Capitulo 4 | Cena Kurokawa.
A Izana no le calentaba ni el sol al entrar y haberle contado cada detallé de lo sucedido en la habitación con aquella chica. Ryo.
En cambio ella estaba en la recepción del hotel analizando lo que haría mientras estaba a unos metros alejados, observaba como el peliblanco hablaba con otro chico.
Esperaba por el para ir hacia su departamento por el restante del dinero.
Izana.
La cabeza no se enfriaba, cada idea tras otra era peor, una de ella era haber tenido sexo con esa mujer que estaba observando cómo vieja chismosa. Y Ran el tono burlón era irritante... Mi padre y su fantasiosa idea de romance entre ambos.
Fui por ella y sosteniendo de su brazo obligando a qué me mire.
— Iremos por mi dinero ahora mismo y después adiós. Sea lo que haya pasado entre tu y yo, se acabó, ¿entiendes? No te hagas ilusiones contigo porque no tienes oportunidad... —dije, asintió. Pero su expresión parecía que no lo hizo, era claro que iría por el dinero que me debía y la desecharía.—,¡Vamos ya!
Me encaminó hacia la puerta y ella viene detrás de mi, en un último momento me detengo y volteo al verla no sabía si llevarla montada en mi auto deportivo... No, mejor un taxi, no lo niego es muy bonita pero pobre y no hay nada más feo que eso.
—¡Joven Izana! —gritan detrás de ambos, volteó y es la asistente de mi padre, Jamie viene corriendo ante ambos. Llega y lo primero que hace es darle el saludo a ella antes que a mí.
— ¡Jamie! ¿Qué haces aquí.? Dime qué se arrepintió mi padre.
—Para nada. —contesta, hace un lado su maletin y saca esa hermosa placa negra que hace relucir mis ojos.—, le vine a traer esto.
La sostiene en sus manos, estoy tan ansioso de tomarla en mis manos e irme a derrocharla en cualquier tienda y ser venerado como Dios con todas esas bonitas mujeres. Mi mano se extiende sola hacia la suya.
—Tiene límite y solo lo utilizará con su novia. —abvierte volteando a la pelinegra.
—¿Y a mí de que me sirve? —pregunto, ya si esa tarjeta dice y tiene marcada mi nombre en letras doradas porque me la da si tiene un límite y es esa... Qué no se cuál es su nombre.—, Si no la usaré como me gusta.
-— Joven izana parece niño. Ande vaya a comprarle un bonito vestido a su novia que su padre... —voltea hacia ella.—, los espera a ambos mañana en la casa de playa.
Lo que faltaba...
—¿Tú cuando te vas?
—Mañana mismo también.
—Perfecto, encárgate tú de eso, y cuando no la uses me la devuelves porqué debo comprarme ropa para mañana.
—No, la tarjeta no es para usted. Usted no tiene ningún derecho de usar la tarjeta para uso personal. La usará para consentir a su novia, la señorita presente. —contesta y sonríe, yo por dentro quiero torcerle el cuello a Jamie y la pelinegra que tiene una sonrisa en su rostro, tal parece que lo disfruta.
—Toda suya. El nip es...
Interrumpí antes de que mi bella herencia estuviera ya existente en su cabeza.
—No es necesario... Yo le ayudare a usarla.
Jamie termino aceptando de mala leche porque conocía mis intenciones puras ante tal magnitud de dinero.
Se marchó, avisando a mi padre el si a la aceptación de la cena y eso no me favorecía ni aceptaba a qué ella fuera; mi padre puso a esta tipa desconocida por cierto antes a que a mi chica.
La pelinegra tenía la tarjeta en manos, la miraba y miraba como ficho raro.
—¿Qué, nunca viste una? —espete a verla tan ida en cada letra dorada.
—Solo en las películas.
—¿Tienes idea de cuánto dinero tienes en tus manos, mugrosa.? —al llamarla mugrosa sus ojos grises me atraviesan queriéndome matar.
Niega.
—Como sea, dámela. —estiro la mano y ella se lo pega en el pecho defendiendo.—, Es mía.
—Ella dijo que esta exclusiva para usarla conmigo.
—Mugrosa lista. Bien, así es el trato. Tú me ayudas y yo a cambió puedo cumplir cualquier sueño que tengas, el que sea.
—No gracias, de ti no quiero nada. —sentencia apuntándome con la tarjeta.
Y la paciencia que tenía termina ahí, una ola de manoteos empiezo por la tarjeta y salgo perdedor cuando ella logra meterla dentro de sus senos y meterle la mano me parece muy desagradable.
—¡Ay por favor! Eres una muerta de hambre debes tener un sueño...
—¡Vuelve a decirme así o insultarme y juro meter un palo por tu culo! —grita señalándome con el dedo.
La determinación de la pelinegra junto a su expresión retadora, obligo a calmar mis aguas. No por miedo si no que es mi enemiga y a como dice el dicho a los amigos debemos tenerlos cerca y los enemigos más cerca.
Termino por retirarme con Ran, a qué el me ayude a ser más eficiente a esa absurda idea.
Narrador.
Mientras el jovencito peliblanco se quejaba al punto de pegar con sus pies al suelo como nene de tres años, el joven de trenzas recostado en el camastro sostenía una revista y pasaba hoja tras hoja y solo de reojo juzgaba el comportamiento.
— Imagínate que eso me dijo. Ahora resulta que le compraré algo a esa pordiosera, si ni quiera es su tarjeta. —berreo el peliblanco.
Su berreo parecía berrinche que hacía por no gozar del poder de su tarjeta y que ahora estaba en manos desconocidas y sumamente sospechosas. Recordando a que ella le ha robado el dinero que no era suyo para rematar su suerte.
—Ya entendí... —comenta el chico de trenzas dejando la revista al suelo.—, tú papá cree que ella es tu novia, ¿no es así? —izana asiente.—, entonces puedes usar eso a tu favor.
—¿De que manera? No la imagino llevarla de la mano hacia los lugares diciendo, miren ella es mi novia.
— No como tú novia, sino tú cajero automático. Ya que mientras estés con ella eso representa que el dinero será ilimitado.
—No me casare con ella Ran, por favor.
—Nadie dijo casarse, pero si ella se convierte en tu esposa. Tu herencia es segura y hasta aumente unos ceros de más.
—De ninguna manera.
—Piensalo, por una razón tu papá la invitó a ella y a tu novia que nunca la ha invitado a una reunión de familia.
—Razon más para aborrecerla. Es pobre y una muerta de hambre, nunca pero nunca le llegará los talones.
—Como sea, el tiempo se acaba y ella puede acabarse tu dinero en un tronido de dedos.
Los ojos del peliblanco se empalecieron y miles de escenarios aparecieron, él se miraba como un vagabundo pidiendo dinero mientras la pelinegra enloquecía en las tiendas y salía con enormes bolsas repletas de ropa y baratijas.
Ryo.
Había tomado la maleta mediana, y metí la ropa que Jaime había comprado para mí, su gusto era simple y me gustaba que fuera así. Aunque lo simple de una camisa o vestido que eligió costaba tres meses de renta de mi cuarto.
En cuanto llegue a la puerta de embarque, el peliblanco estaba ya estaba ahí. En cuanto noto mi presencia bajo los lentes negros que tenía y reviso de abajo hacia arriba, una risa juzgona acompaño su rostro.
— Mas te vale haber llevado un vestido bonito o de lo contrario, te quedas con el perro. —contesto Izana.
Tomó del brazo y me llevo caminando hacia afuera y ir hacia la pista, casi tiro la maleta de mano por la velocidad
—Descuida no creo que me muerdas.
—Te trataste un payaso hoy.
Continuamos hasta detenernos enfrente de un avión más pequeño de lo normal, es privado y de color gris resplandiente. Por las escaleras están extendida una manta de color rojo.
No evitó pensar en el sufrimiento de la persona que lavara tal prenda, luce ser pesada y con tanta mugre, polvo de las llantas será un martirio dejarla limpia.
Reviso mis zapatos y alzó el pie revisando que no lleve caca de perro, o lodo. Subiré lo más rápido y así no manchar casi nada.
El peliblanco se detiene y es mi momento de subir. Con la punta tocó y brinco hacia el primer escalón,casi caigo con la maleta en mano.
—¡Alto ahí loca,! ¿A dónde vas.? —pregunta Izana, y me detengo a las escaleras del avión.
—A subirme al avión. —el da un paso y enseguida, me toma del brazo apartandome para que el quede sobre el primer escalón, intento abrirme paso porque ando manchando la alfombra.
—¡No, no, no! Este pajarito es mi avión privado. Tú te vas en uno comercial
—¿Es broma?
—Acaso, me tragué un payaso cuentachistes.
— Deberías. —conteste sin importar quiero atravesarlo y subir, está vez me toma del brazo.
—Estás loca. —me regresa a mi lugar.—, No dejaré que una mugrosa ensucie mis asientos con quién sabe que traigas en esas bolsas llamadas maletas.
—¿Insinúas que tengo pulgas, rabia o la peste negra?
—Soy muy cortés y te evito pasar penas con las hermosas azafatas rusas de mi avión.
—Ya, ya sé. No quieres que nadie te interrumpa mientras te enganchas a una en el asiento.
—Exacto, te puedes enamorar de mi si lo llegas a ver. —baja su mirada hacia su entrepierna y lo miro también regresando a sus ojos.
—No es la gran cosa lo que te cargas. —espete con una sonrisa.
La cual no le dio gracia, y su expresión apareció una mueca de enojo.
—¡Ya, lárgate maldita piojosa.! En mi puta vida me metería contigo.
—Eso no dijiste la otra noche.
Intenta responder y el altavoz nos interrumpe anunciando el próximo vuelo hacia el lugar que vamos dirigidos solo que con ligero cambio, este avión tiene su propia pista privada. Volteo a los lados para regresar a sus ojos en busca de una solución y una sonrisa arruga su boca.
—Oye mugrosa, escuchaste, tu avión sale en cinco minutos. —se burla.
—Pues no voy.
—No vayas y una llamada bastará para que la policía venga por una traficante de drogas.
He visto los documentales en televisión sobre drogas en aeropuertos y ser reportada a mi lugar de origen y también ser voletinada no es una noticia buena para mí.
—¡Hijo de perra.! —le grito.
—¡Señorita Ryoko! —grita Jamie a lo lejos.—, ¡Apresurese.!
Me suelto de Izana.
—Adiós mugrosa. —se despidió subiendo.
—¡Ojalá y se caiga tu puto avión! —le grito mientras corro hacia Jamie.
Jamie vino por mi atrayendonos corriendo hacia la sala donde saldría el avión.
Por suerte llegamos a tiempo a la hora de embarque.
Ryo.
Horas después.
Unas horas y tantos minutos, por fin el avión aterrizó. Las piernas me mataban y el cuerpo entumido.
Al bajar por la escalera eléctrica un hombre de traje esperaba por nosotros, captando que sostenía un cartel blanco con mi nombre escrito en el. Y por supuesto reconocio a Jamie.
El pelos de viejito ni siquiera se molestó en recogernos personalmente.
—Señorita, el chófer la llevará al hotel y posteriormente en la tarde noche vendrá a recoger sus cosas para llevarla a la casa.
—Creí que... Iría directamente.
—Y lo hará, es solo por ahora mientras se adapta la casa para usted.
—Gracias...
El chófer cumplió y me llevo hacia el hotel, lo primero que note al llegar aquí era el calor, era tremendo. Gracias que al llegar al hotel había un buen clima templado.
Ryoko Tamiya. Decía en el letrero sobre la cama, los del hotel habían dejado bocadillos también y los cuales devoré al estar sola, había alcohol espumoso en copas y también las bebía mientras me arreglaba.
Era por primera vez que me había arreglado el cabello, maquillado el rostro sin ser espantantoso y los labios coquetos.
Justo a la hora que dijo el chofer que me recogeria, así como llego me llevo a la casa sin hacer preguntas. Manejo por varios minutos hasta llegar al punto alejado de la cuidad. Una zona residencial al parecer y lujosa para rematar.
Cómo reconocerla, bueno la paz inunda con pájaros cantando y el simple hecho que el pasto es verde y cortado hasta el punto que las bombas los rocían cada cinco minutos, sin mencionar que no hay basura y el piso está limpio sin polvo, también que la gente es amable con la gente de dinero.
...
Abrió la puerta y dejo que saliera sosteniendo de su mano. No pude apartar la vista; casa es enorme pintada de color blanco
Soltó mi mano y regreso al auto.
—Menuda y humilde casita de playa... —susurre
Árboles alrededor con una fuente a las espaldas y escaleras que llevan hacia un pórtico que es la entrada; todo el lugar las alumbra luces cálidas que le dan el toque lujoso.
Lo rico que es es la brisa del mar se escucha a través de la casa y en medio de los árboles con las palmeras; estás tienen cocos. El ruido de los pajaritos y los escasos rayos del sol al irse, supongo que el agua del mar está sumamente calientita.
—¿Es bonita, verdad? —una voz varonil habla detrás de mi..
—¡Ay dios! —doy un giro rápido.
—Perdón no fue mi intención asustarte.
Al mirar bien al dueño de la voz, este tipo me sonríe y no duró en derretirme por su sonrisa. Es un ángel, fisicamente es alto muy alto delgado pero fornido por la camisa que lleva, su cabello es rubio y peinado de una coleta que le cae por un lado, ojos negros azabaches, de labios gruesos y mandíbula perfectamente marcada.
—No fue eso, solo estaba... —no sabía que estaba pensando antes de el, solo mi atención era él. Que sueño de hombre.
—Mirando la fachada... —adivina lo que hacía antes y se pone a un lado mio.—, Es bonita... es la casa más bonita que tienen los Kurokawa y Sano.
No escuché ni una palabra y la espléndida casa se esfumo al verlo de perfil, vaya que nariz tan perfecta y labios hechos besables, alcanzó oler su perfume amaderado y dulce también.
El parece no mirarme solo mira al frente y caigo en cuanta que me estoy derritiendo por el.
—¿La conoces por dentro.? —indago y que voltee a verme.
— Si. Suelo venir a reuniones aquí. ¿Quién eres tu?.
—Tamiya, Ryoko.
—Un gusto, Ken Ryugi —estira su mano hacia mi y la tomó.—, entonces tú eres la invitada especial.
—Supongo. —respondo con una sonrisa y me corresponde.
—Entremos o la cena se enfríara.
Termino por soltarnos ambas manos y me ofrece su mano. Gustosa accedo y me abrazo de el. Es un caballero al hacerlo y comenzamos a subir las escaleras.
—¿Eres hermano de Izana?
—No.
—Entonces, eres...
—Es algo más personal. —dice sin verme.
—Los Sano, ¿quienes son?
—Eres muy preguntona. —exclama con una risa.
—Quiero saber a qué me enfrento.
—Bueno, Shinichiro Sano, Manjiro Sano y Emma Sano, "medios hermanos" de Izana Kurokawa.
—¿Y viven todos aquí.?
Asiente y nos detenemos para que nos abran la puerta.
—Es una casa llena de locos, espero y sobrevivas.
—Sobreviví a cosas peores y está familia no lo será tanto.
—¡Ja! No te imaginas que tanto.
La puerta se abre y es hora de entrar al manicomio como dice Ken.
Narrador:
Izana bajo al oír que el auto donde venía su pesadillas llegó. Acomodo su camisa y camino hacia la entrada, yendo hacia las escaleras se iba mentalizando lo que haría y como actuaria para convencer a su padre de regresarle su dinero y claro usando a Ryo.
Emma, su hermana lo aborda buscando información sobre la mítica chica que vendría y causante de porque se reunirían estos días.
—Papá anda de orgulloso presentando a una chica que viene de parte tuya. ¿Tienes novia?
—Que te importa. —no le parecía bombearla.
—Al menos di si o no, ¿De dónde es?
—No dejaras de molestar verdad.
—Sabes que no. ¿De dónde es?
—Creo que es Latinoaméricana... ~por el acento ridículo~ lo pensó.
—Vaya siempre das sorpresas. Después que... Un extraterrestre vendrá a la casa. —bromeo Emma con una risa en su rostro.
—¡Cállate.! —regaño.—creí que Draken estaría aquí presente.
—¡Oh! Mi amor, viene retrasado.
—Asi lo dejaste con tu relación ¡Ja! —remato Izana con una risa.
—¿Qué insinuas? —hablo molesta la rubia.
—Lo que no te has dado cuenta, hermanita. Tu relación depende un hilito de gusano y no se quién lo rompera.
La puerta se abre.
Ambos alzaron la vista hacia las escaleras quedando perflejos al ver la pareja que ingresaba. Ryo sostenida del brazo de Draken.
La casa por dentro tenía dos niveles, la puerta principal tenía una escalera dando hacia la sala, cocina y comedor entre terrazas hacia el jardín que conectaba hacia la playa y un pequeño muelle les aguardaba un yate privado. A sus lados dos escaleras una de izquierda y derecho hacia habitaciones del segundo piso, todo el centro le adornaban un bonito candelabro de luces con tela con un enorme abanico.
A la puesta de las escaleras estaban Izana, Emma en espera de sus acompañantes.
En cuanto Emma observo como su novio llegó prendído de una chica, fulminó con una mirada y la mandíbula tensada a Ryo quien al verla y sentir como le atravesaba su cuerpo tembló, Draken soltó sutilmente su mano.
—Te dejo ir con tu novio, yo iré con mi novia.
Bajo rápidamente por las escaleras dando un saludo a Izana y posteriormente un beso a los labios de su novia, los amielados seguían puestos en ella.
Ryo.
~Me regreso, ¡si me voy a regresar.!~ lo pensé justo cuando mire a la chica. Que grata será la plática entre ella y yo.
Fue inevitable ya no volver y empece a bajar las escaleras muy lento. Porque si no hago ruido no me notarán.
Antes de pisar los últimos escalones, izana llega a mí, y tomando mi mano desde el barandal.
—Bienvenida, a mi humilde casita. —giro la cara hacia la inmensa y humilde casita de playa.
—Se nota la humildad.
Sonrió y tomo más mi mano.
—Vamos mi papá no tarda en bajar. —jalo y baje por completo.—,Ni mis hermanos.
Draken y la chica se alejan. El la sostiene con fuerza de su mano, ve riendo y murmurando, ella luce muy feliz con el. Y como no, se nota que ese chico es un ángel.
Volteo y veo que también el pelos de viejito me lleva de la mano, me jalo de el. Eso le hace reacciónar y tal parece que el rechazo es algo que el peliblanco no deja pasar por alto y alcanza mi mano jalando hacia atrás con fuerza y hace entrelazarnos a la fuerza queriendo ir como ellos.
—No vienes sola mugrosa, vienes conmigo.
—¡Ay, te suda la mano!.
—Te suda a ti porque no te bañas. —saca una carcajada, e intento hablar pero me interrumpe.—, Ya conociste al novio de Emma.
—Pido una disculpa no sabía que era su novio. Y hacen bonita pareja.
—Ahorrate las disculpas. Porque ahora que vio que llegaste abrazada de su novio más te vale que te cuides porque andará de boca suelta contra ti.
—Pero si no hice nada.
—¡Ah no! Venir prendida del brazo de otro hombre con novia no es nada. Debería estar yo también celoso y enojado...
—¡Ay, tu que.! Fue un malentendido, lo encontré en la entrada y Ken es un caballero.
Posteriormente llegamos al comedor, grande hecho de madera con 10 sillas cubierto de un mantel blanco y sobre el; platos ya puesto con varios cubiertos puestos a los lados y servilletas, copas de cristal. Y velas ya encendidas por todo la mesa.
Emma y Ken se sentaron juntos al frente de nosotros; se notó como el resaltó al jalarle la silla y darle besos sobre sus mejillas.
Izana imitó eso pero no fue lo mismo. Es un sínico y convenciero a su antojo, porque me dejó plantada y ahora se portaba como un auténtico doble cara.
Intentaba no mirar hacia el frente ya que los ojos amielados de Emma me atrevesaban. No escuché ni note que su otro hermano entro.
—Mama, ¿Dónde está? -hablo una voz tierna y sutilmente dulce llegaba por detrás de mi.
Alce la cara y gire para notarlo. Es un chico bajo, de cabello rubio lleva una sonrisa en la cara con los ojos enchinados. ¿Quien es?
Es el medio hermano del pelos de viejito, tal vez si por la mueca de disgusto que hizo al oírlo llegar.
—Su vuelo se retrasó y llegara mañana por la mañana. —atrajo mi atención otra voz y por extenso olor a cigarro por todo el comedor y culmino.—, Cenaremos solos hoy.
Sonrió, que bonita es su sonrisa. Este hombre tenía el cabello corto color negro, es un tono pálido, flaco y alto. Más alto que Izana pero no lo suficiente como Ken.
—Shinichiro. —menciona el sr. Kurokawa al ingresar al comedor.—, ¿Fumaste?
—No. —tomo su playera y la sacudío con una sonrisa pillada.
—Pues apestas. —contesto Emma.
—Te bañas de perfume todos los días y nadie se queja.
—Al menos yo huelo a flores y dulces, no a un cenicero de cantina.
—¿Como sabes que los ceniceros son así? Has ido a una cantina a ofrecer tus servicios. —expreso Izana alcanzando su copa servida.
—Izana... —regaño el señor, arrebatando la copa de su mano.—, Es temprano para el vino.
Molesto se incorpora en su asiento.
—Ya que estamos todos. La cena será servida en unos minutos, hay presentaciónes... Cómo ya conoces a mi hijo Izana, Emma Sano, Manjiro...
—Mikey. —hablo el rubio.
—Mikey. —corrigió.
Al verlo cerca, el luce muy adorable con su cabello recogido con una colega en medio y sus ojos negros profundos y de tes blanca.
—Shinichiro Sano, el mayor de los Sano.
Y había llegado el turno de dar mis datos; como en las escuela. Solo faltaba que me pidieran mi certificado médico, mi presentación la había estudiado muy bien en el hotel.
—Mi nombre es, Ryoko Tamiya. Tengo 19 años, vivo aquí, bueno aquí no. En Japón casi por el resto de mi vida con mis abuelos... —oía como Emma e Izana suspiraban y escondían sus carcajadas ante la falta del vocabulario extenso que me faltaba. Pero si estuviera diciéndoles en portugués les diría hasta que no.
—Y soy novia de su hijo Izana. —culmine sentándome. Izana me miro torciendo los ojos.
—No puedo creer que hayas dicho eso. —susurro.
—Pues ya lo dije.
La cena transcurrió, la entrada a pequeñas rodajas, vino recién abierto y, el plato fuerte. Era una especie fuerte,pescado con salsa de toque culinario que me son imposibles de pronunciar pero el sabor es exquisito.
A un lado tenía un plato pequeño, varias bolitas negras me llamaban por probar y averiguar que era pero aquí el problema era que, use por toda la noche el mismo tenedor y totalmente no podía meter el enorme utensilio en un platito.
La rubia lo notó y por supuesto hizo saber que tenía los ojos encima de mi.
—¿Problemas con el tenedor...?
—Un poco. —desvie la mirada. Ocultándome en la copa de agua.
—¿En tu casa comen con los dedos?
Decidí no contestar y solo beber agua hasta hacerme perder la noción del tiempo.
—Eres muy... diferente a lo que suele traer Izana. ¿De dónde eres? Tus rasgos no son comunes aquí y tu maquillaje es muy promiscuo.
—No es un bicho raro, Emma. —contesta, el pálido pelinegro.—, Los estereotipos de aquí son muy diferentes al extranjero.
—Lo sé, y también sabe que es mal visto venir abrazada de un chico que tiene novia o es normal a tu nivel.
Por fin había salido el frijol negro en la sopa.
—Lo siento.
—Porque aquí, si está mal visto eso. Si lo haces eres una zorra urgida. Pero está claro que allá es algo de todos lo días. —ante la incomodidad, Ken le coloca la mano sobre ella tranquilizando.—, Las chicas se dejan abrir las piernas en cualquier lugar y con quién sea. Shin, tu serías feliz estando allá. Ryo, ¿quieres guiar a mi hermano con eso?
—No, lo siento no sé nada.
—Vamos, dinos. ¿Las chicas son capaces de soltar los pechos a cambio de unos cuantos pesos.?
Todas mis emociones sentían una culpa y hacer memoria no ayudaba, estaba siendo juzgada de manera directa.
Lo podría soportar pero un sonido de risa allanó mi oído haciéndome girar hacia mi lado, es Izana quien se está riéndo debido a la anécdota que era tenía en mente sobre el dinero.
Las ganas eran próximas a estallar, volví a tomar el vaso y aguante hasta tomar todo el líquido. Sonreir antes de llorar resultó aunque mis ojos delataran lo contrario, trague de la sopa aguantando un poco más.
—Entonces, ¿que? —continuaba.
—Es suficiente. He dicho que no se nada.
—Mortificarte no te hace santa, si planeas pertenecer a esta honorable familia. Será que mejor que sepas cuál es tu lugar, ¡Ken es mi novio, y si vuelves a acercarte te molere a golpes.! —alzo la voz. Atrayendo está vez la atención de todos.
—Emma, cenemos en paz. —hablo el padre de Izana.
—Basta de amenazas. Emma cenemos en paz.
Tal vez estaba rabiosa o celosa por gace minutos pero eso no la justificaba a tratarme como basura. Voltee hacia un lado en espera de una palabra de Izana pero el solo se limito a comer con toda la tranquilidad del mundo.
—¡Cuéntanos más de ti.! —hablo Manjiro rompiendo toda tension.—, dices que vienes del extranjero, ¿como son las carreras de motos por allá.?
— Son alocadas hasta que uno quede sin un pie o que se lo lleve la policía. —alce el rostro y le dedique una sonrisa ante su amabilidad.
—Yo iré pronto. Me fascina.. Quiero ser un gran piloto de carreras.
—A mí me gustan las carreras de motos acuáticas.
—¡Quee! Está chica si me entiende, Shin. —alzo la voz, sus ojos se agrandaron como pupilas de gato. Su hermano le agradeció con una sonrisa.—, ¿has manejado una?
—Si.
—¡Enseñame! Tenemos una afuera, vamos ahora.
A un lado sentía como la mirada del peliblanco me comía, voltee y en cuando nos miramos volteo los ojos. Ahora estaba molesto por cualquier cosa, tenía el carácter de un anciano amargado.
—¿Y tú mamá? —interrumpio otra vez Emma.—, ¡Oh! No me digas que tampoco tienes una madre como Izana.
¿Izana no tiene mama? Lo miré y el estaba observando a Emma y su tensión era silenciosa pero letal por su cejo fruncído era como si fuera a lanzarse a ella a golpes.
—Toda la puta noche... —hablo entre dientes y el tono era escalofriante.—, Estuve escuchando a estos cuchichear sobre sus estúpidas aficiones y es tolerable... pero oír tu irritante y asquiante voz diciendo lo mismo siempre... ¡Es detestable cenar contigo a lado!
—Izana... por favor. —su padre intenta calmarlo.
—Solo digo, ella debe saber.
—¡No te lo está preguntando! ¡Porque no te callas de una puta vez! —se levanta golpeando la mesa. Y alertando a qué Ken también se levanté en defensa de ella.
—Comparten ese mismo lazo... Ambos seguramente no tienen madre.
Izana deja atrás la silla y por incidente me golpea haciendo de lado hacia Mikey. Iba tras Emma, Shinichiro se levanta para detenerlo y es imposible por qué es rápido, el rubio también se coloca enfrente ella impidiendo a qué le pase algo.
No resulta hasta que Mikey ayuda y la situación se vuelve más complicada porque son tres contra un solo hombre, rabioso y enojado. Cada uno toma partido por defenderla cuando ella lo estuvo atacando sin razón.
—¡No porque tengas a todos estos perros, te vas a salvar.! Eres una puta mierda, Emma.
—Izana, no le hables así a tu hermana.
—¡No es nada mío! —grita.
La fuerza entre los dos chicos vuelve nula la fuerza del peliblanco y aclara su rendición soltándose de ellos, gira furioso y se marcha. Azotando adornos por su camino a través de la casa hasta la puerta la cual azota.
Todos dan un respiró, agradeciendo a qué no paso a grandes problemas y la tensión de incomodidad se nota en cada uno.
—Me acabo de acordar que tengo que recibir unas refacciones de un pedido. —habla Shinichiro.—, Compermiso.
El se va.
—Tengo un problema con la moto. —mikey también se deslinda.—, Kenchin, acompáñame.
Y se lleva a Ken junto a el. Se levanta y también emprenden huida.
—Con permiso, y un gusto. —se despide y se marcha.
—Me voy también. —culmina la rubia dejando azotar la servilleta en la mesa.—, Disfruta tu cena.
¿Que hago, me voy también.? El sabor de la comida aún la tengo en los dientes y solo saboreo para pasar saliva. Y me percató que el sr. Kurokawa el sigue cenando sin molestias, no se inmutó o se molestó como los demás.
Decido quedarme y cenar juntos a el.
Narrador.
Un comedor grande junto a unos platos empezados, solo se oía como Ryo degustaba cada parte de los mini cangrejos y las delicias del mar.
Por dentro, el corazón del viejo se quebraba. No habia cena tranquila, esos días de alegrías se habían acabado.
El señor. Kurokawa solo la observaba de reojo pensando si había sido bueno idea traer a una desconocida ya que por un disgusto su familia se había dispersado en unos segundos.
— Estás bolitas negras están muy ricas y ni se diga de la langosta. Casi me puedo chupar los dedos. —interrimpio Ryo, husmeando cada pensamiento negativo de ella.
Tan ido en su mente, sus ojos ya se habían aguadado pero su ideología de macho no dejo soltar ninguna lágrima o lamento y solo bajo la cara pero la alzó al oírla y dedicó una sonrisa.
—Es caviar, querida.
—¡Esto es caviar.! Nunca lo había comido y ahora quiero comerlo siempre.
—Acá tengo más. —le mostró su plato y indico con sus ojos los demás platos de los invitados.—, ¿Quieres más vino? Puedo ir por una botella especial.
Se inclinó para levantarse. Ella creyó que también huiría y se levantó también.
—¡No, no se vaya con ese pretexto! Olvide esa botella. Cenaremos con esta.
—No me iba a ir. Aun no termino.
—¡Ah! bueno. —suspiro aliviada. Tomando asiento.—, No quiero que se vaya porque no me gusta comer sola o e este caso ni el mantel se salvará porque apuesto que también sabe rico.
—Que elocuente eres. —sus palabras rápidas le abrieron una carcajada.
La noche se hizo amena entre Ryo y el señor Kurokawa, en cuestión de horas ya no había rastro de alguna tristeza o mal rato, era como si aquel momento bochornoso se hubiera ido y el tema se hubiera esfumado.
— Eran tan espinadas las escaleras que no sabía si subía o bajaba rodando...
Las carcajadas eran inmensas por todo el comedor. El carisma y la rara forma de ser directa y fácil de entender fue lo que le gusta de ella.
Ya de pronto la madrugada se hizo presente y el reloj marco la hora.
—Mira la hora, debes ya irte a descansar.
Tu habitación está arriba.
—¿Dormiré con su hijo? ¿Con izana? —abrio los ojos espantada de estar solo los dos.
—Hay tantas habitaciones que puedes usar la que sea. Menos la principal, esa es de Emma.
—Ella me odia. —se confesó.
—Está celosa
—De quién, ¿yo?
—Es obvio, es la única niña de la casa y ahora contigo es obvio que se ha visto invadida con tu presencia. —eso solo respondía una parte.-, tranquila se le pasará pronto.
— Le ayudaré a levantar la mesa.
— Tranquila, yo lo haré, tú ve a descansar.
Sabes pedí a la servidumbre tomarse el fin de semana porque quería tomarlo con mis hijos aquí y tal parece que seremos guerreros en trincheras.
—Traeré las pistolas entonces. —contesto con una sonrisa.
Posteriormente ambos empezaron a recoger los platos, y la comezón de dudas llegaron al verla tranquila ante la situación de la huida de Izana. Siendo ella su novia.
—Cualquier novia saldría corriendo detrás de su novio molesto. No fuiste tras Izana, ¿Porque? ¿Pelearon en el hotel?
Ryo quedó al descubierto y sin ideas de que responder.
—Tenía hambre, Izana sabe que mi hambre es primero antes que el. Y no, no hemos peleado somos una pareja muy sana. -mintio, realmente no le importo.
— Llámalo por favor, no quiero que esté molesto o esté en la calle solo. No le gusta estar solo, llora como niño chiquito si se siente así.
—Claro, lo llamaré. —u nuevo problema se presentaba, no tenía atentado su teléfono.—, Señor, sabe cuál es su número.
—Eres su novia y no sabes...
—Si yo sé cuál es. Solo que cambie de teléfono y se me borro su contacto.
El fue muy atento a darle su número y en llamarlo el mismo. Izana respondió asegurando a qué dormiría en la casa, Ryo era la más nerviosa ya que compartiría la cama con el.
Notita mia:
Pronto se viene el otro capitulo, gracias💖
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