02
YoonGi estaciona la motocicleta en su lugar reservado, se quita su casco y peina su cabello negro con una mano, toma la bolsa de roles con la que tiene libre y se dirige al edificio. Cuando entra, los trabajadores se inclinan ante él en señal de respeto y les sonríe sutilmente para que continúen, sube al elevador y se encamina hacia su oficina.
—¿Otra vez pan?— cuestionó NamJoon con una sonrisa burlona.
—Mju.— responde YoonGi simple, yendo hacia su escritorio para dejar los postres y se regresa al perchero de la entrada para poner el casco junto a su chamarra de cuero negro.
NamJoon silva cuando su jefe se sienta en la silla y abre la caja de roles para tomar uno y comerlo bajo su atenta mirada. Conoce desde hace mucho tiempo a YoonGi y no es alguien que disfrute las cosas dulces, pero así resultaron las cosas desde que se mudó.
—¿No vas a ofrecerme?
YoonGi niega —E-estosh no.— responde como puede por el pan en su boca y traga, se relame los labios para limpiarlos —JiMin me los regalo.— agrega, tiene el rostro sonrojado y toma un poco del glaseado con el dedo para disfrutarlo.
NamJoon jadea por la sorpresa y se sienta mucho mejor para escuchar el chisme, lleva tiempo queriendo que su amigo avance y ahora parece que por lento el repostero tomará la iniciativa. Su mirada se desvía a los roles, se ven deliciosos, pero respeta que YoonGi los quiera para su exclusivo consumo, pues son de su preciado amor platónico y decide que compraría unos después.
—¿Te dijo algo más?
—No... pero le agradecí con un sobrenombre tierno.— confiesa, tapándose el rostro con ambas manos por la vergüenza —Creo que hoy en la noche llegaré para hablar con él, quiero invitarlo a salir.
NamJoon asiente —Es lo correcto, es el primer avance en ocho meses, debes aprovecharlo y entre más pronto posible mejor.— aconseja.
YoonGi no responde más, toma su rol y vuelve a darle una mordida, disfrutando el dulce sabor entremezclado de la canela, vainilla, glaseado y un pequeño toque de algo que no logra diferenciar... pero que le encanta.
Finalmente, cuando la noche llega, YoonGi sale de su empresa y vuelve a montar su motocicleta. Lleva las sobras de los roles y regresa a su casa para dejarlas sobre la mesa, así planea luego ir a Sweet Cookies para hablar con JiMin.
Una vez hace eso, sale del edificio, cruza la calle y ve que los focos están apagados, su chefcito no debe tardar en salir para irse a su casa. O eso es lo que cree porque los minutos pasan hasta que se completa una hora y no sale, comienza a preocuparse de que le haya ocurrido algo malo.
—¿Debería llamar a la policía?— duda, sacando su celular y mirando la pantalla, son las once y veintitrés de la noche.
YoonGi niega para sí mismo, no está seguro de que JiMin estuviera en peligro, por lo que opta por rodear el negocio y tocar la puerta trasera para ver si el chico responde. En caso de que no recibiera ninguna señal tendría que tirar la puerta solamente para asegurarse de que estuviera bien, no importa que luego tenga que pagarla o termine en la cárcel por entrar sin permiso.
Sin embargo, cuando llega a esa zona puede escuchar suaves ruiditos y no quiere mal pensarlo, pero se escuchan demasiado sugerentes. Toma el pomo de la puerta y lo gira lentamente para empujarla un poco y poder ver el interior.
Los ojos de YoonGi se abren cuanto pueden, lo que ve lo deja aturdido, allí dentro se encuentra la cocina del negocio y sobre la enorme mesa de metal plateada está JiMin. Su inocente, dulce y tierno chico, quien le gusta desde meses atrás y supuso que no rompía ni un plato... estaba haciendo algo fuera de lo común y no solo eso, sino que también con algo muy particular.
Por la posición no podía ver todo por completo, pero lo poco que podía era a JiMin únicamente con su camisa blanca del uniforme, sus piernas abiertas y en sus manos un baguette largo y duro. El pan parece tener un condón colocado, el castañito está metiéndolo dentro de su precioso culo, lo que provoca que en cada estocada el pan cruja y JiMin gima a la vez que se arquea.
YoonGi traga saliva en seco, sus manos pican por hacer algo al respecto, no sabe qué hacer y se mantiene en su lugar sintiendo su propia entrepierna endurecerse por la erótica imagen.
JiMin sabe que está allí, lo vio llegar y esperarlo afuera, por eso es que dejó la puerta trasera abierta y comenzó a jugar consigo mismo. Estaba cansado de ir lento con YoonGi y sabía que el chico no tomaría la iniciativa por timidez, solamente creyó que atrayéndolo de esta manera lo atraparía.
Y había funcionado.
—YoonGi~ Mgh~.— gimoteo el castaño sin detener los movimientos de su mano, el baguette enterrándose tan profundamente en él.
YoonGi estuvo a nada de retroceder, simplemente irse porque creía haber escuchado mal, pero JiMin continúo repitiéndolo hasta que echó su cabeza hacia atrás y acabó. No pudo ver su miembro, tampoco el semen, porque la camisa del uniforme cubría esas áreas, solo suponía que había sido así por el armonioso sonido que el chefcito soltó y por su manera errática de respirar.
—Sé que estás ahí.— comentó JiMin mirando hacia la puerta, viendo por la fina línea abierta los ojos marrones del pelinegro —¿No piensas entrar? — pregunta dulcemente, sacándose el pan ya algo deshecho y dejándolo a un lado.
YoonGi titubea un poco, su mano va al pomo nuevamente y entra a la cocina con pasos que simulan seguridad, cosa que lo invadió cuando tomó la decisión. Se detiene justo delante de JiMin, quien aún tiene sus piernas abiertas y desnudas para él, lo inspecciona y detiene su mirada en su apetitosa intimidad.
—¿Qué hacías con esa baguette, Minnie? — interroga con su voz ronca por la excitación.
JiMin siente un delicioso escalofrío recorrer su espina dorsal, ladea su rostro y trata de verse lo más inocente posible, justo como un lindo cachorrito con su dueño. Sus labios forman un puchero bonito y sus ojitos se ponen acuosos, desabrocha todos los botones de su camisa para mostrarse al contrario.
—Me gusta colocar un poco de mí mismo en mis postres.— confiesa sin rodeos —Eso les da un toque único y además me divierto muchísimo.
YoonGi se queda mudo, solo mira como poco a poco la piel perlada queda completamente al descubierto y su miembro es como sus manos: pequeño y gordito. Puede notar también que el vientre del chefcito tiene restos de su propio semen y un poco de sudor, pero lo que no esperaba ver es que sus pezoncitos cafés tuvieran perforaciones y hubiese un tatuaje en su costado.
JiMin para ese instante ya no tiene ninguna prenda puesta, completamente entregado a YoonGi y su rostro parece una súplica silenciosa para que lo tome. Desea ser follado, quiere y necesita la verga del pelinegro en su interior, que lo llene de su semen y lo haga gritar hasta que pierda la voz de placer.
—Este es mi postre especial, Yoonnie~.— ronronea —Y es solamente para ti.— deletrea tentativamente con esos labios gruesos que lo vuelven loco.
YoonGi no puede dejar de verlo a sus grisáceos fanales, tan hermosos y puros, sus palabras se repiten en sus oídos y sale del trance. Toma el bonito rostro de JiMin con una de sus manos y pega sus narices, las roza entre sí con fascinación.
—¿Estás seguro de esto? Tengo mucho tiempo esperándolo, no seré precisamente suave y no me pienso detener a la mitad.— advierte y su voz deja en claro que no miente.
JiMin ríe —Lo estoy, por algo estás aquí, también lo quiero y lo he esperado ¿Crees que no sé cómo me miras? No soy ciego Yoon, solo quería esperar a que lo iniciarás.— aclara humedeciéndose los labios.
—No soy bueno tomando señales.— confiesa y no puede más, se lanza a besarlo.
Ambos se unen en un lento encuentro de labios, lo que va subiendo de intensidad cuando JiMin le muerde el labio inferior y lame el piercing que lo decora. YoonGi abre la boca, deja que le introduzca la lengua y el chefcito juguetea con el piercing que tiene allí también, los dos comienzan a tocarse y restregarse con deseo, ya no hay vuelta atrás.
Se separan tras unos instantes y YoonGi se queda ido en el hilo de saliva tendido entre sus bocas, su corazón está acelerado y siente que está frío, no sabe por qué. Pero a pesar de esa sensación extraña, hay un equilibrio perfecto con lo caliente que se encuentra su verga, el calor remolineando en su vientre y la desbordante necesidad de obtener más.
JiMin toma su distracción para bajar sus manitas hacia su pantalón de cuero, le desabrocha el cinturón y el pantalón con mucha paciencia. Observa el rostro de YoonGi y le sonríe con picardía, introduce su mano dentro de su ajustada ropa interior y toma lo que tanto buscaba.
—Uh, es bueno saber que acerté.— dice mirando los piercings en el cuerpo, glande y uretra que adornan el enorme y venoso miembro.
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