𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 10

Las semanas siguieron avanzando y Moon Bin se encontraba más nervioso por las sensaciones que Sanha le provocaba cada día que pasaba... Eso... No era el afecto de un hermano, ya no era aprecio por un amigo... Los amigos ni siquiera se tocan los labios y ellos ya lo habían hecho un par de veces, todo estaba mal.

Necesitaba con urgencia entretenerse y alejarse un poco del menor, si antes se sentía intranquilo, ahora definitivamente estaba peor que nunca.

- Heredero, el rey lo ha convocado al salón real - un guardia se acercó para informarle.

- Gracias.

Dicho eso, caminó hasta donde su padre, esperaba que le dijera que tenía más obligaciones. Tras varios minutos, llegó y saludó al rey.

- MoonBin, te convoqué porque necesito hablarte sobre el contrato matrimonial que tenemos con la familia real Kim.

- ¿Contrato matrimonial?

- Sí, con la princesa Dahyun.

- ¿Qué tengo que ver en todo esto?

- Serás tú quien la despose.

- ¿Yo? ¿No se supone que lo haría
Hyungwon?

- ¿Tienes algún problema con los planes de tu padre, el rey?

- No señor.

[👑]

Bin caminó hasta su pequeño jardín secreto, necesitaba pensar y a la vez, despejarse.

Él quería algo para alejarse un poco de Yoon Sanha, pero... No se refería a un matrimonio, eso no estaba dentro de sus planes aún, él no quería casarse, mucho menos con la princesa Dahyun.

Él tenía una buena relación con el príncipe Kim MyungJun, el hermano mayor de la princesa, eran buenos amigos desde pequeños, no quería defraudarlo por rechazar a su hermana, además sería deshonor para su familia, porque el contrato o compromiso matrimonial se había firmado desde el nacimiento de ella y de su hermano Hyungwon.

- Felicitaciones príncipe heredero. Ya tiene una reina - saludó Eunwoo.

- No bromees con eso, odio esa idea.

- Lo sé, pero es tu deber como príncipe.

- No me ayudas Cha.

- Hasta hace un par de meses no habrías tenido inconveniente en cumplir tu deber como heredero ¿Qué cambió ahora?

- Vamos al campo de tiro - evadió el tema y Eunwoo sonrió satisfecho.

Ambos príncipes se dirigieron al campo de tiro con arco y flecha. Ahí estaba el príncipe Yoon Sanha intentando mejorar su puntería, aunque seguía siendo bastante malo.

Moon Bin sonrió completamente al ver la frustración del menor al fracasar en su cometido, la molestia de minutos antes acababa de esfumarse. Eunwoo se quedó observando.

- Sigues sin escuchar las palabras de tu hyung - Sanha se giró al escuchar la voz grave del príncipe Bin.

- Yo, en verdad lo escuché, pero no
me sale - hizo puchero y Moon Bin simplemente pensaba en arrancar esa carita infantil de él.

- A ver, haz justo lo que te dije.

Sanha se acomodó para otro tiro y finalmente dio en el blanco. Se sorprendió demasiado, llevaba un par de horas intentado y ninguna flecha había dado en el centro.

- Creo que solamente estabas fingiendo para que yo te prestara más atención, bien jugado príncipe Yoon - rio con sorna, adoraba verlo sonrojarse.

- ¡No es verdad! - se quejó.

- Gritarle al príncipe heredero no creo que sea demasiado bueno para ti - intervino Eunwoo con mucha gracia, provocando que Sanha se tensara ante sus palabras.

- Pero... Él empezó.

- Es tu futuro rey, no puedes hacer eso como si fueran un par de niños.

- Lo sé, perdón príncipe Eunwoo y príncipe MoonBin, no pasará otra vez.

- Tranquilo, yo no dije nada - animó Moon Bin haciendo que Cha arqueara su ceja.

- Bueno, como sea, Bin tienes
que ir a ver qué ha pasado con lo de tu matrimonio.

- ¿Ma-matrimonio? - tartamudeó Sanha
sin quitarle la vista.

- Yo mejor los dejo.

Eunwoo logró lo que quería, ver la reacción del joven Yoon Sanha ante la noticia del matrimonio de Moon Bin. Él nunca fallaba con su intuición y, lamentablemente Myungjun tampoco.

Bin quería matar a Cha, no se suponía que le dijera a Sanha sobre ese tema.

El menor miraba el césped y apretaba con fuerza el arco. No sabía qué decir, pero se sentía bastante inquieto.

- Usted dijo que no iba a casarse. Usted dijo que incluso, aunque se hiciera rey no iba a contraer matrimonio, por lo menos en varios años después de su cargo - la voz del menor se escuchaba como reproche.

- Y es verdad, esos eran mis planes.

- ¿Eran? ¿Va a dejarlos así nada más?

- Soy el príncipe heredero, es mi deber.

- Deber, deber, deber y más deber... Estoy tan harto de los deberes por pertenecer a una familia real.

- Sanha...

- ¡No! ¡Usted es increíble! ¡No tiene por qué hacer lo que otros dicen! ¡Es el próximo rey! ¡Debería poder hacer lo que deseara! - las lágrimas se acumularon en el príncipe Yoon.

- Hey, pero no llores ¿Por qué lloras si el que se va a casar soy yo? A ti no te afecta en nada.

- ¡Sí me afecta porque yo...! - calló al darse cuenta de lo que estaba por decir.

- ¿Tú...?

La mirada acuosa de Sanha miró una vez más los ojos curiosos del príncipe heredero, ese par de orbes en las que se perdía cada día desde que los había visto por primera vez.

Sanha sabía que sentirse de la forma en que se sentía por el príncipe heredero Moon Bin estaba mal, él sabía perfectamente que el amor entre hombres era una atrocidad, era deshonor, deshonra... Y sabía que nada de eso podría ocurrir, además, Bin jamás se sentiría del mismo modo con él.

Estaba por irse, pero el azabache lo detuvo y lo llevó con él a quién sabe qué lugar.

Entraron a una parte del palacio en la que jamás había estado el menor, parecía una biblioteca, pero era muy distinta a la otra a la que solían ir y estudiar.

- ¿Por qué te afecta lo de mi
matrimonio? ¿Es que acaso te he robado a tu futura esposa? - Moon Bin quería comprender.

- ...

- Contesta - sentenció.

- ¿Qué se supone que haga? - sollozó - ¿Qué le diga que no me robó a mi futura esposa, pero con eso si se aleja quien desearía fuera mi esposo?

Moon Bin creyó escuchar mal o malinterpretar las palabras del menor, lo miró con detenimiento, buscando una pizca de broma, pero no había nada ahí, solo dolor... Sanha estaba herido.

Por un ligero momento Moon sintió que se le escapaba el aire por montones.

Yoon seguía derramando lágrimas, pensando en la idea de que Moon Bin pronto se casaría y eso sería alejarse por completo de él.

- Tú sabes perfectamente que tengo que hacerlo.

- Lo sé... Y es lo que más me causa conflicto. Odio la idea de que se comprometa sin desearlo de verdad,
que sus sueños se apaguen por una imposición de su padre y... Que usted no tenga el carácter para enfrentarlo y decir lo que realmente quiere.

- ¿A si? ¿Y qué es eso que realmente quiero, según tú?

- A mí.

No hubo más palabras, el príncipe Yoon atrapó los labios del príncipe heredero.

Un beso que surgió entre lágrimas, y que continuó por consentimiento de un amor reciproco.

Bin sabía que quería a Sanha, él sabía perfectamente que llevaba tiempo deseándolo, tenía meses llorando de frustración en su habitación por saber que lo que sentía por el joven príncipe estaba prohibido, y que debía mantenerlo en secreto hasta la tumba.

Sin embargo, ahí estaban ambos en un acalorado y apasionado beso. Para ese instante, Sanha ya estaba a horcajadas en Bin, deleitándose con el dulce sabor de su boca, amándolo más de lo que imaginó, entregándole sus sentimientos por completo, a pesar de saber que nada de eso podría saberse...

Las manos del mayor se aferraron con posesividad a las caderas el menor, no quería dejarlo ir, no quería dejar de amarlo. Los besos subieron de tono.

Los labios de Moon bajaron al cuello del príncipe Yoon, sus respiraciones eran agitadas, se necesitaban, se anhelaban.

Sanha atrapó nuevamente los hermosos labios del futuro rey y mordisqueo un poco de ellos, adoraba su sabor, él adoraba a Moon Bin con todas sus fuerzas.

Había aprendido que detrás de esa figura recta, había un joven soñador, lleno de ilusiones, pero que cargaba con el título de heredero al trono y no le quedaba más remedio que fingir...

- Conmigo siempre podrá ser usted - susurró en medio del beso - Conmigo puede hacer lo que desee.

- En este momento... Hago lo que deseo desde la profundidad de mi alma.

- No quiero que esto termine...

- Yo tampoco...

Moon Bin se puso de pie con Sanha rodeando sus caderas, se encaminó y por fin llegó a una pequeña sala en la que se encerraba cuando necesitaba estudiar o alejarse de todo, cerró con llave la puerta y ya no se detendría.

Recostó a Sanha sobre un cobertor enorme que usaba cuando se quedaba a dormir ahí, siguió besándolo con devoción, estaba tan enamorado del príncipe travieso, lo adoraba con todo su ser, quería ser de él y que él fuera suyo.

- Sé mío, por favor, sé mío, desde hoy y para siempre.

- P-príncipe Moon... ¡Mmggh...! Yo soy suyo desde el primer instante a su lado...

- Me vuelves loco... Me haces perder toda cordura, me haces querer ser alguien libre para poder amarte como se debe.

- Me es suficiente saber que soy correspondido...

Moon Bin quitó el hanbok de Sanha con sumo cuidado, se dedicó a observar con detenimiento ese hermoso cuerpo que no alcanzó a ver por completo en las aguas termales y que ahora estaba entre sus manos.

Sanha era precioso, era la perfección hecha humana... Y era suyo.

Besó el cuello pálido del menor y bajó hasta su pecho, sacándole suspiros y una que otra lágrima.

Ambos sabían que estaban cometiendo el peor pecado de todos, que estaban rompiendo con las reglas más sagradas, sabían que, si alguien se enteraba de esa relación que estaban iniciando, su destino directo era la muerte...

Nada de eso importaría en ese instante, estaban ahí para amarse y entregarse al otro, estaban ahí para hacerse uno...

- Si vuelvo a nacer... Volveré a amarte, te buscaré en otras vidas y voy a amarte en cada una.

- Moon Bin hyung - las lágrimas
de Sanha no se detenían, era lo más hermoso y doloroso de era vida - Yo lo
amo.

- Y yo te amo a ti.

Sanha se entregó por completo a Bin. Un príncipe y el príncipe heredero estaban amándose esa noche de Luna llena.

El azabache entró con delicadeza en el cuerpo del menor, viendo cómo arqueaba su espalda ante la intromisión, sosteniéndolo con sus fuertes manos, tranquilizándolo con dulces besos, susurrándole las palabras más lindas jamás dichas...

Se hicieron uno, sus cuerpos se unieron finalmente. Debían mantenerse en silencio para no ser descubiertos, pero así, en esos susurros, los gemidos de Sanha eran la melodía más divina, el corazón de Moon Bin se aceleraba cada que el menor pronunciaba su nombre, cada que lo veía entreabrir sus labios y arquear su espalda, dejando al alcance su hermoso y delicado cuello, para luego encontrarse con esa mirada acuosa, tan brillante como las mismísimas estrellas...

Llegaron al clímax y fue una de las sensaciones más divinas de sus vidas, la calidez de la semilla del príncipe heredero estaba dentro del príncipe Yoon, sus cuerpos estaban agotados, sus respiraciones poco a poco recuperaban su ritmo.

Los brazos de Moon Bin rodearon al menor, depositó un dulce beso en su
frente y un par de lágrimas rodaron... no quería dejarlo nunca.











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