𝓟areció una predicción, como si mi relativamente antiguo pasado supiera.

La tenía entre mis brazos, llorando porque gracias a las habilidades de las que me ha dotado la vida emocional, pude notar que no solo se trataba de lo que veía. Hablamos; no le gustaba, pero lo hicimos, y terminó por agradecerme.

Yo simplemente sentí más afecto por el amor íntegro, y sabía lo que estaba pasando casi tanto como lo que iba a pasar; solo que me asombraba estar replicando lo antes escrito, como si ahora fuera una especie de profeta. Lo dudé, lo dudé un por ciento; pero tras un acto de valentía ante mis fantasmas, le leí 26_ sin pensar de más.

Al igual que su alma, la Tierra transcurrió su camino; y la habitación pasó de esos característicos tonos azul oscuro nocturno, al dorado de los ojos de quien cuestiona su propia existencia para encontrar el por qué vivir.

Desgraciadamente, es un proceso lento y peligroso; pero en fin, peor es nada y lo sé.