𝐀𝐔 𝐌𝐎𝐃𝐄𝐑𝐍𝐎┆𝑺𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒆 (𝟮)
Apenas tocaban las doce del mediodía, tanto como Genya y Sanemi llegarían al final de la tarde después del trabajo. Dejé todo sobre la mesa para sacar mi teléfono y avisarles que ya había regresado.
Me tiré sin dudarlo en el cómodo sofá, reviviendo lo sucedido hace un par de horas. Todo salió mucho mejor de lo que esperaba. Solo quedaba ver si iba a ser seleccionada, no iba a ser la única, seguramente muchas chicas jóvenes o maduras estaban interesadas en trabajar para la familia Tokitou. Considerando era una familia reconocida y con su recomendación era poder abrirte a más oportunidades.
Pasaron un par de días, solía revisar el celular de vez en cuando con una leve esperanza. No quería ilusionarme y que al final escogieran a alguien con mejor experiencia que yo, así que lo coloqué en modo silencio por un rato para que no preocuparme.
Me dediqué a hacer el almuerzo para los hermanos que iban a llevarse el día siguiente, Sanemi tuvo la tarde libre y estaba en la sala comiendo algunos chips con refresco. Podía escuchar con perfección el sonido del televisor.
—Ross. —me llamó, haciendo que limpiara mis manos para acercarme a él.
—¿Qué pasa? —lo miré, tenía mi teléfono en sus manos.
—Tienes como dos llamadas perdidas de un número desconocido. —me atraganté y prácticamente le arrebaté el celular para desbloquearlo. Había sido hace menos de diez minutos, me alejé para salir hacia el patio regresando la llamada.
Replicó como unas tres veces para que una voz masculina del otro lado de la línea respondiera.
—Buenas tardes, ¿habla Rosslenne? —sin duda no me sonaba familiar, tal vez era un amigo de mi padre.
—Eh, sí. Es ella quien habla. ¿En qué puedo ayudarle?
—Soy Satoru Tokito, disculpa que le hable así de repente por vía telefónica. Mi esposa Kami no puede comunicarse con usted debido a que tuvo que ir al trabajo y está muy atareada.
—O-oh, no sé preocupe. No hay ningún problema, es bueno poder escucharle a pesar de que no pudo presentarse.
—De verdad lamento mucho eso, fue de mala educación. —suspiró. —Aún no he regresado a Japón, así que pensé que se alegraría de escuchar una noticia para usted.
Me quedé en silencio, estaba completamente aterrada.
—Kami considera que usted puede ser una buena cuidadora de nuestros hijos, sin embargo, iremos dándole algunas pautas poco a poco. Sabemos bien que la crianza no es algo fácil y menos siendo dos tan pequeños. Le enviaremos todo por correo y podría preguntarle cualquier cosa a Akane-san preferiblemente, ya que no siempre tendremos el tiempo disponible para responderle tan rápido como ella.
—M-muchas gracias de verdad, Saturo-san. Estaré al tanto de toda la información. —sonreí sin poderlo evitar por la emoción.
—No se preocupe, verá a Akane-san en algunos días.
(...)
No había dado tantas vueltas desde que me tocó sacar los papeles para viajar o acompañaba a mi madre a hacer las compras, prácticamente ya conocía los lugares que solían visitar los gemelos, donde estudiaban, los centros comerciales que quedaban más cerca y se encontraban la mayoría de las cosas que podía conseguir en algún caso de emergencia. Eso sin contar las farmacias o centros de atención infantil.
A pesar de que Akane-san iba a acompañarme, desde el comienzo quería que yo me defendiera sola.
—He cuidado de la familia Tokitou desde que se casaron, pero ya no seguiré por mucho tiempo. Deseo viajar con mi familia a finales de año y tú te convertirás en su futura mano derecha si te esfuerzas. No es solo por su apellido, son una familia con valores bien inculcados, muy comprensibles y atentos. No sentirás que estás trabajando para ellos. —esas fueron sus palabras mientras estábamos en el carro de regreso a la residencia. Ahora tocaba la ubicación de las habitaciones para irme familiarizando, las piernas me dolían un poco. A pesar de que gran parte del recorrido era en auto, caminamos bastante para estar ubicada en los medicamentos, vitaminas y claro, pañales, la lista es bastante larga y todo era por dos.
Subimos por las escaleras y conocí el segundo piso, parecía que los hermanos amaban estar en la mayoría de las habitaciones porque eran un poco más grandes, y había un pequeño balcón donde se veía hacia el jardín. Sin embargo, me advirtió que para evitar accidentes no les permitiera acercarse.
Mientras caminábamos para la primera planta me enseñaron mi habitación, la verdad no me esperaba que fuera a tener una propia.
Aunque tenía sentido, así no iba a perder tiempo mientras los cuidaba, vaya que iba a consumir mi tiempo siendo tan pequeños. Por el tema de la educación contaban con profesores particulares para las tareas, tenían mucha energía y de alguna manera tener un adulto para enseñar les hacía calmarse. Tanto como Kami-san y Satoru-san cuidaban el más mínimo detalle en la crianza de ambos.
Eso me hacía feliz, una familia que este tan atento en sus hijos era todo un orgullo. Lastimosamente por otro lado por esa razón se encontraban ausentes. No sabía aún mucho detalle de cuánto tiempo pasaban con ellos, pero después de toda esa información en un corto período de días me dejaba analizando y retrocediendo para no olvidar algún mínimo detalle.
Anotaba todo en una pequeña agenda y la mantenía siempre a la mano, en algún acontecimiento en plan b tenía mi celular.
Terminé de releer las últimas cosas que me dijo Akane-san y dejé mi agenda sobre la mesita. Iba a ser mi primera noche cuidando a los gemelos, según estaban a punto de tomar un baño para acostarse después de un rato. Arremangué mi camisón blanco, estaba segura que no iba a tener mi ropa seca por mucho tiempo.
Cuando volví a ver a los hermanos no parecían acordarse mucho de mí, no era lo de menos. Me imaginaba la cantidad de personas que debieron ver salir y entrar buscando el trabajo. Algunas ayudantes me indicaron donde estaba todo en el baño y lo que solían usar, después de eso dejaron los paños y se retiraron.
Los dos infantes estaban distraídos en cualquier otra cosa menos en bañarse, se entretenían con unos juguetes que si apretabas emitían un sonido gracioso. Sonreí inevitablemente, de acuerdo, si era entretenido.
—Vamos, Muichirou, Yuuichirou, basta de juegos. —les quité de la mano un patito de hule, Muichirou automáticamente empezó a agitar sus pequeñas manos para buscarlo. —Ah no, si quieren jugar será adentro de la bañera. —su carita roja por el enojo era adorable, agité el patito cerca de él y empezó a seguirme.
Ya el agua estaba suficientemente llena para ellos, escondí el juguete a mis espaldas y aproveché que Muichirou tenía los brazos arriba para quitarle la ropa.
Volví a sacar el patito y se lo di en las manos para cargarlo y dejarlo con cuidado en la bañera. Este notó el agua y empezó a imitar que el juguete estaba nadando. Se distrajo con facilidad y parecía concentrado con las burbujas que se formaban por el jabón. Miré a Yuuichirou que se asomaba en el borde, aproveché que estaba distraído y lo fui desvistiendo. Empezó a quejarse pero le empecé a hacer pequeñas cosquillas hasta que termine mi labor.
Ahora ambos jugaban, pensé que iba a ser un poco más difícil hacer que estuvieran dispuestos a bañarse. Terminé de meter algunos juguetes que quedaron por fuera y estos los recibieron con gusto. Aprovechaba para ir mojando su cabello, ahora venía la parte divertida.
Con cuidado les coloqué el champo evitando que les cayera en los ojos, me las ingenie para crear unos peinados como el de Jimmy Neutrón. Se rieron a la par mientras no duraba mucho porque tenía que ya retirarlo.
Miré la hora en la pared, era suficiente. Sus deditos iban a ponerse como pasas si continuaban más tiempo en el agua. Saqué primero al mayor, se quedó quieto mirando aún un dinosaurio de plástico que estaba en sus manos. Ya más seco le enrolle bien en una toalla para que no tuviera frío y lo senté en mis piernas mientras me encargaba del menor.
Mi ropa no se había mojado más allá de los brazos, cerré la llave de la bañera y los cargué para salir. Por suerte su baño quedaba justo adentro de la habitación. Ya vestidos parecían tener energía repotenciada para seguir jugando, se les notaba animados y empezaron a usar los legos y letras que se encontraban en el suelo.
Los vigilaba y a veces participaba en sus creaciones, eran bastante creativos. Ya estaban intentando hacer una clase de edificio y ahora una cuidad en poco tiempo.
Una de las cuidadoras entró a la habitación por si necesitaba algo, negué mientras miraba como Muichirou me mostraba con alegría su mini país.
La parte más difícil de adaptarme al cuidado de los gemelos fue sin duda tener que levantarme varias veces en la noche, siempre solían despertarse. Poco a poco descubrí que el mayor de los hermanos despertaba en medio de la noche llamando a sus padres, cuando le escuché por el monitor y abrí la puerta lo más rápido que pude estaba parado al frente de esta llorando.
De alguna manera sentí que eso fue el comienzo de cómo fue abriéndose poco a poco, a pesar de ser el menos expresivo y que miraba mal a todo el mundo, cuando se trataba de sus pesadillas lloraba igual que su hermano. Buscaba acobijo entre mis brazos y se quedaba dormido en estás mientras le cantaba algunas canciones que mi madre me dedicaba de pequeña.
Ellos lo sabían, les hacía falta sus padres. Me entristecía en cierto modo, pero aún tenía esperanzas que podían estar más tiempo juntos más adelante. Mientras, el menor solía dormir con la luz encendida toda lo noche. Poco a poco le di dando más confianza hasta tal punto que no lo necesitaba, pero buscaba que me quedará con el hasta que cayera dormido.
Más de una vez amanecí con los brazos entumecidos ya que me quedaba dormida y no regresaba a mi habitación. Sin embargo, poco a poco podían dormir mejor y no era tan a menudo que me llamaran durante la madrugada. Aun así, me solía despertar por tanto tiempo que estuve acostumbrada a escuchar sus voces.
Ese fue un día muy gracioso. Las primeras veces que trataron de llamarme terminaban reemplazando la r por la l y terminó toda la familia nombrándome ''Loss'' por como los hermanos lo pronunciaban. Ni hablar cuando mencionaban a los hermanos Shinazugawa, no podían si quiera decirlo completo porque decían todo menos como era.
Me costaba procesar como el tiempo se había ido tan rápido, cuando apenas podía recordar ellos habían crecido y no dependían de mi para hacer la tarea más práctica.
Finalicé los años de la universidad, tenía mi título en mis manos desde hace muchos meses. Aunque me costó un año y medio tener todo listo, ya que tenía que organizar mi horario para los estudios y a la vez cuidar a los hermanos. Tuve que posponer varias materias debido a que me quedaba a finales de la tarde o porque no podía ir algún día y no le daba seguimiento.
Ahora tanto como Muichirou y Yuuichirou tenían once años. A veces juraba que los miraba como bebés cuando los conocí, viéndome con sus ojos tan expresivos sin saber quién era. No necesitaban que les fuera a supervisar evitando que se lastimaran, no sentía tanto esa angustia cuando veía que tenían fiebre alta y me quedaba toda la noche cambiando su pañuelo mojado en su frente.
Se suponía que desde que ellos cumplieron ocho pude haberme retirado por pedido de sus padres. Pero todos los años que tenía junto a ellos era algo muy pesado que no podía desechar como si no valiera nada, los gemelos fueron creando un vínculo muy estrecho conmigo. A pesar de que crecieron me buscaban como cuando eran niños, se acostumbraron y vivieron con mi presencia como yo con ellos.
Se negaron rotundamente a que yo me fuera, casi terminaron discutiendo por las palabras algo toscas de Yuuichirou pero no sucedió nada grave. Por alguna razón sentía como un vacío se creaba en mi interior, por cuestión de tiempo me estaba quedando en mi apartamento y no en la residencia Tokitou como la gran parte de mi vida.
Volvían a mi mente los sollozos de los gemelos y cuando finalmente podían llamarme correctamente. Mi cara se despegó de la mesa, la sentía adolorida. Me quede dormida terminando unos trabajos de mi empleo.
Todo estaba dolorosamente silencioso. No podía escuchar los correteos de ambos por la casa, sus gritos de alegría cuando lograron montar bicicleta por primera vez. Estaba sonando como toda una vieja.
Estiré mi cuerpo escuchando crujir algunos huesos, la lámpara seguía encendida. En el momento en la cual la apague pude ver una foto enmarcada que tenía junto con los hermanos cuando entraron a la escuela.
Sonreí con algo de tristeza, de alguna manera sentía que ya no me necesitaban. No había sabido sobre ellos desde hace unos meses desde que empecé a trabajar, el dejar de cuidarlos y empezar una vida normal que tanto aspiraba me dejó en un extraño trance donde tuve que escribir todo desde cero. Adaptarme a ello y no tener más de una tarea encima ya era raro, me acostumbre a lidiar todo por dos desde hace años.
Kami-san me dio unos días libres para dedicarme a mi trabajo profesional, ahora todo era muy distinto. Los buscaba alguien aparte de mí, eran responsables de sus acciones a pesar de que eran jóvenes. Podían escoger su comida y terminaban su tarea sin la necesidad de tener a alguien encima.
Ahora era más que todo su tutora, siempre me llamaban a mí como su representante cuando me tenían que informar algo de la escuela o algún viaje. Vaya que fueron difíciles los primeros meses, se negaban a irse a algún otro sitio sino estaba presente. Crearon esa dependencia de mí que hasta se tomó la decisión de que no los llevara porque se quedaban unos largos minutos agarrados de mis brazos sin moverse.
Di pequeños golpes en las mejillas, me había quedado al frente de la cama sin reaccionar pensando de nuevo. Me tiré sin acomodarme mucho, mi mente me daba vueltas mientras miraba el infinito entre la oscuridad.
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