𝟎𝟒
El sol se encontraba ya mostrando su escandaloso brillo, mientras el viento con calma acariciaba las hojas, meciendolas de un lado a otro.
—¿Una figura de un pájaro?.
En una de las calles de la ciudad, dos jóvenes estudiantes se habían encontrado con una pequeña figura de una golondrina. La escultura era tan detallada, que quizás el que lo había hecho era un gran escultor y artista.
Al menos eso fue lo que pensaron las dos jóvenes.
—El que lo hizo es increíble —murmuró una de ellas, mientras sacaba su celular para sacarle una foto a la golondrina de piedra—. Mira que detallado, parece real.
Pero antes de poder seguir hablando sobre aquella escultura, la presencia y voz de un joven muy cerca de ellas las asustó.
—Es cierto —murmuró Ōki Taiju, con su completa atención puesta en la golondrina—. Un amigo dijo que encontró uno así, publicó una foto.
Seguía hablando el grandulón mientras agarraba aquella figura de piedra con delicadeza y se lamentaba por lo sucedido a la pobre golondrina.
—Tal vez sea una enfermedad de pájaros que endurece su piel —murmuró al acercarla a él y observarla con mayor detalle y preocupación.
Para luego irse corriendo del lugar, pero no sin dejar de cuidar que a la escultura no le sucediera nada.
Dejando así a las dos estudiantes confundidas por su tan repentina aparición, así como su retirada.
—¿Has encontrado nueva información sobre el caso de las golondrinas petrificadas?
En otro lugar se encontraban caminado dos amigos y amantes de la ciencia, dirigiéndose hacia su instituto a pasos calmados pues tenían tiempo.
—No hay nada más además de la información que ya recopilamos —murmuró el Ishigami, mientras su seño se fruncía un poco por no haber conseguido nuevos datos sobre el tema para analizar —. Deberíamos intentar hallar alguna golondrina hecha piedra para poder avanzar con la investigación.
El oji-carmín observó de reojo a su amiga de cabello castaño, viéndola asentir estando de acuerdo con sus palabra. Pues de no ser así, quedarían estancados sin poder seguir con la investigación sobre el tema de las golondrinas.
—¿Mmm? —la Hoshino se había detenido al doblar una esquina y su rostro se convirtió en sorpresa al ver lo sucedía unos metros más adelante de ellos dos.
Senkū también se detuvo y observó curioso por las acciones de la botánica, pero al notar que no despegaba la mirada del frente también dirigió su mirada hacia ese lugar.
—¿Ahh? Son Taiju y Yuzuriha —murmuró el rubio ceniza de forma despreocupada, pero su rostro cambió al notar el objeto que llevaba Okī en sus manos—. Espera, ¿acaso es?...
Pero sus palabras quedaron en su boca, al ser hacia atrás nuevamente a estirones, perdiéndose tras la pared que conformaba la esquina.
El joven se sorprendió al ver a su amiga cubrirle la boca con una de sus manos y pegarlo a la pared para que no se moviera.
—Oye.. —intentó hablar el rubio, pero nuevamente fue interrumpido por la castaña.
—Shhh... Taiju y Yuzuriha están teniendo un momento a solas, no los interrumpamos —susurró Kinsei ya dejándolo libre
Mientras se asomaba con cuidado para ver como sus dos amigos al parecer se encontraban con una sonrisa nerviosa y avergonzada, por haber pensado ambos que quizás la veterinaria podría ayudar a las pequeña golondrinas.
Inshigami al oír las palabras sentimentales dichas por su amiga, no pudo evitar funcir en seño en señal de asco y desacuerdo. Pues para él, cualquier idea en referencia al sentimentalismo era una perdida de tiempo
—Deja de decir tonterías y acerquémonos de una ve por todas —gruñó dispuesto a cruzar esa bendita esquina y acabar con ese absurdo momento de una vez.
Pero Kinsei no lo permitió dar ni un paso, pues no dudó en estirarlo nuevamente hacia atrás y dejarlo entre la pared y ella.
—No vas a interrumpir su momento Ishigami —lo llamó por su apellido en señal de seriedad—. Son nuestros amigos y apesar de que no te agraden estas cosas relacionadas al sentimentalismo humano, se que deseas lo mejor a ambos —exclamó, segura del aprecio que el científico sentía hacia sus dos amigos, aunque nunca lo demostrará.
Senkū no pudo mas que chasquear la lengua al saber que sí seguía insistiendo, no lograría más que crear una discusión con su mejor amiga sobre algo que según él, no tenía importancia.
—De acuerdo, tu ganas —rodeó los ojos soltando un suspiro, mientras empujaba a la castaña para poder por fin despegarse de la pared—. Pero no me quedaré aquí perdiendo el tiempo, hazlo tú si quieres, pero yo iré a clases.
El joven de cabellos que desafiaban la gravedad tan solo se dió media vuelta, volviendo por sus pasos para ir por otro camino a su destino.
Kinsei no dijo nada más y sólo se dispuso a seguirlo con una sonrisa de gratitud hacia su amigo.
—Eres el mejor Senkū —le agradeció la castaña, llegando a su lado y caminado a la par.
Mientras el nombrado sólo se dispuso a soltar un suspiro y rodear nuevamente sus ojos carmín
Sin duda la única que podía ganarlo en una discusión era ella. Y aunque no lo demostrará.
Que ella sea la única capaz de hacerle frente
No le disgustaba tanto....
—Esta es una prueba de psicología.
Las clases ya habían terminado y los alumnos empezaban a retirarse de sus clases, algunos diriengiendose directamente a sus hogares para disfrutar de su tiempo libre. Mientras que, otros iban a sus respectivos clubes para pasar el rato.
—Si hay un accidente —un miembro del club científico se encontraba leyendo un libro en voz alta—. Y sólo tú, tu amigo o tu pareja se puede salvar. ¿Qué harías?.
Terminó de leer la preguntar y observó a Taiju y Yuzuriha, quienes se encontraba frente suyo.
Mientras que tanto la castaña como el rubio cenizo se encontraban cerca, pero ambos concentrados en sus respectivos proyectos.
Pues ambos pensaban que el libro y aquellas pruebas no eran más que basura y una pérdida de tiempo.
—Creo que no sabría elegir entre mi amigo y mi pareja —murmuró con nervios la miembro del club de manualidades.
Mientras el grandulón le daba la razón, diciendo que no podría elegirse a sí mismo por sobre sus amigos para salvarse. Que aquella prueba era malvada.
—Yo digo que todos.
La voz del Ishigami llamó la atención de casi todos, excepto la de la castaña. Quien se encontraba procesando algunas yerbas y clasificándolas para su posterior uso.
—Buscaría la regla fundamental que los salve a todos —habló nuevamente, mientras movía un tubo de ensayo con un líquido blanquecino medio transparente.
Todos permanecieron callados por unos segundos tras oír sus palabras.
Al notar el silencio, la joven Hoshino dejó de hacer su cosas y volteó a ver hacia sus dos amigos.
—Es una respuesta obvia ¿no? —dijo siendo ella, esta vez la que llamara la atención y el rubio siguiera con lo suyo como si nada—. Buscar la mejor solución que se adapte y cumpla con la mayoría de los requisitos para resolver el problema —dijo con calma y volvió a poner su atención en las plantas sobre su mesa de laboratorio.
Aquello y quizás la forma tan despreocupada en que lo dijo, hizo sonreír al Ishigami con burla. Sabía que su amiga y compañera de experimentos tenía sus pensamientos muy similares a los suyos. Es por eso que se complementaban bien
—Parece lo que diría el presidente y la vice-presindrra del Club de Ciencia —dijo Yuzuriha con una sonrisa, mientras observaba a sus dos amigos seguir con lo suyo.
Mientras el amigo de la infancia de ambos científicos decía que si podía elegirse esa respuesta, entonces el también lo haría.
—La prueba es para decir quién es más importante para ti —habló de nuevo el chico que había leído la pregunta.
Mientras el Ishigami soltaba un risa burlona más fuerte.
—Es directo al 10.000 millones por ciento —dijo para mofarse de aquel libro—. Ese libro es una basura...
Exclamó mientras seguía moviéndose en su mesa de laboratorio lleno de tubos de ensayo y diferentes sustancias químicas en ellas.
—Una perdida de tiempo —agregó la botánica desde su mesa, dándole la razón a su amigo.
Mientras el pobre alumno sólo podía deprimirse al oír sus palabras y volver a su lugar con un aura deprimente a su alrededor.
Dando por terminado tanto aquella prueba psicológica como el día de clases.
Sin saber que aquel sería uno de los tan pocos momentos que tendrían la oportunidad de disfrutar juntos.
—¡Escuchenme Senkū, Kinsei!.
Había pasado ya varios semanas y nuevamente se encontraban los dos amantes de la ciencia en el laboratorio donde se reunía su club.
—Senkū, Taiju vino a verte —habló la de ojos naranjas.
Esta vez ubicada en la misma mesa de proyecto que el Ishigami, pues se encontraba ayudándolo con una de sus creaciones.
—Nos nombró a ambos Come Yerbas —frunció el seño el oji-carmín, al notar que su amiga quería dejar los problemas amorosos de su amigo para él solo.
Pues ya iba siendo seguido, desde hace una semana quizás, que su grandulón amigo de la infancia iba de seguido a comentarles que esta vez por fin se declararía a su amada.
Pero como había dicho, aquella no era más que la quinta vez que lo decía.
—¡Lo he decidido! —exclamó fuerte el moreno, ignorando las quejas de sus amigos, pues los conocía.
Sabía que ambos eran unos locos por la ciencia y aquella era su extraña forma de expresarse, más aún cuando se encontraban en medio de un experimento. Pero también estaba seguro que ambos siempre lo escucharían, pues nunca habían dudado en darle una respuesta a sus dudas e indecisiones.
Por más que fuera las respuestas más extrañas que pudieran darle, como en caso de Senkū que sólo dijo que lo diga sus sentimientos por mensaje de texto y ya. Cosa que había causado que Kinsei lo regañara por su falta de, según ella, conocimiento acerca de él sentimiento humano.
Pero eso era pasado.
—¡Voy a declararle a Yuzuriha lo que sentido por éstos cinco años!.
Gritó Okī asustando a la mayoría de los presentes en el lugar, menos a sus dos amigos claro esta.
—Ahhh... —respondió el joven sin mucho interés y sin siquiera verlo—. Pero qué interesante —pero luego de pasarle unas botellas de vidrio a Kinsei para que las colocará en su lugar, volteó a verlo aún con el rostro de desinterés—. Te animaremos hasta destrozarnos las cuerdas vocales, desde el laboratorio.
Aquellas palabras causaron mayor entusiasmo en el grandulón, que con rapidez, se acercó a sus dos amigos para preguntarles si era verdad sus palabras y agradecerles por su apoyo.
—Callate —murmuró el científico, mientras colocaba uno de sus dedos en su oído, tras haber recibido el grito de su amigo cerca suyo—. No haremos nada de eso, gigantón.
Aquello confundieron aún más al moreno e hizo suspirar a la castaña quien no había parado de oír su discusión
—¿Qué? ¡Decidanse!—dijo aún manteniendo si entusiasmo.
Pero al ver a su amiga acercarse y darle un golpe no tan fuerte al Ishigami, quien si se quejó y la observó con enojo por su acción. El Okī guardo silencio, pues sabía que su amiga no le gustaba el ruido en exceso cuando se encontraba concentrada investigando algo nuevo.
—Ignora las palabras de ese Cebollin mal formado —habló con una sonrisa, mientras escuchaba al nombrado quejarse detrás suyo.
—¿A quién llamas así, Come Yerbas?....
—Sabes que referente a estos temas Senkū no es muy bueno que digamos —lo interrumpió la castaña, esta vez susurrando aquello a Taiju quien al recodar su anteriores intentos de declaración, dió la completa razón a su amiga.
Su amigo le había recomendado las declaraciones más grudas y frías posibles que podía llegar a oír.
—Por supuesto te estaremos apoyando Taiju, no destrozando nuestras cuerdas vocales pero si estaremos dándote ánimos y estaremos presentes cuando llegue el momento.
Aquellas palabras de la Hoshino, lograron que el gigantón se tranquilizara y no dudara en rodearla con sus brazos para agradecerle con la común energía que lo representaba.
Mientras la botánica sólo quería librarse de aquel abrazo de oso asfixiante, y el Ishigami solo observara desde atrás con los brazos cruzados.
—¿No has dicho nada por 5 años? —llamó la atención de ambos, mientras que Kinsei por fin pudo buscar una bocanada de aire al fin libre—. Qué ineficiente, idiota.
Senkū decía eso, mientras se agachaba y buscaba algo entre sus cosas.
—Te daré algo más efectivo.
Para luego levantarse y voltearse hacia el más alto, esta vez con un recipiente de vidrio que contenía un líquido incoloro.
La botánica reconoció al instante de que se trataba, pero antes de poder abrir la boca, el de cabello rubio con puntas verdosas fue esta vez el que la interrumpió.
—Una droga que activa tu secreción de feromonas al extremo —empezó a explicar con una mirada y voz que asustaría a la mayoria—. Digamos que es una poción de amor, tómala y estarás listo al 10.000 millones por ciento.
Taiju recibió aquel frasco bajo la atenta mirada de los demás miembros del club, mientras la joven de mirada de atardecer tan solo podía suspirar y volver utilizar la máquina que había inventado Senkū, pues sabía cuál sería la siguiente acción de su amigo.
Y acertó, pues él grandulón no dudo en deshacerse de aquel extraño líquido sin siquiera pensarlo dos veces.
—Deberemos crear más —pensó Hoshino al ver como la producción que habían obtenido, había sido desperdiciada por las ideas de su mejor amigo.
Pero de igual forma no se quejó, pues sabía que esa era la forma que Senkū había utilizado para darle la confianza necesaria a su amigo.
—Gracias, Senkū y Kinsei, pero lo siento—dijo mientras rechaza aquella supuesta poción de amor—. No dependeré de trucos.
Los demás estudiantes se sorprendieron al verlo derramar aquella "poción".
Para que luego se fuera sin más del laboratorio, dejando a todos en silencio.
—¿En serio, Senkū? —habló otro estudiante, mientras se acercaba a donde Okī había derramado el liquido—. ¿Es una poción de amor?.
Mientras otro observaba el envase vacío con un sonrojo algo extraño.
Pero toda ilusión que pudieron tener los demás miembro del club, se evaporó al ver como la Hoshino lanzaba un fósforo encendido y el líquido que resultó ser gasolina ardiera.
—¿Por qué tendría algo así?. Es gasolina —dijo con obviedad el nombrado, mientras los demás se asustaban al ver el fuego formarse—. La refiné de botellas de plásticos, piensen en la estructura molecular del polietileno —dijo frustrado al notar la confusión en sus rostros—. Es como la gasolina, pero los hidrocarburos no están cortados.
Explicó como si hasta un niño de kinder lo supiera o al menos.
—Se nota a simple vista —habló esta vez Kinsei, extrañada por sus reacciones, mientras Senkū asentía dándole la razón.
—No, no se ve...
Eso era lo que pensaban ambos amantes de la ciencia.
—Pero ¿Taiju no habría muerto si lo bebía?.
Preguntó otro compañero, asiendo reír al Ishigami quien tan solo volteó a verlo con una sonrisa.
—Es seguro al 10.000 millones por ciento que no lo haría —respondió la castaña aún concentrada en volver a producir nuevamente la gasolina.
Mientras Senkū reía por el tono obvio con el que lo decía, al parecer pasar tanto tiempo con él le estaba pegando algunas de sus costumbres.
—Ku-ku-ku ese idiota engreído no lo haría.
En el patio del instituto, la joven Yuzuriha se encontraba amarrando una rama rota de un árbol, esperando a que sanará pronto.
—¡Yuzuriha, siento hacerte esperar!.
Mientras su amado y secreto interés romántico por fin aparecía, luego de haberla citado en ese lugar horas atrás.
—¿Que pasó, Taiju? —dijo volteando con una linda sonrisa y acercándose a él—. ¿De qué querías hablar?.
Poniendo al gigantó, aún más nervioso de lo que ya estaba. Mientras esté trataba de recordar las palabras de apoyo de Kinsei.
Dando un paso tomando por sorpresa a la joven de la manualidades, haciéndola sonroja y sentirse igual de nerviosa que él.
—Apuesto 100 a qué lo rechaza...
Tres miembros del Club de Ciencia, se encontraban observando la futura confesión deste la ventana.
—Yo apuesto 300 a que lo rechaza en serio...
—500 a qué lo rechaza con todo su poder..
Apostaron los otros dos sin dejar de observar como viejas chismosas la situación.
—10.000 a qué no lo hace —comentó Senkū desde atrás, recostado al costado del ventanal.
Mientras la Hoshino estaba a su lado, ignorando las toterias de sus compañeros y recibiendo la lata de refresco que el rubio le estaba ofreciendo. Regalando le una sonrisa como agradecimiento.
—¿En serio? —dijeron los tres chicos sorprendidos, lo cual hizo bufar a la castaña.
Decepcionada de haber pensado antes que tan solo habían sido sus dos amigos, los cuales no habían notado los sentimientos que tenían el uno al otro. Pero al parecer sus demás compañeros de club también eran unos completos despistados.
Senkū la observó rodear lo ojos al oír a sus compañeros y de nuevo sonrió sin darse cuenta.
—Has cogido algunas costumbres mías, ¿verdad, Come Yerbas? —dijo divertido, mientras la observaba con cierta actitud vanidosa.
Kinsei volteó a verlo y sonrió de la misma forma que él, sin negar las palabras del joven científico.
—Creo que debería dejar de pasar tanto tiempo contigo —dijo con burla, escuchando al rubio reír—. No eres una buena influencia para nada.
Senkū solo bebió su bebida, también sin negar dicha afirmación. Pero antes de poder responder algo llamó la atención de ambos.
—¿Mmm?.
Inshigami volteó y observó hacia el patio, mientras escuchaba a su amigo gritar y lo veía correr hacia Yuzuriha.
Para que luego una luz brillante de noto verdoso cubriera por completo el lugar.
—Senkū...
El Inshigami sintió un estirón de su bata, haciéndolo voltear y mezclar su mirada carmesí con la mirada de tonos atardecer de su querida compañera.
Siendo así, el rostro del otro lo último que vieron ambos.
Antes de caer en una profunda oscuridad...
Que estaría por acabar con todo lo que el hombre conocía.
Y que predudaria...
Por cientos y cientos de años...
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