observándola con una sonrisa arrogante, hasta desaparecer del pasillo. Tsuki suspiró y decidió hacer por lo que había venido, apareció frente a Amajiki quien la observó sorprendido y nervioso por ser descubierto.

¿Qué sucede Tamaki-kun? —preguntó llegando hasta él y acercando su rostro a la pared pues el chico había vuelto a pegarse a ella.

Yo... —no podía hablar pues aún estaba en medio de un ataque de pánico.

Futōmeina suspiró y recostó su espalda en la pared levantando la mirada al techo con tranquilidad.

Sabes... Cuando era niña me tacharon como una tipo de fobia —murmuró en voz baja para que solo él pudiera oírla.

Tamaki volteó un poco el rostro para poder verla, notando la sinceridad en sus ojos. Y sin notarlo se había separado un poco de la pared.

Se trataba de la Selenofobia —sonrió un poco al recordar ese momento con melancolía—. ¿Lo conoces? —volteó a verlo un poco notando la suma atención del muchacho en ella—. Es odio y aberración hacia el brillo o la luna misma....me decían que yo causaba ese tipo de sensación.

Tamaki estaba sorprendido pues, nunca había oído a su albina amiga contarle sobre su infancia de una forma tan detallada.

Tuve tristeza por aquellos momentos y también lamentos —susurró para luego voltearse hacia el y recostar su cabeza en la pared como el lo hacía, quedando ambos frente a frente—. Pero alguien me hizo darme  cuenta de algo..

El muchacho la observaba a sus pequeños orbes de lunas.

¿Q...qué...fue? —preguntó en susurró Tamaki.

Tsuki sonrió y agarró las manos del chico para que lo comprendiera mejor.

Que no importaban sus palabras, ni sus intentos de dañarme. Pues yo sabía que soy la fascinación de la luna... —susurró dando un apretón a sus manos unidas—. En palabras más claras, que yo se lo que valgo... Y no cambiaría de opinión por ellos —sonrió con soltura y dulzura—. Es lo mismo que tu debes hacer, sin importar lo que digan sobre ti...Nada de eso te define a ti, pues tú... —soltando una de sus manos y señaló su pecho con su mano libre—. Eres el que sabe lo que eres y lo que vales... Y nadie podrá cambiarlo.

El joven aspirante a héroe sintió su rostro arder al ver ante sus ojos la belleza y calidez que la Luna brindaba. Cayendo en la Selenofilia.

La admiración hacia la Luna.

Gracias al cielo, tuvimos suerte...

Mirio reía por las exageraciones de su mejor amiga, observando como recuperaba el aire tras haber corrido todos el camino junto a Tamaki al notar que se les hacía tarde. Pero al entrar al salón tan solo encontraron a sus demás compañeros, hablando y jugando sin preocupaciones.

El rubio aspirante a héroe les había explicado que el profesor había sido llamado a la sala de profesores pues al parecer habría una reunión de docentes.

¿Qué estuvieron haciendo? —habló Hado con diversión causando que Amajiki diera un brinco y se ocultara detrás de su mejor amigo—. Han tardado mucho, hasta el Molesto Sol llego antes —murmuró lo último a Tsuki quien la observó en forma de reproche por el apodo que le había puesto a la rubia—. Si es molesta... —se defendió Nejire inflando sus mejillas.

La albina tan solo sonrió divertida, suspirando se dirigió a su lugar al ver ingresar al profesor.

Entonces, ¿todo se trataba de un sobrenombre?.

Preguntó Tsuki a sus tres amigos quienes estaban avergonzados.

Los Tres Grandes... —repitió las palabras de Mirio y sus ojos brillaron—. ¡Es genial, es un buen rumor! —alagó.

¡Verdad que si! —también habló con estusiamo Nejire, mientras levantaba las manos y haciendo que las demás personas del café en donde decidieron ir luego de clases voltearan a observarlos—. Mirio-kun y a mi nos fascinó desde el inicio. Tan solo fue Tamaki-kun el que no lo aceptaba —lo acusó.

Causando que el nombrado deseara buscar de nuevo una pared en donde resguardarse, pero aquel deseo desapareció tras oírla reír a la pequeña Luna.

No debes temer Tamaki-kun —lo observó con calidez y una sonrisa—. Solo es un sobrenombre...pero —sujeto su taza de café acercándolo a su rostro para ocultar el sonrojo que se formaba en su rostro—. En verdad creo que te define... A los tres..

Los tres amigos se sonrojaron por la sinceridad de la albina y luego decidieron cambiar de tema, hablando de las clases y debes en cuando escuchando a Nejire reclamar de que ella también debía ser parte de ese sobrenombre. Mientras Tsuki reía y negaba diciendo que no era necesario, mientras seguía hablando con sus dos amigos.

Sin notar los ahora brillantes orbes de noche, de cierto tímido muchacho estaban tan solo puestos en ella.

Y que desde ese momento había comenzado a padecer de Selenofilia.

Atracción hacia la Luna.

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