𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 02

Un par de días pasaron y en un inicio Moon Bin casi no convivió con el menor, ya que, como heredero al trono tenía bastantes cosas por resolver.

Entre ellas, no podía dejar de lado sus estudios, de modo que la mayor parte del tiempo lo pasaba leyendo en la biblioteca.

Uno de esos días el príncipe Yoon se cansó de estar encerrado en su habitación, así que decidió salir a dar un paseo, quería conocer un poco el palacio también.

Se adentró en la biblioteca porque había escuchado a algunos súbditos mencionar que tuvieron que salir del lugar debido a que el príncipe heredero necesitaba tranquilidad, pero él no iba a molestarlo, de modo que ahora se encontraba de pie a una distancia prudente del heredero.

Moon Bin se veía tan interesante y misterioso frente a todos esos libros, buscando el necesario para continuar con su lección del día. Miraba con detenimiento el nombre de cada libro, un par de ellos llamaron su atención, pero cuando éste se percataba de que no era el que necesitaba lo regresaba con sumo cuidado.

Caminaba a otro estante y continuaba con su búsqueda, ya llevaba un par de ellos en sus manos, pero al parecer no era suficiente.

Lucia tan atractivo con ese hanbok azul y perla, perfectamente peinado, como todo un noble. Ahí Sanha pudo comprobar que las personas fuera del palacio no mentían ni exageraban sobre la belleza sin igual de ese hermoso heredero al trono.

- ¿Qué haces ahí parado? ¿Piensas seguir observándome o vas a unirte a mi estudio? - Bin miró de soslayo al menor que fue sacado de su ensimismamiento por la voz grave y bonita del mayor.

- Oh... Lamento interrumpir.

- No interrumpes, de hecho, es bueno tenerte aquí - Sanha sonrió - Necesitas aprender, a eso has venido a este lugar, así que toma asiento, te llevaré algunos libros - la sonrisa se desvaneció un poco, no le agradaba tanto leer.

Después de unos minutos, Bin llegó con tres libros gruesos y los ojos del menor casi querían salirse de su cuerpo ¿Quería que leyera todo eso en el día?

El mayor pensaba que eso era más que suficiente para el príncipe Yoon, ya que él podía leer de seis a ocho libros así en un día.

Dejó todo sobre la mesa y se sentó frente al otro. Empezó a leer nuevamente y Sanha pasó a segundo plano.

Todo eso conflictuaba más a Yoon, no entendía realmente la manera de aprender del príncipe heredero, él siempre creyó que todos los hijos de nobles tenían tutores que les ayudaban con su aprendizaje, pero al parecer el príncipe Moon no lo tenía.

- Príncipe. ¿Y su maestro? - preguntó curioso hojeando los libros, haciendo una que otra mueca al ver su contenido tedioso.

- No tengo uno. No desde los cinco años.

- ¿¡Cómo!? ¿¡Tan pequeño!? - ahora sí que estaba impactado.

- No, yo aprendo por mi propio medio, leyendo, memorizando, observando, asistiendo a reuniones reales, y muchas cosas más - contestó con monotonía, no le apetecía estar hablando a la hora del estudio.

- Vaya... Entonces... ¿Quiere que aprenda del mismo modo que usted? Sin un maestro ¿Sin su ayuda?

- Soy quien va a orientarte, quien va a enseñarte ciertas cosas, pero en mayoría, necesito que seas tú quien lleve su propio aprendizaje - dejó de lado el libro que leía y miró a Yoon - Cada persona es diferente, estoy completamente seguro de que al ver mi manera de estudiar entraste en pánico, ya que, nada de eso es lo tuyo - sonrió altivo, confiaba en sus palabras.

Moon Bin tenía razón, Sanha era más del tipo que aprendía interactuando y haciendo las cosas, no simplemente absorbiendo las teorías, de modo que sí, si se asustó bastante con la sola idea de tener que leer tanto.

Aunque, el príncipe Yoon era orgulloso, no dejaría que el mayor se burlara de él o que lo creyera un inútil, de modo que dejó de lado las palabras del otro y empezó con su lectura.

Pasó el día y ninguno había dejado de lado su aprendizaje, leyeron a detalle cada una de las páginas de sus libros, siendo el mayor el único que se levantaba por más.

A Moon Bin le cambió un poco la idea respecto a Sanha, ese día le estaba demostrando que era determinado, a pesar de tener que hacer algo que, evidentemente odiaba con todo su ser, bastaba con verle la cara de aburrimiento y fastidio al posar sus orbes sobre las lecturas.

- Lo hiciste bien, príncipe Yoon, puedes retirarte. Mañana empieza tu verdadero aprendizaje.

Moon Bin se puso de pie y llevó sus libros al estante correspondiente.

Sanha se sintió muy feliz de escucharlo decirle aquello, eso quería decir que, le había dado una buena impresión y era algo que definitivamente él quería.

Sonrió satisfecho, se puso de pie y realizó la misma acción que el mayor con los libros, luego de eso salió de la biblioteca dando brinquitos hacia su habitación.

[👑]

Ya había pasado el mes de la llegada de Sanha al palacio, y Moon Bin había batallado bastante con él.

Sanha era muy inquieto, demasiado, no prestaba atención a las lecciones que Bin le impartía y si lo hacía era un par de minutos. Además, no sabía quedarse callado, siempre tenía que decir lo que pensaba y lo peor de todo era que no tenía nada de sutileza.

Moon Bin estaba tan frustrado... No podía creer que un joven de 22 años estuviera haciéndole tan complicado su trabajo.

- ¿Así de mal van las cosas? - entró el príncipe Eunwoo a la habitación de Moon Bin.

- No tienes idea, estoy a punto de golpearlo si vuelve a desobedecer o si vuelve a ignorarme mientras le recito los reglamentos reales.

- Ya te lo habían dicho, es un joven inquieto, ¿Qué te parece si entras en su juego?

- ¿Qué? ¿de qué hablas?

- Hablo de que quizá deberías intentar adaptarte más a su forma de ser, así juguetona e inquieta, tal vez de esa manera él preste más atención a los aburridos reglamentos ¿No?

- Quizá...

[👑]

Yoon Sanha fue convocado por el príncipe Moon Bin a los baños termales del palacio en el área sur.

Al llegar, el menor vio el enorme lugar y sus ojos se iluminaron, era hermoso, lleno de naturaleza, el agua tenía pétalos y había un delicioso aroma a hierbabuena.

Moon Bin llegó unos minutos después, llevaba puesta una bata blanca de seda y traía otra en la mano para Sanha.

Pero lo que estaba a punto de ocurrir era algo inesperado para el príncipe azabache.

- ¿¡QUÉ CREES QUE HACES!? - gritó apresurado, luego de ver a Sanha empezar a desvestirse delante de él.

- ¿No se supone que para meternos a esas aguas es necesario quitarme la ropa? - preguntó con inocencia.

- S-sí, pe-pero no tienes que desvestirte de esa manera, delante de cualquiera.

- ¿Por qué no? Somos un par de jóvenes y tenemos lo mismo - Sanha seguía sin entender.

- Sanha, eres un príncipe, naciste siéndolo, tu cuerpo es una de las cosas más valiosas y puras, debes mantenerlo oculto de cualquiera que no sea tu esposa o el médico real ¿Entiendes? No es algo que debas mostrarle a cualquiera.

- Pero usted es el príncipe heredero, no es cualquier persona.

Moon Bin se giró a mirarlo, ¿En serio acababa de decirle eso? No entendía al príncipe Yoon, era un joven demasiado extravagante y, por más explicaciones que le daba, parecía sacar cualquier otra excusa para no aceptarlas.

De un instante a otro, Sanha acortó la distancia que los separaba.

- Con su permiso, mi príncipe heredero.

Dicho eso, abrió la parte superior de la bata de Bin. Éste se quedó pasmado, lo único que cruzaba por su mente era ese jovencito curioso, inquieto y diferente...

Sanha deslizó suavemente la bata por los hombros blanquecinos del príncipe Moon y cada vez se sentía más perdido. Era admiración, era eso...

Sus miradas se conectaron en
determinado momento y sin esperarlo, nuevamente, las yemas de los dedos de Sanha tocaron con ligereza el pecho suave del mayor.

Moon Bin sintió un escalofrío por todo su cuerpo ante ese tacto y de inmediato tomó su mano con brusquedad, asustando un poco al otro.

- Necesito que entiendas una cosa, príncipe Yoon - se acercó más a él y su penetrante mirada estaba en sus delicados ojos - Viniste aquí a aprender de mí, no a ignorar cada cosa que te digo, y por lo que acabas de hacer, me queda claro que no has aprendido nada.

- Pri-príncipe Moon... Perdóneme si me sobrepasé - agachó su cabeza con vergüenza.

- Empiezas a volverme loco... - susurró, pero estaban tan cerca que Sanha si lo escuchó.

Sanha se arrodilló frente a él por segunda vez, estaba tan apenado con el príncipe heredero, sabía que merecía una buena paliza por haberse excedido con las confianzas que acababa de tener con él, pero odiaba el dolor, ya no quería ser golpeado.

Moon Bin se agachó hasta quedar a su nivel, lo miró con atención, seguía sin entender las actitudes de ese joven príncipe. Lo tomó de los hombros y lo puso de pie.

- Te dije que no te arrodillaras frente a mí.

- Pero yo hice mal, lo desobedecí, no escuché con atención lo que me dijo...

- ¡Aish! En serio, estás volviéndome loco.

A Moon Bin no le importó que aún trajera su ropa puesta, lo aventó al agua termal y se quedó mirando con gracia al joven Yoon que estaba bastante sorprendido por esa acción.

- ¡USTED! ¡ACABA DE LANZARME! ¿QUÉ TAL QUE NO SÉ NADAR?

- Sé perfectamente que si sabes, deja de hacerte la víctima.

Dicho eso, Moon Bin empezó a quitarse su bata por completo y al percatarse de eso, Sanha se giró para no verlo. Esto hizo sonreír más a Moon.

- ¿Qué pasa? ¿No estabas diciendo hace un momento que somos un par de chicos, que ambos tenemos lo mismo y podemos desvestirnos frente al otro?

- Pero... Usted dijo que no... Que solamente debo hacerlo delante de mi esposa que no tengo o un médico... - Sanha seguía cubriendo su rostro y mirando solo de reojo al príncipe heredero

- Vaya, al parecer este día si has escuchado mis palabras.

Moon Bin entró al agua y se acercó a Sanha. Subió una mano hasta la mejilla del menor y lo observó durante un par de segundos que, parecieron horas para el príncipe Yoon.

Ni siquiera él sabía por qué estaba actuando de esa manera tan descuidada
desinhibida con el menor, era un instante donde su consciencia, de cierto modo, se había esfumado con ligereza.

Debajo del agua, Sanha sintió un tacto sobre su cintura y un pequeño respingo salió de él, no perdía de vista al azabache frente a él.

- ¿Te pongo nervioso, príncipe Yoon? - musitó bajo, mirando los labios contrarios, y su mirada vacilante.

- N-no...

- ¿Y por qué tus mejillas están tan rojas en este instante?

- De-debe ser por el vapor de las aguas
termales...

- Oh, ya veo.

Moon Bin se separó de él y se giró con una sonrisa ladina en el rostro, estaba seguro de que nada tenía que ver con las aguas termales, pero no se lo pondría difícil.

Sanha sintió frío luego de tener lejos al príncipe heredero. Pero ¿Qué se suponía que hiciera?

Mordió su labio inferior y se armó de valor, caminó hasta el príncipe Moon y ahora fue él quien lo rodeó con sus brazos por la espalda. Recargó su cabeza en su espalda y pudo sentir el acelerado corazón del mayor...

Moon Bin miró los brazos que lo tenían preso y lo único que pensó en hacer fue... Tomar con sus manos las contrarias.

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