En el pequeño pueblo de Santarosa, todos esperaban con ansias la llegada de la feria anual. La plaza principal se llenaba de luces, colores y risas, mientras las atracciones mecánicas giraban al compás de la música festiva. Pero este año, algo diferente esperaba a los habitantes del lugar. Una nueva carpa apareció en un rincón de la feria, con un cartel que decía: "La feria de la Ansiedad".

Marta, una joven de veinte años con una vida llena de preocupaciones y miedos, fue una de las primeras en acercarse a la misteriosa carpa. En la entrada, una mujer de cabello plateado y ojos penetrantes la recibió con una sonrisa enigmática. Su voz, suave pero firme, invitaba a los valientes a enfrentar sus miedos más profundos.

Al cruzar la puerta, la atmósfera cambió radicalmente. El bullicio de la feria se desvaneció, y un silencio inquietante envolvió a los visitantes. La primera atracción era un laberinto de espejos, pero estos espejos no reflejaban la realidad tal como era. En ellos, las personas veían versiones distorsionadas de sí mismas, encarnaciones de sus inseguridades y dudas. Marta se adentró en el laberinto, viendo una imagen grotesca de sí misma, con cada defecto magnificado. A su lado, sus amigos y vecinos también luchaban contra sus propios reflejos distorsionados.

Superar el laberinto no fue fácil, pero aquellos que lo lograban llegaban a la segunda atracción: el carrusel de los recuerdos. Aquí, en lugar de caballos y coches de colores, los asientos eran sillones antiguos que giraban en un ambiente de penumbra. Al sentarse, los visitantes revivían momentos de su pasado, aquellos que preferirían olvidar. Marta, sentada en uno de los sillones, revivió la trágica muerte de su hermano menor en un accidente de tráfico. A su lado, sus amigos y vecinos enfrentaban sus propios traumas y arrepentimientos.

La última y más temida atracción era la Casa del Silencio. Un lugar oscuro y frío, donde cada visitante se encontraba solo con sus pensamientos. Sin la distracción del mundo exterior, los susurros de la mente se volvían gritos ensordecedores. Aquí, cada uno debía enfrentarse a sus miedos más profundos y arraigados. Marta, en la oscuridad, escuchaba los ecos de sus ansiedades y preocupaciones, sintiendo una opresión en el pecho que casi no podía soportar.

Pero algo terrible sucedió en la Casa del Silencio. Uno por uno, los habitantes de Santarosa comenzaron a sucumbir a sus miedos. Incapaces de soportar la intensidad de sus ansiedades, muchos cayeron en un estado de desesperación tan profundo que sus corazones simplemente se detuvieron. Marta, con el corazón roto, vio a sus amigos y vecinos caer a su alrededor. Intentó ayudarlos, llamarlos, sacudirlos, pero todo fue en vano.

Cuando finalmente salió de la Casa del Silencio, Marta era la única que quedaba. En la entrada, la mujer de cabello plateado la esperaba. Sin su habitual sonrisa, la mujer le entregó una pequeña caja de madera.

-Mujer: Dentro de esta caja -Dijo con una voz triste- hay un recordatorio de tu fuerza. Úsala cuando lo necesites.

Al abrirla, Marta encontró una simple pluma negra, un símbolo de la carga y el peso que ahora llevaba. El pueblo de Santarosa, una vez lleno de vida, estaba en silencio. Las luces de la feria se apagaron, y las atracciones se detuvieron. La carpa desapareció tan misteriosamente como había llegado, dejando a Marta sola con su tristeza y el recuerdo de aquellos que había perdido.

Los días se volvieron largos y solitarios para Marta. La feria, antes un símbolo de alegría y comunidad se convirtió en una memoria oscura y dolorosa. A pesar de la pena, Marta juró llevar la memoria de sus seres queridos y enfrentarse a la vida con la fuerza que ellos no pudieron encontrar. Y así, en medio de la tristeza y el silencio, Marta continuó, marcada para siempre por la feria de la Ansiedad.

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le hago segunda temporada?
jsjs, eso lo decidirán ustedes
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Kitsureni234

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