13
Agust paso su brazo por la fina cintura de JiMin para envolverlo y atraerlo contra sí, moviéndose para provocar fricción contra el miembro gordito y rosado del menor. Su respiración comenzó a volverse errática, todo su alrededor pesaba y su mirada sostenía la grisácea, volvió a besarlo.
JiMin correspondió, abriendo la boca para dejar que la hábil lengua entrara y jugará con la suya, saboreando el almizclado sabor a cigarro que quedaba. Desesperado, sin siquiera pensar o dudar, lo apartó un poco para desabotonarle el traje, el chaleco y la camisa. Cuando lo tuvo descubierto del torso, acarició las marcas en su cuerpo, parecían cicatrices de bala y preocupado por eso lo miró con interrogación.
—Gajes del oficio.— respondió el agente, dejándolo descansar sobre el colchón para quitarse el cinturón y el pantalón junto a su ropa interior, quedando completamente desnudo.
—Lamento que te hirieran.— comentó el menor.
Agust le sonrió con sinceridad, sabía que lo decía de corazón, nunca le había dicho a otra persona que significaban sus cicatrices. Era mucho decir que impedía a los sumisos preguntar o siquiera hablar durante sus encuentros, así que aquí estaba la diferencia entre el sexo y el amor. Una follada podía tenerla de un cualquiera, pero este chico no lo era y eso lo hacía mucho más intenso.
Finalmente, volvió a su lado para acomodarse entre sus piernas, apretarle ligeramente los muslos y recorrer hasta su entrepierna. Se agachó para meterse el suave miembro en la boca, succionándolo hasta dejarlo húmedo y sacándolo para masturbarlo. Nunca había atendido a nadie antes, solía ser quien recibía todo, pero quería hacerlo sentir bien. No planeaba tomarlo hasta que se viniera y preparara.
JiMin apretó las sábanas, echó la cabeza hacia atrás cuando sintió la saliva deslizarse por su culo y los largos dedos abrirse camino entre sus paredes. Dolía, pero era un dolor placentero que lo hacía cerrar los ojos y respirar entrecortado.
—Sabes tan bien.— halagó Agust, dejando de hacerle el oral para mirarlo y sacar sus dígitos para meterlos en su boca, humedecerlos y regresarlos a su entrada.
—M-más.— gimoteo JiMin al sentir que tocaba y presionaba su próstata.
Agust sonrió complacido al verlo comportarse tan cooperativo, lamió la extensión y admiro como los primeros chorros de semen salían disparados al mismo tiempo en que apresuraba el movimiento de su mano. Se alzó para lamer esos lindos restos blancos y subir más para besarlo, haciendo que degustará su propio sabor, a lo cual el menor accedió al esperarlo con la lengua de fuera.
JiMin solo podía centrarse en las fuertes emociones y el placer que sentía, no se dio ni cuenta de cuando Agust le introdujo un tercer dedo. Se dedicó a atender sus pezones, pellizcándolos desvergonzadamente hasta dejarlos rojizos. Luego se percató de la pausa y observó atentamente como el mayor se alineaba para penetrarlo, fue lentamente abriéndose paso en sus paredes.
Agust estuvo tentado a meterse en una sola estocada por lo bien que se sentía, pero esta vez no estaba para saciar su necesidad, sino la del contrario. Estando completamente dentro, se quedó quieto para que el menor se acostumbrara a su tamaño y solamente se movió cuando lo vio asentir en aprobamiento. Movió sus caderas moderadamente, cuidando que no lo lastimara y a su vez le proporcionará estocadas directamente en su punto dulce.
Aproximadamente después de cinco minutos, el menor se encontraba gritando, retorciéndose y gimiendo sin pudor, otra oleada lo golpeó. Su semen se disparó esta vez apenas unas gotas, parecía que se estaba quedando sin ese delicioso elixir que el mayor comenzaba a venerar. Por lo cual, recolectó la esencia blanquecina en sus dedos para untarla en los sensibles pezones del chico y lamerlos ávidamente.
JiMin no podía apartar su rostro del contrario, se sentía hipnotizado, como si algo sobrenatural lo obligará a centrarse en el mayor y debiera guardar la imagen en sus recuerdos. Comenzó a ansiar mucho más placer y tomó a Agust por los hombros para cambiar las posiciones, ahora era él quien se encontraba encima, desvergonzadamente sonrió con coquetería. Se alzó con ayuda de sus rodillas, tomó el pene erecto del agente y lo alineó en su entrada para bajar de una sola.
Agust mordió su labio inferior y sonrió encantado con el repentino cambio, dejó que lo montara mientras se movía para profundizar aún más. Lo sostuvo de las caderas para ayudarlo a moverse, pero el chico negó silenciosamente con un movimiento de cabeza y le apretó las manos para colocarlas a los lados de su rostro.
—Permíteme hacerlo, quiero hacerte sentir tan bien como tú a mí.— pidió JiMin, todas sus dudas parecían haber desaparecido tras compartir algunos orgasmos.
—¿Quieres hacerlo?— preguntó Agust, acariciándole el vientre y el marcado cinturón de adonis que adornaba su pelvis —No tienes que obligarte.— agregó.
JiMin pudo percibir la sinceridad en sus palabras, su corazón se aceleró por lo indulgente que se estaba comportando y eso lo volvía alguien sumamente maleable. Por alguna sorprendente razón quería portarse mal y al mismo tiempo recompensarlo por ser tan atento, nadie había sido de esta forma con él. Con aquello en mente, inició a autopenetrarse, agachándose para besarlo hábilmente, tanto que al final de eso sus bocas quedaron unidas por un fino hilo de saliva.
Agust no pudo contenerse mucho más, se puso de pie con JiMin en sus brazos, quien se aferró a su cuello, envolviéndolo con sus brazos para sostenerse y no caer. Finalmente, lo llevó contra la pared mientras seguía sosteniéndolo y aun dentro de su interior, solo que por la posición podía sentir que estaba mucho más enterrado.
JiMin se sintió desfallecer cuando se dio cuenta de que había un visible bulto en su estómago, lo tocó con una de sus manos y observó la reacción del mayor, que parecía encantado con ese hecho. Luego el mundo pareció no existir, solo era él siendo fuertemente follado por Agust, azotando contra la pared por la rudeza de los movimientos y estaba tan hipersensible que no estaba seguro de poder soportar venirse de nuevo. Lloró de frustración al sentir que el calor se hacía presente, asfixiándolo por lo bien que se sentía y las lágrimas adornaron su sonrojado rostro.
—No llores, si lo haces no puedo evitar querer consolarte.
—¿Por qué?
—No lo sé, eres el único que no podría lastimar, así que por favor.— rogó Agust, angustiado por verlo llorar con más fuerza.
JiMin no podía ignorar su forma de tratarlo, era tan cálido y tierno, la combinación de sentirse amado, deseado y complacido hizo que no pudiera contenerse por mucho más tiempo. Fue incontrolable, en un movimiento duro por parte de Agust, simplemente terminó por volver a tener un orgasmo. Aunque esta vez era distinto, no había semen, sino un chorro de líquido transparente que ensucio a ambos en el proceso. Entre respiraciones erráticas, se avergonzó y hundió su rostro en el hombro del mayor.
Agust continuó meciéndose pausadamente, hasta que su propio miembro al sentir las paredes estrechándose y envolviendo tan fuertemente, se corrió dentro. Sostuvo el delicado cuerpo del menor y lo dirigió hacia la cama para recostarlo, asegurándose de repartirle varios besos en el rostro para hacerlo sentir adorado.
—No tienes por qué sentirte abochornado, es algo normal.— aseguró el agente.
JiMin asintió —Lo sé, he escuchado de los squirt masculinos, es solo que nunca había tenido uno antes y nos llene a los dos con ellos.— explicó ruborizado —Lo lamento, no fue mi intención.
—Joder, eres tan malditamente adorable y a la vez tan caliente.
Agust entendió su preocupación, así que fue hacia el baño de la habitación para dejar la tina llenándose de agua tibia y volvió a la cama por él. Entonces lo cargó entre sus brazos a estilo nupcial y lo llevó para meterse juntos para poder limpiarlos, de esa forma no se seguiría sintiendo culpable. Al final, JiMin se quedó dormido por los mimos y lo llevó de vuelta al colchón, envuelto en una bata. Terminó por secarle el cabello con una toalla pequeña y se aferró a su costado para también poder descansar.
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