JiMin escucho los ruidos provenientes de la parte superior y se recordó las palabras de sus jefes "La única regla en este empleo es jamás subir las escaleras" y no lo cuestiono, ni siquiera le pregunto a Kai si sabía al respecto. Tenía muchas preocupaciones para negarse al empleo y aceptó sin preocuparse de lo que hubiera, pero ahora estos hombres extraños aparecían, mientras sus jefes desaparecían.

Algo no cuadraba y encima habían subido las escaleras, no sabía qué hacer ni cómo actuar. Debía detenerlos porque estaba prohibido, pero tenía el pánico consumiendo su interior. Se debatió entre llamar a la policía o subir, pero aunque lo hiciera no estaba seguro de lograr algo. De igual forma, llamó al 911 y también le envió un mensaje a Kai para que no volviera, le dijo que había peligro en el trabajo.

—Esto está mal.— se dijo y subió los escalones con rapidez, escuchando solo ruidos sordos y luego el abrupto silencio.

El segundo piso parecía ser más grande de lo que imaginaba, como si todos los otros negocios también tuvieran una entrada y los dueños se reunieran aquí. Estaba oscuro, pero no lo suficiente para pasar desapercibido y lo supo, ya que al instante se encontró con el chico de sonrisa cuadrada que antes había actuado animado.

—Shhh...— silencio TaeHyung con un dedo sobre sus labios y no hizo nada más, por lo cual JiMin siguió sus pasos con una distancia moderada.

El tipo de las disculpas salió de otra habitación, HoSeok, su ropa que era un conjunto blanco, ahora estaba lleno de manchas oscuras y al verlo no dijo nada tampoco. Acto seguido salió la pareja del primer hombre, JungKook, se quitaba algo de la espalda y lo observó durante unos segundos, parecía querer preguntar ¿Qué demonios haces aquí? Sin embargo, su novio lo detuvo riendo, mientras los tres se apresuraban para alcanzar la luz que unas puertas extendieron por el pasillo.

JiMin se quedó atrás dudando de seguirlos porque temía lo que fuese todo esto, lo que significaran las manchas en el piso, los gemidos adoloridos y este conjunto de hombres que no estaban interesados en alejarlo ni dañarlo. Cuando se acercó lo suficiente para estar en las puertas de lo que parecía ser el final del sitio, se detuvo abruptamente porque allí había una habitación bien iluminada y ahora todo podía verse claramente.

Sabiendo de antemano lo que podría ser, se giró para ver el piso que dejó a sus espaldas y confirmó sus sospechas, varios cuerpos muertos estaban acumulados. La sangre ensuciaba cada rincón e incluso sus tenis estaban llenos de ella, empezó a temblar sin control y las lágrimas se acumularon en sus ojos.

—¿Me lo quedaré?— escucho a alguien hablar y su mirada se centró en el dueño de esas palabras, entonces comprendió que nunca debió subir.

Era uno de los hombres extraños, el faltante, se encontraba sosteniendo los palillos que daban junto con el ramen y estaba bañado en sangre. Los gatunos ojos estaban fijos en él y sintió que su corazón se aceleraba descontroladamente, su cuerpo se tensó como si estuviese siendo acechado por un depredador.

—Mío.— lo escucho decir mientras sonreía extensamente y le mostraba sus pequeños dientes blancos junto a una encía de color rosita, adorable de no ser por los innumerables cuerpos muertos a sus pies.

JiMin dio un paso hacia atrás al darse cuenta de que el hombre hablaba de su persona como si fuese su presa y salió corriendo, pero en unos pasos se encontró resbalando con la sangre del piso. Su cuerpo cayó de lleno, con el estómago y el rostro ensuciándose por los charcos de sangre que provenían de cuerpos en las habitaciones, el golpe que se dio en la cabeza punzo repetidamente.

—N-no.— tartamudeó, intentando recomponerse, pero sus brazos no tenían la fuerza para sostenerlo y sus piernas mucho menos.

—Eres realmente lindo.— dijo una ronca voz desde atrás, las mismas grandes manos de cuando le dieron las "gracias" y limpiaba la mesa anteriormente, estaban tomándolo de nuevo.

Por un breve instante JiMin se encontró de pie por la ayuda que se le brindó, pero luego estaba siendo cargado entre duros brazos y eso lo confundió tanto que incluso dejó de llorar. Todo el miedo que tenía hace unos segundos, desapareció y se sintió sumamente avergonzado porque no sentía que fuera precisamente alguien fácil de llevar, aunque eso parecía no importar.

El rostro del contrario estaba a escasos centímetros de distancia, debería estar huyendo de este asesino y buscando ayuda o lo que fuera, menos dejarse atrapar. Pese a tenerlo bien presente, estaba mareado por todos los sucesos y el golpe, así que se recargó en el hombro inconscientemente, sentía que su alrededor giraba.

—Me dicen Suga, aunque tú puedes decirme YoonGi.

—JiMin.— respondió y sus ojos se fueron lentamente cerrando.

YoonGi escuchó las sirenas de las patrullas policiacas acercándose al restaurante, hizo una seña con la cabeza a HoSeok, TaeHyung y JungKook, quienes pronto bajaron las escaleras detrás de él. Dejar al mesero desmayado en una de las mesas fue lo único que pudo hacer para no meterlo en más problemas, después regresaría, por ahora solo dejaría que este chico conociera su secreto y ver que hacía.

Era una prueba, quería saber si le diría a alguien más sobre su verdadero nombre, aunque eso significaba poner en juego todo su esfuerzo por no dejar evidencia a donde iba y atacaba. Solamente por esta ocasión, por este chico, por mero deseo a sentir la adrenalina de pertenecer a alguien por primera vez y fuese un extraño que le robó el corazón. Se supone que él era el maldito ladrón aquí, pero JiMin, oh, hasta su nombre es glorioso, se sentía bien pensarlo en su cabeza y la posibilidad de que lo destrozará si atestiguara.

—¿Le dijiste tu nombre?— interrogó HoSeok sin comprender.

—Sí.— confesó como si nada, guardando los palillos en uno de sus bolsillos y rebuscando en el otro para sacar algo.

TaeHyung explotó en risas cuando vio a su jefe dejar una mandarina a lado del chico, JungKook le dio un codazo para silenciarlo porque no era precisamente algo divertido que dejaran testigos. Muy a su diferencia, HoSeok tenía otra preocupación, ser encontrado por la patrulla no era algo que temer, menos que dejasen rastros comprometedores porque no existían en la base de datos. Estaba observando con una ceja arqueada, juzgando la situación que presenciaba porque conocía a YoonGi desde hace mucho tiempo y nunca había hecho esto.

—Nunca le darías tus mandarinas a alguien más.

YoonGi observó a su mano derecha con desconocimiento a lo que se refería, salió del restaurante como si nada y los policías que estaban afuera solamente hicieron una reverencia en despedida. Busan le gustaba, podía tener un buen refugio, necesitaba limpiar sus pandillas, las autoridades le pertenecían y también encontró algo que quiere obtener, sin planes ni nada decidió quedarse por ello.

—Busquemos un hotel, unas vacaciones de Daegu serían geniales en este momento y por amor a todo lo santo, que TaeHyung y JungKook duerman en la habitación más lejana de mí.— pidió a HoSeok, recordando que estos mocosos no suelen despegarse ni un poco —Follan como locos todo el tiempo, quiero dormir.

—Hyung.— chilló el menor de los integrantes.

—No es novedad.

TaeHyung se tocó el pecho simulando estar ofendido con todo esto —Dentro de poco también tendrás a quien hacer gritar y gemir, Suga, no molestes a mi novio o me querrá dar él a mí por el culo.— señalo hacia donde había dejado al mesero.

JungKook le tiró un golpe para callarlo, ellos ya se encontraban a media calle, la noche estaba cayendo con gracia y aun así pudo ver la sonrisa llena de picardía en su novio. HoSeok pudo ver el brillo en los ojos de su jefe y solo podía significar una cosa, que esto sería muy problemático, lo cual le encantaba por el mero significado de jugar con fuego.

La primera casa de YoonGi fueron los Jung, dos hermanas y un hermano, de allí su relación. Ambos eran de Daegu, se conocieron por un breve momento, pero se reencontraron cuando HoSeok estaba siendo golpeado en un callejón. Aquella noche era como esta, oscura y fría, solo que ellos ya no eran los mismos de entonces.

YoonGi ahora tenía algo nuevo que deseaba poseer y lo obtendría sin importar el costo.